Metamorfosis del libro.

Metamorfosis del libro.

¿Qué es un libro en el siglo XXI? Diccionario elaborado por escritores y expertos del mundo (1)

WMagazín, en su semana de lanzamiento, ha invitado a reflexionar sobre el libro en un mundo analógico y digital. Hablan Banville, Chartier, Arriaga, Palomares Balcells...

Abra un libro, en papel o digital. Cierre los ojos. Invéntelo. Suéñelo… Todo lo que ve es la sombra de lo que será. Las posibilidades son infinitas e insondables en este minuto uno de la era digital donde empiezan a fundirse el mundo analógico y el ciberespacio. Todo se redefine y recoloca. Y lo que saldrá del soporte de un arte tan maravilloso como la escritura que deriva en otro mágico como la lectura no tiene respuesta. Por eso laten preguntas como ¿Qué es un libro en el siglo XXI? ¿Qué es el libro?

WMagazín ha invitado a creadores y profesionales de este arte y la industria editorial para que reflexionen sobre el concepto y definición del libro. Lo hacen en el lanzamiento de esta revista literaria digital y como prólogo de la 30ª Feria Internacional del Libro de Bogotá, FILBo, que cubrira WMagazín. Las voces que abren este diálogo global van desde la del irlandés John Banville, uno de los mejores escritores contemporáneos y premio Princesa de Asturias de las Letras, hasta la del francés Roger Chartier, gran especialista mundial de la historia del libro, pasando por el director de cine y escritor mexicano Guillermo Arriaga. A ellos se suman los directores de las ferias del libro de Guadalajara, Marisol Schulz, Madrid, Manuel Gil, y Bogotá, Giuseppe Caputo; escritores y promotores de la lectura como César Antonio Molina, de Casa del Lector de Madrid; Lluís Miquel Palomares, de la Agencia Literaria Carmen Balcells; Carles Revés, Director Editorial de la división de Librerías del Grupo Planeta; Claire Armitstead, editora de la sección de Libros del periódico británico The Guardian; Raquel Garzón, editora jefa de Revista Eñe del diario Clarín de Argentina; Basilio Baltasar, de la Fundación Santillana; o Carmen Millán de Benavides, del Instituto Caro y Cuervo, de Colombia. Sus reflexiones y definiciones son la primera parte de una miniserie que continuará con los invitados especiales a la feria bogotana.

El concepto, función y definición del libro han estado casi inalterables en el imaginario universal desde aquel 1450 cuando Johannes Gutenberg imprimió el primer incunable: Misal de Constanza. Cinco siglos y medio después, la irrupción del libro electrónico ha modificado el panorama. Incluso, la Unión Europea, que considera el e-book como un producto multimedia y no como un libro, por lo cual no lo beneficia ni lo protege como al libro tradicional, está a punto de cambiar la normativa.

Esas hojas juntas e impresas que forman uno o varios volúmenes que ha popularizado este arte, vive en el siglo XXI su quinta y más drástica mutación. Llega tras las tablillas de arcilla, el papiro, el códice y el libro impreso a la forma ya conocida como e-book. Pero en el e-book sus posibilidades son inimaginables y no cesa de ampliar sus fronteras narrativas y de comunicación mientras el hilo narrativo se hace ahora con materiales novedosos y a punto de inventarse.

La convivencia del papel y lo digital y la posibilidad de hacer híbridos que fusionan tecnología transmedia parecen influir, cada vez más, en algunos autores a la hora de concebir la obra, así como en la cadena del libro, y, claro, en los hábitos de los lectores. Un soporte nuevo con la posibilidad de unos recursos inéditos, o parecidos a cuando en los libros tradicionales empezaron a ponerles ilustraciones, mapas o fotografías no decorativas sino como elementos indispensables de la propia escritura o narración.

Sobre este paisaje planea la maravillosa definición de Jorge Luis Borges: “De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.

Ebook.
Libros tradicionales, al fondo, y un libro electrónico, en primer plano.

Sobre ese eco borgiano, escritores, especialistas y amantes contemporáneos del libro abren esta polifonía de voces que buscan definir o recolocar el concepto de libro en el siglo XXI en medio del torbellino de cambios presentes y futuros. Escuchemos lo que dice este coro de voces:

ROGER CHARTIER. Historiador del libro y director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS), de Francia.

“La distancia con el libro impreso aparece cuando el ‘libro’ Digital se convierte en un objeto multimedia, un texto en movimiento, una obra sin propietario ni copyright y, por lo tanto, no es un libro. (…)

Mientras celebramos el nombre de un gran inventor, Gutenberg de Maguncia, hay que reconocer que los cambios más profundos de la cultura escrita han sido siempre de manera colectiva y anónima”. Este es un avance del artículo de Roger Chartier que WMagazín publicará completo en la segunda entrega de esta serie.

 

JOHN BANVILLE. Escritor irlandés autor de obras como El mar y con el seudónimo de Benjamin Black  de la serie de novelas policiacas en Alfaguara.

El libro es uno de los grandes inventos de la civilización. Este hecho es ciertamente evidente. Es en los libros, más que en la palabra hablada, que el lenguaje de un pueblo es preservado, atesorado, modificado, enriquecido. ¿Importa la forma que toma el libro? Me encanta el libro como un objeto estético, pero otros pueden obtener más placer de un libro electrónico, entregado a través de un juguete brillante gracias a la tarde del Señor Jobs. Les deseo lo mejor. Pero para mí, nada puede reemplazar esa maravillosa mina de información, ideas, inspiración, imaginación y poesía, que está impresa en papel y contenida entre cubiertas de cartón. Así que atesoremos el libro, la librería, la biblioteca. Porque puede llegar un día en que Internet y todas sus obras se desvanezcan en el ciberespacio con un ¡pop! Siguió un escalofrío de silencio estático y bendito. Entonces será el tiempo, otra vez, para inclinarse ante un buen libro…

 

CLAIRE ARMITSTEAD. Editora de libros de los periódicos The Guardian y Observer.

1a: Un libro es un artefacto portátil que consiste en una serie de signos seleccionados de los recursos semióticos disponibles en la cultura (palabras e imágenes, por ejemplo). Su composición rara vez -si nunca- es el trabajo de una sola persona e implica decisiones y elecciones sobre el orden material, secuencial y espacial que son convencionales y están abiertos a la modificación ya la transgresión. Tiene un potencial que está disponible para ser realizado – hecho significativo – por los lectores previstos y no previstos.

1b: Un libro es una cápsula de pensamiento creada en común, producto de un antiguo deseo humano de hacer historias, de ser visto y de ser testigo, que un día puede ser leído por un marciano. O no puede.

 

MANUEL GIL. Director de la Feria del Libro de Madrid.

La historia del libro es la historia de una mutación por combinación, es decir, la irrupción y disrupción tecnológica ha ido cambiando el «producto» pero no así su concepto y/o definición. Se ha pasado, en su intrahistoria, de formatos relativamente sencillos a productos que contienen hoy en día una enorme carga tecnológica, pero el concepto narrativo (contar algo) sigue invariable.

En España, la Ley del Libro recoge una definición que considero lo suficientemente amplia como para dar cabida a todo tipo de formatos. Concretamente «se considera libro cualquier obra científica, artística, literaria o de cualquier otra índole que constituye una publicación unitaria en uno o varios volúmenes y que puede aparecer impresa o en cualquier otro soporte susceptible de lectura. Se incluyen por lo tanto los libros electrónicos y los libros que se publiquen o se difundan por Internet o en otro soporte que pueda aparecer en el futuro”.

Con esta definición en la mano, la inclusión de realidad aumentada, realidad virtual, imagen, texto, sonido, movimiento, y cualquier otra tecnología que surja, queda bajo el amparo del “concepto libro”.

Lo que cambia es la arquitectura de la “narratividad”. Tanto la tecnología como el medio determinan el mensaje y su textualidad. El libro es hoy un producto transmedia, y en un futuro cercano puede ser que se parezca mucho más a un videojuego que al libro de offset actual. Las pantallas (todas), como medio cuasi natural de lectura hoy determinarán la conformación del producto libro.

 

LLUÍS MIQUEL PALOMARES. Director de la Agencia Carmen Balcells.

La RAE ofrece una definición perfectamente válida del libro con una deliberada imprecisión, y es que a la luz de los cambios tecnológicos, en efecto un libro ha dejado de ser esa cosa tan fácil de definir como era hasta no hace tanto.

Cualquier definición válida no debería partir tanto del libro como de la palabra escrita. El libro sería una de las paradas del trayecto, como lo fueron el papiro, el códice o lo será el e-book o el audiobook. Lo esencial es la palabra escrita cuando posee un valor literario, científico, social o comercial o “de cualquier otra índole”. La palabra escrita como transmisor de conocimientos o como evidencia del espíritu de un tiempo o como generador de placer; sea como sea, de eso hablamos –o hemos convenido hablar– cuando hablamos del libro y no nos referimos al objeto físico.

Habría una etapa anterior a la palabra escrita, que sería la del valor de la palabra oral. Sin embargo, hasta que esta no queda fijada por escrito ninguno de los que trabajamos en el mundo del libro podemos hacer nada con ella. La Ilíada, que se transmitía por la tradición oral, empieza a ser libro cuando un comerciante graba en una vasija uno de los cantos. O la Biblia cuando un evangelista decide que las lecciones de su maestro pueden convertirse en un best-seller. Si presenciara la función de un juglar en la Edad Media, lo primero que le diría sería: “Esto tienes que escribirlo”. Un capricho metonímico nos ha llevado a definir genéricamente el valor de la palabra escrita con el mismo nombre que empleábamos para designar el que ha sido su soporte material en los últimos siglos. A mí me gustaría seguir llamando libro al libro y la tarea que se nos presenta por delante, por tanto, consistiría en desligar de la definición los distintos soportes, los contenedores –ya sea el texto impreso o digital o acompañado de hipervínculos que ofrecen posibilidades inimaginables– del contenido, que es la palabra escrita cuando esta posee un valor intrínseco.

 

CARLOS REVÉS. Director General del Área Editorial Grupo Planeta.

Eduardo Mendoza dijo al recibir el Premio Cervantes que “una novela es una novela”. Parafraseándole, podríamos decir que un libro es un libro, y seguro que la mayoría de lectores se hacen una idea sin necesidad de ir más allá. Entiendo, sin embargo, que en el momento actual pueda haber motivos que inviten a repensar las fronteras, pero por mucho debate que lo envuelva, un libro ha sido, es y será siempre la proyección de la imaginación de su autor. Otro tema será en qué formatos se exprese esa imaginación, qué ergonomía o corporeidad tenga, pero un libro seguirá siendo un libro. De otra forma, se corre el riesgo de confundir una cuestión creativa con una discusión meramente tecnológica e industrial.”

 

JAVIER CELAYA. Socio-fundador de Dosdoce.com

La implantación de todo tipo de dispositivos inteligentes, como tabletas y móviles táctiles, está transformando los hábitos de acceso a la cultura, la información y el ocio de muchas personas. En este contexto, muchos profesionales del mundo del libro nos estamos preguntando cómo serán los libros en el siglo XXI. ¿Seguirá siendo el texto el principal lenguaje para contar una historia? ¿Qué otros lenguajes (audio, vídeo, imágenes, etc.) se utilizarán para contar historias?

Aún existen muchos editores y libreros aferrados a la definición tradicional y romántica de lo que es el libro. Ante la simple idea de redefinir el concepto que hoy en día tenemos de un libro, así como de la lectura, la mayoría indican que las nuevas narrativas digitales, como AdrenaLivre, Blackbar, Adela o Seen, no pueden ser considerados libros, sino más bien apps o videojuegos.

Sin embargo, para más gente cada día son historias del siglo XXI contadas para lectores en pantallas del siglo XXI, independientemente de su edad. Al igual que los editores fueron capaces de atraer la atención de los lectores en la era analógica descubriendo a los autores de esa época, el reto para el sector editorial es apostar por la creación nuevas historias en múltiples formatos y lenguajes digitales que atraigan el interés de los lectores en pantallas.

Si no lo hacemos nosotros, lo harán otros, pero no les llamarán libros…  Ante esta ceguera digital perderemos la gran oportunidad de seguir siendo una industria relevante en la era digital.

 

BLUE JEANS. Escritor español, acaba de publicar Algo tan sencillo como estar contigo (Planeta).

Para mí un libro es una puerta de papel (o digital) a otro mundo; uno de los inventos más maravillosos que el hombre ha creado. Yo tengo la suerte, además, de poder disfrutarlo desde dos puntos de vista. Como lector, los libros suponen una válvula de escape que me permite explorar lo que otra persona ha experimentado o ha imaginado en su mente. Hay pocas cosas más satisfactorias que desconectar de la realidad, tumbado en la cama o sentado en un sillón, con un buen libro en las manos y dejar pasar el tiempo entre sus páginas. Como autor, ha significado encontrar el camino en la vida y en torno a él giran las veinticuatro horas de cada uno de mis días y cuanto me rodea. Ahora sé lo que quiero hacer y porqué lo hago. Tengo la oportunidad de expresarme y de que otros formen parte de mi gran aventura literaria. En definitiva, los libros cumplen sueños, tanto de quien los escribe como de quien los lee, y los que formamos parte de ellos tenemos la responsabilidad de no caer en la tentación de sentirnos más importantes que nuestras palabras. El libro y el lector son los auténticos y verdaderos protagonistas.

 

GUILLERMO ARRIAGA. Cineasta y escritor mexicano acaba de publicar El salvaje (Alfaguara).

El libro, lo dice Gabriel Zaid, es un objeto perfecto. Portátil, posible de personalizarlo, rayarlo, maltratarlo. Llevarlo bajo el sobaco. Resiste caídas. Se puede leer a la luz de una vela.  Pero es también un objeto con filo. Puede cortar. O ser un objeto contundente y golpear. En ocasiones es pétalo y acaricia. A momentos son fauces y muerden. La lectura no siempre debe ser placentera. Puede confrontar, molestar, enfurecer. Los libros son puentes que a veces cruzamos para encontrarnos a nosotros mismos.

 

El comienzo conocido de esta historia se remonta a hace unos 40 siglos. Fue con Epopeya de Gilgamesh, el primer libro sobre la Tierra escrito en tablillas de arcilla en Mesopotamia. Sus palabras inaugurales parecen guardar el camino que habría de seguir:

“Voy a presentar al mundo
Aquel que todo lo ha visto,
Ha conocido la tierra entera,
Penetrando todas las cosas,
Y en redor explorando
Todo lo que está oculto…”.

La elaboración de este Diccionario ¿Qué es un libro en el siglo XXI?, CONTINUARÁ…

Puedes ver AQUÍ el artículo Elogio del libro de papel, de Basilio Baltasar.

Winston Manrique Sabogal

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