Han Kang: “La pregunta es qué es el ser humano y por qué anida la violencia en él”

La escritora surcoreana y ganadora del Booker Internacional por ‘La vegetariana’ da las claves sobre una obra que replantea el modelo de existencia y conviviencia y comprensión entre los seres humanos

Hacer preguntas, eso es para mí escribir. No escribo respuestas, simplemente me afano por responder preguntas, trato de permanecer mucho tiempo dentro de ellas. De rodillas, arrastrándome otras veces, espero llegar hasta el final, hasta el centro (aunque sea imposible). Esta novela es también una pregunta imposible. Hay una mujer, un ser humano que ya no quiere formar parte de la humanidad…”.

Pero quien cuenta esa historia sí quiere ser parte del mundo. Es Han Kang (Gwangju, 1970), la escritora surcoreana de voz dulce sacada del silencio hace once meses cuando obtuvo del premio Man Booker International por la novela La vegetariana (Rata). La obra es de 2007 pero se tradujo al inglés en 2015 y a España esta primavera. Poco a poco, su voz personal y literaria se propaga por los diferentes idiomas con la presentación de esa historia que sigue los pasos de aquella mujer que se abisma a la muerte para ser un canto a la vida. La vegetariana invita a replantear el modelo básico de existencia, de convivencia y de comprensión entre los seres humanos. Se pregunta sobre el porqué de la violencia, de las violencias. Han Kang, vestida de negro, en un rincón de la Librería Alberti, de Madrid, empieza por contar ante un grupo de periodistas, a través de su traductora Summe Yoon, el corazón de su obra:

“Cuento la historia de incomprensión de una mujer que busca escapar de su actual condición humana para ser mejor humano. La pregunta que quise formular no trata sobre la historia de una desquiciada que no come carne, la pregunta fundamental es qué es el ser humano y por qué anida la violencia en él”.

Es el grito revolucionario que lanza Han Kang desde el silencio y la fragilidad de su personaje: Yeonghye. Una mujer casada, casi ignorada por su marido, que un día tiene una pesadilla y decide no volver a comer carne ni nada derivado de los animales como un gesto de protesta ante la violencia del ser humano. Es el comienzo de una travesía radical por llevar una vida distinta. En el trayecto de Yeonghye afloran algunas grietas de la sociedad y del pensamiento colectivo, como el hecho de que la sensatez puede ser vista como locura, la sencillez como algo problemático y el deseo de ser distinto como una amenaza. Esa visión viene del siguiente verso:

“Creo que las personas han de ser plantas”.

Es un verso de Yi Sang. El resorte que activó la historia de La vegetariana que dormía silenciosa en la mente de Han Kang desde su adolescencia:

“Un día estaba revisando unos papeles y encontré una nota mía que decía: ‘Que triste que el hombre tenga que comer carne’. Me parecía que era un acto violento que nos remitía a nuestra condición más animal. Luego, en la universidad, leí el verso de Yi Sang. La verdad es que en 1997, 10 años antes de La vegetariana, había escrito un relato sobre una mujer que se convierte en planta. Ahí encajaron las piezas para crear esta novela”.

Portada de La vegetariana.En sus páginas hay una belleza inquietante más allá de las escenas oficialmente fuertes. Es un retrato tríptico. Tres relatos encadenados, tres miradas sobre sendos momentos consecutivos en la vida de esa mujer. Tres voces que muestran a Yeonghye desde las voces del marido, el cuñado y su hermana. Voces que le dan a vida a ella, que la ponen en este mundo como ellos la ven, la perciben. Yenonhye no se cuenta a sí misma, la conocemos por las voces ajenas. Solo se escucha a Yeonghye en los raptos de pesadilla. Ahí anida lo inquietante cuando Han Kank retoma la idea clásica de que somos como nos ven, somos lo que dicen, piensan y esperan los demás de nosotros. Se aprecia la manera como el anhelo real de ser del individuo queda desplazado, enterrado por la sociedad. Un silencioso acto de violencia colectiva, mutua y recíproca entre todos como ondas de agua en la playa.

“Quise dejar en el centro de esta novela a la protagonista en el vacío. Los tres narradores son quienes dan discursos diferentes y contradictorios entre sí. La voz de la protagonista solo aparece en sus sueños. Su voz no está con el fin de que el lector también participe y saque sus propias conclusiones de este rompecabezas y la construyan a partir de las voces ajenas y sus propias interpretaciones”.

El puzle de la vida. Piezas de la identidad o del destino que revolotean. Han Kang lo ha vivido con esta novela. Cuando se publicó en Corea, en 2007, no tuvo muy buena acogida, ni fue muy bien comprendida. Diez años después, gracias al premio Booker, la escritora ha despertado entre sus compatriotas curiosidad y una mayor voluntad de comprensión de la obra. La rueda de prensa termina y Han Kang empieza a hablar con los periodistas de manera individual. Rodeada de libros en un rincón de la Alberti, Han Kang inclina unos grados la cabeza y sonríe tímida ante preguntas individuales que contesta en voz baja:

“Busco un lector activo en mis libros. Por eso La vegetariana tiene tres capas de lectura: la pregunta sobre qué es la violencia y el rechazo a ella, sobre los límites de la cordura y la locura, porque ella es la única que parece tener lógica, y hasta qué punto uno puede comprender al otro, a la otredad sobre quienes son diferentes a nosotros. Y una más, es la historia de dos hermanas y el aullido de dolor de una mujer. ”.

La vegetariana despierta diferentes reacciones e interpretaciones según el país o la cultura. La protagonista, por ejemplo, es una mujer sumisa ante su marido. Un día ella reacciona y decide hacer lo que considera sin importarle la opinión de los demás. El primer capítulo, por ejemplo, puede ser visto con ironía y humor, pero también como algo preocupante:

“El ser humano se plantea preguntas sobre su naturaleza. Estamos inmersos en la violencia que lo impregna todo. Un ser humano de extremos que es capaz de crear campos de concentración como los de la II Guerra Mundial y salvar a un niño en las vías. Yeonghye tiene una sensibilidad muy especial. Su deseo es ser inocente en el sentido de no querer hacer daño a nadie. Quiere salvarse de sí misma. Es un deseo que está fuera de los deseos humanos. Ella tiene una mirada del ser humano desde fuera. No quiere morirse porque sí. Quiere renacer”.

Han Kang recuerda que estudió filología coreana, su paso por el periodismo, su primer impulso que fue hacia la poesía, su despertar como narradora y sus últimos años como profesora de creación literaria en Seúl. Y, claro, algunos premios importantes en su país y fuera de él que no han alterado su trabajo creativo. Entre unas cosas y otras, espera dedicarse solo a escribir. Este es su primer libro en español e inglés. Su debut fue en 1993 con el poemario El invierno en Seúl. Dos años después publicó su primer volumen de cuentos, El amor en Yeosu, ya van cuatro, y seis novelas. Han Kang insiste en que espera poder cumplir este año su sueño de dedicarse solo a la escritura, a contar más historias con su prosa lírica, serena y fuerte a la vez. Como esta de La vegetariana cuyo fragmento leyó ante todos al abrir este encuentro:

“Ella está mirando la carretera mojada por la lluvia. Espera en la parada que está enfrente de la terminal de autobuses de larga distancia de Maseok. Enormes camiones pasan a toda velocidad, rugiendo con estrépito por el primer carril. La lluvia cae con tanta fuerza que parece que va a atravesar el paraguas que lleva sobre su cabeza.

No es muy joven. Tampoco se puede decir que sea bonita. Simplemente tiene una línea del cuello muy fina y una mirada afable…”.

La vegetariana. Han Kang. Traducción de Summe Yoon. Prólogo de Gabi Martínez. Editorial Rata.

Winston Manrique Sabogal

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