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Viaje sensorial y literario al misterio de Nasca

La exposición 'Nasca. Buscando huellas en el desierto', de Fundación Telefónica, en Madrid, es la más completa sobre esta cultura peruana. Expertos y escritores peruanos explican esta fascinación y en qué libros obtener información fiable. Podrá visitarse hasta el 19 de mayo en Espacio Fundación Telefónica, c/ Fuencarral 3, Madrid

Las historias más increíbles y fantásticas duermen en la cabeza de cada persona a la espera de ser despertadas, o desatadas. 1927 fue uno de esos años en que un descubrimiento alborotó la imaginación para convertir aquello en investigaciones, ensayos y, sobre todo, muchas teorías populares en forma de relatos que se propagaron por todo el mundo y algunas se convirtieron en libros.

El hecho ocurrió al sur de Perú, entre el océano Pacífico y la cordillera de los Andes, con el hallazgo de una de las culturas más enigmáticas: la cultura Nasca y sus geoglifos. Un pueblo que se desarrolló entre los siglos 200 antes de Cristo y 650 después de Cristo en esa gran zona desértica de la cuenca del Río Grande de Nazca.

Aunque lo más conocido y fascinante son sus espectaculares geoglifos, esas misteriosas figuras grabadas en la tierra y que se aprecian a partir de determinada altura, incluso desde las colinas, el trabajo artesanal y la vida cotidiana son igualmente interesantes.

Es el tiempo anterior al imperio Inca cubierto de sombras.

Sobre ellas arroja luz la exposición Nasca. Buscando huellas en el desierto, en el Espacio Fundación Telefónica, en Madrid, del 22 de febrero al 19 de mayo. Es una experiencia singular que transporta a la gente a otro tiempo a través de más de trescientas piezas, entre cerámicas y obras de metal, vídeos, realidad virtual y con sonidos especiales como el que puedes escuchar a continuación para acompañar esta lectura:

No hay peruano que no haya crecido con cuentos alrededor de la mitología, historias de ultratumba y cuentos de extraterrestres ligados a los geoglifos. La primera vez que Cecilia Pardo, comisaria de la exposición y directora del Museo de Arte de Lima (MALI), oyó hablar de los Nasca fue en el colegio, «y posiblemente en un recuento muy general, especialmente sobre la contribución de la matemática alemana Maria Reiche a la conservación de las líneas y geoglifos».

Entonces la literatura de ciencia ficción colonizaba las mentes de niños y adultos interesados en esa cultura enigmática. Libros como Recuerdos del futuro, de Erich von Däniken, tergiversaron la historia al relacionar los geoglifos con pistas de aterrizaje para extraterrestres.

«Definitivamente son teorías que se han difundido con poco sustento», lamenta Cecilia Pardo, «pero las investigaciones científicas que se vienen llevando a cabo en la región dan cuenta claramente de aspectos que van desde cómo fueron elaboradas hasta la función que tuvieron para la sociedad nasca».

El caso del alemán Markus Reindel, codirector del Proyecto Arqueológico Nasca-Palpa, es diferente. Su acercamiento fue durante sus estudios de Antropología de América en los libros de la universidad de Friburgo en Alemania.

Fue casualmente en el Museo de América de Madrid donde, en 1983 y 1984, hizo sus prácticas y, por primera vez, tuvo contacto físico con piezas cerámicas Nasca. «Me fascinaron», recuerda Reindel. Pero fue muchos años más tarde, en 1996, cuando le encargaron un proyecto de investigación en Nasca cuando conoció la zona: «Tuve la oportunidad de ver y sobrevolar las Líneas de Nasca. Desde entonces no he dejado de trabajar sobre esa fascinante cultura».

Después de noventa y dos años de aquel hallazgo, que hiciera el antropólogo Toribio Mejía Xesspe, mucho se ha escuchado y escrito en libros. Entre los principales cambios teóricos en los últimos veinte años, afirma Cecilia Pardo, están los que han contribuido a entender a las pampas de Palpa y Nasca –así como las líneas y dibujos plasmados sobre ellas- «como un espacio sagrado en el que se realizaban ceremonias, posiblemente con música y danzas, seguramente con el propósito de rendir homenaje a las fuerzas sobrenaturales y asegurar así climas favorables para la supervivencia en uno de los territorios más áridos del planeta». Estas investigaciones, añade Pardo, descartan hipótesis antiguas que asociaban a los geoglifos con calendarios astronómicos.

Nasca en los libros

Un complemento al viaje por el tiempo que ofrece esta exposición es el catálogo que es más que eso al ser una publicación, según Pardo, «bastante completa al reunir estudios actualizados a cargo de los principales investigadores de la cultura Nasca» hecho por ella como comisaria y Peter Fux.

Si se trata de ir más allá, Markus Reindel propone la lectura de A sourcebook of Nasca ceramic iconography: Reading a culture through its art, de Donald Proulx; y su propio libro New Technologies for Archaeology: Multidisciplinary Investigations in Palpa and Nasca, Peru. Natural Science in Archaeology, del año 2009.

En caso de que se quiera traspasar el periodo Nasca y entrar en el periodo prehispánico narrado por los propios autores peruanos, el escritor Jorge Eduardo Benavides recuerda que una parte importante de la narrativa de su país dedicada a lo prehispánico se centra fundamentalmente en un momento de crisis: la llegada de los españoles y el fin del imperio incaico. A través de ese momento, añade Benavides, «es posible acceder, aunque sea de sesgo, al Perú antes de la conquista».

Tanto para él como para Santiago Roncagliolo hay un libro clave: El espía del Inca, de Rafael Dumett. Es, según Benavides, «una muy documentada recreación del mundo precolombino, sus mitos y costumbres, y la prolija trama que desarrolla con cientos de personajes. El libro salió primero en versión electrónica y recientemente en papel con Lluvia editores».

Otro título que destaca Benavides es Los dioses tutelares de los Wankas, de Carlos Villanes, «una magnífica saga de dioses sin origen que recrea y recopila cuentos míticos de los Andes peruanos luego contrastados por los cronistas. Aunque publicado en 1971, el libro tiene varias ediciones españolas con Miraguano».

Roncagliolo amplía la bibliografía con una próxima novedad de abril: La favorita del inca, de Raúl Tola. «Thrillers históricos que nos llevan a un mundo poco explorado en la narrativa con tramas llenas de suspenso y tensión», explica el autor de Abril rojo. En el plano histórico, agrega, «la mayor exploradora de esos tiempos fue María Rostorowski. Pachacútec y Los incas son obras que todo peruano estudia para saber de dónde viene.

Y una de las raíces de los peruanos está en Nasca cuyo nombre tiene un misterio ortográfico porque también se escribe con zeta. El por qué de esa duplicidad lo explica Markus Reindel: «El nombre originalmente viene del nombre indígena Nanasca. Como en el momento de la llegada de los europeos no había escritura en Sudamérica, no había convención sobre la ortografía. A los españoles les pareció correcto escribirlo con ‘z’. Pero en la transcripción de lenguas indígenas eso es poco común». Ocurre lo mismo con otro lugar mítico: Cusco. Los peruanos indigenistas lo prefieren con ‘s’ en vez de Cuzco. En el caso de Nasca, explica Reindel, «unos arqueólogos muy inteligentes propusieron Nazca para el término geográfico y Nasca para la designación de la cultura antigua…». Misterio resuelto.

  • Nasca. Buscando huellas en el desierto. Espacio Fundación Telefónica, en Madrid, del 22 de febrero al 19 de mayo. Calle Fuencarral, 3. Horarios: de 10.000 a 20.000.
  • Visitas comentadas: Martes 10:30 y 17:00 horas. Jueves 10:30, 12:00 y 17:00 horas. Sábado 10:30 horas.

Video de la exposición: 'Nasca. Buscando huellas en el desierto', en Espacio Fundación Telefónica. /WMagazín

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Winston Manrique Sabogal

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