El poeta chileno Raúl Zurita en el festival Poetas, de madrid en 2017. /Fotograía de Winston Manrique

La liturgia de Raúl Zurita bajo los árboles de Madrid

El poeta chileno fue la estrella de POETAS, Festival de creación poética contemporánea en el centro cultural Matadero dentro de la programación de la Feria del Libro

Las palabras cobraron vida en boca de Raúl Zurita. Cargadas de emociones y rabias venían de los recuerdos del poeta chileno que las leyó de sus poemas. Una brisa suave refrescaba la plaza arbolada del centro cultural Matadero, de Madrid. La tarde había sido calurosa y la gente se sentó en el césped, bajo los árboles a esperar al poeta.

«Hola. Buenas tardes. Soy Raúl Zurita. Muchas gracias».

Zurita dijo estas palabras, hacia las siete. Luego, todo fueron palabras vivificadas por su voz recia y nítida. Palabras que daban vida a recuerdos venidos del dolor, bañados de lágrimas; venidos de las penas, vestidos de tristezas e impotencias. Tan pronto Zurita empezó el recital, el murmullo del tráfico de la Plaza de Legazpi desapareció y los oídos solo escucharon sus versos. El de uno de los 20 creadores que este sábado 27 y domingo 28 de mayo visitarán POETAS, Festival de creación poética contemporánea, organizado por Arrebato Libros y el propio Matadero.  Una obra recogida en  Tu vida rompiéndose (antología personal), editado por Lumen en 2016.

Pocos poetas leen bien sus poemas. Zurita los vive. Y quienes lo escuchan se conmueven. Vida dolorosa hecha literatura en un torrente de voz heredero de grandes poetas y en tono bíblico. Pero como él ha dicho tantas veces «Ni pena ni miedo». Y sí dice, recita:

Domingo en la mañana

Me amanezco
Se ha roto una columna

Soy una santa    digo

 

Retazos de su vida salen de sus labios. Una vida dura la de Zurita, desde que su padre murió cuando él apenas tenía dos años. Una procesión de paraísos añorados, perdidos y extraviados se hicieron versos. La orfandad fue el comienzo del dolor sigiloso, el matrimonio a los veinte una estación de ilusión, y tres años después los años lo atropellarían bajo la dictadura de Augusto Pinochet. Y desde esa misma mañana en que se tomaron el Palacio de La Moneda, el 11 de septiembre de 1973. Veintitres años tenía el poeta. Fue víctima de la tortura y de todo lo que crece a su alrededor como mala hierba que ya nunca se va.

Son espejismos las ciudades
no corren los trenes, nadie camina por las calles
y todo está en silencio
como si hubiera huelga general
Pero porque todo está hecho para tu olvido
y yo mismo dudo si soy muerto o viviente
tal vez ni mis brazos puedan cruzarse sobre mi pecho
acostumbrados como estaban al contorno de tu cuerpo
Pero aunque no sobrevivieran muchas cosas
y es cierto que mis ojos no serán mis ojos
ni mi carne será mi carne
y que Chile entero está olvidado
Que se me derritan los ojos en el rostro si yo me olvido de ti (…)

Son versos unidos por el amor. Por el amor a Chile, a sus amigos, a las mujeres, a los sueños, al amor. Y el desamor que amenaza con contaminarlo todo. Y a veces esos amores se mezclan como uno solo, Zurita los cantará todos como uno solo.

Chile está lejano y es mentira
no  es cierto que alguna vez no hayamos prometido
son espejismos los campos
y solo cenizas quedan de los sitios públicos
Pero aunque casi todo es mentira
sé que algún día Chile entero
se levatará solo para verte
y aunque nada exista, mis ojos te verán

Todos lo escuchan. No hay tráfico, no hay viento entre las ramas, no llora ningún niño, no hay una tos, solo las palabras vivas de Raúl Zurita contadas y cantadas por Raúl Zurita.

Yo sé que tú vives
yo sé ahora que tú vives y que tocada de luz
ya no entrará más en ti ni el asesino ni el tirano
ni volverán a quemarse los pastos sobre Chile

Abandonen entonces las cárceles
abandonen los manicomios y los cuarteles
que los gusanos abandonen la carroña
y los torturadores la mesa de los torturados (…)

Allá está el pasado. Acá viven los recuerdos de este artista rompedor que con sus acciones usando, a veces, su propio cuerpo, denunció y reveló la impotencia de vivir en un Chile bajo la dictadura. Todo es incendio. Todo es amor anhelante. Restauración del paraíso.

Guárdame en ti

Entonces guárdame en ti
en los torrentes secretos que tus ríos levantan
y cuando ya de nosotros
solo quede algo como una orilla
tenme también en ti
guárdame en ti como la interrogación de las aguas
que se marchan
Y luego, cuando las grandes aves se derrumben
y las nubes nos indiquen
que se nos fue la vida entre los dedos
guárdame todavía en ti
tenme en ti, en la brizna de aire que aún ocupe tu voz
dura y remota
como los cauces glaciares en que la Primavera desciende

Sí mi dios, sí amor, es tan grande Mar, es tan
grande Luna Roja. Miren el cielo sobre nosotros
las estrellas son los antiguos Apaches, las
montañas se llaman Apalaches ¿tú sabes? Como
el sueño la nieve de los Apaches es azul, sí mira,
como su espíritu. Tú no te hagas problemas con
el color rojo de sus caras, es el color de los
antiguos indios americanos. Ellos piensan sobre
la muerte, sobre las estrellas y mira: yo estoy
muy feliz porque tengo una hermosa pieza de plumas
sobre mi cabeza, como los jefes Apaches no
como el presidente oh no, para él solo es
importante el tono azul de sus ojos y luce como
los viejos cowboys matando a los seres humanos
en las pictures (…)

Si solo supieras cómo lloro

Si solo supieras cómo lloro y no puedo
despertar, qué graciosa me verías
estuvieras como yo frente a los ríos de
mi país llorando por ti. Me contaron y
no es cierto, únicamente yo te he visto,
vi tu cara color del azabache y del cielo
pero no. Los muchachos sacaron
banderas blancas en el campamento, pero
igual nos golpearon. ¿Estás tú entre los
golpeados, los llorosos los muertos?
¿Estás tú también allí mi Dios durmiendo
cabeza abajo?
No hay perdón para que esta nueva tierra, me
dicen y nada de lo que hagamos cambiará
la suerte que tendremos, pero yo lloro y no
despierto y mi Dios se aleja como un barco.

Mi amor está triste

Mi amor está triste porque me morí. Dice que
nunca más las flores abrirán ni mi sonrisa verá
más. Él también dice que volverán a crecer los
grandes ríos sobre la tierra y que ya jamás se
voltearán. Repite que quiere irse conmigo. No
las espinas que se clava no le duelen ni el agua
hirviendo que se arroja. (…)

IN MEMORIAM

Mamá es una traidora papá,
vendió mis viejos blue jeans.

No alcanzo a verte…

¿Es verdad que te morirás
este verano papá?

IN MEMORIAM CON UN PAÍS ROTO

Éste era un país roto ¿verdad?
(…)

Y ahora que estás en la cruz
¿harás algo por nosotros?
(…)
Seguro que no harás nada, papá…

Como un país de escombros se vio entonces el
país roto (…)

Desmoronado sobre el imaginario océano sobre
las resacas marejadas    sobre los últimos estrechos
que se hundían chupándose (…)

 

Poema final

Entonces, aplastanto la mejilla quemada
contra los ásperos granos de este suelo pedregoso
-como un buen sudamericano-
alzaré por un minuto más mi cara hacia el cielo
llorando
porque yo creí en la felicidad
habré vuelto a ver de nuevo las irrefutables estrellas

Y Raúl Zurita calló. Inclinó la cabeza un poco al público, la gente supo que aquella liturgia había terminado y la rompieron con aplausos mientras el poeta, el artista, se iba del escenario con la cabeza agachada y una sonrisa pegada al pecho.

El poeta chileno Raúl Zurita durante su recital, este 28 de mayo en Matadero, de Madrid. /Fotografía de Winston Manrique
Winston Manrique Sabogal

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