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José Ovejero en el Teatro del Barrio, de Madrid. /Fotografía de WMagazín

José Ovejero: «El objetivo de la literatura no es la belleza sino la verdad»

El escritor madrileño es uno de los pocos que aborda con éxito los diferentes géneros literarios, además de representar él mismo en público sus libros con lecturas actuadas. Ovejero escenifica en vídeo para WMagazín pasajes de sus poemas, cuentos y novelas y reflexiona sobre el arte de escribir

Es él sin ser él. Está tomado por una de sus propias criaturas, o de sus múltiples voces. José Ovejero está sentado en una de las butacas de la pequeña sala del Teatro del Barrio, de Lavapiés, en Madrid. Solo está él y su voz, la de su criatura que fue concebida para ser leída y ahora cobra vida en su propia boca.

Es la una de la tarde pasadas de este otoño y José Ovejero escenifica para WMagazín la penúltima actuación en la que ha mostrado sus diferentes facetas como escritor al recitar uno de sus poemas en el pequeño decorado de un salón del teatro bajo una luz ambarina, al leer el fragmento de uno de sus cuentos en la sala de ensayo del teatro rodeado de sillas de madera, al vivir un pasaje de una de sus novelas detrás de la barra del bar del teatro.

Una ronda de actuaciones grabadas en vídeo que muestran al autor total que aspira a ser. No, es el periplo por el mundo del autor en incesante búsqueda de la mejor forma para compartir lo que quiere contar, expresar.

Su voz templada despliega los registros acordes a cada género literario. Es un madrileño de sesenta años, delgado, alto y de cabeza blanca que hoy viste un jersey burdeos y un pantalón negro.

Tras interpretar a un padre de familia en la sala vacía del teatro, José Ovejero pasa a representar su última actuación: contestar las preguntas que buscan descifrar al escritor que entró en la literatura pública hace 25 años cuando el poemario Biografía del explorador obtuvo el Premio Ciudad de Irún, correspondiente a 1993, apadrinado por un jurado integrado por Paca Aguirre Aldabe, Ángel García Ronda, Félix Grande, José Hierro y Antonio Colinas.

Veinticinco años que coinciden con la recuperación de su obra en Galaxia Gutenberg. Añoranza del héroe es el primero de los títulos recuperados de un autor comprometido con la búsqueda literaria y en ella y con ella con la realidad y sus preocupaciones. Precisamente este miércoles 12, a las ocho de la noche, será la presentación de la novela en una conversación con Isaac Rosa en la librería madrileña Sin Tarima.

Pero antes, esta es su vida literaria en nueve actos:

Vídeo de José Ovejero leyendo, para WMagazín, varios de sus libros en el Teatro del Barrio, de Madrid.

ACTO 1. De la incesante exploración de un hombre por buscar la mejor manera de expresarse hasta dar con sus múltiples voces a través de poesía, cuentos, microcuentos, novelas, ensayos y de por qué su última faceta es la lectura pública de sus propios libros…

«Más que leer mis libros he decidido ir un paso más allá y actuarlos. Cuando subo al escenario no tengo ningún papel, soy los personajes de una serie de relatos que he adaptado a la escena. Al principio no sabía por qué; salvo por el desafío, por la diversión, de convertirte en actor… Pero luego me he dado cuenta de que es un paso lógico dentro de mi trabajo, de eso que podemos llamar ‘Mi poética’. Si yo intento definir esa poética me doy cuenta de que he tardado mucho en hacerlo. Hay autores, pienso en Antonio Orejudo o en Sara Mesa, que da la impresión que desde el principio saben lo que están haciendo, saben a dónde van. Ellos a lo mejor no lo sienten así, pero tienen una idea, me da la impresión, de saber qué es la literatura para ellos. Yo nunca la he tenido. Por eso he dado tantos bandazos. He ido de un género a otro. Y, poco a poco, me he dado cuenta de que sí la hay. Si lo puedo decir ampulosamente es ‘Una poética del todo’. Quiero contarlo todo. Quiero experimentarlo todo. Entenderlo todo. Expresarlo todo. Por supuesto es una poética delirante, imposible de cumplir. Lo que está muy bien porque da mucha tranquilidad: como el objetivo es imposible, me puedo concentrar en cada uno de esos pasos. Cuando has estado transitando de un género a otro y quieres expresarlo todo dices: ‘¿Bueno, qué me falta? Claro, expresarlo con mi propio cuerpo, no solo por escrito. Entonces ahí doy el salto al teatro».

ACTO 2. Del olvido de la presentación de un hombre que estudió Geografía e Historia y terminó de escritor de poemas, cuentos, novelas, ensayos y teatro, ah, y que también ha hecho cine…

Un cuarto de siglo después a José Ovejero lo acompañan dos obras de teatro, dos libros de viajes, tres ensayos, cuatro poemarios, cinco libros de cuentos y nueve novelas con unos cuantos premios como el Herralde de Ensayo por La ética de la crueldad, el Alfaguara por La invención del amor, el Primavera por Vidas ajenas o este año el de Poesía Juan Gil Albert por Mujer lenta (Pre-Textos).  Y las buenas críticas por Mundo extraño, sus cuentos en Páginas de Espuma. El cine no ha escapado a sus intenciones y ha rodado el documental Vida y ficción, con Edurne Portela, donde a través de entrevistas a varios escritores levanta una geografía del arte de escribir.

Pocos autores incursionan en los diferentes géneros literarios, y menos aún destacan en ellos con buenas críticas y premios. Ovejero es resultado de sus inquietudes de sus estudios en Geografía e Historia, licenciado con una tesina sobre cultos religiosos egipcios, y de autores latinoamericanos del boom: Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa. O de españoles como Luis Martín Santos y su Tiempo de silencio. Y de contemporáneos como J. M. Coetzee, Philip Roth, Don DeLillo y Elfriede Jelinek.

José Ovejero lee antes de leer uno de sus poemas de ‘Mujer lenta’. /Fotografía de WMagazín

ACTO 3. De los mecanismos secretos e impredecibles de un escritor para determinar el género literario de un tema…

«En general parto de un inicio, de una escena, de una idea muy breve. No tengo ni idea de qué es lo que sigue, ni siquiera en los microrrelatos. No sé qué va a pasar. Es una intuición. Por ejemplo, una novela como La invención del amor parte de una escena muy concreta que yo inmediatamente sé que es una novela. En otros casos parto también de una escena, pero me está pidiendo un cuento. No sé por qué. Lo que sí sé es que solo en una ocasión he cambiado de género sobre lo que creía que me pedía. Fue con mi primer libro, Biografía del explorador. Creía que iba a ser una novela sobre Henry Morton Stanley y se convirtió en un libro de poemas. En todos los demás casos siempre me he atenido a aquello que me ha pedido esa escena del principio».

ACTO 4. De cómo el escritor sin ser consciente descubre que en el primer libro está el origen de todo lo que habrá de ser y hacer en la literatura. De la imaginación, de sus utopías, de sus distopías, ¿pero sueña él con sueños?…

«…Es curioso, nunca lo había pensado así… Hasta ahora que lo estás diciendo me doy cuenta de que Biografía del explorador es un libro en el que están no solo mis distintos registros sino, además, toda una serie de temas, incluido el viaje, el cambio de identidad o el problema de la identidad, los conflictos sociales y políticos, lo íntimo, la crueldad… Es como si abarcase todo lo que seguí haciendo…

¿Soñar? Yo imagino. No me planteo la idea de lo utópico, me planteo la idea de lo imaginable en el sentido de que solo nos podemos relacionar con la realidad parcialmente, al menos, a través de la imaginación. Uno no sabe prácticamente nada. Tiene que imaginar lo que piensa el otro, lo que siente el otro, las posibilidades de cambio, el famoso ‘Otro mundo es posible’. Sin la imaginación, no voy a decir que nos estancamos, pero nos dedicaríamos, como un animal, a reproducir una serie de comportamientos automáticos. La imaginación es lo que nos abre las posibilidades de habitar otros mundos. Es algo que trabajo en mis novelas, en la poesía, esa posibilidad de ampliar las posibilidades de imaginar que nos pueden llevar hacia lo utópico o hacia lo distópico; hacia una relación realista con lo que nos rodea o hacia una relación imaginaria más de corte romántico».

ACTO 5. De cómo el escritor se sirve de la confrontación con la realidad donde lo literario vive su mundo y obliga al lector a ver la realidad que lo rodea; y de cómo se hace presente el eco del Mito de la caverna de Platón…

«Está claro que en mi literatura hay una confrontación, no una provocación. Pero lo que hago es sobre todo plantear un conflicto al lector que tiene que situarse y decidir, ya no solo de qué lado está, sino cómo lo entiende, si está dispuesto a adentrarse en ese conflicto.

Todos representamos no un papel sino numerosos papeles dependiendo de en qué situación nos encontramos. Todos llevamos nuestras máscaras que es un papel fundamental del teatro y esas máscaras son necesarias a veces para sobrevivir. Cuando me acerco con la literatura a la realidad, porque me importa muchísimo, tengo que tener en cuenta que me estoy acercando a una representación; y hay un doble juego porque la literatura tampoco puede mostrar la realidad. Creo, y vengo convenciéndome, de que el objetivo de la literatura no es la belleza sino la verdad. Lo que da una paradoja muy interesante porque el lenguaje no puede reflejar la verdad, porque es ambiguo, por la polisemia, porque cada uno lo entiende a su manera, etcétera. Entonces intento llegar a la verdad, ¿qué puedo hacer entonces? Únicamente sugerirla. Únicamente decir al lector, de alguna manera: ‘Yo no te voy a mostrar la realidad, yo voy a hacer una representación como la que tú haces y voy a poner en contexto esas dos representaciones’. Toda literatura para mí es una forma de teatro.

Somos sombras ahí afuera de la realidad, y también sombras en la literatura que acaba siendo un diálogo entre sombras. Eso me lleva a la primera vez que me pidieron que definiese mi trabajo y la literatura y dije: ‘La literatura es la voz de nuestra sombra’. Hoy iría un poquito más lejos y diría que ‘la literatura es un diálogo entre sombras».

José Ovejero durante la entrevista en otoño de 2018. /Fotografía de WMagazín

ACTO 6. De la búsqueda de la belleza y la verdad, del impulso primigenio a la hora de escribir…

«La verdad para mí es un concepto más totalizador porque ¿si es solo la belleza que hacemos con el error? También puede haber cierta belleza con el error, pero cuando hablas de que el objetivo del arte es la belleza creo que estás lanzando a la gente por un camino equivocado. A lo mejor alguien no lo entiende así, pero hay una belleza detrás de cualquier verdad.

También lo horrible ejerce una fascinación porque encontramos, según nuestra sicología formas hermosas. Está la famosa discusión sobre si el atentado a los Torres gemelas de Nueva York en 2001 se puede contemplar como algo estético y, sin duda, si no sabes lo que es hay algo tremendamente hermoso en aquellas imágenes. Pero la belleza entendida como uno de los atributos de la verdad.

A partir de esa primera idea que digo empiezas a pensar hacia dónde avanza la historia y te encuentras con cosas que la alteran. En Añoranza del héroe, por ejemplo, es la única novela en la que parto con una idea completa que es un poco la historia de mi familia: mi abuelo revolucionario cubano, mi abuela en la guerra civil española. Yo tengo una idea sobre ellos, pero de pronto me voy encontrando con cosas. Cuando escribes un libro eres tremendamente permeable a lo que sucede a tu alrededor. Y puede tener incidencia en lo que estás escribiendo».

ACTO 7. De la creación de las criaturas y su evolución y transformación con las gamas de grises de la condición humana y de cómo el escritor se aproxima a cada uno de sus personajes, incluidos aquellos con los que no saldría en la vida real…

Es siempre difícil, pero siempre interesante no ofrecer a los lectores una lección de moral. No es el papel de la literatura. La literatura es en sí moral. La condición humana nos obliga a un ejercicio de nuestras empatías, nos obliga a ponernos en la piel del otro. Toda buena literatura incluye un componente de morales, pero en lo que se dice dentro de un libro no tiene que ajustarse a la moral, eso sería una limitación tremenda y peligrosa para la creación. Lo que intento, cuando creo los personajes, es no juzgarlos yo mismo. Puede haber uno que no me interesaría en mi vida personal, pero como personaje me interesa mucho. Eso puede interesar a los lectores. Por un lado, está eso no juzgar y por otro un esfuerzo muy consciente de ir contra mis propios automatismos».

ACTO 8. De como el escritor ve el rumbo de Europa, ahora que reside en España tras haber vivido mucho tiempo en Bruselas, capital de la Unión Europea; de cómo los políticos están despertando el miedo, los miedos, que duermen dentro de todos…

«Una de las cosas que le está pasando a Europa es el miedo. El miedo es lo que define mucho de los comportamientos actuales y lo que impulsa a ciertos movimientos políticos. Una vez que se desmontaron o destruyeron y autodestruyeron las grandes ideologías, una vez que parecía ya imposible llegar a otro tipo de mundo, a otro tipo de sociedad, tenemos que mirar lo que tenemos, y sobre eso nos están diciendo continuamente: “Os lo podemos quitar. Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades. Esto se acabó. Ahora que no tenemos al enemigo detrás del telón de acero esto es lo mejor que puede haber. Y lo único que podéis hacer es perderlo’. Y la gente lo que está haciendo es defenderse, defenderse mal, se están equivocando de enemigo. Miran al inmigrante que supone un problema muchísimo menor que, por ejemplo, los paraísos fiscales que nos empobrecen más. Pero el paraíso fiscal no es tangible, el inmigrante es algo concreto y lo puedo ver y lo puedo odiar, lo que es habitual al miedo: personificarlo. Para unir a la gente necesitas la emoción. El miedo es un arma política muy poderosa. Por otro lado, está la pérdida de las ideologías. Eso ha llegado a la política europea. ¿Quién puede emocionare hoy con la política de la Unión Europea? Hubo un momento de proyecto común. Y volvemos a lo mismo: imaginar, de imaginar una posibilidad de algo positivo».

ACTO 9. De los peligros de perder lo luchado, de los reductos de imaginación que buscan el cambio y de por qué el escritor recomienda no caer en el pesimismo…

«Hay una especie de mentira de base, de aprovechamiento del malestar que tiene que ver con decir que estamos donde estamos por todas estas libertades, porque hemos dejado los inmigrantes, por destruir los valores de la sociedad. Se aprovechan y utilizan para culpabilizar a los movimientos progresistas y como la gente tiene miedo pues se atrinchera. Se acabó la solidaridad, es una de las grandes perdidas.

Aunque yo mismo hablo de crisis de la imaginación, creo que hay reductos importantes que no debemos dejar de lado. No hay que ser pesimistas. Esa parte de los indignados puede tener muchos defectos, pero son los movimientos que han mostrado la posibilidad de demostrar otras maneras de vivir. Otro es el movimiento feminista que imagina una sociedad distinta.

La convivencia no es solo un asunto moral sino también de poder».

La entrevista termina hacia las dos de la tarde. Ovejero se pone su chaqueta negra. Se despide de Lucía, del Teatro del Barrio, y sale al día luminoso y azul de Madrid para bajar por una de las calles antiguas de Lavapiés poblada de sonidos y voces venidas de todo el mundo.

  • Últimos libros de José Ovejero: Mundo extraño (Páginas de Espuma), Mujer Lenta (Pre-Textos) y la recuperación de Añoranza del héroe (Galaxia Gutenberg).
  • Web de José Ovejero.

 

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Winston Manrique Sabogal

Un comentario

  1. Al fin y al cabo la literatura se fundamenta de hecho en una mezcla variable entre lo real y lo fantástico, en una comunión entre dos espacios opuestos, de tal forma que como un acoplamiento perfecto en la mente del escritor, ambos elementos se fusionan para formar un todo. El resultado es que un autor crea y recrea su propio espacio donde se mueve, donde respira, y en donde se siente a gusto con sus personajes y sus obsesiones. El literato es en cierto modo esclavo de su pasado, de sus vivencias buenas, como sobre todo de las malas, de sus anhelos, de sus carencias e incluso, como no… de sus ilusiones.

    Creo que para comprender la realidad, cuestión esta harto complicada, dado que cada uno tiene la suya propia y cada cual defiende lo suyo con sus argumentos, debemos pues construirla de alguna manera, otorgar carta de realidad a lo que es la irrealidad, desarrollando un modelo admitido por nosotros mismos, en el que vivimos y entendemos, es decir en el que estemos a gusto para poder crear.

    La literatura es un arte como medio de expresión, es un texto tanto hablado como escrito, que puede ser verdad o ficción, o mezcla de los dos… que sirve para reflejar las ideas o sentimientos de un autor, es decir, es el reflejo de un pueblo que manifiesta su cultura a través de las letras. Puede ser autográfica o inventada. Con la literatura se transmite una enseñanza, y se hace reflexionar a la gente que la lee o escucha, de cosas que le afectan directa o indirectamente, o como un simple entretenimiento.

    Un intelectual analiza la realidad, hasta la interpreta según sus pensamientos, ideologías y creencias, mientras que un escritor, un literato, lo que hace es algo más, siente la realidad, se emociona con ella y hasta la inventa o la reinventa.

    Coger una hoja de papel en blanco, o un programa de edición cualquiera, y sin elementos accesorios de nada, escribir una frase, un párrafo, una poesía, un cuento, una novela, un ensayo, o simplemente la letra de una canción, es algo apoteósico, es como sentirse un pequeño dios creador, que con tus manos escribiendo y con tu cerebro, sacas algo prodigioso como si fuera sencillo. Muy, pero que muy escabroso de hacer, pero el genio lo realiza sin afectación, como si fuese sencillo y como si no importara nada hacerlo, sin parecer esforzarse, porque le sale de dentro en un continuo fluir mirífico.

    En suma, saco a relucir con mis reflexiones la hipocresía social, pongo a la palestra la falsedad que es como una estrategia defensiva generalizada y consciente de la gente por un recelo temeroso, como una capa que envuelve las convenciones sociales y que lo tapa todo. Ser hipócrita es como una especie de guión no escrito producido por la histeria colectiva, que usan las gentes para protegerse de su impotencia y anestesiar su dolor ante un sistema que les explota, subyuga y oprime, debido al fariseísmo imperante que actúa como una droga con la que se chuta el personal para dar una apariencia de normalidad en su vida rutinaria, esa es la gran tragedia de la sociedad. No sólo me conciernen los hechos tal y como se producen, que son los eslabones consecutivos enlazados por el destino, sino el modo en que las personas reaccionan ante ellos para sacar sus conclusiones de los acontecimientos.

    Escribir es como contar las historias ya escritas por otros, todo se repite con diferentes nombres y distintos lugares y tiempos, pero dando tu toque muy personal, tu enfoque, y tu visión íntima, eso sí, con tus propias palabras, y con tus experiencias, contando pensamientos que no crees saber pero que en realidad los sabes al ponerte a redactarlos, porque ya todo está descubierto, y ha sido contado por alguien antes, pero a tu manera.

    ARTURO KORTÁZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA ©

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