El escritor colombiano William Ospina./ Fotografía de Daniel Mordzinski

William Ospina: «Lo que estamos viviendo hoy lo podríamos llamar el sueño de Nietzsche»

El escritor colombiano ha creado con 'Sanzetti' uno de los mejores poemarios de los últimos tiempos. Un autorretrato personal e intelectual combinado con pasajes biográficos del mundo donde los poemas están unidos por el mismo hilo del Tiempo como un solo instante

La muerte de sus padres y varias conmociones personales hicieron que los poemas volvieran a William Ospina más de una década después. En el temblor de emociones empezaron a visitarlo ideas, imágenes y sentimientos convertidos en hermosos versos hechos de historias personales y del mundo unidos por un mismo hilo: el Tiempo en un instante. El Tiempo que revive y juega libre en cada verso que crean un relato en quien lo lee o escucha:

“El pez de luz que habita los estanques dormidos…” (Revolución).

“Nunca la media luna fue más curva en el cielo” (Alepo).

“Ponle un traje de hierro a esos sueños ociosos” (Quijano).

“Esas sombras que caen no son frutos ni estrellas…” (Las Torres).

“En un tranvía en llamas cada hora está quieta…” (Gaitán).

“El amor muestra al cielo su reloj descompuesto” (Banquete).

Diferentes lugares del mundo fueron testigos e inspiración de la escritura de los poemas de Sanzetti (Navona). William Ospina (Tolima, Colombia, 1964) tejió esos hilos de Tiempo hechos de Historia, artes, sueños, pensamientos e incertidumbres. Poemas donde cada verso contiene un relato con vida propia que al encadenarse al siguiente verso crea, poco a poco, el mosaico completo de una obra impresionista.

Y si Sanzetti es un ámbar del Tiempo, de muchos tiempos, hoy es William Ospina, uno de los escritores contemporáneos en español más relevantes, quien cuenta los orígenes, las intenciones y los tejidos que componen Sanzetti. El gran manejo del lenguaje y las estructuras Ospina las ha plasmado también en novelas como la trilogía formada por Ursúa, El país de la canela (Premio Rómulo Gallegos) y La serpiente sin ojos; y en obras que reúnen los diferentes géneros literarios como El año del verano que nunca llegó (Literatura Random House).

En un atardecer de mayo en Bogotá, el poeta está sentado en un sillón de lana que huele a nuevo. Todo es nuevo. El hotel está recién inaugurado. El eco del murmullo del lobby de los invitados, participantes y visitantes de la Feria del Libro de Bogotá 2019 llega débil hasta la segunda planta donde el poeta, narrador y ensayista colombiano empieza a contar la manera en que empezó todo aliado con Kafka, como se aprecia en el siguiente vídeo:

William Ospina explica en vídeo el origen de su poemario 'Sanzetti' y lee el poema 'Kafka', en la FILBo 2019. /WMagazín

Es un atisbo a su autorretrato literario, intelectual y vital vestido de belleza, incluso, y, sobre todo, en los episodios de incertidumbre y tragedia alrededor del mundo. Versos en alejandrinos blancos de tres estrofas que ayudan a dar el aire mítico y de trascendencia del libro.

William Ospina llevaba varios años sin publicar poesía, hasta que en 2016 varias circunstancias lo devolvieron al camino de la inspiración poética. Antes, en 1992 publicó Hilo de arena que lo situó como uno de los grandes escritores colombianos contemporáneos. Un año después El país del viento y en 1995 ¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua? En 2003 o 2004 escribió un poemario sobre la India, Más allá de la aurora y del Ganjes que publicó solo hasta el año pasado en México porque estaba esperando que su amigo Pedro Ruiz hiciera unos cuadros inspirados en el poemario. Y en 2016 tras la muerte de sus padres y otras «conmociones personales» empezaron a visitarlo ideas y sentimientos que dieron cuerpo a los versos de Sanzetti. Uno tras otro…

Winston Manrique Sabogal. Tengo entendido que escribió los poemas en diferentes lugares y países; y que los escribió a mano y en un mismo cuaderno.

William Ospina. Sí… Los primeros poemas los empecé a escribir en Bogotá, pero muy pronto tuve un viaje y luego una invitación a San Juan de Puerto Rico al Festival de la Palabra donde escribí:

Y si al volver la vista no estuvieran las cruces.

Eso es un puro poema que salió de visitar el mar, el cementerio que hay frente al mar en San Juan y todo esto es un recorrido por San Juan.

Allí también escribí el poema Gaitán. Después vino un viaje a Valparaíso y así nacieron en Chile otros poemas relacionados con ese país, como Valparaíso, María… Nacieron mirando al mar de Chile, visitando la casa de Neruda. Donde quiera que estaba, estaba todo el tiempo con ese ritmo mental y así iban brotando…

Y ahora que he estado escribiendo una prolongación de Sanzetti, creo que va a ser como un Sanzetti dos.

W. Manrique Sabogal. ¿Cómo surgieron la estructura de alejandrinos blancos de tres estrofas y los temas?

W. Ospina. Todo brotaba así. Creo que de alguna manera el alejandrino se había vuelto mi unidad de pensamiento. Los poemas iban apareciendo y tenían dos maneras distintas de aparecer: a veces en un verso y ese imponía la lógica de todo el poema; o, a veces, aparecía un tema, pero muy a menudo el tema se iba armando a medida que se armaba el poema y, solo de vez en cuando, se iba presentando. Por ejemplo, Rimbaud:

Se terminó el amor de la madre africana,
El fruto incandescente devastó las praderas, (…)
El más bello, el más sabio, el vidente, el colérico,
Hay un león hambriento que espera en la colina,
Cumple hermoso y desnudo tu danza de puñales,
Te cobrarán con brasas cada gota de música…

Yo sabía que el tema era Rimbaud y todos los versos giraban sobre él, mientras que en otros casos los versos iban armando un poema y le ponía título al final.

W. Manrique Sabogal. De ahí que cada verso sea autónomo y contenga una historia en sí misma, un relato, aunque está encadenado al verso anterior y posterior.

W. Ospina. Y se van produciendo esas resonancias. Para mí era muy importante intentar que en cada verso ocurriera la poesía, que en cada verso ocurriera algo poético.

W. Manrique Sabogal. Con vida y movimiento como sucede en Tango:
“La oblicua luz que salta de los cuerpos contrarios,
Diabluras de una música que se arrastra en el viento…”.

W. Ospina. Quería que se mezclaran distintas cosas que, por ejemplo, para unos son el tango: por un lado, la atmósfera urbana de los tangos, los callejones, las arriadas, esa luz un poco dramática, esos barrios que alumbran los faroles y, por otro lado, me interesaba mucho la contraposición de la danza del tango. Tenía que ser la música la que tenía que ir armando el conjunto…

W. Manrique Sabogal. Las diferentes artes están presentes en Sanzetti, por ejemplo, ¿cómo surge el poema Meninas?:

“No ha despertado el perro ni han entrado los reyes,
Atrápalos ahora, cuando nada es perfecto,
Muestra lo que dijeron antes que entrara el mundo,
La vida siempre ocurre un poco antes que el arte”…

W. Ospina. Había escrito un ensayo sobre las Meninas de Velázquez donde hacía un análisis muy detallado, pero también un poco dramatizado. Fue como un cuento porque puse al rey Felipe a hablar del cuadro y a hablar mal del cuadro para denunciar todas las rebeliones que hay en este y la gran revolución estética y casi política que el cuadro entraña. El tema ya me había obsesionado en prosa. Cuando escribí el poema quise recordar en los primeros versos la atmósfera del libro y el tema del cuadro, pero a partir de cierto momento empecé a tejer fantasías. Por ejemplo, si lo que está haciendo Velázquez es no atrapar el momento perfecto de la composición del cuadro de corte, si no un momento antes cuando apenas están preparándose. Qué significa eso como elogio de la improvisación, como elogio del minuto anterior, por eso en algunos versos el poema dice: «la vida siempre ocurre antes que el arte«.

Todo está preparándose para el gran momento, pero a Velázquez no le interesaba el gran momento, sino, tal vez, el momento previo. Entonces hay una serie de derivaciones casi teológicas en el sentido de pensar a Dios como el arquetipo de ese poeta, y si cuando Dios inventó el día quería hacer otra cosa… Y si el espejo es un milagro inconcluso… Y si la fecha es la víspera… El arte en Velázquez en ese cuadro es un elogio de la víspera, de la tras escena, no del momento pleno, qué pasó en el taller de Dios cuando apenas estaba fraguando el mundo.

La presencia de Dante y el amor

W. Manrique Sabogal. Voy a mencionar algunos poemas para que, por favor, comente algo alrededor de este. Banquete… Allí está el tema del amor, Platón.

W. Ospina. Me interesaba mucho el mostrar esa otra versión del amor que algunos de los contertulios del Banquete de Platón plantean. No el amor en términos elogiosos, sino el amor en términos de complicación, de dificultad:

«El amor muestra al cielo su reloj descompuesto.
Su fin es el principio, su juguete es la pena».

El tiempo se trastoca cuando tú te enamoras, ya no puedes obedecer tan fácilmente ni al reloj ni a la secuencia. Como bien lo cuenta un poema que, seguramente, está muy presente en la gestación de este que es El amenazado, de Borges.

“Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz”.

Es esa otra idea del amor como zozobra y como algo que trae cierto desorden al mundo; cierto desorden alegre, por supuesto…

W. Manrique Sabogal. Otro poema: Dante que empieza: «Vengo de conocer los reinos que he inventado». Siento que Dante está en todos los poemas de Sanzetti.

W. Ospina. Sí, tiene que ser, porque Dante está muy presente en mi vida, no solo en mi literatura, sino en mi mirada sobre el mundo. La idea de que la Divina comedia es un poema de amor, sobre todo, y casi que un poema de amor frustrado, un poema de amor contrariado. Y esa otra idea que está en Dante y en El Aleph, de Borges, y en un poema de Hölderlin de que cuando uno ha perdido el amor en realidad solo lo puede reemplazar por el mundo, lo único que puede satisfacer ese amor que se ha perdido es entregarse al universo. Entonces Borges ha perdido a Beatriz Viterbo y ya solo El Aleph le podrá satisfacer ese vacío gigantesco que le ha dejado en el alma; solo el infinito podría medio compensar la pérdida de ese amor.

Y hay un momento en el Hiperión de Hölderlin donde dice, algo así  de que “eso que tú acabas de perder no es un ser humano sino un mundo… Es algo que estuvo aquí, no sabes cuándo lo perdiste, pero seguirá estando en ti”. Es esa preocupación tan romántica de que el amor, de alguna manera, es un sustituto de la totalidad.

Nietzsche, profeta del siglo XX

W. Manrique Sabogal. Otro tema con el que está tejido el libro es la pintura y la construcción de artistas creando belleza como El Bosco, Kiefer o Picasso cuando empieza diciendo, en este último: “Solo un niño se ríe con el cielo en pedazos”.

W. Ospina. Sí, claro. Para mí Picasso es fundamentalmente un niño. Es alguien que está jugando con las formas y que está jugando con todo y que no quiere dejar nada quieto. Inclusive acaba de comer pescado y este ya tiene que ser parte de una cerámica. Esa proximidad entre el arte y una mirada infantil sobre el mundo que, finalmente, era también lo que recomendaba Nietzsche, está muy presente en ese poema.

W. Manrique Sabogal. De la misma manera que Nietzsche lo está con un poema propio que empieza: «Las lunas de tus ojos que vieron el comienzo». Hábleme de Nietzsche para usted como escritor.

W. Ospina. Nietzsche ha estado presente en distintos libros. En ¿Con quién habla Virginia caminando hacia el agua? que es un libro sobre el siglo XX y como Nietzsche murió en 1900 quise inaugurar un libro sobre el siglo XX con un poema sobre Nietzsche que se llamaba Weimar 1900 y otro que se llama Nietzsche. Los dos poemas sobre Nietzsche comienzan en mi libro. El primero yo diría que es muy significativo es Nietzsche mirándose en el espejo, porque dicen que en los últimos días de su vida Nietzsche se miraba obsesivamente en el espejo. También se me ocurría la fantasía de que Nietzsche se miraba en el espejo, pero no podía verse porque aparecían imágenes del siglo XX que acababa de comenzar. Entonces, Nietzsche miraba y veía los esqueletos de los campos de concentración o veía aviones arrojando bombas a los campos; cosas que no existían todavía porque Nietzsche para mí es el gran profeta del siglo XX. Quería de esa manera dramatizar un poco lo que Nietzsche significa como símbolo.

Nietzsche se atrevió a escribir en alguna parte de La voluntad de poder una frase muy significativa: me propongo a escribir en este momento minuciosamente la historia de los próximos dos siglos. Él sabía lo que se le venía al mundo. Entonces lo que estamos viviendo hoy también lo podríamos llamar el sueño de Nietzsche porque él alcanzó a adivinar qué era lo que estaba pasando y qué era lo que iba a pasar. De esa idea están muy impregnados mis poemas sobre Nietzsche y a lo mejor también todos mis poemas.

W. Manrique Sabogal. Esto conecta con hechos históricos presentes en Sanzetti, algunos recientes reflejados en los poemas Las torres y Alepo. En todo el poemario, aunque se trate de hechos históricos los hace presente, el tiempo en un instante sin tiempo, o siempre presente.

W. Ospina. Todos los tiempos convergen en el instante. El pasado no es más que la memoria que hay hoy del pasado. Si hay alguna edad que nos interesa es porque está viva todavía en nosotros. Si hay edades de las que no hablamos es porque no las sentimos presentes. Y toda obra que hacemos es fatalmente contemporánea… Pero, claro, cada hecho del presente tiene reminiscencias de otros tiempos. Y ese poema Las torres es específicamente sobre el 11 de septiembre de 2001, pero también están hechos del pasado que volvían allí. Recordé cuando estaba escribiendo Las torres y pensé en esas polvaredas que perseguían a las multitudes por las calles cuando los edificios se estaban desplomando y las alarmas que habían en los alrededores de la isla de Manhattan. Asocié eso una vez más, porque todo está tutelado por ese poema inicial que hice sobre la muerte de Sacco y Vanzetti (que da título al poemario: Sanzetti) y por eso volvieron los versos: “¿Quién saltó por las rojas escaleras de incendio?”

Ese verso ya estaba en el poema primero como este otro:
“De los barcos lejanos se escuchaban los gritos”.

Porque aunque parecen poemas distintos este libro es un gran poema sobre la época fragmentado en momentos y en visiones particulares, por eso hay ecos de unos poemas en otros…

Mosaico de diferentes épocas

W. Manrique Sabogal. Es un diálogo entre diferentes épocas. Es una sucesión de relatos. Es un cuadro impresionista y, como en esas obras, hay que alejarse para apreciarlo en su magnitud, leerlo por partes y completo. El hallazgo de la estructura de Sanzetti es que es un juego continuo donde cada verso, a su vez relato, es autónomo pero que unido al siguiente crea un poema, un relato entero, y este poema a su vez en el conjunto del libro es parte de un gran mosaico.

W. Ospina. Yo siento mucho eso. Siento que en conjunto todos los poemas forman una especie de mosaico enorme, que es un fresco, pero no es un fresco solamente visual sino un fresco mental de la época. Un collage de la época.

W. Manrique Sabogal. Y no deja de ser inquietante porque con la belleza de las palabras y del lenguaje y recursos que utiliza nos recuerda lo que ha pasado y lo que está pasando, es una advertencia de lo que puede venir, que esto no ha terminado.

W. Ospina. Claro. Sobre el libro gravitan algunas amenazas. “Están haciendo alas para los escorpiones”, se dice en algún momento; y yo estoy hablando de la ingeniería genética. Hablo de que así como, a veces, hacen cosas provechosas a veces la ociosidad de los científicos fabrica mucha… gabinetes teratológicos…

…Y así transcurre la Historia y el Tiempo en Sanzetti donde William Ospina despliega una gran imaginación, sensibilidad y conocimiento con un uso del lenguaje maravilloso que crea imágenes, ideas y reflexiones que despiertan sentimientos para jugar como niños en la mente de quien lee o escucha versos como estos:

«Silencio de campanas a punto de romperse» (Comala).

«Todo el mar de la noche dormido como un gato» (Neruda).

«Quién sabe ya en qué mundo te has sentado a esperarte» (Dios).

«La infancia con sus lluvias que no se fueron nunca» (El Secreto).

«Sólo tres casas antes de la melancolía» (Soledad).

«Un silbido en las cañas es el presentimiento» (Música).

«Todos esos ejércitos vertieron nuestra sangre
Como si aquí viniéramos solo a odiar lo que somos
Y ahora son idénticos todos sus cráneos blancos
Y el musgo los disfraza y la Luna se ríe…» (Pax).

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Winston Manrique Sabogal

2 comentarios

  1. Un saludo de agradecimiento para el Maestro William Ospina por su obra, la cual estoy conociendo en estos meses de aislamiento.
    Tenía la inquietud de leerlo por ser usted una persona crítica, y busqué la forma de acercarme a los libros aunque fuera en PDFs por internet, y así pude empezar por «Guayacanal». Estoy terminando el sexto libro, y continuaré porque ya hay servicio en las bibliotecas públicas de Bogotá. Cuando recorro sus páginas me siento en clase ante un maestro, como creador, investigador, historiador, que nos transmite sus afectos (por ejemplo, en el caso de Juan de Castellanos), y nos ubica como colombianos. Tengo un hermano que me envía vídeos suyos desde junio, de la columna para El Espectador, y en una: «No nos quitarán el mundo», me calaron las palabras sobre los que cambiarán el mundo y termina: «…no serán mansos». Y entonces me doy cuenta de mi cobardía y miedos.
    Nuevamente GRACIAS y felicitaciones por su trabajo.
    Que le vaya muy bien siempre.

  2. Hola, Any, gracias por ese mensaje a William Ospina, uno de nuestros mejores escritores contemporáneos en español. Y gracias por leer WMagazín. Un saludo!

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