Bernardine Evaristo: «Me gusta experimentar cuando escribo, es lo que llamo ficción de fusión»
Se publica en español la biografía de la escritora inglesa, primera mujer negra en ganar el booker: 'Manifiesto: sobre cómo resistir'. Cuenta cómo su vida íntima, pública, literaria y de activista por las minorías son una sola. En esta entrevista habla de literatura, de los problemas de raza, del feminismo, de la falta de debate alrededor de las personas trans
Sin su nombre irrumpió en el éxito. Diluida como una más. Bernardine Evaristo, con 60 años, entró en el imaginario popular de la literatura prestigiosa al ser mencionada, simplemente, con el genérico de “otra escritora”. Así fue como el presentador de la BBC, la gran cadena de televisión británica, anunció en directo que el Premio Booker 2019 lo habían ganado “Margaret Atwood y otra escritora” por su novela Niña, mujer. otras (AdN). Pero fue el regalo poético que le dio el destino para confirmarle a todos que ella tenía razón, pues este “descubrimiento” literario de la primera mujer negra en obtener este galardón literario más importante de Reino Unido escenificó justo todo contra lo que Bernardine Evaristo llevaba luchando: la invisibilización estructural de las minorías raciales y sexuales y su difusión desde la cultura, y la escritura más experimental y mestiza. Y para contar su travesía escribió, después del premio, Manifiesto: sobre cómo no rendirse (AdN).
Casi nadie sabía de ella en los circuitos informativos y culturales más mediáticos cuando obtuvo el Booker. A pesar de que llevaba 25 años publicando libros y cuarenta en el mundo del teatro, la gestión cultural y el apoyo a las minorías desde las expresiones artísticas. Su premiada novela Niña, mujer, otras no solo le dio el éxito “de la noche a la mañana” y la puso en primera línea del público, sino, también, a todo el universo que ella trataba: mujeres negras en su amplio ecosistema personal, familiar, laboral y sexual. Ha publicado ocho libros de ficción en los que explora formas en narrativa y verso buscando el mestizaje literario con los que escribe sus temas que van desde la raza hasta la exploración sexual.
Tres años largos después de aquella puesta de largo bochornosa, aquella mujer alta de cuerpo atlético, larga cabellera ensortijada, ojos vivaces y voz rotunda es una de las escritoras más relevantes de Reino Unido. Tiene una trayectoria larga de activismo no solo de mujeres negras y minorías, sino inclusión de escritores y artistas negros. Una labor que empezó en 1980 con varios proyectos: creó la primera compañía de teatro de mujeres negras de Reino Unido: Theater of Black Women; un trabajo de desarrollo con poetas en The Complete Works; y la agencia de desarrollo de escritores de Londres, Spread the Word.
Origen de la escritora y de la activista
Hija de madre irlandesa y padre nigeriano, Bernardine Evaristo es la cuarta de ocho hermanos muy seguidos, pues su madre los tuvo en un lapso de diez años. Todo ese barullo de ascendencia, vida familiar, barrio, educación, escuela y demás circunstancias externas y plurales imbricadas en un mundo ajeno es lo que la han traído hasta el lugar que ocupa: escritora, dramaturga, feminista, activista y defensora de los derechos de las minorías en sus múltiples ámbitos.
Facetas personales y episodios de su vida que recordó a finales de enero de 2023 en el Hay Festival de Cartagena de Indias. Sentada en un sofá rodeada del rumor de la gente que va y viene por uno de los pasillos del Centro de Convenciones de la ciudad colombiana, Bernardine Evaristo contó por qué dos años después del Booker escribió su biografía:
“La escribí porque cuando gané el Booker dejé de ser una persona privada y entendí que tenía una audiencia más grande. Quise que la gente entendiera quién soy y cómo pienso desde la escritura de un libro. La siguiente novela que uno escribe tras un premio de estos va a ser comparada con la primera y quería que la gente supiera sobre mí y por qué escribo, y por qué mi historia influye en mi trabajo. Bien sea para darme un espacio y para respirar un poco, incluso si es un camino largo y difícil quiero que la gente sepa que se puede lograr”.
Ella tardó 25 años en alcanzar el sueño de ganar el Booker. Tenía 35 cuando en 1994 publicó su primera novela, Island of Abraham, y por esos años pensó en que ese iba a ser uno de sus horizontes a alcanzar. Una ambición que la ha alentado junto con su editor Simon Prosser, desde 1999, a quien dedicó su biografía donde plasma su naturaleza y concepción de la vida y la literatura:
“Para Simon Prosser, mi editor desde 1999, quien nunca ha aceptado nada que no sea la mejor versión de mí misma, quien no me abandonó ni cuando publicarme era tirar el dinero, quien nunca me ha pedido que suavizara el tono o fuera más convencional en mi escritura y siempre ha proporcionado un hogar a mis arriesgados libros. Si gané el Booker fue en parte gracias a él. A sus pies”.
Manifiesto es la travesía íntima, pública y creativa fundida en una sola vida. “Desde una infancia ensombrecida por el racismo de vecinos, curas e incluso algunos de sus familiares blancos, hasta el descubrimiento del arte a través del grupo de teatro juvenil de su barrio; desde la época en que guardaba sus pertenencias en bolsas de basura, en continua mudanza de un hogar temporal a otro, hasta la exploración de muchas de sus relaciones románticas, tóxicas y amorosas, con hombres y mujeres, y, al final, el encuentro con su alma gemela”, resume la editorial.
La voz de Bernardine Evaristo tiene ahora más resonancia, pero ella está en el activismo desde muy joven, una pionera en su país. Lo recuerda en su biografía Manifiesto donde da las claves:
«Llevar una compañía de teatro de mujeres negras exigía a sus protagonistas tener un espíritu batallador y obstinado. Yo desarrollé mi voz política en esos años de teatro en los que luchamos una batalla prolongada contra las fuerzas que no querían que existiésemos. En el teatro, como en muchas otras profesiones, la gente recela de expresar su oposición a las desigualdades en torno a la raza, el género o la sexualidad por miedo a poner en peligro su carrera. Los actores en particular dependen mucho de estar en buenos tratos con todos y mantener una buena reputación si quieren encontrar trabajo en un sector tan precario. Como Patricia y yo llevábamos el timón de nuestra propia compañía, no nos importaba cerrarnos puertas. Llevábamos por bandera nuestra política feminista y decíamos lo que pensábamos siempre que era necesario, incluso si había que discutir con los hombres negros que creían que el feminismo era una enfermedad de los blancos y que nuestra compañía era innecesaria y generaba división. Cuando nos tachaban de «separatistas», contestábamos que el establishment de la cultura favorecía primero a los hombres y luego a las mujeres blancas y que nuestro supuesto separatismo era en realidad una reacción ante el de ellos. (De todas maneras, hay que decir que sí que trabajamos con hombres y con personas blancas, sobre todo entre bastidores.)».
Gran creadora de personajes
La rebeldía, el riesgo, la apuesta y la exploración en busca de algo mejor están en ella. En lo personal y literario. No lo puede evitar. Eso le ha permitido abordar el mestizaje y fusión de recursos literarios antes de que se pusieran de moda para crear textos híbridos que rompen las etiquetas:
“Eso es lo que hago y me gusta: experimentar cuando escribo. Hago novelas en verso, teatro es lo que llamo ficción de fusión. Muchos autores se quedan en un género y no experimentan”.
Una característica de sus novelas es que sus personajes parecen cobrar vida:
“Cuando escribo personajes a veces no toman vida, y toma años darse cuenta que muchos no sobrevivieron. Algunos toman vida en seguida, otros no. Tuve que trabajar por años eso para mejorarlo y arreglarlo. ¿De dónde vienen esos personajes? De las personas que he conocido durante toda mi vida, de mi imaginación, de mis ideales. Los escribo para que sean personas y se desarrollen”.
Esto refuerza su idea de cómo la han influido sus orígenes en el teatro y de cómo le gusta meterse dentro del protagonista, como lo dijo en el Hay de 2020: «A mí me interesa mucho la psicología humana, saber qué sienten las personas, cómo se comportan y lo que les ha afectado y formado. Otra cosa sobre ser actriz es que actuar tiene que ver con comunicación, dirigirse a un público. Cuando escribo me gusta ser cada personaje, me gusta ponerme en sus zapatos, los experimento desde dentro. Mis personajes son vivos, salen de las páginas. Si uno puede conectarse con sus personajes puede escribirlos desde su parte más profunda. Yo me meto en mis personajes y ellos empiezan a escribirse ellos mismos».
Por eso la descoloca el hecho de que ahora la inteligencia artificial se convierta en demiurgo y sea ella la que crea a los personajes literarios que habrán de vivir en la mente del ser humano:
“Da miedo esto de la inteligencia artificial… No presto mucha atención a todo esto, pero prefiero que se mantengan las artes y la imaginación en los humanos en vez de que los robots lo hagan por nosotros”.
La perseverancia y ambición de encontrar nuevas vías narrativas desde el mestizaje literario está en ella desde su primer libro:
“La ambición por el Booker fue en los treinta años. Es lo que llamo visualización creativa: imaginar un futuro para ti mismo y luchar por lograrlo. En mi cabeza imaginé ganarme este premio, y esto no significa que crea en la magia, pero sí imagino el fracaso que le puede hacer a mi mente no tener un propósito. Imaginar una carrera exitosa es lo que me llevó e inspiró a seguir adelante”.
Bernardine Evaristo lo supo y la BBC hizo pública la noticia sin que ella viera en directo el momento en que se referían a ella como “otra escritora”.
“Alguien grabó ese momento y muchos se indignaron por mí. Retwitee la publicación y ganó mucha atención en redes sociales. Hasta que la BBC y el mismo presentador se pusieron en contacto conmigo para disculparse. No fue su culpa. A veces me siento un poco mal por él y pienso que yo habría podido pensar un poco más lo que dije en las redes”.
Corrección política
Una paradoja porque, precisamente, en su novela ganadora, Niña, mujer, otras, busca dar visibilidad a doce mujeres negras, incluida una chica binaria y una lesbiana. Una situación que ha empezado a cambiar impulsada por los movimientos Black Lives Matter y Me Too:
“En Reino Unido antes éramos completamente marginales y ahora somos menos marginales. Incluso algunos estamos en el centro. Claro que el Me Too y el Black Lives Matter ayudaron a cambiar la conciencia. Estamos caminando hacia adelante y hay una diferencia entre 1982 y 2023 en cómo trataban a las mujeres negras cuando yo era joven. Ha habido un desarrollo enorme y espero que las personas afroamericanas de Colombia y otros lugares tengan la posibilidad de llegar al centro del escenario. Ojalá no tome cuarenta años, como antes, porque tenemos tecnología y diferentes medios para lograrlo”.
Para mejorar todo esto surgió desde mediados del siglo XX la cultura woke y, más adelante, lo políticamente correcto. Ideas nobles que empieza a ser percibidas con censurada e intolerancia ante sus coordenadas:
“Cuando la gente ha estado en posiciones de poder, como lo han estado durante toda la historia, se les hace muy difícil ser retados en esas posiciones por la sociedad. Lo políticamente correcto es un término bastante ambiguo porque lo que es políticamente correcto para unos para otros no lo es. Por eso hay una diferencia entre lo correcto y lo progresista. Muchas veces cuando las mujeres, la gente de color, las personas discapacitadas o las minorías quieren ser progresistas y demandan sus propios derechos les dan esta marca de woke o de políticamente correcto de burla y para invalidar lo que están haciendo como si fuera algo malo”.
Hay una corriente que promueve el revisionismo y una mirada retroactiva sobre las obras de arte desde el presente lo cual busca anular la Historia real, excluir y censurar. Toni Morrison, la única mujer afroamericana en ganar el Nobel de Literatura, y admirada por Evaristo, no consideraba excluyente el rescate de nombres de mujeres y conservar el de los hombres porque no quería vivir sin Shakespeare y otros escritores:
“Ella tenía razón. En nuestra sociedad vivimos con muchos géneros y no estamos para excluir. Hay espacios donde se debería priorizar a las mujeres y yo lo hago en mis novelas. Claramente en una sociedad utópica e ideal deberíamos tener un rango diversificado en el área, pero no vivimos en una sociedad utópica ni estamos en el ideal. Entonces, mi trabajo se enfoca en mujeres negras, esto no significa que me aíslo socialmente solo que prefiero darles el espacio porque sé que son marginales”.
Feminismo y debate trans
Sobre el debate entre un sector del feminismo, donde ella ha estado, y la comunidad trans, Bernardine Evaristo lamenta que en Reino Unido y otros países no haya una verdadera discusión y se escuchen las dos posiciones. Considera que es necesario escuchar todos los puntos de vista, dudas, preguntas, informes:
“No hay debate, es un lado u otro. Me gusta estar en el medio porque entiendo la búsqueda del género, aunque haya problemas con eso. Entiendo y creo en la autoidentificación. Pero hay problemas, por ejemplo: hace un tiempo un hombre fue enviado a prisión por violar a dos mujeres y como se identificaba como mujer pidió ir a una prisión femenina. No se necesita ser anti trans para saber que es problemático. Creo en los derechos de la comunidad trans y que todos tienen el derecho de llevar la vida que desean. Pero también estoy muy del lado del feminismo. Entonces no me involucro en esa discusión porque o traicionamos a un lado o al otro ya que el feminismo ha sido una batalla larga y hemos luchado mucho tiempo por mucho.
Las personas trans más vocacionales son las mujeres trans, fueron criadas y percibidas como hombres mucho tiempo de su vida y las mujeres cisgénero también son parte de esta conversación y lo han sido desde hace tiempo».
La mirada inclusiva y esférica de Bernardine Evaristo sobre su vida, su literatura y el mundo, su forma de asumir los desdenes del destino y la fidelidad a sus ideales y creer en sí misma las comparte con generosidad y sin pudor en Manifiesto: sobre cómo resistir en una gran lección:
«Yo seguí publicando libros y en la escena literaria continuaron apareciendo escritores más jóvenes, que a menudo salían disparados al estrellato y me pasaban de largo, mientras yo intentaba con todas mis fuerzas no sentirme abandonada en medio de una zanja en un campo embarrado. Gracias a las enseñanzas del crecimiento personal sabía que las comparaciones son perjudiciales para la autoestima, así que me esforcé por concentrarme en mi propia trayectoria particular y en expulsar de mi espíritu todo resentimiento. Había visto cómo eso acababa con otros escritores, que se volvían unos amargados y se quejaban, buscaban culpables y, a menudo, como resultado, sufrían parálisis creativas. Yo nunca he querido ser así ni malgastar el tiempo con gente que irradia negatividad. Cuando vas cabalgando sobre tu actitud positiva, te conviene evitar las arenas movedizas en las que la negatividad intenta que caigas. Me esforcé por trasformar las primeras señales de envidia en sentimientos e incluso en acciones de generosidad; por aspirar a disfrutar y a apoyar el éxito de otros escritores, incluso cuando sus logros o sus elogios eclipsaban los míos. No fue fácil, pero estaba decidida a no dejar que la envidia se me colara por las venas y me envenenara. Al mismo tiempo, yo era ambiciosa y no podía, ni quería, conformarme con lo que tenía porque lo que tenía no me bastaba… Para mí, desde luego, no era suficiente, a pesar de que, según algunos marcadores de éxito, cada vez me iba mejor».
- Manifiesto: sobre cómo no rendirse. Bernardine Evaristo. Traducción: Julia Osuna Aguilar (AdN).
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