Dibujo de Henry Matisse.

Cuando las poetas se hicieron visibles, 20 años de ‘Ellas tienen la palabra’

Una de las autoras de la antología sobre las poetisas españolas de la segunda mitad del siglo XX analiza el proceso de creación del libro y su repercusión. Una obra en tiempos de reivindicar la igualdad de la mujer

Introducción WMagazín. En 1997 se publicó un libro que dio luz sobre las poetas de la segunda mitad del siglo XX en España. Ellas tienen la palabra. Dos décadas de poesía española, de Noni Benegas y Jesús Munárriz, publicado por Hiperión. Pronto se convirtió en un libro de referencia. Ahora el Fondo de Cultura Económica celebra esa obra y hace una edición conmemorativa con el estudio introductorio, un informe sobre el origen del libro y su proceso y otros materiales alrededor de aquella antología que enriquecen el territorio de la poesía escrita por mujeres. Aunque la actual edición no incluye obra de las 41 autoras antologadas en 1997 tiene un valor propio por lo que ofrece de análisis de la situación de la invisibilidad de las mujeres poetas y su exclusión del canon. El título de esta edición es Ellas tiene la palabra. Las mujeres y la escritura y WMagazín reproduce algunos pasajes.

Prólogo

Noni Benegas

Intento recordar ahora, pasados veinte años, cómo, lo que iba a ser un prólogo, se convirtió en una investigación de más de setenta páginas, y terminó por conformar el Estudio preliminar que aquí se recoge. De qué modo, enfrentada al reto de tener que ser coautora de una antología de mujeres poetas a fines del siglo xx, me avine a hacerla, mientras a mi alrededor algunos la encontraban inevitable, y otros murmuraban sobre el sinsentido de encerrarlas en un gueto. Estaba perpleja. Había aceptado el desafío, interesante si los hay, de trabajar en lo que me gusta: leer, y más aún conocer de primera mano la obra de mis congéneres, pero tampoco quería hacer el ridículo, ni dejarlas malparadas.

¿Cómo iba a demostrar ante el mundo la necesidad de una selección exclusiva de mujeres, en los albores del nuevo milenio? En tanto que poeta, justificaba mi ausencia de las antologías españolas por el hecho de no ser nativa y haber llegado con veintitantos años; es decir, la proverbial exclusión de los de fuera pese a formar parte del orbe de la lengua y vivir aquí. Acostumbrada, pues, a no contar, yo no me daba cuenta de la invisibilidad, realmente. Para decirlo con una imagen: no veía que la reina estaba desnuda. Pero tras una ojeada al índice de las selecciones canónicas de la época, pronto descubrí que la presencia de españolas también estaba bajo mínimos. El asunto me empezó a intrigar. ¿Se trataba de una sustracción, un robo, o simplemente ellas permanecían en un período de desarrollo anterior al de los hombres —casi infantil, diríamos—, a tenor del prólogo de la compilación, que en el mismo sello editorial me precedía?

Nuestras antepasadas no habrían alcanzado la excelencia de sus pares, y por deducción se podía concluir que tampoco en la última mitad del siglo xx lo habrían logrado. Esto me sublevó. Yo conocía versos de mujeres poetas que igualaban si no superaban a los masculinos. Entonces me aboqué a la febril investigación. Empecé a hurgar y me fui hasta el comienzo del asunto, a la Revolución Industrial, para luego remontar al siglo XX, y tomar conciencia de la penuria que habían pasado mis antecesoras. Ya no podía detenerme, cada día que pasaba era una nueva revelación. Hice calas más hondas, que alcanzaban a la inventora del género lírico, Safo, de quien tenía una imagen confusa. Teresa de Lauretis me sugirió un estudio de Elaine Marks, que aisló las tres leyendas tejidas alrededor de su figura a través de sus poemas, y de autores de la Antigüedad. De ellas nacieron tres arquetipos cuya impronta sobrevive. La mujer madura que seduce jovencitas en una escuela o convento y por extensión en cualquier espacio cerrado. La madura que se suicida por el amor de un joven varón que la rechaza. Y la mujer poeta en tanto musa incorpórea, este último propagado por Platón, que la bautiza «décima musa». Marks dedica su estudio al primero, fundamento de la lesbiana. Pero ofrece un dato curioso que permite atisbar soluciones a enigmas, antaño sin respuesta. En su texto Safo y Faón, Ovidio fundió en una sola la leyenda de la poeta y la suicida. Es decir, alzó un arquetipo imposible de mujer inmaterial, a la vez que ardiente. De allí es fácil deducir que este modelo ganó prestigio a lo largo de los siglos, y podría haberse convertido en fuente de legitimación de las poetas que con su suicidio refrendan el valor de su trabajo. Es decir, llaman la atención sobre la obra, que sin ese desenlace hubiera pasado inadvertida, y subrayan su interés, por el hecho de que les costara la vida.

Como este, numerosos fueron los hallazgos y muchas las pistas acerca de un fenómeno muy preciso: la invisibilidad de las mujeres creadoras. Algunos encontraron sitio en el Estudio preliminar, otros, como el que acabo de referir de la poeta del siglo VI a. C., hubo que eliminarlos por razones de espacio. Pero no fue hasta que di con las teorías de Pierre Bourdieu, que logré salir del círculo vicioso en que me había encerrado el enfoque tradicional.

Es decir, poner el acento exclusivamente en la calidad de las obras sin advertir que una vez que se publican entran a formar parte de un espacio común a ambos géneros, donde lo propio es luchar por hacerlas visibles. Así, apliqué la teoría de «campo» de Bourdieu, en tanto espacio social atravesado por redes de relaciones entre personas con una actividad, modos de ser y de actuar en común, que a su vez defienden esa producción ante la sociedad. La forma en que esas personas interpretan y generan prácticas permiten identificar al campo de que se trata. Para ello, exploré una posible constitución de ese espacio en España y descubrí un período en el siglo XIX, en que se conjugaron circunstancias políticas y culturales que dieron pie a ello. Al tiempo, tras analizar las condiciones de génesis del campo, descubrí hasta qué punto estuvo siempre traspasado por intereses espurios, y no por la calidad de las obras, que tanto nos distrajo. Todo ello lo cuento en el Estudio, y parece plausible, a tenor de la reseña que le hizo el por entonces director de la Real Academia, donde recoge los hitos esenciales de ese proceso.

(…)

Pues bien, varios medios de comunicación utilizaron el título de la antología en reportajes del evento, que congregó a autoras y académicas. En 2013, durante la Feria del Libro de Madrid, volvió a la palestra de mano de los blogueros de El País, a quienes se pidió que recomendaran una obra esencial para aprender o comprender muy bien algo. La elegida por Javier Rodríguez Marcos, responsable del blog de poesía, fue Ellas tienen la palabra. Dos décadas de poesía española, publicada más de tres lustros antes, porque: «Sociológicamente el libro tuvo la virtud de señalar una realidad que antes siquiera que discriminada, tendía a ser invisible». Y añadía: «Literariamente, la antología daba lo que prometía: sujetos líricos inéditos y nuevos enfoques sobre los grandes temas de la lírica». La tentación es grande de poner al alcance del público el Estudio prelimina en solitario. Incluido hasta ahora junto a la selección de poemas en un volumen de 700 páginas y casi un kilo de peso, tampoco es fácil de encontrar. Se incorpora, pues, en una colección de auspicioso nombre derivado del náhuatl: Centzontle, que evoca el de un pájaro llamado de las 400 voces.

Tras el Estudio, esta edición recoge una entrevista: «Cuando ellas toman la palabra» que me hizo en 1998 la directora de la revista Quimera (no 167), de Barcelona, Ana Nuño. En forma amena responde a las preguntas que quizás los lectores se hagan tras su lectura. A continuación se incluye el artículo Las mujeres y la escritura: ¿literatura femenina o reivindicación literaria?, fruto de una conferencia que di en 2007 en la Universidad de Murcia. Esboza un esquema de fácil comprensión de la institución literaria desde su creación hasta hoy, a la vez que ofrece estrategias de movilidad dentro del campo. Y un epílogo con la acogida de la obra en medios, encuentros y conferencias.

 Las 41 poetas de Ellas tienen la palabra

  1. Ana Rossetti
  2. Carmen Pallarés
  3. Olvido García Valdés
  4. Chantal Maillard
  5. Ángeles Mora
  6. Julia Otxoa
  7. María Antonia Ortega
  8. Neus Aguado
  9. María Ángeles Maeso
  10. Concha García
  11. Esther Zarraluki
  12. María Sanz
  13. Andrea Luca
  14. Isla Correyero
  15. Menchu Gutiérrez
  16. Rosa Lentini
  17. Blanca Andreu
  18. Esperanza Ortega
  19. Graciela Baquero
  20. Pilar González España
  21. Lola Velasco
  22. María Rosal
  23. Aurora Luque
  24. Amalia Iglesias
  25. Inmaculada Mengíbar
  26. Amalia Bautista
  27. Esperanza López Parada
  28. Teresa Agustín
  29. Eloísa Otero
  30. María José Flores
  31. Almudena Guzmán
  32. Mercedes Escolano
  33. Rosana Acquaroni
  34. Ángela Vallvey
  35. Ada Salas
  36. Guadalupe Grande
  37. Josefa Parra
  38. Luisa Castro
  39. Ruth Toledano
  40. Esther Morillas
  41. Ana Merino
  • Noni Benegas (Buenos Aires, 1947), poeta y crítica literaria, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Viajó a España por primera vez en 1977. En 1986 obtuvo el VI Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández.

 

2 comentarios

  1. Sí, e hizo un trabajo excepcional con esa antología que ahora desentraña un poquito más en su proceso de confección. Gracias por ayudarnos a difundir por redes WMagazin.com

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