La poetisa Ajo., en el Festival de la Palabra, de Puerto Rico. / FOTOGRAFÍAS DE WINSTON MANRIQUE

La poetisa Ajo., en el Festival de la Palabra, de Puerto Rico. / FOTOGRAFÍAS DE WINSTON MANRIQUE

Micropoesía a contraluz, con Ajo y la polipoesía bajo la luna del Caribe

FESTIVAL DE LA PALABRA / La autora española fue una de las invitadas en Puerto Rico para difundir las diversas formas de la poesía

Un minuto de silencio / por todos aquellos besos / que no acaben en tus labios”.

El patio está casi a oscuras. Al fondo, una mujer a contraluz cuenta, recita, confiesa, lee, charla y canta versos, mientras, a veces, cierra sus palabras con el sonido de un pequeño cascabelero. Parece una versión del teatro negro de Praga con una voz femenina envuelta en un hilo musical. O el negativo de una fotografía. La gente escucha. Silencio y risas, silencio y conmoción, silencio y carcajadas, silencio y caras de emoción, silencio y gestos de “tienes razón, sé de lo que hablas”.

Ese rápido péndulo de sensaciones es culpa de los micropoemas de Ajo. Ella lo advierte: “No me tires de la memoria / que yo vengo del punk / y la cresta la llevo en la lengua”. Así surge la miel y la hiel en la misma frase de la micropoetisa española durante su recital-performance en San Juan de Puerto Rico, en el Festival de la Palabra, del 20 al 23 de octubre. Ajo logra empatizar con sus versos cotidianos, sencillos, reconocibles y narrativos con el público que escucha su aparente desdramatización del amor, de la vida en general y de reivindicaciones de la mujer y los derechos, por ejemplo. Una agitadora cultural.

Ajo ha llegado allí, junto a otros cuatro representantes de la polipoesía española de variadas vertientes, como parte de una sección nueva del Festival de la Palabra. Este apartado aloja una muestra del encuentro madrileño Poetas x Km2. Esa breve exploración la hicieron Carmen Camacho, María Eloy García, Peru Zuiprez y Dani Orviz, acompañados por Josep Olona, organizador del festival de Madrid y fundador de la librería y editorial Arrebato Libros.

¿Si le sumo mi soledad a la tuya / qué es lo que obtengo a cambio? / ¿Dos soledades o ninguna?”.

“Amenaza: / Te voy a tener que matar / no me queda otro remedio / el día menos pensado / te encuentran cosido a besos”.

Y con esos flashes en la oscuridad, Ajo estuvo casi una hora. Esa noche del sábado, además del amor y sus variantes (Lo eterno no es el amor / lo eterno es la separación) la protagonista fue la escritora brasileña Clarice Lispector con varias referencias, como otras noches lo han sido Alejandra Pizarnik o Sylvia Plath.

Ajo, junto a la escultura del compositor boricua Catalino ‘Tito’ Curet Alonso en San Juan. Fotografía de Winston Manrique.

Un recital a contraluz, nacido de que Ajo hizo de la necesidad virtud. Llegó la hora de salir al escenario y los duendes puertorriqueños habían embolatado alguna cosas, así es que la micropoetisa se sacó de la hoja una escenificación bajo la Luna caribeña, mientras advertía que como no podía leer los puntos suspensivos de sus poemas, esa misión la había encomendado a su sonajero, como aquí: “Nota mental: / Aprender a decirte adiós, / antes de decirte ¡Hola!…”

Winston Manrique Sabogal

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