Autorretrato de Nicanor Parra, l (San Fabián de Alico, Región del Biobío, 5 de septiembre de 1914-La Reina, Santiago, 23 de enero de 2018.

Muere Nicanor Parra, a los 103 años, el poeta de la antipoesía

El escritor y artista chileno es uno de los grandes poetas del último medio siglo en lengua española. Desde su origen criticó lo establecido y creó una forma original de mirar lo real del revés

Nicanor Parra, el poeta que señaló el mundo real con humor y sátira desde la periferia del arte y la creación, ha muerto a los 103 años. Para Parra la poesía no debía ser producto del esfuerzo y el sufrimiento, sino que debía surgir de “donde hay una ecuación de creación y divertimento”. Es uno de los poetas de la lengua española más importantes e innovadores del último medio siglo.

Un matemático y físico reconvertido en poeta chileno que nació en San Fabián de Alico, Región del Biobío, 5 de septiembre de 1914 y murió en La Reina, Santiago este 23 de enero de 2018. Durante ocho décadas estuvo buscándole la quinta pata al gato, como se autoprofetizó en su primer texto publicado: Gato en el camino.

“Todos andábamos como locos

Buscándole la quinta pata

Al gato encerrado:”.

Ese fue el big bang del universo parriano. Y sin querer queriendo dio origen a la antipoesía. Un arte desde el cual criticó los iconos, la religión, la política, la publicidad, la sociedad, las ideas y las mismas artes. Y convocó a buscar la quinta pata del gato. Aunque haya dicho que lo suyo es “antídoto y antinada” porque no le gusta tomarse muy en serio.

Era el último de una generación muy importante de poetas chilenos: Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Gonzalo Rojas. Parra era miembro de una familia de artistas, como su hermana la folclorista Violeta Parra.

Obtuvo el Premio Cervantes en 2011. En 1937 publicó Cancionero sin nombre y en 1954 la obra que marcaría su vida: Poemas y antipoemas.

En sus últimas décadas, Nicanor Parra reinventó su antipoesía a través de la estética imperfecta, desde aquello dejado en la periferia. Fue la vía que encontró de criticar lo establecido y aprendido  para recuperar el arte a través de formas y objetos paridos por las palabras. Enseñó a mirar el mundo por el revés.

Desde los años cincuenta Parra exploró el lenguaje, las palabras como un niño con un televisor intentando descubrir de donde salen las voces y las imágenes. Y lo descubrió creando imagen y palabras en un nuevo lenguaje poético.

Parra fue más allá de la realidad. La miró con otros ojos con el fin de que el espíritu de la palabra cobrara cuerpo en objetos y artefactos ungidos de humor, ironía, metáfora… ternura. Una filosofía del arte reflejada en obras como esta:

También otros poemas en los que utilizó una bandeja de cartón protagonizadas por Don Nadie, un corazón con dos patas y ojos y figura impersonal y vacía que sirve de intermediario y mensajero entre las sentencias que han cruzado los tiempos; como la del legendario oráculo ateniense que responde a un joven enamorado: ‘Hagas lo que hagas, te arrepentirás’.:

 

 

Obras e ideas que no son más que ‘el desplazamiento de la musicalidad a lo visual; del oído al ojo. Es decir, un planteamiento antimodernista’.

Siempre vital y juvenil, Nicanor Parra siempre tenía a mano una reflexión, un poema, una copla o una anécdota. Decía que su obra era «antitodo y antinada». Con su propuesta estética intentaba mostrar los márgenes del logos, y a su vez era una invitación a entrar y salir de él a voluntad y por naturaleza. Incluso de un ataúd. Y tiene uno en el que, al cerrarse la tapa, aparece un letrero: ‘En caso de resurrección, girar la llave 180 grados’.

Parra era un convencido de que la poesía era el resultado de «una ecuación de creación y divertimiento’. Desde la que pone a sufrir al más reciente Occidente al criticar y reflexionar sobre los iconos, la ciencia, la religión, la economía, la política, la publicidad o las mismas artes, sirviéndose de los ecos del dadaísmo, el surrealismo y todos los ismos, a través de antipoesías o anti-lo-que-sea.

Su bibliografía incluye los libros La cueca larga, Versos de salón, Los profesores, Artefactos, Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, El anti-Lázaro, Chistes para desorientar a la poesía, Poesía política, Páginas en blanco, Coplas de Navidad, Hojas de Parra, La sagrada familia, Lear, Rey & mendigo, Discursos de sobremesa y Antiprosa.

Una vida dedicada a ver el revés de la vida y plasmar esa mirada en estos poemas que le valieron los premios literarios más importantes del español, desde el Juan Rulfo que entregaba la Feria Internacional del Libros de Guadalajara (México), hoy conocido como Premio FIL en Lenguas Romances, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Cervantes. Aplausos a un hombre por su poética artística y de antipoemas y de poemas como este:

Último brindis

Lo queramos o no
Sólo tenemos tres alternativas:
El ayer, el presente y el mañana.

Y ni siquiera tres
Porque como dice el filósofo
El ayer es ayer
Nos pertenece sólo en el recuerdo:
A la rosa que ya se deshojó
No se le puede sacar otro pétalo.

Las cartas por jugar
Son solamente dos:
El presente y el día de mañana.

Y ni siquiera dos
Porque es un hecho bien establecido
Que el presente no existe
Sino en la medida en que se hace pasado
Y ya pasó…,
como la juventud.

En resumidas cuentas
Sólo nos va quedando el mañana:
Yo levanto mi copa
Por ese día que no llega nunca
Pero que es lo único
De lo que realmente disponemos.

  • Artículo en desarrollo…
Winston Manrique Sabogal

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