Clásicos catalanes, novela negra y libros ilustrados en la FIL de Buenos Aires
La feria porteña entra en su última semana con gran acogida de público. Jordi Amat, Najat El Hachmi, Raül Garrigasait, Guillermo Martínez, Jaume Copons, Rocío Bonilla y más autores en este fotobitácora
La Feria del Libro de Buenos Aires está en ebullición. En su segundo fin de semana la gente no paró de llegar. Largas filas en la Plaza Italia, la entrada principal. Dentro la marea humana se hace espacio entre los estands. Primero se encuentran con las exposiciones de las provincias argentinas, después atraviesan un túnel como el que los jugadores de fútbol usan para entrar al campo de juego y, por fin, llegan a los grandes pabellones identificados por colores. En el amarillo está el estand de Barcelona. Frente a él la Federación de Gremios de España expone sus catálogos.
El Diario de la Feria, una publicación que realizan los organizadores para contar lo más destacado de la jornada, anuncia en su tapa del sábado que comienza el VII Diálogo de Escritoras y Escritores Latinoamericanos. En seis mesas temáticas que se desarrollan durante cuatro días, debaten e intercambian experiencias narradores, poetas, dramaturgos y ensayistas de América Latina. Durante el primer día el tema es la dramaturgia a cargo del director argentino Claudio Tolcachir y su par colombiano Miguel Torres.
A primera hora de la mañana Marta Escudero, narradora nacida en México, pero radicada en Barcelona hace veintiséis años, dictó un taller sobre la tradición oral y el cuento tradicional en el Encuentro Internacional de Narración Oral Cuenteros y Cuentacuentos.
Un recorrido por la tradición literaria catalana
Uno de los temas principales de estos días fue el de los Clásicos de la Literatura Catalana con Jordi Amat y Raül Garrigasait. Sonriente, Garrigasait comienza con una definición como punto de partida: un clásico es pasado y presente.
El escritor y traductor nacido en Solsona marca el inicio de la literatura catalana en el Siglo XIII, signada por una pasión enorme por la metafísica, con dos grandes fenómenos. Uno es Ramón Llull que , aseguró, se convirtió en un autor muy importante para todos los autores catalanes que vienen de las vanguardias, un creador recuperado por los surrealistas. Y el otro es una voz que explica en primera persona la expansión de su poder, se refiere a la crónica de Jaime I en el Libro de los Hechos. Su singularidad, señala Garrigasait, radica en que es el texto de un un rey analfabeto y sugiere el poder de la palabra oral.
“Raúl me ha dejado unos ocho siglos para contar”, dijo Jordi Amat al tomar el micrófono con el auditorio entre risas. El ensayista español especializado en las culturas catalana y española de los siglos XX y XXI hizo un recorrido rápido por la tradición literaria catalana y sus dos grandes interrupciones: una que va desde la primera modernidad europea hasta mediados del Siglo XIX; y la otra con la Guerra Civil española.
Amat destacó que a pesar de las interrupciones la tradición catalana renació y logró crear un sistema literario propio, con instituciones académicas y un desarrollo de la traducción de las obras.
Unos metros más allá, en la sala Rodolfo Walsh, hablaban de temas de la narrativa actual en Cataluña: narcotráfico, crimen, novela histórica. Montse Sanjuan y Juan Cal presentaron sus libros: una moza de escuadra que investiga unos asesinatos misteriosos y la trama del narcotráfico en la Galicia de finales de los ochenta.
Ambos son periodistas y ambos escriben ficción pero con una mirada reflexiva sobre la realidad. En el caso de Montse Sanjuan el tema es la violencia: cómo personas normales pueden cruzar la línea entre el bien y el mal y recurrir a la violencia para resolver una situación. Elige una mujer como protagonista para romper con la tradición de la novela negra que en sus inicios relegaba los personajes femeninos al rol de femme fatal que decora el cuadro.
Para Juan Cal la preocupación es recuperar la memoria, la trama criminal es sólo un aderezo. El autor define su trabajo narrativo con una imagen: se trata de pintar una fotografía en blanco y negro. Sus esfuerzos están en plasmar un determinado clima histórico, reflejar un paisaje, que es también el suyo, el que representa la juventud antes de irse de Galicia.
Mujeres que narran la memoria a ambas orillas del Atlántico
Najat El Hachmi y Betina González nacieron y vivieron sus vidas en lugares muy distintos, separadas por el océano Atlántico: Najat nació en Nador, Marruecos, en 1979, y de chica migró a España. Hoy es una de las escritoras catalanas más premiadas y leídas. Betina González nació en Villa Ballester, Argentina, en 1972, vivió diez años en Estados Unidos y fue la primera mujer en ganar el Premio Tusquets de Novela.
A pesar de no compartir continente, cultura, o religión ambas autoras reconocieron en sus recorridos vitales nodos que las conectan. Cuando una habla la otra asiente, se dan cuenta de los hilos que tienen en común a medida que van hablando. Están sentadas en el auditorio del estand de Barcelona para darle voz a la charla titulada Los estragos de la realidad como materia literaria. Cuando Najat El Hachmi explica cómo elaboró sus libros a partir de la reconstrucción de la memoria de un pueblo, de su familia y de un trauma colectivo, Betina asiente y le sonríe. “Para mí escribir es buscar donde no me cuentan, lo que se callan”, dice la catalana.
Cuando la escritora argentina cuenta que siendo mujer y escritora fue inevitable que lo patriarcal apareciera en sus narraciones, Najat El Hachmi asiente y sonríe. En su libro Las poseídas la autora argentina busca ir en contra de cierta literatura masculina que sexualiza a las niñas y cita como ejemplo Lolita, de Vladimir Nabokov.
Sus experiencias están marcadas por los mismos sellos: comparten la misma generación, ser mujeres, migrantes, vivir atravesadas por distintos idiomas que han impactado en los ritmos de sus narrativas. Najat El Hachmi habla el idioma de su familia, el catalán y el español. Asegura que la complejidad lingüística en su caso la ha enriquecido y la ha ayudado a pensar como escritora.
Betina González cuenta que en sus diez años en Estados Unidos ha llegado hasta a soñar en inglés. Y que las veces que hablaba en español no lo hacía con hablantes rioplatenses, lo hacía con mexicanos o centroamericanos. Eso impactó en el ritmo de su prosa. Pero lejos de preocuparse decidió aprovecharlo: «En vez de aferrarme a proteger la lengua me lancé a experimentar con lo que me estaba pasando», confesó la autora argentina.
El caos y la disciplina, todo vale en el proceso creativo
Este panel tiene estilo: Jaume Copons con su pelo largo y blanco, Rocío Bonilla de pantalón blanco y zapatillas, Liliana Fortuny con sus anteojos de marco cuadrado y su campera de jean negro, Polly Bernatene con sombrero negro. Los cuatro están listos para presentar la charla Ilustración y Proceso Creativo. Fuera del estand de Barcelona la gente no deja de pasar. El murmullo constante de miles de conversaciones se atomiza y se vuelve parte del paisaje sonoro. Algunos visitantes alertados al escuchar las voces amplificadas por el micrófono se detienen a escuchar.
¿Cómo nacen las ideas? Es la primera pregunta que el moderador le hace a los invitados. Rocío Bonilla, autora de libros traducidos a veinte idiomas, se inspira en su cotidianeidad. Cuando una idea aparece enseguida busca un papel y un lápiz para anotarla, si no encuentra ninguna graba un audio con su teléfono. «Los niños que ilustro son mis hijos o yo misma de chica».
Jaume Copons coincide, la infancia es su patria y sus libros nacen de esos recuerdos amplificados. El autor de La Noche del Dr. Brot, uno de los más vendidos en 2018, trabaja solo, salvo cuando lo hace con Liliana Fortuny. Juntos han hecho una serie de novelas gráficas que ya son un éxito indiscutido: Agus y los monstruos.
Jaume Copons quería escribir una novela y un día se topó con unas ilustraciones de Fortuny en internet. No la conocía pero la rastreó y le propuso un proyecto. Llevan trece libros publicados y están trabajando en dos más. Ambos admiten que su proceso creativo es totalmente caótico, se llaman en cualquier horario, hacen conversaciones por Skype varias veces al día, se mandan miles de WhatsApp. Los dos están cómodos así, creando en la confusión, despejando las piezas hasta que le dan forma al resultado final.
Rocío Bonilla toma el micrófono y se ríe: «Yo soy todo lo contrario. Soy disciplinada. Tengo que sentarme en el estudio y trabajar muchas horas». La autora estuvo doce años sin coger un lápiz. Ella misma en retrospectiva se sorprende. Antes trabajaba dirigiendo castings para una empresa de marketing. Liliana Fortuny tampoco encontraba su camino. Hacía cubiertas de discos, videoclips, animaciones, todo lo que pudiera ser ilustrado era una posibilidad. Hasta que llegó Jaume Copons y sus monstruos.
La Barcelona de Mercé Rodoreda
La literatura de Mercé Rodoreda, la narradora, periodista, pintora y dramaturga considerada como la pluma catalana más importante del siglo XX, está presente. En la sala Rodolfo Walsh del pabellón amarillo se le rinde homenaje a la autora que tiene a la ciudad mediterránea como una de sus protagonistas. Las maestras de ceremonia fueron las escritoras Najat El Hachmi y María Rosa Lojo que hacen un recorrido por su prolífica obra escrita en catalán y traducida a cuarenta idiomas.. Luego se leeen fragmentos de Jardín junto al mar una novela recién publicada en Argentina.
Tendencias de ilustración
Aunque el domingo amanece lloviendo la feria recibe un buen número de lectores. Los pasillos del predio de La Rural se llenan de familias. Los niños y niñas encuentran varias opciones para divertirse dentro del programa de la Feria y una de ellas fue el Taller Monstruoso a cargo de Jaume Copons y Liliana Fortuny. “Panza de elefante”, “orejas de conejo”, “cuerpo de perro salchicha”, le piden los niños y ellos rápidamente arman las piezas de una familia monstruosa entera con un marcador negro.
La ilustración vive un momento de auge. en la última década ha crecido la producción del libro ilustrado en Cataluña, dice Rocío Bonilla. Aclara que este género ha salvado a muchas editoriales, y cuenta que durante el último Sant Jordi la literatura infantil juvenil ha representado el 35 por ciento de las ventas.
Bonilla, una de las autoras más vendidas en catalán durante el 2018, está acompañada por su colega Aina Bestard, que antes se dedicaba a diseñar zapatos y ahora crea los libros de no ficción que buscan una forma distinta de explicar el mundo. La tercera expositora de este panel organizado por el estand de Barcelona es la argentina Mariana Ruiz Johnson, que ha publicado varios libros de su autoría con editoriales latinoamericanas, europeas y asiáticas.
Las tres ilustradoras coinciden en que las nuevas tendencias en libros ilustrados son: el libro objeto, el libro pensado para bebés, la no ficción y la búsqueda de recuperar títulos antiguos. Cada una de las autoras explica cómo les nacen las ideas. Para Aina Bestard primero aparece la técnica, como sus álbumes en los que crea detalles que solo se pueden ver con lupas de distintos colores, o su último libro hecho a base de papel vegetal. Para Mariana Ruiz primero es el color: una paleta, la mezcla de colores funcionando juntos y después viene la historia. Rocío Bonilla se inspira en la cotidianeidad y lo deja claro, “la inspiración te tiene que pillar trabajando”.
“Casi todo escritor argentino tiene al menos una novela policial”
Así abre la mesa redonda sobre policiales Guillermo Martínez y desata las risas en el auditorio. Es que el autor argentino sabe que el policial es un género argentino por antonomasia. Se encuentra junto a sus colegas Pablo De Santis y Florencia Etcheves para hablar de un género que este país encuentra uno de sus hitos en 1945 con El Séptimo Círculo, una colección de novelas policiales dirigida al principio por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
De Santis dice que la marca argentina en el género es la sofisticación de estos modos del relato popular, autores eruditos retoman las historias de las calles. Para Florencia Etcheves, que también es periodista, la fascinación por el relato policial viene de la muerte. “Es el único destino que no se ha podido torcer”, dice y reflexiona sobre el crecimiento de los policiales en el periodismo e incluso en las ofertas de Netflix.
Para entrar a esta charla que fue la tapa de El Diario de la Feria la gente hizo cola bordeando la sala Tulio Halperín Donghi, algunos sentados en la alfombra roja debajo de las fotos que componen la muestra Visite Barcelona. Afuera se desata la lluvia en Buenos Aires. Los tres autores, claves en el género policial argentino, reflexionan sobre las trampas y las sorpresas de las historias que construyen. El dilema de conducir al lector por una trama de misterio sin engañarlo.
Pablo de Santis dice que la clave es que el lector sienta que al final aparece algo que ya había aparecido antes. Etchebes coincide en que es mejor que el lector se pregunte al final de la novela ¿cómo no me di cuenta? y no que crea que fue engañado.
Guillermo Martínez, que también es Doctor en Ciencias Matemáticas hace un paralelismo entre el ilusionismo, el teorema matemático y el relato policial: al principio los hechos aparecen ordenados de cierta manera razonable y al final hay un reverberamiento de los mismos hechos.
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