El escritor mexicano David Toscana (Monterrey, 1961). /Foto cortesía Benengeli

David Toscana: «En la vida el límite es ético; en la novela es estético»

El escritor mexicano es uno de los invitados a Benengeli 2024. La Semana Internacional de las Letras en español, organizada por el Instituto Cervantes. Más de cien autores de 25 países en doce ciudades del mundo, del 10 al 14 de junio. Toscana habla en esta entrevista del humor y la tragedia

El humor y la tragedia de la literatura en español estarán presentes en el Benengeli 2024. La Semana Internacional de las Letras en español, organizado por el Instituto Cervantes, del 10 al 14 de junio. Habrá actividades en doce ciudades de los cinco continentes donde está presente el Cervantes con más de cien autores de 25 países de manera presencial y virtual.

El mexicano David Toscana estará en Budapest y el venezolano Rodrigo Blanco Calderón en Mánchester. Dos escritores que han ganado la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, Toscana por El peso de vivir en la tierra, en 2023, y Blanco por The Nigth, en 2019, están presentes en WMagazín, en sendas entrevistas digitales.

David Toscana, mexicano, es autor de Santa María del circo, El último lector, Olegaroy, Evangelia, Lontananza, entre otros tantos libros donde demuestra un mordaz sentido del humor, pensamiento agudo y sin ataduras. Ha sido traducido a 15 idiomas y cuenta con una extensa lista de premios.

Por su parte, el venezolano Rodrigo Blanco Calderón ha publicado Simpatía, Los Terneros, Los invencibles, Una larga fila de hombres, Las rayas, entre otros textos que destacan por sus atmósferas sinestésicas y su realismo lúdico. (Su entrevista saldrá mañana)

Lilian J. Granados. ¿Cuáles recursos del humor y la tragedia le son imprescindibles para narrar?

David Toscana. Más que recursos de los que el narrador eche mano, hay intuición y temperamento cuando se elige el tono con que se narra una situación. La tragedia puede tener humor, y el humor puede ser trágico. Por supuesto la tragedia puede ser enteramente trágica, sin alivio cómico; pero cuando el humor sólo es humor, entonces pertenece a la televisión y no a la literatura.

 Lilian J. Granados. Ha abordado la Biblia con tanta perspicacia que en sus novelas casi fue arrojada “al infierno de las cucarachas”, María no parió un redentor sino una fémina, y los datos editoriales de una Reina-Valera sirvieron para “formalizar” un matrimonio. ¿Algún religioso lo ha juzgado al estilo de los circenses mexicanos por Santa María del circo?

David Toscana. La Biblia es el gran clásico de la literatura. Influye incluso en quienes no la han leído. Los evangelistas tienen excelente prosa, no dan dos palabras donde hace falta una. Hasta ahora no he tenido reacciones negativas por parte de religiosos. Lo más que llegó a ocurrir, es que, por error, mi novela Evangelia fue a parar a una librería católica. Un cura la compró y volvió al día siguiente diciendo que era una “obra escrita por el diablo”. Con Santa María del Circo me cerraron la puerta de los circos, pero nadie puede cerrar las puertas de la iglesia.

Lilian J. Granados. En El Peso de vivir en la tierra existe una obvia intertextualidad, ¿cómo denominaría la relación entre las líneas de El último Lector y los libros imaginarios citados en esa novela?

David Toscana. Los personajes de ambas novelas están emparentados. Se diferencian porque en El último lector los libros son ficticios y el personaje busca respuestas y explicaciones a través de ellos. El de El peso de vivir en la tierra lee clásicos rusos y pretende emular a sus personajes, tal como don Quijote quiso emular a los caballeros andantes. Ambas novelas son un homenaje a la literatura.

Lilian J. Granados. Un hombre que se ve tan serio a la vez es responsable de miles de risas ¿Reserva el humor para sus escritos o lo extiende a su cotidianidad?

David Toscana. Un poco de humor tengo en la cotidianidad, pero ha de pronunciarse en el límite de la cortesía. En cambio, la novela es el terreno de la libertad total. En la vida el límite es ético; en la novela es estético.

Lilian J. Granados. La composición fragmentaria es reiterada en sus libros, ¿por qué?

David Toscana. Uso apenas las palabras necesarias, describo poco, saco toda la paja; y, sobre todo, no conecto narrativamente una escena con otra. Así, lo que podría ser un capítulo se vuelve una serie de fragmentos.

Lilian J. Granados. Parece muy arriesgado escribir una pieza de 125 páginas, con diálogos, sin recurrir a guiones o comillas latinas, pero la historia se entiende perfectamente, ¿cuál fue su intención al prescindir de estos signos en El último lector?

David Toscana. Presentarla como si solo una voz nos contara oralmente toda la historia. El narrador no se calla para que hablen los personajes, sino que él lo dice todo. Por supuesto, en la oralidad hay cierta puntuación implícita en las pausas y la entonación. Una facultad actoral incluso nos da las comillas o los guiones. Quien no quiere dramatizar o al menos inflexionar se queda sin comillas. Por eso en algunas conferencias se vuelve cansado de que el orador diga “cito” y “fin de cita”, y encima haga una señal con los dedos índice y medio.

Lilian J. Granados. Los más agudos y activos sacarán mayor provecho de sus escritos, sobre todo si los abordan como juegos para estimular la imaginación y el intelecto, ¿se está extinguiendo ese tipo de lector?

David Toscana. Hay lectores a los que les gusta participar; otros que prefieren ser sólo espectadores. Los primeros necesitan novelas inteligentes, retadoras; los segundos las prefieren ligeras y superficiales. Los primeros son minoría; los segundos creen que pertenecen a los primeros.

Lilian J. Granados. Una reflexión de Tólstoi que usted ha citado parece alinearse con el fondo que lo motiva a escribir: “Puestos en la realidad, no existiría ningún juego. Y si no existiesen los juegos, ¿qué quedaría?” ¿Es así?

David Toscana. El exceso de realidad enferma; siempre hace falta un receso. En el mundo adulto desaparecen muchos juegos, pero permanecen algunos porque son necesarios. Lo vemos en los deportes, en la cama, en los bares, en el baile y la borrachera. La lectura de novelas es un juego que a muchos nos apasiona.

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