La escritora argentina Ana Navajas, autora de ‘Estás muy callada hoy’ (Seix Barral). / Imagen de la video entrevista – WMagazín

Ana Navajas: “Ser lo más honesto posible es la mejor forma de desmitificar la maternidad”

La escritora argentina debuta con 'Estás muy callada hoy', un diario que va más allá de la autoficción al retratar los cambios que vive hoy el individuo, la familia y la sociedad, al tiempo que plantea cuestiones esenciales donde drama y humor se dan la mano

«Soy una lectora de ficción desde que muy chica, desde los cuentos que leía de los hermanos Grimm, de Andersen… Después pasé a todo tipo de ficciones, aventuras. Pensé que nunca iba a poder escribir porque no era capaz de imaginarme ese tipo de cosas. Descarté la escritura más que como una actividad marginal de mi vida, una actividad marginal e inevitable, algo que no podía parar de hacer, y nunca me lo tomé en serio. Hasta que aparecieron unos interlocutores, y me dijeron: está bueno lo que haces, tal vez eso si le interese a alguien. Ahí empecé a tomármelo en serio«.

Son las cuatro etapas de Ana Navajas (Buenos Aires, 1974) hasta su debut literario en 2019 con Estás muy callada hoy, en Rosa Iceberg en Argentina, y que este 2022 edita Seix Barral en España. Es un artefacto hecho de fragmentos que no obedecen a un orden cronológico, sino de temas o ideas o sensaciones que arman un relato rompecabezas de su vida a partir de descripciones y situaciones que capturan la metamorfosis que vive el individuo, sobre todo la mujer, la familia y la sociedad. Una narración de la cual surgen todo el tiempo preguntas como:

¿Qué pasa cuando muere una madre? ¿Dónde queda una persona que se ocupa más de los demás que de sí misma? ¿Cómo es una familia que parece tener una incapacidad genética para la felicidad? ¿Y la maternidad, hay que sentir culpa por querer estar sola y sin los hijos en muchos momentos? ¿Querer y poder estar solo es una gran conquista? ¿En qué se puede convertir una niña a quien en su casa no la escuchan y la mandan a callar? Esta última pregunta tiene una respuesta: en escritora. En Ana Navajas que decidió contar buena parte de su vida en este diario a modo de autoficción.

Todo empieza con el entierro de su madre en un cementerio conocido como Villa Cariño, por la visita frecuente de los enamorados. En medio de ese dolor, Ana Navajas empezó a renacer en silencio. Drama y humor a partes iguales unidas en la reflexión y la frescura literaria más allá del mero registro de hechos para enriquecer la literatura del yo tan en entredicho en la última década ante la sobreoferta de obras.

Hija, hermana, esposa, madre, amiga, comunicadora, profesora de literatura creativa y más cosas que la vida le impuso o que ella decidió se plasman en este libro que, a partir de la cotidianidad recordada, crea una cartografía de comportamientos enraizados a lo bien unos y trasnochados otros, de ideas que buscan liberarse de los prejuicios y de un mundo sensorial y emocional que recoloca todo, o casi todo, en su vida y en la de muchas mujeres.

Desde su despacho en Buenos Aires, Ana Navajas habla en esta video entrevista:

Winston Manrique Sabogal. ¿Qué opina del Premio Nobel de Literatura 2022 a Annie Ernaux?

Ana Navajas. Leí Esa mujer y Pura pasión. Me encanta la crudeza con la que escribe… El Premio Nobel es algo que no me interesa, y no estoy pendiente nunca, pero en este caso me parece muy interesante que haya puesto en valor la escritura de la intimidad, que es a lo que me dedico, una literatura que está bastante menospreciada y denostada, en general. No estoy de acuerdo con esa postura. El material sobre el cual uno escribe es indiferente, lo importante es cómo una lo escribe; da igual si es de su propia experiencia o de mundos inventados o si hace una escritura erudita, o una escritura más bien simple conectada con lo esencial. Lo importante es el resultado, y el resultado en Ernaux es apabullante, puso sobre la mesa que eso también es literatura.

W. Manrique Sabogal. Los debates alrededor de la literatura de yo o la autoficción surgen en los últimos 10 o 15 años por el aumento de estos libros y la pregunta de si, acaso, no hay un abuso del género y es una muestra de la crisis de la imaginación.

Ana Navajas. Hay un abuso de todos los géneros: hay un abuso del policial, hay un abuso de la novela romántica, hay un abuso de la novela épica, hay un abuso de la novela de aventuras… Lo que pasó en los últimos años es que los escritores se sintieron habilitados en poner en escena lo más crudo de la experiencia, tal vez con demasiados artificios, y esto lo pongo entre comillas porque, por supuesto, que hay demasiados artificios cuando uno escribe, básicamente de eso se trata, del artificio. Eso fue lo que pasó. Y parece una salida muy fácil, como si fuera eso mucho más fácil que inventarse algo, y no lo es.

Ana Navajas en un momento de la video entrevista con WMagazín en octubre de 2022.

W. Manrique Sabogal. ¿Qué es la felicidad para usted?

Ana Navajas. ¡Qué difícil! (ríe)

W. Manrique Sabogal. Lo digo porque en Estás muy callada hoy hace referencias de todo tipo a la felicidad. Incluso hay una frase en la que dice que “parece que hay un desorden genético” en su familia respecto a la búsqueda de la felicidad.

Ana Navajas. Sí, eso es cierto. En mi familia el feliz era como el estúpido, el que no se daba cuenta de nada, y, por eso, es feliz. Para mí la felicidad es todo lo contrario, es la capacidad de asombro, la curiosidad… La capacidad de asombro ante lo que nos rodea, es lo que nos da esas pequeñas dosis, esos destellos de felicidad que después desaparecen, pero que permanecen en uno… es una manera de mirar el mundo.

W. Manrique Sabogal. El primer párrafo del libro condensa varios de los temas principales, dolor, muerte y duelo en un cementerio al que llaman Villa Cariño que invita a la desdramatización, y al humor. ¿La vida es más drama o más humor?

Ana Navajas. Es las dos cosas. A mí no me interesa la solemnidad en la escritura, así como no me interesa la solemnidad en la vida. Es importante entender que la vida es la mezcla de drama y humor. A la vida hay que tratar de sacarle un poco todas esas capas de solemnidad que la hacen más difícil, no tiene ningún sentido; es muy difícil en sí misma como para encima impostar, disimular seriedad, o llegar hasta las últimas fuerzas que tiene uno para cumplir con algún deseo que, en el fondo, no tiene ningún sentido si los vivos somos nosotros.

W. Manrique Sabogal. Hablaba de la capacidad de asombro y curiosidad, precisamente, algunos estudios están llamando la atención de que eso empieza a perderse en las nuevas generaciones.

Ana Navajas. La curiosidad es muy importante, y la capacidad de no dar por sentado nada. Ahí es donde viene la capacidad de asombro de las cosas insignificantes que son las que nos rodean. No nos suelen pasar grandes cosas, creo que lo más grande que nos puede pasar es la muerte. Pero todas las pequeñas cosas que nos van sucediendo nos hacen disfrutar la vida, que es, en definitiva, la felicidad. Cuando hablo de insignificancias pueden ser cosas hermosas y también pueden ser cosas atroces. Por eso me gustan mucho el mundo de los niños. El mundo infantil verdadero, no el mundo infantil edulcorado, el mundo infantil donde está esa crueldad como un estado puro y salvaje en donde dicen lo que se les pasa por la cabeza sin demasiado filtro.

W. Manrique Sabogal. Ahí entra el tema de la maternidad abordado en el libro, y de que algunas personas se entregan más que otras y se olvidan de sí mismas. Habla de un reencuentro que ha tenido con su soledad y con usted misma.

Ana Navajas. Yo fui madre muy joven, a los 24 años, de una manera muy inesperada. Mi contacto con la maternidad fue instinto puro, un instinto salvaje, con poca reflexión que se impuso como lo más importante de mi vida; pero sin los relatos de la buena madre o de la buena maternidad, o de toda esa literatura de autoayuda de qué hay que hacer, qué no hay que hacer. Yo no había leído absolutamente nada de eso. No estaba preparada para ser madre, no estaba en mis planes, me agarró por sorpresa y esa sorpresa permitió que pudiera actuar con mucha naturalidad. Hago todo esto porque tengo ganas y no lo puedo evitar y de repente me harto y no lo quiero hacer más, y quiero hacer otra cosa y me molestan los niños y quiero que se vayan y lo tomo así. Siento que estoy habilitada a hacerlo, porque el amor que tengo hacia mis hijos es tan infinito y tan incondicional que, tranquilamente, y, sin ningún remordimiento, puedo decirles: ¡váyanse! ¡cállense!

W. Manrique Sabogal. Me recuerda la novela Tenemos que hablar de Kevin, de Lionel Shriver. La realidad de la maternidad es uno de los temas tratados en la literatura más reciente. ¿Cómo ve la desmitificación de la maternidad en la literatura?

Ana Navajas. Puedo hablar de mí, no sé si pueda hablar de la literatura en general, pero puedo decir que no hay necesidad de elegir. Evidentemente, hay algunas identidades que se imponen con más fuerza, y la maternidad, en general, a las personas que somos madres se impone con muchísima fuerza, es como lo primordial. Eso no quiere decir que no pueda hacer otras cosas también y dejar de lado la maternidad y habilitarte a no soportar a tus hijos en algunas ocasiones o en no acompañarlos como el manual indica que deberías acompañarlos en algunas situaciones. Tratar de ser lo más honesto posible me parece que es la mejor forma de desmitificar la maternidad.

La identidad de madre es muy poderosa, pero somos ante todo personas que, además, queremos hacer otras cosas. No digo que sea fácil, pero sí intentar hacerlo sin remordimiento. A mí no me da remordimiento cuando le digo a mis hijos que no, al contrario, me parece que les estoy dando una mano. Por más incondicionales que seamos las madres todos estamos solos en el mundo, es una certeza que tengo desde muy, muy, muy pequeña, y me parece que es importante que lo sepan los hijos: yo estoy, pero no voy a estar todo el tiempo para todas las cosas.

W. Manrique Sabogal. Eso alberga preguntas esenciales de la filosofía como quién soy, qué hago aquí, pero a la hora de la verdad hay una especie de oquedad de la vida en cuyo interior está la soledad y está el silencio del individuo con él mismo.

Ana Navajas. La soledad es algo muy doloroso y, a la vez, aceptarla alivia, es liberador. Reconocer que cuando estoy sola tengo muchas cosas que hacer; en mi caso es leer, es escribir, es salir a mirar el mundo… Necesito estar sola para poder hacer todo eso y, como todo, tiene su parte dolorosa y su parte bella.

W. Manrique Sabogal. ¿Y la muerte? En su libro la muerte de su madre desencadena nuevas vivencias en quienes se quedan, empezando por usted.

Ana Navajas. La muerte es lo que más pone en blanco sobre negro la soledad de la que estábamos hablando. Es imposible escapar de esa situación de páramo, sobre todo la muerte de una madre. Estamos solos, definitivamente solos. Entonces, si bien empecé a escribir el libro por el principio, yo soy una escritora muy desordenada y muy desprolija y escribo por fragmentos, no estaba consiente de estar escribiendo algo que fuera a tener una forma y menos que fuera a ser publicado y muchísimo menos, algo que fuera a ser publicado fuera de mi país. Lo escribí en un estado de impunidad, y creo que eso está bueno, ojalá que nunca pierda la impunidad porque me parece que cuando uno empieza a reprimir o a pensar en los que lo van a leer, pierde la gracia…

W. Manrique Sabogal. Además del duelo y la soledad, está el reencuentro con la identidad, creo que es la espina dorsal del libro. A partir de ahí, un abanico de temas que convergen en ese reencuentro con el verdadero yo de Ana Navajas.

Ana Navajas. Sí, la identidad es desde ya uno de los temas troncales y tiene mucho que ver con el hecho de que nací en una ciudad del interior de Argentina, en el campo, y después mi familia me mudó a Buenos Aires donde hice la secundaria. Soy un poco de cada lugar, en eso hay una distancia que a mí me permite escribir acerca de mí como mirando a un personaje, a alguien que no soy yo y me parece que eso es bastante imprescindible para escribir.

W. Manrique Sabogal. ¿Qué sigue a este libro o qué siguió porque lo publicó en Argentina en 2019?

Ana Navajas. Soy muy lenta para escribir. Trato de no sentir la presión de hacerlo. Estuve escribiendo todo el año en una revista digital, una columna que se llama Diario del domingo que casualmente es un diario donde trabajo fragmentos. Todavía no tiene ninguna forma, tal vez lo use en un futuro para algo.

W. Manrique Sabogal. ¿Ficción como tal no se ha planteado?

Ana Navajas. Yo soy lectora de ficción desde muy chica. Pensé que nunca iba a poder escribir porque no era capaz de imaginarme ese tipo de cosas. Me costó mucho tiempo y muchos años tomarme en serio la escritura. No me siento capacitada para escribir ficción. Para empezar, la vida me parece mucho más interesante. Hay una cuestión de incapacidad y una cuestión de interés, me parece mil veces más interesante lo que voy escuchando por la calle o una conversación que escuché en un bar o en un colectivo que un diálogo que yo me pueda imaginar.

Esa propia constatación del mundo real libera a Ana Navajas tanto hacia el mundo exterior como hacia el interior; un viaje al reencuentro consigo misma y lo que realmente desea, como cuando escribe:

«Pienso que la próxima vez que mi marido se vaya de vacaciones con los chicos le voy a decir que se lleve también a Chica. Estar sola con Chica es seguir estando atada a la domesticidad. Sigo teniendo que cumplir horarios, rutinas. Sigo teniendo alguien que depende de mí. Y eso es exactamente lo que quiero que cambie. Quiero enfrentar la soledad, quiero que esa soledad que hace tiempo siento como un hueco ardiente a veces, y otras como un espacio en blanco, se manifieste en la realidad con crudeza, sin artificios, sin excusas».

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