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Recital de Piedad Bonnett, al fondo, en el Embajada de Colombia en Madrid. /Fotografía de WMagazín

Fotobitácora Eñe: entre la amistad, el dolor y la desobediencia literarias

WMagazín te cuenta cómo transcurrieron los principales encuentros literarios del festival madrileño con 139 autores. Marías, Pérez-Reverte y Díaz Yanes inauguraron la cita que dio el Premio Festival Eñe a Caballero Bonald y cerró con un recital poético de Piedad Bonnett

De izquierda a derecha: Javier Marías, Agustín Díaz Yanes y Arturo Pérez-Reverte. / Fotografía de Lisbeth Salas

Un inmenso cartel azul celeste que contrasta con el cielo abierto de Madrid pende del edificio del Círculo de Bellas Artes. Es el cartel del Festival Eñe. A unos minutos de las siete de la tarde del viernes 27 de octubre, una cola que empieza en la puerta principal bordea el edificio. Están allí al encuentro con la literatura, incluso en una tarde como esta en la que en Barcelona el Parlamento de Cataluña ha declarado de Dependencia Unilaterial de Independencia y todos hablan de ello. Y entre cada uno de los diferentes diálogos que habrá esta tarde y noche el tema se colará.

Falta poco para el evento inaugural; tres amigos están a cargo, dos escritores y un director de cine que hablan mucho y dan mucho de qué hablar: Javier Marías, Arturo Pérez-Reverte y Agustín Díaz Yanes. Abren la puerta. La gente se dirige con prisa, otros incluso deciden correr, hacia la segunda planta. Aunque hay actividades organizadas en varios puntos del edificio, la segunda planta es el centro de operaciones del Festival: en medio varias mesas exponen cientos de libros a la venta; a un costado, un pequeño escenario abierto; al otro costado, el teatro Fernando de Rojas. La cola para entrar al teatro se bifurca. Marías, Pérez-Reverte y Yanes entran por la puerta que los lleva directo al camerino. Son las siete y tres. Comienza la programación de fin de semana del Festival Eñe:

Piedad Bonnett (derecha) y Javier Rodríguez Marcos. / Fotografía de WMagazín

Piedad Bonnet y su acto de fe en la palabra

Martes, 31 de octubre / 20 horas Embajada de Colombia en Madrid

Junto al temblor de la luz de un candelabro de varias velas, Piedad Bonnett leyó varios poemas de su último libro: Los habitados (Visor). Una obra con la cual cierra una etapa dolorosa de su vida: el suicidio de su hijo Daniel, en 2011. Un suceso tras el cual escribió el libro Lo que no tiene nombre (Alfaguara), en el que narra la vida de su hijo y su enfermedad mental y la manera como él y su familia se enfrentaron a ella. Un bello relato que trasciende el hecho particular para iluminar zonas que el ser humano y la sociedad no quieren ver. Es el relato de un dolor, sí, pero, sobre todo, es la historia de la vida con facetas oscuras y un canto al vivir. Bonnett cerró la parte de su recital con el poema Pido al dolor que persevere:

Pido al dolor que persevere.
Que no se rinda al tiempo, que se incruste
como una larva eterna en mi costado

para que de su mano cada día
con tus ojos intactos resucites,
con tu luz y tu pena resucites
dentro de mí.

Para que no te mueras doblemente
pido al dolor que sea mi alimento,
el aire de mi llama, de la lumbre

donde vengas a diario a consolarte
de los fríos paisajes de la muerte.

Tras la lectura, Bonnett conversó con el poeta Javier Rodríguez Marcos sobre cómo se enfrentó ella a la escritura de Lo que no tiene nombre y cómo recibieron su marido y sus dos hijas el libro. Medio centenar de personas la escucharon en silencio durante casi media hora en la Embajada de Colombia en Madrid. Con ella cerró el Festival Eñe su novena edición. «Lo que no tiene nombre es un acto de fe en la palabra», afirmó la escritora colombiana. Al final, Bonnet se mostró agradecida y conmovida por la acogida de esta obra y por lo que ha aprendido con ella debido a la cantidad de personas que le escriben y cuyas cartas contesta, pero no quiere que se le etiquete solo como la autora de un solo libro. «Ahora mismo estoy escribiendo otra novela sobre la vida de un muchado abandonado», reveló la poeta y narradora.

La velada se cerró con la lectura del poema Las mujeres de mi sangre:

No conozco (no conocí) sus caras.
Tan solo ésta, la de la abuela paterna,
cuyos ojos, en la fotografía
-tan fijos e impertérritos-
poco revelan.
Tampoco sé sus nombres.
Y sin embargo,
mi pulso, mi pálpito de antiguos despertares,
este tejido lleno de nudos mal atados
que es mi pequeña vida,

me hace adivinar

(en ellas, las mujeres de mi sangre)
una larga cadena de temblores.

Puedo intuir la náusea
-torva mancha en la sábana de sus amaneceres-,
la insoportable
lucidez de sus tardes,
su pesadumbre, cerrada como un bosque,
y la oscura violencia del deber de ir viviendo día a día.
Mientras amaso el barro de mis desasosiegos
puedo también palpar su resistencia
y escuchar su callada pelea con sus sombras.

(Mi hija duerme.
Y en sus pestañas todavía hay lágrimas.)

Borja Hermoso (izquierda) y Carlos Boyero. / Fotografía de Lisbeth Salas

La vida de un cinéfilo

Sábado 28 / 21:30 Círculo de Bellas Artes de Madrid

Every chance, every chance that I take (En cada oportunidad, cada oportunidad que tomo)
I take it on the road (tomo esto en el camino)…

Con la voz de David Bowie cantanto Always crashing in the same car en la penumbra del Teatro Fernando de Rojas empieza la conversación de dos amigos: Carlos Boyero y Borja Hermoso. Título de la escena: Historias de vida (casi de cine):

Boyero y Hermoso bajo los focos de luz, el público en silencio bajo la oscuridad. Más de doscientas personas están allí para escuchar a uno de los críticos de cine más prestigiosos y controvertidos, siempre con su humor acerado e inteligente, que trabaja en El País. Quieren ser testigos de lo que le pueda sonsacar Hermoso, periodista cultural de El País y especializado en cine, que lo conoce desde hace más de veinte años. Saludan al público y mientras se sientan se apaga lenta la voz de  Bowie que queda como banda sonora… «¿Crees que tropiezas con la misma piedra?», pregunta el periodista. «No soy masoquista», es lo primero que responde el crítico, cuyas reflexiones terminan por decir que él obedece a algunos principios o creencias que lo acompañan de siempre y algunas veces termina tropezando con esa misma piedra pero sin pretenderlo. Luego hablan de cómo ser fiel a sí mismo en estos tiempos, de no adaptarse a ultranza ni a los caprichos de quien tiene el poder («aunque hay personas que esto les resulta muy fácil y les gusta»), y de hacerlo cuando es necesario pero sin venderse. Pronto entra el tema de la amistad, del sentido de lealtad y fidelidad. Hermoso cuenta cómo Boyero es un hombre de otra época, incluso él mismo, que se resiste a las tecnologías digitales emergentes y a estar en el barullo de las redes sociales. Ideas, historias, complicidades, risas… Hasta que llega la hora del cine. “Una película que te emociona es un subidón muy potente”, afirma Boyero. Para él, para los dos, ver la película en una sala de cine, en aquel salón a oscuras es algo irremplazable: «Luego cuando sales a la calle te cuesta reincorporarte a la vida», admite entusiasmado Boyero que cierra con esta confesión: «El cine es la mayor droga que he conocido».

Y tras el cine llegan las series. Hermoso recuerda que «hay un mundo nuevo de cine en las series de televisión, incluso con sus tontunas porque algunas personas no pueden hablar de otra cosa que no sean las series». El público ríe mientras asientan con la cabeza. «El mejor cine que he visto este siglo son las series. Y la mejor película es The Wire«, asegura Boyero. El crítico sospecha que hay una evasión del cine a las series, insiste en que los mejores talentos cinematográficos están produciendo o dirigiendo series, como David Fincher, David Simon, Martin Scorsese y Woody Allen.

Para los que quieran más Boyero y Hermoso, en mitad de la conversación el periodista recordó el libro que recoge el mundo Boyero a través de la recopilación de muchos de los chats que el crítico tuvo con sus lectores de El Mundo durante varios años: Alerta roja: Boyero.es. Los chats de Carlos Boyero. Con edición e introducción de Borja Hermoso (La esfera de los libros), quizá es buen momento para reeditarlo. Cumplido el tiempo, este episodio de Historias de vida (casi de cine) se cierra con la voz de Lou Reed cantando su clásico Perfect Day:

 

 

De izquierda a derecha: Javier Fonseca, Fernanda Trías y Patricio Pron. / Fotografía de WMagazín

Lectores antes que escritores

Sábado 28 / 20:45 CBA

Dos escritores que ante todo son lectores. Patricio Pron y Fernanda Trías, dos autores jóvenes y latinoamericanos a quienes la lectura los llevó a la escritura o que la lectura los llevó a ser quienes son ahora. El moderador, Javier Fonseca, también escritor y profesor de escritura creativa, comparte tres datos al público de la sala Valle-Inclán, que conducen la conversación: los lectores, por lo general, buscan identificarse, aprender y divertirse. Patricio Pron recuerda la frase que solía decir el escritor polaco Karl Kraus, que “un escritor que se pasase el tiempo leyendo sería como un camarero que se pasase el tiempo comiendo” y habla de la importancia del periplo que recorren los libros antes de llegar a las manos del lector y de que las lecturas que llegan como azar son casi más importantes que las que se escogen con determinación. “Esos momentos en que uno está entre leer un libro u otro no son más que decisiones que cambian la vida”, insiste. Mario Levrero, compatriota de Fernanda Trías, contribuyó profundamente, según ella, en su formación como escritora, a través de las lecturas que él le fue compartiendo, y revela que al principio de su vocación como lectora buscaba en los libros cierta identificación, pero ahora busca las historias que más le incomodan y que le generan atmósferas extrañas.

Caballero Bonald y otros premiados

Sábado 28 / 19:30 CBA

Aplausos y enhorabuenas se escuchan en el Teatro Fernando de Rojas. Es el momento de los homenajeados. En esta novena edición, por primera vez, se entrega el Premio Festival Eñe al poeta José Manuel Caballero Bonald. Junto a este los premios Residencia SEGIB-Eñe-Casa de Velázquez para Fernanda Trías y Premio Cosecha Eñe 2017 a Sara Cordón. “Hoy premiamos por toda una vida de poesía a un maestro, a alguien que te enseña el camino”, dice Antonio Lucas. El galardón nace con la vocación de reconocer la obra y la trayectoria de un escritor en español, al tiempo en que un Caballero Bonald de 91 años sale al escenario, con bastón y sombrero, y un agradecimiento que no repara en demostrar: “Este es un reconocimiento inesperado y grato. La voluntad de escribir lleva consigo una serie de elementos que te van fatigando al tiempo que se fatiga la maquinaria del cuerpo. El hecho de que se enfoque a toda una obra le añade un adorno que me parece bastante aceptable; llevo no menos de 90 años intentando escribir un poema y eso se merece un premio a la paciencia y a la constancia”. Dos poemas, Pronóstico reservado y Necios contiguos, de Caballero Bonald son leídos por Antonio Lucas, ante el silencio de todo el publico y del propio poeta. A continuación, la escritora uruguaya Fernanda Trías recibe el premio Residencia Casa de Velázquez. Es un galardón que también acaba de nacer, en el que un autor desarrolla un proyecto literario completo durante una residencia de cuatro meses en Madrid. Mugre rosa, el proyecto de Trías, es una expresión de la industria alimenticia y también de esas personas que a la sociedad no le gustaría ver, de cuerpos enfermos y mentes rotas. “Lo recibo como uruguaya, en una tradición literaria oculta e invisible. Y como mujer y parte de una escritura renovadora que está siendo producida por mujeres”, dice. La ganadora del premio de cuento Cosecha Eñe no pudo asistir, pero en un vídeo se muestra entusiasmada y agradecida, su relato trata sobre el bien común entorno a los discursos de hispanismo en Estados Unidos.

De izquierda a derecha: Andrés Trapiello, Luis Alemany y Felipe Benítez Reyes. / fotografía WMagazín

Escribir sobre otros

Sábado 28 / 18:15 CBA

Cuando a Felipe Benítez Reyes, poeta y narrador, le preguntan qué tanto hay de verdad en sus novelas, siempre responde que lo mismo que hay de verdad en Drácula, de Bram Stoker. Lo acompañan en la sala Valle-Inclán Andrés Trapiello, novelista, poeta, ensayista y autor de Salón de pasos perdidos, una serie de diarios en las que entre muchas otras cosas escribe sobre los demás. Así se titula este encuentro, Escribir de otros. Los modera Luis Alemany, periodista cultural del diario El Mundo. “La ficción es un espacio que uno entrega a los otros”, confirma Benítez. “El escritor”, insiste, “es una urraca; se apropia de todo lo que le sirve”. Andrés Trapiello aborda el tema por el lado de la ejemplaridad. Para él, la escritura como la vida, debe estar cargada de ejemplaridad. “Si en la vida real no le haces daño a tus amigos, ¿por qué lo harías en lo que escribes?”, se cuestiona. “El mal está sobrevalorado en la literatura”, concluye este escritor, y termina con una frase de Miguel de Unamuno que resume su discurso: Vive la vida de tal manera que morir sea una injusticia”.

De izquierda a derecha: Karina Sainz Borgo, Sergio del Molino y Rodrigo Fresán.

El fin del mundo

Sábado 28 / 12:00 CBA

Dos escritores, uno más pesimista que otro, se encuentran frente a frente para hablar del fin del mundo. Una literatura para el fin del mundo se titula este primer encuentro de la mañana delsábado y para estar hablando del apocalipsis, tanto los que están en el escenario como el público, parecen animados. Son Rodrigo Fresán y Sergio del Molino, conducidos por Karina Sainz Borgo, periodista cultural. Sergio del Molino recuerda dos episodios que lo marcaron cuando niño y llevaron a pensar desde entonces y para siempre en el cataclismo: la tragedia de Armero en Colombia y el accidente nuclear de Chernóbil. “La idea del fin del mundo es milenarista”, apunta Fresán, que en este encuentro es el más pesimista. “La realidad está tan mal escrita que me afirma el amor por la ficción; tengo que buscar consuelo en otros mundos”, dice.

De izquierda a derecha: Pamela Paul, Florence Bouchy y Rupert Shortt, en la Feria de Librerías y Editores de Madrid.

¿Cómo mejorar la presencia de los autores españoles en el exterior?

Sábado 28 / 11:00. CentroCentro Cibeles

Dos días de trabajo y una mañana de conclusiones. Tras dos días de encuentros profesionales, a puerta cerrada, entre los tres invitados internacionales con editores y periodistas culturales españoles se convocó para esta mañana del sábado, en la sala Berlanga, de CentroCentro Cibeles, la puesta en común de las conclusiones de estas jornadas de trabajo. Pamela Paul, editora del Sunday Book Review, del New York Times, Rupert Shortt, editor del Times Literary Supplement, y la periodista Florence Bouchy, de Le Monde des Livres, conducidos por Winston Manrique Sabogal, periodista cultural durante muchos años del diario El País y ahora director de WMagazín, hablaron sobre el ecosistema del libro en Estados Unidos, Reino Unido, Francia y en España con el objetivo de generar sinergias para mejorar la presencia de la literatura y los autores españoles en el exterior. Varios datos importante antes de continuar: 83.000 títulos se editan al año en España, que es la cuarta industria editorial del mundo después de Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Los tres coinciden en que difícilmente conocen autores españoles si no están traducidos. La traducción es lo primero para entrar al mercado en otro país; no solo permite que los libros lleguen a librerías, sino que también salgan reseñados en suplementos y revistas literarias. Una recomendación de Rupert Shortt, para los editores españoles es “ser más proactivos con el envío de copias a otros países”. En Times Literary Supplement, dice, reseñan unos dos mil libros al año traducidos del español. La Guerra Civil sigue dando el mayor tirón en ventas en el extranjero, son los libros que más de editan por fuera y por ende los que más se leen. Ese es otro punto a combatir: trabajar por despojar a la literatura española de ese sello que lleva acuestas y enfocar los esfuerzos en “llevar nuevos autores a las manos de los lectores”.

De izquierda a derecha: Javier Marías, Agustín Díaz Yanes, Jacinto Antón y Arturo Pérez-Reverte. / Fotografía de WMagazín

La amistad

Viernes 27 / 19:00 horas Círculo de Bellas Artes de Madrid

El teatro Fernando de Rojas está lleno. Más de cien personas esperan entre murmullos a que pase algo. Las luces se atenúan y aparece Antonio Lucas, director literario de esta novena edición del Festival Eñe. “Este es un día desolador que vamos a combatir con la literatura”, saluda. Se refiere a que hace apenas unas horas el Parlamento de Cataluña aprobó la resolución de la declaración unilateral de independencia de Cataluña. A continuación lee un manifiesto: “Porque las letras salvan, alivian, duelen, ríen, celebran, esclarecen y desasosiegan” y “porque una página puede ser a la vez todos los mundos y los destinos; y preferiblemente ninguna meta”.

Javier Marías sale al escenario, le sigue Arturo Pérez-Reverte, a un lado, con pasos más lentos, se aproxima Agustín Díaz Yanes, y detrás de todos Jacinto Antón, periodista cultural de El País, quien esta tarde es el encargado de conducir la conversación entre estos tres amigos. Ante los últimos acontecimientos en España, Antón propone hablar de la amistad. Marías y Yanes fueron compañeros en la facultad y a Pérez-Reverte lo conocen hace unos veinte años. “Oscar Wilde dijo que la amistad es mucho más trágica que el amor; dura más tiempo”, dice Marías, sonriendo. “En los momentos en los que me ha ido peor mis amigos me han ayudado sin decir nada”, asegura Yanes. “Puedes fingir amor, dinero, pero nunca amistad”, sentencia Pérez-Reverte. Tras risas cómplices contagiadas al público, Antón pregunta qué películas o libros que traten el tema de la amistad les gustan. Marías dice Ricas y famosas, de George Cukor; Pérez-Reverte El cazador, de Michael Cimino, y Díaz Yanes Río Grande, de John Ford. Tratan el tema de la amistad desde diferentes ángulos, pero siempre desde la lealtad.

Las reflexiones sobre la amistad continúan. Luego llega el momento de buenas adaptaciones literarias. Surge el título de El Gatopardo, Moby Dick, Código del hampa y La ventana indiscreta. Los tres coinciden en que a pesar de que los referentes literarios y cinematográficos de ahora son completamente distintos a los de su juventud, se mantiene la necesidad de aprender sobre uno mismo a través de narraciones.

Javier Cerca (Izquierda) y Jesús Ruiz Mantilla. / Fotografía de WMagazín

La experiencia del pasado

Viernes 27 / 20:15 horas CBA

“Lo único que se aprende de la experiencia es que no se aprende nada de la experiencia”, dijo Javier Cercas recordando las palabras de Bernard Shaw, hace muchos años. “Repetimos una y otra vez los errores, solo que con máscaras tan distintas que a veces es difícil reconocerlo”, agrega el escritor. Esta charla se titula La realidad es novela, en el mismo escenario donde hace unos minutos se compartía sobre la amistad. Jesús Ruiz Mantilla, periodista de El País, acompaña a Cercas, el escritor que ha sabido tomar episodios de la historia real de España y escribir, desde la ficción, sobre ellos. Desde Soldados de Salamina hasta El monarca de las sombras, su última novela, Cercas ha hecho de la realidad la sustancia de su ficción. En esta última, un chico de 17 años, apunto de empezar la carrera, se alista en las tropas del dictador español Francisco Franco y lucha hasta que muere. Se llamaba Manuel Mena y era el tío de Cercas. “Él fue uno de los miles de chavales que fueron abducidos por esa fascinación extraordinaria que llevaban estos movimientos populistas”, afirma. “Este libro”, concluye “habla de intentar recordar nuestro peor pasado”.

De izquierda a derecha: Marta Sanz, Ramón Andrés y Manuel Llorente. / Fotografía de WMagazín

El dolor

Viernes 27 / 20:30 CBA

Dos plantas más arriba del Teatro Fernando de Rojas, en la Sala de Columnas conversan la narradora Marta Sanz y el poeta y ensayista Ramón Andrés en el encuentro Visiones del daño. Sanz ha publicado este año Clavícula (Anagrama), una novela desde el dolor físico y la vulnerabilidad de una enfermedad y Ramón Andrés lleva varios años de su vida entregado al estudio del dolor humano. Los conduce, Manuel Llorente, redactor jefe de cultura de El Mundo. Rodeados de columnas, el teatro está oscuro, solamente una luz rojiza ilumina sus caras. “La creación podría ayudar a cauterizar un poco la herida”, reflexiona Ramón Andrés. “El dolor es desorden”, añade, “y la escritura ordena”. Marta Sanz proclama el derecho a la queja, según ella, vivimos en una sociedad que censura la queja y “la conciencia del dolor de otra persona no deslegitima el dolor propio”. Buscó, en esta última novela, poner un tema sobre la mesa: “El dolor está atravesado por la cuestión de género. El dolor de una mujer históricamente ha sido diagnosticado como locura. La medicina es un discurso marcadamente heteropatriarcal que muchas veces oprime a la mujer”. ¿Estamos condenados a sufrir? “Sí, mientras seamos tan nihilistas. Mientras no tengamos una concepción plena del presente, del ahora. Pensar que somos únicos, que no hay otro como nosotros, es la muerte”, afirma Ramón Andrés. El poema A Francisco, de Leopoldo María Panero, leído por Manuel Llorente, cierra el encuentro: “Suave como el peligro atravesaste un día/ con tu mano imposible la frágil medianoche/ y tu mano valía mi vida, y muchas vidas/ y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento./ Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida/ porque eras suave como el peligro,/ como el peligro de vivir de nuevo.

 

De izquierda a derecha: Daniel Arjona, Antonio Orejudo, Rafael Reig y Cristina Morales. / Fotografía de WMagazín

¿Desobedecer ante qué?

Viernes 27 / 22:00 CBA

En la última planta del Círculo de Bellas Artes, en la sala Valle-Inclán, se realiza el último encuentro del viernes: Desobedecer, desacralizar, escribir. Intervienen los escritores Rafael Reig, Antonio Orejudo y Cristina Morales, moderados por el periodista Daniel Arjona. La pregunta principal, que se barajó luego de varias minutos de reflexión sobre la literatura y el compromiso, es: ¿Desobedecer frente a qué? Para los participantes, de esto depende todo. Para Orejudo, la literatura comprometida no es en la que hay obreros buenos y patrones malos, “la desobediencia es con la literatura misma”. Por ejemplo, cuando dinamita el canon literario, cuando busca otros géneros, otra estructura narrativa u otra manera de abordar el lenguaje. Para Reig, “la única desobediencia real es a los contenidos que la literatura trasmite”, mientras para Morales “desobedecer es todo aquello que ensancha los límites”.

De izquierda a derecha: Rosa Montero, Javier Rodríguez Marcos, Carolina Reoyo y Álex Grijelmo enla Biblioteca Nacional de España. / Fotografía de Lisbeth Salas

Detrás de un buen autor hay un buen corrector

Jueves 26 / 19 horas Biblioteca Nacional de España

La diferencia entre un corrector de un medio de comunicación y el de una editorial fue lo primero que se dejó en claro en el encuentro sobre corrección gramatical que se llevó a cabo en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, entre la escritora Rosa Montero, Carolina Reoyo, editora de ficción de Alfaguara, y el periodista y creador de la Fundéu, Álex Grijelmo, y moderados por el poeta y periodista Javier Rodríguez Marcos. “Se pueden estar acabando los correctores en los medios de comunicación, pero en las editoriales siguen cumpliendo un papel fundamental”, aseguró Rosa Montero luego de que se pusiera sobre la mesa que actualmente los correctores estaban escaseando. “El autor”, seg´n la escritora, “ha trabajado intensamente un texto y está demasiado adentro como para dar una visión final”. Álex Grijelmo lanzó una frase que gustó a todos los ponentes: “Los correctores son los instrumentistas de la música»,  y aceptó que lo han «salvado muchísimas veces de hacer el ridículo en cada uno de sus libros». Ante la analogía, Carolina Reoyo también compartió la suya: “Somos orfebres, tenemos una materia prima y la pulimos para que en realidad brille más, para sacar todo su potencial”. La conclusión fue muy clara: aunque los correctores son personas invisibles, lo cierto es que detrás de un buen texto hay, efectivamente, un buen editor.

Vídeo del encuentro 'Pensar en teatro' entre Javier Gomá y Juan Mayorga.

El campo fértil de la filosofía y el teatro

Miércoles 25 / 19 horas Instituto Cervantes

El teatro, como la filosofía, se hace preguntas. Alrededor de esta idea se llevó a cabo el encuentro “Pensar en teatro” entre el filósofo Javier Gomá Lanzón y el dramaturgo Juan Mayorga, en el Instituto Cervantes. Para empezar, Platón y Descartes escribieron ensayos plagados de diálogos y recursos literarios, y de ahí en adelante han estado caminando juntos. Cuando terminó la tetralogía de la ejemplaridad, Javier Gomá se preguntó por qué dedicaba su vida a algo que nadie le pedía. La única razón que encontró para explicarlo fue por la “vocación literaria”. Para Gomá, la filosofía es “un acto de enamoramiento parejo al de un poeta, un actor teatral o un narrador”, una idea que reafirmó este año con la adaptación de Inconsolable, el monólogo sobre la muerte de su padre, al teatro. “El teatro es extraordinariamente elemental, es ingenuo, y al mismo tiempo no tiene más límite que la imaginación”, dijo Juan Mayorga, luego de escuchar atentamente a su compañero de mesa. Por qué el teatro, se preguntó, y tras algunos segundos en silencio dijo: “Porque el mundo no basta, porque la vida no basta, porque necesitamos más”. “El teatro”, concluyó, “nos permite ver la vida en su extrañeza y nos muestra ante todo nuestra fragilidad”.

María Fernanda Ampuero, cronista narrativa, habla sobre la crónica en el marco del Festival Eñe

La crónica como historia del presente

Martes 24. La crónica existe desde que existe la escritura. Tal vez no se le llamaba crónica y lo único nuevo es el nombre. Un género que, según el argentino Martín Caparrós, no es el presente, sino que cuenta el presente, “aquello sobre lo cual no hemos discutido qué pensar”. Para él, “la crónica es una especie de relato en bruto que no ha pasado por ese tamiz que llamamos historia”. El escritor y periodista autor de libro como Hambre y de crónicas sobre la prostitución de niños en Sri Lanka o los bombardeos aéreos en Belgrado charló con la ecuatoriana María Fernanda Ampuero en la mesa redonda Una historia del presente: la crónica en Hispanoamérica. Se trata de «un género que ha corrido paralelo al ser humano y las ganas de decir yo estuve allí y les voy a contar qué fue lo que pasó”, explica Ampuero. Será el presente, dice Ampuero, en tanto que es ahora cuando está llamando la atención, no porque sea un género nuevo, sino porque se escapa de la inmediatez que se está comiendo al periodismo actual. Y agregó: “Nosotros no corremos como enjambre de micrófonos detrás de la realidad, sino que esperamos que ese enjambre se vaya para que quede lo más parecido a la realidad posible”. “En ese sentido”, afirma, “vamos contra corriente”.

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