La escritora Alcie Zeniter. / Fotografía de Astrid di Crollalanza-Flammarion

Alice Zeniter y el pie de página de quienes fueron aplastados por la Historia en Europa del Este

La joven escritora francesa publica en español 'Domingo sombrío' sobre las sombras de Hungría y los países del Este bajo la órbita soviética. Una novela sobre la inmovilidad de las nuevas generaciones

Se puede leer una novela como una historia, pero también se puede leer la historia en una novela. Es lo que sucede con Alice Zeniter que va aún más allá con esta, su tercera novela, y primera traducida al español, cuyo trasfondo real es un planteamiento: la inmovilidad de las nuevas generaciones.

Y que uno tenga 31 años, en una sociedad en la que el crecer discurre de manera lenta, y haya publicado cuatro libros, el primero a los 16 años, y que dos de estos libros hayan sido traducidos al inglés uno y al español otro, significa que lo que se cuece es bueno. Y si es mujer, doblemente bueno, porque las mujeres hemos tenido que seguir demostrando que somos dos veces buenas para alcanzar lo que un hombre obtiene pronto.

Estoy hablando de la autora francesa Alice Zeniter (Alenzón, 1986) y de su novela Domingo sombrío (Acantilado) que encontré, entre muchos otros títulos, en un día de inicios de primavera. Y es que, en efecto, la novela acababa de ser publicada en febrero de este año por Acantilado, con una traducción de Juan Díaz de Atauri.

No he leído ninguna de sus otras tres novelas, pero no es difícil aventurar por la narrativa de Domingo sombrío que Zeniter está cimentando un espacio en la literatura contemporánea con una voz muy propia.

La autora elige con cuidado una casa, situada en medio de las vías de una estación de trenes en Budapest ⎯un sitio donde para entrar y salir se deben conocer los horarios y contar los minutos para pasar de una vía a otra, si se quiere cruzar con vida⎯ como una alegoría de los acontecimientos políticos en Hungría en buena parte del siglo veinte, contados a través de la historia de Imre, y con él de su familia; un niño que empieza a hacer consciencia sobre sí mismo mientras observa a su abuelo que está borracho, un día específico, el mismo que se repite todos los años.

El 2 de mayo, la fecha de las borracheras, aparece ya en la segunda página y es parte de un hilo que la narradora va extendiendo a lo largo de la novela, y que une los acontecimientos personales con los de la historia, refractados en los ojos de Imre, que van abriéndose en la medida en que se adentra en los entresijos de su pequeña familia y de su propia vida.

Es así como, en un poco más de doscientas páginas, con veintitrés entradas, Zeniter logra concatenar una geografía de los sentimientos, en la que el lector puede encontrarse con protagonistas a los que se les conocen sus secretos íntimos, sus cotidianidades grises, sus pequeñas perversidades y sus vergüenzas, con los grandes trazos de una historia política, que no por ser política, anula el gusto de encontrarse con una buena novela.

Un Domingo sombrío que permite percibir cómo mientras la gran historia es escrita por quienes toman las decisiones que la impactan, miles de individuos simplemente la sufren, como notas a pie página, pero notas de dolor. Una ligera reminiscencia de la literatura de otro francés cuyo nombre está inscrito en el universo de las letras: Albert Camus.

Domingo sombrío, que también puede ser lunes, y martes, y toda la semana, deja el sinsabor que queda de los totalitarismos; de las guerras, que nunca podrán tener sentido, y de las esperanzas aplastadas, personificadas en los jóvenes de Zeniter que parecen alelados ante lo que viven, inmovilizados por el vértigo de la historia, centrifugados y, es duro pero cierto, casi incapacitados para explorar nuevas formas de vivirse como individuos y como sociedades. Retrato dramático, reafirmado en una de las últimas líneas de la novela. “Eran ellos los inmóviles”.

Hay que leer a Zeniter y ojalá pudiéramos leer pronto en español su primera novela, la de los 16 años, la de la precocidad, que bien podría recordarnos a otros autores igual de precoces como Truman Capote con Otras voces, otros ámbitos. Este es un pasaje:

«Allí, en aquel paraíso húmedo, su antepasado había construido la casa él solo: en la planta baja, el gran salón con su chimenea y la cocina estrecha con las paredes llenas de cacerolas de distintos colores; en el primer piso, las dos habitaciones, la de los padres y la de los niños, que parecía una miniatura. Debajo de la escalera había un cuartito de baño en el que apenas cabía una persona. Era una casa levantada lentamente por las manos del hombre, un reino sin máquina».
  • Domingo sombrió. Alice Zeniter. Traducción de Juan Díaz de Atauri (editorial Acantilado).
  • Imagen de portada: Alice Zeniter fotografiada por Astrid di Crollalanza (Flammarion)
Puedes leer un pasaje de Domingo sombrío, AQUÍ.
  • Marbel Sandoval Ordóñez, periodista y escritora colombiana, es autora de la trilogía de novelas Conjuro contra el olvido compuesta por En el brazo del río, Joaquina Centeno y Las brisas, de próxima publicación. Tiene el blog Pase la voz que puedes ver si pinchas AQUÍ.

 

 

 

 

 

 

 

 

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