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Internet, las redes y la mutación del lenguaje y el gusto literario

VIII CILE en Córdoba (Argentina) / La palabra en la era digital protagoniza la cita del español. WMagazín publica un pasaje de 'La lira de las masas. Internet y la crisis de la ciudad letrada', una radiografía del nuevo lector y su relación con el lenguaje y la creación literaria

Presentación WMagazín La lengua y su relación con el ciberespacio ha sido uno de los protagonistas del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, en Córdoba (Argentina), del 27 al 30 de marzo de 2019. La incertidumbre sobre la evolución del idioma y la importancia sobre cómo normativizar el lenguaje de las máquinas lo expresó en la inauguración Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española (RAE). La realidad es que los hábitos de la cultura digital han alterado la relación con el lenguaje y con aproximación de la gente a la la creación literaria. Así lo ha reflejado el escritor y crítico peruano Martín Rodríguez-Gaona en su ensayo La lira de las masas. Internet y la crisis de la ciudad letrada. Una aproximación a la poesía de los nativos digitales, distinguido con el X Premio Málaga de Ensayo y publicado por Páginas de Espuma.

WMagazín publica en primicia un pasaje de este ensayo que pone a la sociedad frente al espejo de los cambios e invita a la reflexión sobre el comportamiento y hábitos ante la palabra, el lenguaje y su creación como elemento esencial en la formación del individuo.

Internet y la mutación del gusto literario

Por Martín González-Gaona

Así, los poetas nativos digitales no siguen estricta o mayoritariamente los retos formales de la modernidad (y su pretensión de originalidad y ruptura), sino más bien tácticas asociativas y de promoción de índole publicitaria (buscando un posicionamiento mercantil, sin descartar el escándalo). La simplificación y la banalidad, en ciertos casos, de las propuestas se deben, recordémoslo, a que están hechas para una sociedad definida por esas mismas características. En consecuencia, la brecha que la irrupción de los nativos digitales crea con respecto a la cultura tradicional supone una ruptura sin confrontación, una disrupción tecnológica, favorable al asedio viral y el pragmatismo de la ética hacker.

Como se aprecia, los poetas nativos digitales dominan y son la vanguardia en la interacción con las nuevas tecnologías, que será imprescindible para la producción simbólica en la era posindustrial (al punto de ser pioneros y fundadores de una transtextualidad digital). La brecha con las promociones previas ha surgido, no solo por voluntad de quiebre (la estrategia es claramente otra), sino fundamentalmente por ser formados por una educación y una socialización distintas, simultáneas a la asimilación cotidiana del mundo virtual desde su infancia. Por consiguiente se ha roto la división tradicional –social y comercial– entre productores y consumidores, pero en esta transición a lo digital se resquebrajan también valores más profundos, como los antiguos criterios de calidad del paradigma ilustrado.

No obstante, para comprender en su dimensión este importante corte, se debe asimilar también que los nativos digitales poseen, frente a otras generaciones, la ventaja de ser capaces de leer con gran eficacia los mensajes y los entramados del entorno virtual. Dicha óptima alfabetización digital es la que les permite superar la pasividad del mero consumo y crear con solvencia sus propios contenidos. En otros términos, los prosumidores son autodidactas con conocimientos avanzados de una retórica digital, multidisciplinar, cada vez más compleja y en constante desarrollo.

Si tal condición pionera no fuese suficiente para destacarlos como una generación privilegiada, su juventud como circunstancia concreta, encaja, además, con valores que la sociedad reclama como la vitalidad, la belleza, la renovación y la novedad (lo que les ha permitido, en algunos casos, instituirse como marca). Como resulta obvio, ninguno de estos factores está vinculado estricta o exclusivamente con lo literario.

Estas variadas y complejas circunstancias, que unen sociología, tecnología y afán de expresión individual, son las que han permitido en los nativos digitales la práctica de lo poético a partir de una nueva referencialidad, en la que, con total naturalidad, se interrelacionan la vida real, internet y el discurso literario. De este modo su producción simbólica, sus obras (que, como veremos, no son pocas ni insignificantes), construyen una transtextualidad que une la cultura digital con lo literario.

Entonces, quizá el primer paso para comprender el sentido de esta producción juvenil, esa infinita serie de personajes y eventos, sea aceptar que los autores en la red escriben desde una perspectiva nueva, en la que el valor de lo literario (lo sublime y lo formal) es residual o hasta resulta secundario: el núcleo del nuevo paradigma estaría en la interactividad misma. Ante todo, el prosumidor responde a una angustia posindustrial por destacarse, por vencer la pasividad y ser algo más que un consumidor.

Es decir, lo decisivo sería la expresión espontánea y constante, la inmediatez y la repercusión obtenidas en una comunidad concreta, creada en tiempo real.

Evidentemente, esta dinámica tiene repercusiones en la socialización y la conformación de la identidad individual de los poetas nativos digitales. Por lo mismo, los escritores prosumidores participan de una existencia distinta –ligada a lo literario y lo artístico estrechamente, pero con otro escenario y otros fines– en la que se diluyen las diferencias entre lo real y lo representado, entre la obra acabada y el proceso, entre la búsqueda de significado y la instrumentalización del sentido, entre la emoción estética y lo interactivo.

Así, en muchos casos, los poetas, frente a su comunidad de lectores en línea, promueven un reality show, un espectáculo en tiempo real (en el que él o ella y su entorno se convierten en protagonistas) por lo que asumen y transforman en su propio beneficio las exigencias de la sociedad del espectáculo: el diseño y la emisión de personajes –auténticos o imaginarios– que aspiran a ser socialmente reconocidos. En consecuencia, la centralidad del texto va cediendo ante estrategias comunicativas en las que la fotografía, el vídeo y la presentación en vivo cobran preponderancia, pues son herramientas fundamentales tanto para la creación de una subjetividad pública como para el desarrollo de lo local, lo comunitario y lo relacional. Lo efímero y, en  algunos casos, lo intrascendente (la superación definitiva del afán de eternidad como temporalidad impuesta por el cristianismo) son una mera consecuencia del cambio en las condiciones de producción.

En este sentido, también resulta imprescindible reconocer el predominio en las redes de un tipo de lectura adolescente y/o sectaria, realizada no para interpretar asunto alguno sino para la identificación con el yo (emisor o sujeto lírico) y el entretenimiento (el espectáculo). Es decir, la apropiación de textos e imágenes con el propósito de reafirmar tanto identidades como discursos preconcebidos, diseñados y avalados por los medios masivos (como en los casos de una identidad juvenil o ciertas militancias). Y esto, como veremos, será decisivo para la transformación mercantil de la poesía y la llegada del branding corporativo.

En el plano sociohistórico, las actividades de los poetas nativos digitales, confirman los diagnósticos que Arthur C. Danto sostuviera sobre el fin de la historicidad artística en Más allá de la caja Brillo: Las artes visuales desde una perspectiva poshistórica, en 1992, después del cuestionamiento de los grandes relatos. Inmersos en una poshistoricidad poética, no resulta imprescindible, digamos, escribir buena o mala poesía (valoración de difícil consenso), sino crear y consolidar un circuito de textos que sean asumidos como poéticos por una comunidad determinada (consolidada en base a la reciprocidad y la colaboración mutua). La validación será, posteriormente, recibida como una consecuencia natural del sistema, al reconocer su valor de mercado.

Hacia otra concepción de la ciudad letrada

Como se deduce de estas profundas variaciones, la autonomía de los escritores reconvertidos en productores simbólicos virtuales plantea una respuesta a las limitaciones de la institucionalidad literaria. Buena parte de los últimos poetas aparecidos en España, nativos digitales en su conjunto, en la actualidad no solo desconfía del circuito literario tradicional, sino que incluso, tanto a través de sus textos como en sus prácticas de socialización literaria virtual, cuestiona la idoneidad del libro o del papel como formato (como se aprecia en la predominancia de la oralidad y en el uso simultáneo del texto y la imagen).

Las obras de los poetas nativos digitales, por lo tanto, en su radical diglosia electrónica, proponen la democratización, la desmitificación, la deconstrucción y la secularización de la praxis poética. En consecuencia, las actitudes autodidactas y autosuficientes, y la ética hacker, que caracterizan a los nativos digitales, señalan un desaprendizaje (o desprogramación) en el paso del modelo educativo industrial al posindustrial (Alvin Toffler en La Tercera Ola). Acciones y palabras colonizando la frontera entre lo real y lo virtual, promoviendo una reinvención constante como acto de resistencia. De esta forma, fuera de diferencias estilísticas o discursivas, los nativos digitales escriben y buscan, ante todo, tener control de los medios de producción por los que se diseminan sus escritos. Algo que se observa claramente a partir de la reivindicación de dos circunstancias: la independencia de la experiencia creativa y el sentido de pertenencia a una comunidad, un gremio.

Estos nuevos escritores constituyen un grupo identificable, entonces, no necesariamente por proyectos de lenguaje, sino por su uso de las nuevas tecnologías, las cuales les sirven para promover propuestas y/o productos que los diferencian y legitiman. En los casos más visibles, las prácticas poéticas, repetimos, giran en torno a la juventud, aceptada y expuesta como un reclamo del mercado editorial.

Curiosamente, esta energía y voluntad de posicionamiento los lleva también a iniciativas inusuales, que explotan una desterritorialización e inmediatez antes imposibles, en las que se subvierten las relaciones tradicionales entre centro y periferia. De este modo, tienen un especial protagonismo las propuestas y asociaciones juveniles que se originan desde las provincias (territorios que, por su identidad regionalista, en algunos casos están dispuestos a brindar un mayor apoyo mediático e institucional, si se les compara con el que otros contemporáneos obtienen desde las grandes ciudades, dominadas por la agenda política o comercial de la cultura corporativa).

Pero el uso de esta autonomía también es apreciable en la búsqueda de una vinculación con la producción literaria de sus contemporáneos en otros continentes o idiomas (poetas nativos digitales de Hispanoamérica, Estados Unidos, Rumanía, etcétera). Estas prácticas, sean internas o externas, cuestionan, de manera activa y contundente, tanto la idea de un canon como entidad pasiva u objetiva e, incluso, un concepto como el de literatura nacional. Sin embargo, no debe de ignorarse que los poetas prosumidores insisten en reivindicar una serie de referentes (formales o de historiografía literaria) que aspiran a constituirse como rasgos de identidad o fuente de prestigio. Así, tanto la búsqueda de un neoclasicismo hispánico como las conexiones con el poeta conceptual y creador de redes estadounidense Kenneth Goldsmith, guardan en común el anhelo de hacerse de una parcela de la historia literaria, siendo estas diferencias la seña de una particular apuesta de institucionalización.

En definitiva, desde la pluralidad de sus propuestas, los poetas nativos digitales comparten con sus contemporáneos, dentro y fuera de la lengua, tanto las ventajas como la alienación de socializarse a través de las nuevas tecnologías. Por consiguiente, sus diversas actividades, híbridas y tentativas, suponen a su vez, paradójicamente, un proyecto para superar el sinsentido, el vacío y el miedo que muchas ocasiones crea la excesiva navegación por internet.

  • La lira de las masas. Internet y la crisis de la ciudad letrada. Martín González-Gaona (Páginas de Espuma).
  • Martín Rodríguez-Gaona es poeta y ensayista. Su libro Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes (2010), pionero en el estudio del uso de las nuevas tecnologías en la poesía, fue considerado una de las publicaciones del año por la revista Quimera. Entre sus poemarios están Pista de baile, Códex de los poderes y los encantos y Madrid, línea circular (Premio Cáceres Patrimonio de la Humanidad).

 

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