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El escritor estadounidense Paul Auster, en Fundación Telefónica de Madrid, esta semana. /Fotografía de Lisbeth Salas

Revive los dos momentos estelares de Paul Auster en Madrid

El escritor estadounidense presentó '4 3 2 1', su gran novela después de siete años. Este es un testimonio de su encuentro con la prensa y con sus lectores, de sus confesiones sobre la novela y sus opiniones sobre la política

Hombre de negro detrás de mesa blanca sin libros y feliz. O Paul Auster en un rincón, a media luz, treinta y cuatro horas después del primer encuentro con sus lectores en Madrid. Son las nueve y cuarenta de la noche, del martes 5 de septiembre de 2017, en una ciudad donde el día soleado se acaba de marchar.

Es Auster, pero no es Paul. Es Paul, pero no es Auster.

Alto, moreno, de cabello casi blanco, mirada misteriosa y vestido de traje negro y camisa gris, Paul Benjamin Auster (Newark, Nueva Jersey, 1947) comprueba que sus lectores, de todas las edades, son como tímidos adolescentes enamoradizos frente a él. Su aspecto un poco indiferente no ha hecho efecto en ellos.

Casi dos horas lleva el escritor estadounidense ahí sentado en el Espacio de la Fundación Telefónica haciendo felices a sus lectores al firmarles sus libros. Él en un rincón, detrás de esa mesa blanca que tiene el cartel y una pila de su nueva novela, después de siete años: 4 3 2 1 (Seix Barral). Delante suyo, unas doscientas personas en una procesión silenciosa de fieles, con apenas susurros, en la que cada uno podía llevar a firmar máximo dos libros. En esas manos estaba la veintena de novelas y libros autobiográficos, desde aquel debut con seudónimo de 1976 con Jugada de presión, luego la primera vez de su nombre en una portada: La invención de la soledad, en 1982, seguido de otros como su Trilogía de Nueva York, El libro de las ilusiones, El palacio de la Luna… hasta este 4 3 2 1.

Allí está el universo austeriano y las criaturas que le insuflan vida apurando los últimos minutos con el creador de todo aquello. Llegaron desde las seis de la tarde para entrar a la charla donde Auster se reunió con ellos y, entre otras muchas cosas, en un juego austeriano, les confesó la pregunta que promociona el libro: ¿Recuerdas cuál fue el día que cambió tu vida? En Auster fueron dos momentos: en su adolescencia cuando fue testigo de cómo un rayo mataba a un compañero y cuando conoció a su mujer, la también escritora Siri Hustvedt.

Un impacto que acaba la vida, y un impacto que la prolonga en el amor.

Confesiones, ideas, historias, opiniones y secretos de su arte literario que empezó treinta y cuatro horas antes cuando se reunió con la prensa. En el mismo sitio donde está ahora, después de un periplo europeo que lo ha llevado por Inglaterra, Noruega, Dinamarca, Suecia y Finlandia. Es el turno de España donde hace confesiones y aclara puntos sobre su universo literario:

Un rascacielos para empezar

La ruta española empieza en el que fuera el rascacielos más alto de España entre los años 30 y 50. El Edificio Telefónica, en el número 28 de Gran Vía, que a lo lejos parece la torre de una catedral. La primera cita es con los medios de comunicación, a las once de la mañana. El día azul y luminoso de Madrid amaneció gris para el escritor: se levantó con la noticia de la muerte de su amigo John Ashbery, el poeta estadounidense más importante del periodo de entre siglos con un sitio en el canon. Las primeras palabras que dirá Paul Auster a los periodistas esta mañana las dedicará a ese poeta descendiente literario directo de Walt Whitman y autor de poemas como Autorretrato en espejo convexo.

-Es un día muy triste. Ha muerto un gran poeta. Releeré el trabajo de John.

Espera a una estrella

Más de ochenta periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión empezaron a llegar a la segunda planta del Espacio de la Fundación Telefónica hacia las diez de la mañana. Un escritor tratado como si fuera una estrella de cine o de la música que genera enjambres de clicks fotográficos y público a su paso. Ellos pueden actuar o cantar sobre temas del presente más inmediato pero un autor como Auster no considera oportuno escribir ficción sobre la actualidad:

-Tólstoi escribió Guerra y paz cincuenta años después de ocurrido aquello. Eso es lo que se tarda para que una cultura absorba lo sucedido. Los periodistas deben prestar atención a lo que sucede hoy. La poesía y la ficción vendrán después. Ahora se requiere vigilancia y atención. El arte, ¿quién sabe?

Prólogo inesperado

Hacia las 10.50 el ascensor de cristal del edificio baja lento con el invitado. Pero no se detiene, sigue bajando. Quienes lo ven cruzan miradas desconcertadas. ¿Es en otra planta la cita? Al minuto, el ascensor vuelve a subir con Auster dentro, otra vez, sigue de largo. Otro movimiento rápido de miradas entre todos. ¿..? Esperaban que saliera del ascensor. ¿Un juego austeriano? Lo inesperado, el azar. Esa es una marca de Auster. Sus historias están delineadas por hechos extraños del destino. Aunque él lo aclarará en la rueda de prensa:

-Yo no me pongo etiquetas de ‘Soy el escritor del azar’. Azar es una palabra demasiado vaga. Con lo que he trabajado es con lo inesperado y eso es parte de la vida, o de la mecánica de la realidad. Nos suceden cosas extrañas o raras que creemos están fuera de la norma y la norma es que sucedan las cosas. Lo inesperado. Solo miro la manera como funciona la vida, no las cosas extrañas. No hay un significado detrás de mis libros. No soy filósofo. Cuento historias del mundo como yo lo entiendo.

Llegada austeriana

Unos cuantos no despegan los ojos del ascensor. Los minutos pasan, de repente, llega un revuelo desde la sala de al lado: es Paul Auster. Empieza el concierto de los clicks de las cámaras… de los «mire aquí, por favor”, “un poco a la derecha”, “un poco a la izquierda”, “¡aquí, aquí!”… Ha demostrado cómo lo que esperas que suceda no sucede y que hace que cada uno se pregunte ¿qué hubiera pasado si…? Es precisamente una clave de 4 3 2 1. Es una saga familiar de 957 páginas sobre los acontecimientos clave del siglo XX para hablar, reflexionar y soñar sobre sus temas habituales: el destino y las casualidades, los afectos, los sentimientos y la amistad y su evolución. El azar y las consecuencias de nuestras decisiones a través de la vida de un muchacho con cuatro posibles destinos.

-Los libros me encuentran a mí. La forma define los personajes. Esta novela es la historia de un hombre en cuatro versiones paralelas. Se me ocurrió un día mientras desayunaba y tomaba un té. Ya había empezado la novela y de repente se me ocurrió esta estructura. No sabía cuántos personajes tendría. Y elegí cuatro, es el cuadrado perfecto: hay cuatro estaciones, cuatro vientos, cuatro elementos, cuatro puntos cardinales… No tenía un plan maestro. Solo sabía que tendrían diferentes destinos. Fui improvisando… como bailando con las palabras…

 

Paul Auster en Espacio de Fundación Telefónica de Madrid, el pasado 4 de septiembre. / Fotografía de Lisbeth Salas

Auster no es Archie

Tras la sesión de fotos Auster va al auditorio donde dará la rueda de prensa. Habla como camina: lento, pausado, pero con paso firme. La espalda ancha un poco encorvada. Tiene 70 años. El día que los cumplió, el 3 de febrero, lanzó la novela en Estados Unidos. Auster nació en 1947, el mismo año de su personaje Archie Ferguson, un protagonista con cuatro destinos: Un reportero en la contracultura estadounidense, un niño prodigio con un futuro truncado, un bohemio enamorado de la cultura europea y un escritor en busca de su gran novela. Los primeros lectores suelen pensar que él es Archie. Auster lo detecta y aclarará:

-No soy Archie. No se trata de una novela autobiográfica. Comparte mi tiempo y mis lugares, pero no soy yo. Archie no sobrepasa los 20 años. Porque los grandes cambios de la vida ocurren antes de los 20 años. Si acabamos siendo lo que somos es debido a nuestros 20 primeros años. Luego tenemos cambios, pero de manera más lenta. La idea era mostrar posibles vidas de cuatro personas en la misma época desde que nacen hasta que se hacen adultos.

El veneno de Estados Unidos

Los periodistas, cámaras y fotógrafos lo esperan en el pequeño auditorio con forma de media luna. Pronto llegará la pregunta sobre su país. Auster es un escritor comprometido con lo social y ha sido crítico con su presidente actual. ¿Qué libro le regalaría a Trump?

-Es incapaz de leer libros. Ya ha dicho que no le gusta el olor de los libros, no sabrá sujetarlos. Todo el mundo es inmigrante en Estados Unidos, excepto los indios. Estados Unidos es un país que fue inventado. Fue la primera vez que alguien se sentó y dijo: Vamos a hacer un país. Estados Unidos es una idea. La tragedia es que se fundó sobre dos crímenes: el genocidio de los indios y la institución horrorífica de la esclavitud. Ese es el veneno dentro del sistema nervioso que tenemos. Nunca hemos hecho la pregunta correcta. Por eso el conflicto de razas. Estados Unidos nunca ha enfrentado esto de manera honesta.

Rezos contra Trump

En el escenario, Auster fue presentado por Elena Ramírez, su editora en Seix Barral. Las preguntas literarias se alternaron con las políticas. Auster no ocultó su frustración por la situación actual de su país:

-El problema es que no sabemos cuánto tiempo estará Trump en la presidencia. Podría estar ocho años o morir mañana. Es imposible saberlo. Trump es un psicópata. Es un peligro, una amenaza para Estados Unidos y para el mundo. Rezo para que no llegue a un segundo mandato. Sigo sin entender cómo 60 millones de personas lo votaron.

En compañía de la infancia

El 28 de agosto llegó a las librerías de España y Latinoamérica 4 3 2 1. Un retrato de una generación y también de la relación con la infancia y el padre. En uno de los pasajes más bellos y luminosos de esta relación uno de los Archie lee un poema de Eliot.

-Todos los Ferguson aprenden de su padre. El primero de ellos, que es un hombre taciturno, tiene una escena arreglando aparatos viejos como en una novela de Dickens. En cambio con el cuarto, entre padre e hijo, hay una relación ensombrecida.

Y están, claro, los amores con la literatura. Los de Archie Ferguson y los de Paul Auster. Literatura, creación literaria, la lectura, el encuentro con el arte y la belleza. Kafka, Salinger, el Cándido de Voltaire… Y un punto cierto que une a Auster y Ferguson: las lágrimas al leer un pasaje de la Odisea relacionado con todo lo anterior:

«…abrazaba a su padre Telémaco / y lloraba y gemía  vertiendo muchísimas lágrimas por la maravilla de un padre / y a los dos un afán de llorar les subía del pecho,  / y lloraban con ruido plañendo lo mismo que el halcón de agudas garras, / al que unos rústicos robaron los polluelos cuando aún no volaban. / Era tan lastimoso en los dos el llorar de sus ojos, / y entregados al llanto se hubiera el sol ocultado…».

 

Caminata por Gran Vía

Tras la rueda de prensa, Auster concedió algunas entrevistas. España es el sexto país que visita en su gira europea. Viene de Inglaterra, Noruega, Dinamarca, Suecia y Finlandia, donde habló con el presidente de literatura porque este lo entrevistó en un evento público. Poco antes de las dos de la tarde el escritor salió del Edificio Telefónica hacia el restaurante. Gafas oscuras bajo el cielo azul de la Gran Vía madrileña con su paso desenfadado, mirando a un lado y a otro. En una esquina lo esperaba su editora. Luego fueron en zigzag por el barrio de Chueca: tras dejar la Gran Vía cogieron a la izquierda por la calle Clavel, a la derecha, calle de la Reina, a la izquierda, calle Victor Hugo, a la derecha, calle de las Infantas, a la izquierda, calle Libertad y, en la segunda puerta, el restaurante.

Por la tarde más entrevistas, algún paseo y descanso.

 

Comienzos y esperas

Al día siguiente, martes, en Espacio de Fundación Telefónica solo está la espera de una nueva cita. Esta vez muy especial: con sus lectores.

Poeta, narrador, ensayista y guionista de cine, Paul Auster encuentra milagoso que se haya obsesionado con la literatura porque no tenía un entorno favorecedor. Además, le chiflaba el deporte. Un día empezó a leer, y a leer, rápidamente. Dice que su primer poema lo escribió con nueve años y a los diez cuentos. En la adolescencia empezó a leer a grandes autores como Albert Camus, Voltaire y Dostoievski con Crimen y castigo. En una entrevista a El País, desde su casa de Brooklyn, dijo: “Ese libro me trastornó. Jamás había leído nada así; cuando lo terminé decidí que si alguien había sido capaz de crear algo así, yo también quería intentarlo”.

No estaba seguro de si conseguiría ser escritor. Publicó algo sin importancia. En diciembre de 1978 tras ver una coreografía empezó a escribir, se fue a la cama con la idea de que la inspiración había llegado. A la mañana siguiente recibió la noticia de la muerte de su padre. Empezó a escribir compulsivamente. De allí salió el texto autobiográfico La invención de la soledad (1982).

Un alegre encuentro

El encuentro con sus lectores es a las 7pm. Desde las cinco unas trescientas personas que se habían acreditado empezaron a llegar. Una hora después corrieron a buscar el mejor sitio. A las siete Elena Ramírez subió y dio una buena noticia: «Al final del acto Auster firmará libros a todos, pero máximo dos por persona». La alegría se transforma en murmullo alegre con algunos aplausos. Luego, Marta Fernández, la periodista y escritora, que charlará con el autor le da la bienvenida y lo hace seguir en medio de los aplausos.

Es Auster, pero no es Paul. Es Paul, pero no es Auster.

El hombre más o menos serio del día anterior ha dado paso a uno jovial que cuenta y cuenta, y ríe y relata a sus lectores que escribió de manera febril esta novela, “como en una danza”.

4 3 2 1 es una cascada de historias e ideas que involucran la Historia, con mayúsculas, que sucede alrededor de sus personajes y los sentimientos y emociones que nacen y metamorfosean en él. De su relación consigo mismo, con los demás y con el mundo. Una persona con cuatro destinos, y en cada uno de ellos puertas de vaivén ante cada decisión, la sombra inevitable que cubre a cada persona después de tomar una decisión al pensar: “¿Y si hubiera…?”.

Confesiones y quejas

La voz grave y pausada de Auster se hace tan hechizante como sus escritos. Aquí también aclara que no es un libro biográfico. Que otra cosa es que 4 3 2 1 salga o sea inspirado por una experiencia que cambió su vida a los 14 años: aquel día en que en un campamento con sus compañeros se precipitó una tormenta. Salieron del bosque en busca de un claro, tuvieron que pasar por debajo de una alambrada en fila india y, de pronto, el compañero que iba delante de él murió fulminado por un rayo.

-Ese día comprendí que a cualquier persona le puede suceder cualquier cosa en cualquier momento.

-No llevo toda la vida esperando escribir esta novela… Pero necesitaba hacerlo.

Habla del azar, del destino, pero del libre albedrío y de la capacidad que tiene cada uno de tomar sus propias decisiones.

No le extraña que cada vez haya más creadores, intelectuales o filósofos que estén asqueados de la política de su país y no les guste ver que desde Washington se alienta el racismo y la desigualdad. Incluso se pregunta por qué no hay un museo de la esclavitud como si lo hay del Holocausto.

Habla de su estilo. De los hilos que conectan a los cuatro Archies Ferguson. Todos con inclinaciones y sensibilidades por las artes, como la música. Explica por qué los hizo parecidos:

-Sentía que si los hacía diferentes sería ridículo porque son la misma persona pero en circunstancias diferentes.

El momento feliz

Casi una hora después termina la charla. Aún se ve la luz del día tras los estores blancos de las ventanas. Los primeros lectores corren a hacer la cola para la firma de libros. En un abrir y cerrar de ojos la cola ocupa todo el pasillo. Unas doscientas personas en una feliz fila silenciosa. Unos sacan sus móviles para contar que están con Auster. De los bolsos y maletas empiezan a salir sus libros. Obras escritas con la mano derecha de su autor. 4 3 2 1 es la nueva después de siete años.

-Cuando escribí la última frase caí desplomado. Eso ya es pasado, el libro pertenece a ustedes.

Pero ya tiene un rumor en la cabeza para la siguiente novela. No solo eso, ya empezó; es más, ya tiene escritas dos páginas.

Madrid empieza a oscurecer a medida que disminuye la fila, que Auster firma libros, que siempre hay alguien conocido tomando la foto de ese momento. Hacia las 9.40, Auster firma las últimas novelas. En una de ellas solo su firma enigmática que parece decir perezosamente M I T. Es el 4 3 2 1 de un lector para un amigo a quien ha dicho: «Es Auster pero no es Paul».

Y este Paul Auster se levanta de ese rincón a media luz donde ha estado en la última hora y media. Las luces se apagan. Se va. Detrás de él parece acompañarlo la frase de un Archie:

“Y ahí estás tú, completamente solo en el suelo, varado en medio de esas dos distancias. La infancia personificada. La soledad de la infancia. La soledad de tu infancia”.

* 4 3 2 1. Paul Auster. Traducción del inglés de Benito Gómez Ibáñez. Editorial Seix Barral.

Winston Manrique Sabogal

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