
El escritor y periodista español Antonio Iturbe autor de la novela ‘Música en la oscuridad’ (Seix Barral). /Foto cortesía Seix Barral
Antonio Iturbe: “El arte es una herramienta poderosa que podemos usar para el bien, pero también para el mal”
El escritor y periodista español publica su sexta novela: 'Música en la oscuridad'. Recrea la vida de un sastre y clarinetista que llega a hacerse cargo de una banda municipal, justo antes de los grandes cambios que vivirá su país: la República y la Guerra Civil
Antonio Iturbe acaba de llegar de uno de los lugares del mundo donde la cultura y la literatura son refugio y salvación para sus habitantes: Ucrania, en plena guerra por el ataque de Rusia desde febrero de 2022. Fue invitado a hablar de su novela La bibliotecaria de Auschwitz que, desde su publicación en 2012, no para de darle buenas noticias en una treintena de idiomas. Y recordarnos que el ser humano es capaz de crear belleza y destrucción y, en medio de ese caos, los sobrevivientes se aferran a lo bello.
En 2025, Antonio Iturbe (Zaragoza, 1967) cumplirá veinte años de su debut en la literatura con la novela Rectos torcidos (2005), a las que siguieron libros infantiles y algún ensayo. Mientras tanto su vida la sostenía el periodismo en publicaciones como Qué leer y sigue hoy en Librújula, que fundó hace ya unos años, al tiempo que colabora en medios de comunicación como Cultura/s, de La Vanguardia.
Desde entonces, seis novelas, incluida A cielo abierto (Premio Biblioteca Breve 2017), y la más reciente Música en la oscuridad (Seix Barral). Se trata de una historia basada en la vida de Mariano, un sastre y clarinetista que, en 1930, justo antes del comienzo de los cambios que vivirá España con la República y luego la Guerra Civil (1936-1939), llega con su mujer a Zaragoza para dirigir la banda municipal del barrio rural Las Casetas. A partir de ahí una especie de duelo entre el arte y la incultura, la razón y la superchería, la educación y la ignorancia, los derechos de la mujer y la desigualdad. La obra de un escritor y periodista cuyas novelas suelen estar protagonizadas por personajes vinculados con las artes que en su pasión e interés son como una gota que cae en un estanque generando ondas que modifican el curso de todo.
Desde su casa en Barcelona, Iturbe, a través de una vídeo entrevista, empieza por compartir su experiencia en Ucrania:

Antonio Iturbe. La primera sensación es de tristeza porque dejas allí una ciudad bonita y un montón de gente amable, angustiada por la guerra. Todo el mundo tiene un hermano, un hijo en el frente. Durante el día todo es muy normal, las cafeterías están abiertas, los comercios abiertos, hay mucho tráfico, pero, de repente, salta una alarma aérea, saltó las tres noches y tuve que ir a un refugio. Es una realidad extraña. Por un lado, aparentemente normal, el frente está a 400 km o 500, pero, claro, la angustia de la guerra está por debajo.
Winston Manrique Sabogal. Esta es su sexta novela y veo que, en casi todas, las expresiones artísticas, salvo en la anterior, es un eje de la historia de los personajes, desde la primera donde el protagonista escribe, luego hay un publicista, sigue una bibliotecaria, después un escritor, como Antoine de Saint-Exupéry, y ahora un director de orquesta de pueblo.
Antonio Iturbe. Pues no lo había pensado… A ver, uno escribe de lo que siente dentro, y de lo que se ha alimentado. Yo lo que he vivido viene de los libros, de la imaginación, de lo que me ha hecho sentir; mi fascinación viene a través de ahí, y de la música también, que es el arte más abstracto de todos, más puro de todos.
W. Manrique Sabogal. En esa misma línea, desde ese escenario de expresiones artísticas hay una mirada social, y no me refiero al arte como salvador, pero sí de los protagonistas con una gran curiosidad por cosas y que los llevan a tratar de mejorar el entorno.
Antonio Iturbe. Estoy de acuerdo. No son esas grandes declaraciones sobre el arte, sino esas pequeñas cosas que le suceden a la gente. Cuando, de repente, lee un libro y el libro le lee a él, o una música que nos perdura para siempre, que nos sitúa. Yo crecí en un barrio muy humilde de pescadores y trabajadores del puerto de Barcelona. En mi casa apenas había libros, mi padre era camarero, apenas había ido a la escuela, y en mi barrio no había biblioteca, hasta que abrieron una. Para mí fue un descubrimiento muy grande, me cambió tanto la vida. Recuerdo mucha alegría, además un sitio tan bonito con la colección de Tintín y los libros Astérix, tan bonitos, tan brillantes, a mí eso me cambió la vida. Entonces, de alguna manera, sí, las grandes declaraciones sobre el arte, sobre la cultura, que les gustan mucho a los políticos, están bien, pero lo importante es lo que le sucede a cada persona con su propia experiencia. Y en mi caso ha sido transformadora.
W. Manrique Sabogal. Creo que esa capacidad de asombro cuando descubre la biblioteca y la lectura y esa alegría, que es la palabra que ha utilizado, es lo que sus personajes tienen, ese espíritu suyo, desde lo pequeño, sin que ellos lo estén pensando, van a cambiar cosas en el discurrir diario de la vida que los rodea.
Antonio Iturbe. Termino trazando un tipo de personajes esperanzados. No quiero no perder la esperanza y, precisamente, cuando ves las noticias tan desastrosas te das cuenta del mundo tan pésimo que hemos armado entre todos de guerras, de corrupción, de dinero y, de repente, escuchas una sinfonía, una canción, lees un poema, ves un cuadro y sientes esperanza hacia la humanidad, y dices: Bueno, somos capaces de lo peor, pero también tenemos esa pulsión hacia la belleza.
W. Manrique Sabogal. Precisamente en la novela está la imagen de la mariposa y el narrador expresa una idea de belleza cuando dice algo así como ojo, cuidado porque dentro de la belleza está el gusano. Y Mariano, el protagonista, enseña la belleza de la música, pero también cuando gana el franquismo la música y esos instrumentos se usan para las fanfarrias militares y aplastar a los otros.
Antonio Iturbe. Claro, es que ese es un tema muy interesante. Yo lo he escuchado en eventos con relación a los libros, gente que sube al escenario y dice: los libros son mágicos, los libros transforman las personas, los libros convierten a las personas en seres bondadosos. Y yo me echo las manos a la cabeza, porque eso no es así. Es una declaración bien intencionada, pero es completamente naif y cursi. Hitler era un gran lector, Stalin era un gran lector, al tipo que mató a John Lennon la policía lo encontró sentado en el bordillo leyendo El guardián entre el centeno, y decía que el libro le había mandado matar al pobre John Lennon… El arte no cambia a la gente por arte de birlibirloque. Y, efectivamente, hay música para la belleza, para la introspección y hay marchas militares, hay himnos, también.
El arte es ventana, pero también es espejo. Nos muestra historias, o estas situaciones, pero también nos muestra quiénes somos nosotros. Porque estamos también en esa lectura y en esa interpretación de las cosas. El arte es una herramienta poderosa que podemos usar para el bien, pero también para el mal.
W. Manrique Sabogal. ¿Cuál cree que fue, de niño, ese momento en el que la magia de la música entró en su vida?
Antonio Iturbe. Una de las cosas maravillosas de la música es que es un misterio. Leyendo a Oliver Sacks, en Musicofilia, habla de que después de cuarenta años de tratamiento a pacientes con problemas neurológicos los únicos tratamientos que le han dado resultado con personas con Parkinson profundo y con Alzheimer profundo han sido tratamientos con animales y la música. Te cuenta casos asombrosos de gente postrada en estado vegetativo que no reaccionan a nada y les ponen la música y se levantan. El mismo Oliver Sacks explica que no hay un centro cerebral para la música, que hay una docena de redes neuronales que intervienen. Igual que en esas operaciones a cerebro abierto cuando a alguien le pulsan en cierto lugar del lóbulo y es la parte del habla o la parte de los idiomas, pero la de la música es mucho más difusa. Por eso tiene ese misterio. Y parte de mi libro es cómo demonios algo que no es más que un soplo en un instrumento metálico o una vibración en una cuerda, un golpe de aire, cambian el estado de ánimo de las personas. Como surge ese poder me maravilla porque nadie lo sabe explicar con exactitud.
W. Manrique Sabogal. Siguiendo la historia de Mariano, en paralelo está la reivindicación de la educación y en vísperas de la Guerra Civil se recuerda que Goya dijo que España es un país de sordos. Es inevitable pensar en este presente no solo de este país, sino del mundo, ¿somos sordos todos?
Antonio Iturbe. Por desgracia, nos cuesta mucho conectar con los demás. Esas entidades biológicas, esas máquinas de supervivencia que somos los seres humanos que, en cierto momento nos damos cuenta de que somos unos animales débiles y que solamente podemos sobrevivir en tribu, en comunidad, pero nos cuesta, nos cuesta, nos cuesta, establecer esa conexión. No sé en otros países, pero es que en España está la bronca continua, esa incapacidad para el diálogo, tampoo somos capaces de hablar en voz baja.
W. Manrique Sabogal. Otra línea temática es la razón versus la superchería. Un enfrentamiento que continúa.
Antonio Iturbe. Es un tema muy vidrioso, muy interesante. Está en la raya de lo racional y lo irracional. Tú hablabas de la persecución, porque al final también es gente que está fuera del sistema, sus valores son otros, incluso su jerarquía es otra. Pero para la iglesia, la medicina oficial, incluso al Estado, es gente que va por libre. Creo que hay un conocimiento ancestral muy interesante en todo eso y que hemos perdido. Estamos tan empachados de materialismo y de racionalismo que, a veces, nos olvidamos de que la realidad tiene muchas grietas.

W. Manrique Sabogal. La situación de la mujer en el mundo de la pareja, familiar y social es interesante en la novela. Se ha ganado mucho, pero no hay que bajar la guardia.
Antonio Iturbe. Es que esto fue antes de ayer, son nuestras abuelas, es decir, hablamos de que en el año 31 las mujeres no votaban, no han pasado ni cien años. A toda esta normalización de derechos de la mujer está bien, pero aún le falta. No hay que bajar la guardia, venimos de unas dinámicas de muchos siglos de sometimiento de las mujeres y todavía va a tener que pasar tiempo.
W. Manrique Sabogal. Hubo un tiempo en que publicó más libros infantiles, ¿sigue ahí?
Antonio Iturbe. Me entusiasmaba mucho. Quizá es fruto de una época de mi vida, cuando mi hijo mayor tenía como unos ocho años y yo leía por las noches. Había una moda muy fuerte de los libros con valores, que estaban bien, pero el libro del divorcio de los padres, el niño autista, el niño inmigrante que llega al colegio, la abuelita que se muere, el duelo, vale, entiendo que eso hay que contarlo a los niños, pero claro, cuando llegaban las ocho de la noche, el niño todo el día en el colegio, su piscina, su extraescolar, y llega cansado, no le vas a meter ahí con cuchara y vengan valores. Entonces pensé en buenos libros de evasión, de aventuras, y empecé a inventar mi historia. Cuando iba al trabajo apuntaba cosas, y por la noche le contaba mis aventuras. La mayoría fueron un fracaso. Pero acerté con un inspector de policía muy gordo, muy tragón, que le gustaba la tortilla de patatas y un ayudante chino que sabía artes marciales, y esto le hizo gracia. Entonces fui inventándome más historias. Un día lo comenté en la editorial Edebé. Surgió de una forma muy natural. Ahora que ya mi hijo mayor tiene 25 años y mi hijo pequeño 20, ya como que no estoy con esa música en mi cabeza.
W. Manrique Sabogal. ¿Qué documento, libro o lugar que investigó para esta novela fue un hallazgo para usted?
Antonio Iturbe. Un documento que me impactó mucho fue que la bibliotecaria de Casetas me sugirió ir al Archivo Municipal de Zaragoza, donde encontré una carta manuscrita de Mariano Lozano. Era una carta en la que él se dirigía al director de la banda de música de Zaragoza y donde le pedía instrumentos. Esa letra suya, una letra caligráfica bonita de esa época en que la gente escribía cartas a mano, fue como si yo tocara el mismo papel que él estuvo tocando, como si yo estuviera rozando las letras que él había ido trazando, como si yo estuviera en el sitio de ese hombre, de ese Mariano Lozano, ese clarinetista, ese soñador que quería cambiar el mundo con un clarinete. Tener el documento físico me emocionó mucho. Tocar físicamente ese papel me impresionó. Tener la certeza de que él había estado allí, de que él no era un dato en internet, de que era una persona viva me impactó mucho.
- Música en la oscuridad. Antonio Iturbe (Seix Barral).
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