Clara Janés, escritora española y académica de RAE, en la primavera de 2019. /Fotografía de Lisbeth Salas

Clara Janés: «Amar es siempre positivo, aunque te ignoren»

La escritora y académica de la RAE va al origen de su libro 'Kamasutra para dormir a un espectro' sobre los laberintos de la experiencia amorosa y aquello que desencadena: del deseo a la imaginación

La escritora española Clara Janés lee en vídeo un poema en el que rinde homenaje a Vladimir Holan y canta otro al mismo poeta. /WMagazín

La luz de una tarde azul que entra por la terraza de la casa de Clara Janés en Madrid le da de frente y resplandece su cabellera blanca. Son los últimos días de la primavera y ella está al fondo del salón-estudio sentada en el sofá vestida de negro con un foulard burdeos largo que cuelga del cuello. Habla del misterio del amor desencadenado en deseo y en erotismo que ha convertido en literatura en Kamasutra para dormir a un espectro (Siruela); solo que antes de adentrarse en ese territorio mostró otro libro más reciente aún: El amor y las cuatro estaciones (ediciones del oriente y del mediterráneo) que ha hecho con su hija Adriana Veyrat, que es artista.

El azar de nuevo en su vida. Dos libros creados en momentos diferentes que ahora dialogan.

El último libro es cuadrado y de tapas negras con una foto de los rostros de muñecas japonesas del teatro No que la escritora hizo y conserva desde niña. Es una preciosidad como objeto, por los poemas y por las imágenes que lo acompañan y que son el motivo y alma del mismo. Dialogan imágenes y poemas en español y su traducción al japonés otorgando otra dimensión de belleza visible y sentida en los versos que indagan en los laberintos del sentimiento amoroso como una celebración, incluso en la lágrima:

¡Cuántos secretos
escapan por los ojos
mientras perpleja ante sí misma
enmudece la boca!

Dice esta flor
que de tanta belleza
no me avergüence.

Clara Janés en su sitio habitual de trabajo en su casa de Madrid. /Fotografía de Lisbeth Salas

Tras hablar de esta obra de manera entusiasta, Clara Janés se sienta en el sofá delante de una mesa de madera redonda. Empieza ahí su viaje al origen de Kamasutra para dormir a un espectro. Va a sus diversas procedencias que desembocaron en él. Su relato se convierte en un nido de historias e ideas que vuelan por sí mismas y abren nuevas vías literarias y conceptuales sobre lo real, lo imaginado y lo literario. Donde se encuentran sentimiento, deseo, acción y pensamiento:

“Surge de varias cosas, por un lado, de los dibujos eróticos de Sistiaga que me impresionaron muchísimo y quise hacer algo con la misma finura. Por otro lado, hay otro libro Psi, el jardín de las delicias que surgió de un poema de Ida Vitale que dice: ‘Me regalaron un conejo, no me explicaron que es inútil amar lo que te ignora’. Esa idea me siguió rondando porque no la comparto. Amar es siempre positivo, aunque te ignoren. De todo esto surgió este espectro que es un modo de invención de un amado y que fui creando con la palabra. En un momento dado su presencia era tan fuerte que me quise despedir y pensé en Cervantes que había creado a Dulcinea nombrándola; de hecho, la creación siempre viene de un nombramiento. Así es que pensé que si quería deshacer esta fantasía tendría que hacerlo con la palabra, entonces me puse a hacerlo de este modo. Y me pregunté de qué manera podía yo dominar la palabra. Para mí lo más difícil siempre ha sido un soneto y escribí unos sonetos mezclándolos con unas prosas que al final dieron como resultado este Kamasutra para dormir a un espectro».

Lo dice con cierto asombro en la cara y una risa de incredulidad. Sus opiniones y descripciones sobre la realidad y la imaginación y lo que el ser humano siente y cómo lo expresa parecen remontarse hasta el mundo de la ideas de Platón: aquí donde el mundo visible es solo reflejo y sombra de los sentimientos.

“Me lo he preguntado muchas veces esto también. Pero creo que, a veces, lo que hacemos no lo sabemos… Si la sombra la concibes como un inconsciente, entonces sí podría ser; porque muchos de nuestros actos proceden del inconsciente y al hacerlos podemos reconocerlos, pero otros no”.

¿Y si los actos son conscientes, si el sentimiento bueno y noble de lo amoroso en el interior de la persona es perfecto, ideal, en el momento de expresarlo en acto palidece, o queda en sombra, frente al sentimiento real? Clara Janés gira su cabeza y con una media sonrisa sale al paso con una frase rápida y en tono retador:

“Puede ser al revés… porque al formular tú creas y vas perfeccionando lo que creas. Es el caso de este libro: formulas algo que tiene su historia. Al querer yo hacer algo parecido a los dibujos de Sistiaga le voy dando una forma. Poco a poco va cobrando un cuerpo con elementos que proceden de lecturas y otras cosas, pero no sabes lo que estás haciendo”.

Es ahí cuando entra triunfal un ejemplo reconocible y querible para todo el mundo: Don Quijote se imagina a Dulcinea y lo formula con una realidad con la cual empieza una andadura en la que Clara Janés conecta sentimiento, realidad e imaginación:

«Con este libro voy estudiando las posturas del kamasutra y escribo lo que va saliendo. De repente empieza a tener una entidad personal, muy relacionada con lecturas. Don Quijote sale de libros de caballería, yo parto de mis lecturas de ciencia física y matemáticas. En un momento dado hay que volver a la realidad. Y pienso: ‘Si el Quijote quisiera despedirse de Dulcinea, un ser inventado por la palabra, tendría que deshacerse inventando también otra vez la palabra’. Esa es la primera parte del libro: una despedida. Pero una despedida muy difícil… Lo que no me daba cuenta es que la manera de dominar la palabra para mí es la forma del soneto que es muy difícil para mí que estaba haciendo lo que hacía Dante, mezclar la prosa con sonetos… eso tarde en darme cuenta».

Traza así una ruta entre Platón y Don Quijote. El Quijote como una ficción dentro de la ficción, Alonso Quijano creando la ficción consciente de Dulcinea. Y sonríe para añadir:

Aquí yo soy el espectro y a la vez soy la amante póstuma de este espectro. Cuando pienso esto me digo si no había podido este espectro del que hablo adivinarme y escribir unos poemas”.

Guarda silencio un momento… Ha entrado en aquello que se dice que muchas veces los creadores están al dictado de algún espectro, solo que, en su caso, aclara un detalle para entrar en un terreno fascinante y subyugador:

“El especto soy yo misma. De esto me doy cuenta cuando decido lo de la apostilla del libro, que es posterior, con una frase de William Shakespeare: “El deseo es infinito y el acto es esclavo del límite”. Aquí hay una parte de Psi, este fue el libro clave, que surge, como he dicho, cuando Ida Vitale dice: ‘Me regalaron un conejo, no me explicaron que es inútil amar lo que te ignora’, y empieza a reaccionar violentamente en contra de su afirmación».

Y va más atrás sobre el origen de Kamasutra para un espectro:

“Allí también hay un elemento de Padua. Yo llegaba de Padua, aparece Galileo, aparece el jardín botánico de Padua, aparece el teatro anatómico y aparece un gato en primera página. Aparece la letra Psi… O sea, hay una mezcla de cosas que estaba horrorizada porque digo: ‘¿bueno, con más de 70 años ahora un libro erótico? Esto ya es demasiado, ¿no? (risas).

Todo esto me inquieta muchísimo, eso de que no puedes amar a alguien que no puedes conocer o que te ignora, pero yo sí creo que se puede amar a alguien que no hayas podido conocer y no haya reciprocidad porque todo está en la mente al final”.

Es una idea que ella ya ha expresado con combinaciones de varias palabras como “Lo que uno piensa es tan real como la vida misma”. Es como eso de que “La vida no es sueño, pero el sueño es vida”. Y la fantasía también forma parte de la vida. Tras estas ideas, Clara Janés dirá por qué cree que el ser humano necesita amar, por qué esa búsqueda incesante:

“Sencillamente, la vida es un intercambio, con el aire, para empezar… Si no hay intercambio con el aire te mueres… Y, a la vez, la necesidad de intercambio se puede producir y de hecho se produce con el otro. Tú vas por la calle y todo el mundo está hablando. Es una necesidad la comunicación, entonces, lo mismo el amor es una necesidad…

La vida es diálogo, la vida es intercambio. Y si estás vivo necesitas este intercambio. Amar es una necesidad, y quien dice amar puede decir otras cosas… Ya sabes que la Biblia decía que amar es conocerse a sí mismo”.

Clara Janés recuerda el cúmulo de coincidencias que la llevaron a escribir ese libro. El azar es un elemento en su vida.

“Creo muchísimo en el azar. A mí las cosas me pasan por azar. Es lo que los surrealistas llamaban el azar objetivo…. Puede que lo esté buscando, puede que busque una cosa y aparece”.

Hay unos versos del libro a los que se referirá: “Convertirme en mi tumba se me antoja / más cerrada que la sima marina / y así enterrar la pena que me mina / enterrando ese cuerpo que me aloja”.

«Hay un tema, no recuerdo si es Jung que define el erotismo en tres etapas: etapa de la mirada, etapa de la repetición y etapa del deseo de muerte. Si analizas Santa Teresa ya lo tiene. Ella empieza mirando un cristo agonizante, y ahí es donde entra su misticismo. ¿Qué es la repetición?  Está repitiendo letanías, oraciones; y, al final, el deseo de muerte. Hay un fragmento donde le dice a sus monjas: ‘No tengáis miedo si pasáis estas etapas porque al final después del éxtasis llega el deseo’. Porque la plenitud es tan grande que no se puede resistir seguir viviendo. Hay que adaptarse para volver a empezar. Eso en parte cuando hay una relación amorosa muy fuerte también se produce».

Clara Janés habla luego de cómo el espacio está lleno de vibraciones, “ondas, movimientos leves, caricias del espacio que depositan su mensaje en esa inmovilidad atenta del puro ser, esa presencia que por sí sola siendo ‘extensión existente en acto y que Espinosa comunica; pues la acción de una sustancia finita en otra solo consiste en su extensión”. Recuerda que es lo que se llama onda de materia, que somos energía, y esas ondas de cada uno influyen en los otros con lo cual vuelve al tema del amor y otros sentimientos creados en el interior del ser humano:

«El amor es creado por tu propio movimiento interior».

A la pregunta de si es creado en la cabeza de la persona o si viene de antes se apresura:

“¡Aahhh no no! ¿Qué es la cabeza?… Es algo neuroquímico, según la han definido algunos. Por tanto es lo mismo que el cuerpo. Entonces ahí eres una totalidad. A lo mejor digo un disparate: tú eres una totalidad y esta totalidad con las herencias y por muchas cosas cobra una forma determinada y ahí es cuando: ¿tú eres dueño de lo de lo que haces? Einstein, justamente, decía que no hay libertad, que dependemos de las glándulas endocrinas. Yo no llego a tantos estudios, pero sí creo que todo esto influye mucho».

Clara Janés, escribe Victoria Cirlot en el prólogo, «que sigue fielmente el flujo de la vida haciendo verdad el aserto de Wittgenstein de que ‘incluso lo que sucede en el interior solo tiene sentido en el flijo de la vida».  Un libro, añade Cirlot, en el cual «contemplamos el acto de amor que se hace real en las palabras, en las ‘palabras-pensamiento’, en ‘el lugar del gran vértigo». Son las palabras que se mueven y que danzan, para encarnar lo que es soplo, espíritu».

Kamasutra para dormir a un espectro, explica Cirlot, «contiene el secreto de la transfiguración de la amada en el amado, último grado de operfección en la vida del espíritu. De lo que aquí se trata es de la unión, ¿carnal?, ¿espiritual?, de la unión con el Otro, que no soy yo pero que vive en mí».

Porque como escribe Clara Janés: «Hasta el agotamiento seguí su mandato y toda yo me convertí en la encarnación de sus palabras».

Cuatro meses después, el martes 8 de octubre a la una y treinta de la tarde, Clara Janés recibió en su casa el Gran Premio Internacional de Poesía Janus Pannonius, que concede el club de escritores PEN Club Hungría. Lo hizo porque no pudo asistir en septiembre a la ceremonia y la representó su hija, Adriana Veyrat.

La razón del galardón fue “la amalgama de las tradiciones poéticas con las formas modernas, así como la renovación de los valores poéticos clásicos con los instrumentos que están al alcance de los poetas del siglo XXI». El premio reconoce desde 2012 a los poetas «herederos de la riqueza intelectual y espiritual acumulada durante los milenios de la cultura». Janés se une a premiados como Adonis (Líbano); Yves Bonnefoy (Francia) y Charles Bernstein (EEUU).

Una vez recibió el premio lo agradeció rindiendo homenaje a Vladimir Holan con la lectura del poema Has puesto en sueño la mano en mi costado y el canto de otro, Ar, como se puede ver en este vídeo donde sus versos entran en comunión con sus voz:

La escritora española Clara Janés lee en vídeo un poema en el que rinde homenaje a Vladimir Holan y canta otro al mismo poeta. /WMagazín

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Winston Manrique Sabogal

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