El escritor colombiano Daniel Samper Pizano. /FOTOGRAFÍA DE WINSTON MANRIQUE

El escritor colombiano Daniel Samper Pizano. /FOTOGRAFÍA DE WINSTON MANRIQUE

Amor, alegría, tristeza, crónica y lírica en una parranda vallenata en Madrid

Daniel Samper Pizano dio una charla-concierto en el Instituto Cervantes para recordar la grandeza de este ritmo colombiano

“Este es al amor, amor / el amor que me divierte/ cuando estoy en la parranda / no me acuerdo de la muerte…”. (Anónimo)

Vallenato… Parranda… Esta es la historia de uno de los ritmos musicales y líricos más sentidos de Colombia. La historia de algunas de las personas que mejor han sabido narrar con acordeones, guacharacas, tambores y guitarras las historias de amor, de la cotidianidad, de la naturaleza y de las elegías que recorren la cartografía de los sentimientos. Esa música mestiza de culturas y épocas con aires tristes, a veces; alegres, a veces; bullangueros, a veces; pero siempre hermosos por la poesía narrativa hecha con palabras sencillas que nombra las cosas como si fuera la primera vez.

Una belleza y su historia sonora que recordó Daniel Samper Pizano este 31 de octubre en el Instituto Cervantes de Madrid, gracias a la convocatoria del Instituto Caro y Cuervo, de Colombia. El periodista, escritor y vallenatólogo colombiano estuvo escoltado por esas dos instituciones cuidadoras de nuestro idioma. Samper Pizano llevó de la mano a un público entregado a su conocimiento del tema, sobre todo por su arte a la hora de contarlo. Eso sí, entre los intermedios que completaban las melodías del grupo Álex Flórez y los príncipes vallenatos. El periodista ha publicado con Pilar Tafur 100 años de vallenato.

Acordeón, guacharaca, tambor, guitarra y una voz sentida recordaron la grandeza no solo de uno de los ritmos musicales más queridos por los colombianos, sino también de los motivos profundos que tuvo la Unesco para declararlo Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

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Es una música de juglares y trovadores, de cronistas de la vida real y de los sentimientos y las emociones. Eso contaba Samper Pizano, como destacado cronista que es, entre canción y canción. Recordó que las raíces del vallenato vienen de muy lejos. Dispersas en el tiempo y en la Tierra. “Hace más de mil años, como nacieron los juglares en el medievo”. Hasta que llegaron a América por rutas y motivos distintos que se fueron mezclando, poco a poco, hasta crear un puzzle intercultural unido por un mismo sentimiento procedente de Europa, de más allá, de África y de los nativos americanos.

 

Cuatro aires conforman el vallenato, o, incluso, puede haber un quinto dijo Samper Pizano:

El paseo, el merengue, el son y la puya.

Varios son los compositores que han muerto en los últimos 20 años que llevaron al vallenato al lugar que le corresponde. Que ayudaron a sacarlo de las cocinas, de los alrededores de la casa principal, de la periferia de la sociedad burguesa y conquistar a todo el mundo. “Una música que se cantaba en sitios de buena vida, pero de mala muerte”, describió el escritor.

“El gran vallenato es el vallenato de crónica. Esa que rueda por los pueblos contando una historia verídica”, dijo Samper Pizano.

“Una señora patillalera,
muy elegante, vestida de negro
formó en el Valle una gritería,
porque la nieta que más quería,
la pechichona, la consentida,
un dueño e´ carro cargó con ella.

Tranquilízate Juana Arias,
déjate de tanta bulla,
que tú te mueres de rabia
y ellos mascándose en la cabuya”
. (La patillalera, de Rafael Escalona)

“El amor es otro de los grandes temas”, añadió el experto.

La herida que siempre llevo en el alma, no cicatriza
inevitable me marca la pena / que es infinita
quisiera volar muy lejos, muy lejos, sin rumbo fijo
buscar un lugar del mundo sin odio,
vivir tranquilo.
Eliminar la tristeza, las mentiras y las traiciones
no importa que nunca encuentre el corazón
lo que ha buscado de verdad
no importa el tiempo que ya es muy corto y las ansias largas de vivir
cualquier minuto de placer, será sentido en realidad
si lleno el alma, si lleno el alma de eternidad
(Sin medir distancias, Diomedes Díaz)

“La elegía no puede faltar. Y hay algunas que la gente pide que se cante cuando se mueran”, contó el escritor.

Como Dios en la tierra no tiene amigos
como uno no tiene amigos anda en el aire (bis)
Tanto le pido y le pido ay hombre
siempre me manda mis males (bis)
Se murió mi compañera que tristeza
Alicia mi compañera que dolor
Alicia mi compañera que tristeza
Alicia mi compañera que dolor
Y solamente a Valencia, ay hombre
el guayabo le dejó.
(Alicia dorada, de Alejandro Durán)

“La naturaleza siempre ha estado, y cada vez tiene más presencia en las letras”.

“Vengo a decirles compañeros míos
llegó el verano, llegó el verano (bis)
Un nuevo verano sale llorando
viendo rodar sus vestidos
Lo que ha tenido con tanto placer
lo que el invierno con gusto le da
uno por uno se viene a caer
ahora los campos les toca llorar”
(El verano, Leandro Díaz)

Samper Pizano recordó que uno de los que rindió homenaje al vallenato, antes de adquirir la popularidad y respeto del que goza hoy, fue Gabriel García Márquez. Tanto que hay quienes dicen que Cien años de soledad es un vallenato hecho novela. Y es allí, en ese mundo de Macondo, donde aparece este ritmo vivo y vivificante a través, por ejemplo, de Aureliano II, o de Rafael Escalona, compositor de carne y hueso. Un cariño e influencia que quedan fijadas en otra de las obras maestras del Nobel colombiano: El amor en los tiempos del cólera. Una novela cuyo epígrafe es un verso vallenato:

“En adelante van estos lugares:
Ya tiene su diosa coronada”

Es un verso de Leandro Díaz. El de una canción creada por un hombre ciego que hace ver y sentir las historias que cuenta. Junto a ese nombre, Samper Pizano, recordó los de Escalona, Emiliano Zuleta, Julio Herazo, Tobías Enrique Pumarejo, Adolfo Pacheco o Diomedes Díaz. No olvidó resaltar la figura contemporánea de Carlos Vives, cuyas canciones e interpretaciones han internacionalizado este ritmo, gracias a temas clásicos como La gota fría:

Acordate Moralito de aquel dí­a
Que estuviste en Urumita
Y no quisiste hacer parranda
Te fuiste de mañanita
Sería de la misma rabia
Te fuiste de mañanita
Sería de la misma rabia

En mis notas soy extenso
A mi nadie me corrige
En mis notas soy extenso
A mi nadie me corrige
Para tocar con Lorenzo
Mañana sábado, día de la Virgen
Para tocar con Lorenzo
Mañana sábado, día de la Virgen

Winston Manrique Sabogal

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