Edurne Portela: «La falta de educación sentimental es una causa de violencia»
La ensayista y narradora española reflexiona en su novela 'Formas de estar lejos' sobre el proceso de violencia y desmoronamiento del amor en una pareja. Portela es una de las autoras con más lectores en la Feria del Libro de Madrid
El torbellino de insultos de quien más quiere arrincona a una mujer en un armario, acurrucada en su oscuridad llora en silencio el luto de su sueño.
Sentada en un salón blanco con una ventana dibujada en la pared, Edurne Portela habla de esa mujer reflejada en Formas de estar lejos (Galaxia Gutenberg). Una novela en la que cuenta a través de la búsqueda del amor, su hallazgo, la caída en una tela de araña, la tragedia y la búsqueda de una salida una parte de la transición que vive la sociedad en algunos de sus temas cruciales: las violencias, la situación de la mujer, las relaciones de pareja y la identidad bajo una palabra y concepto vital latente en todas sus obras: la libertad.
Edurne Portela (Santurce, Vizcaya, 1974) es uno de los escritores que mejor retrata el tiempo contemporáneo cuyas búsquedas de igualdades y señalamiento de errores enraizados ha creado un territorio sísmico que ella muestra en sus diferentes grados. Primero lo hizo en 2016 con el ensayo El eco de los disparos: cultura y memoria de la violencia (sobre ETA), luego en 2017 con su debut novelístico Mejor la ausencia donde recrea la violencia social y cotidiana en la historia de una joven del País Vasco (Premio a la mejor novela según el Gremio de Librerías de Madrid) y ahora este 2019 con Formas de estar lejos donde relata la vida de una mujer profesional y su relación de pareja.
Licenciada en Historia, su carrera literaria la empezó en 2016 tras vivir quince años en Estados Unidos donde fue estudiante universitaria, docente e investigadora en varias universidades como las de Carolina del Norte en Chapel Hill y en el College of Arts and Sciences de la universidad de Lehigt, de Pensilvania. Y en 2017 presentó, junto a su pareja el también escritor José Ovejero, el documental de cine Vida y ficción en el cual varios escritores cuentan los motivos que los llevan a seguir escribiendo en tiempos adversos.
Winston Manrique Sabogal. ¿Cuándo y cómo decidió la estructura de Formas de estar lejos fragmentada en capítulos cortos, como pasajes de la vida íntima de una relación que se desmorona o esquirlas de la relación de pareja que tiene la protagonista?
Edurne Portela. Me costó mucho encontrar el tono y la estructura. Lo primero que se me ocurrió fue ese inicio, pero no quería escribir una novela en primera persona otra vez. No quería repetir lo mismo que en Mejor la ausencia. Quería tener una perspectiva múltiple y también quería que la historia saliera muy centrada en el hogar, en la vida íntima, pero también quería que saliera de esas cuatro paredes de la casa donde vive la pareja. Fue cuestión de seguir escribiendo y me inclinaba, constantemente, a esa representación por escenas. Momentos en los que salimos y entremos en la vida que rodea también a Alicia y a Matty, salimos de la casa, entramos a la universidad o entramos en ese espacio de los migrantes que trabajan los campos de las plantaciones de tabaco. Quería construir una historia que no fuera tan lineal, sino dar cuenta de una historia, de esa especie de mimetismo entre esa vida fragmentada y ese desarreglo que es tan fuerte en Alicia… Y también esa sensación de que nunca encuentra su espacio. Quería transmitir al lector esa especie de desequilibrio constante en la vida de Alicia. Al final fue cuando me di cuenta por qué estaba creando la novela así.
W. Manrique Sabogal. Lo único claro que tenía era el tema.
E. Portela. Ni siquiera. Yo sabía que quería contar la historia de una pareja que se desmorona como has dicho tú muy bien antes. Quería indagar en los mecanismos de cómo una pareja que empieza muy joven, y supuestamente enamorada, termina mal. Quería que el contexto principal fuera Estados Unidos, me apetecía revisitar un poquito mis experiencias allí. Indagar en esos temas del desarraigo, de la soledad, de lo que sucede en espacios aparentemente seguros…
W. Manrique Sabogal. Indagar en identidad.
E. Portela. La identidad… claro…
W. Manrique Sabogal. Una identidad que en la protagonista se extravía e implosiona.
E. Portela. Sí, porque es eso, es llegar a un mundo en el que no conoce los códigos y por muy lista que sea y por mucho que estudie y por mucho que pase muchos años siempre tienes la sensación de que algo no cuadra, de que su vida no acaba de encajar en ese mundo.
W. Manrique Sabogal. Mencioné la identidad porque es un tema presente en su anterior novela y en el ensayo. Con un problema que no se quiere reconocer, el de la violencia, en este último libro en el amor y en el ensayo la violencia social más grave.
E. Portela. Creo que es algo que me obsesiona un poco y, como has identificado muy bien, hay mucho de esa reflexión en los tres libros. Me preocupa mucho lo indiferentes que podamos llegar a ser ante el sufrimiento de los demás. Y no digo una indiferencia a decir «no me importa», sino ese tipo de indiferencia que te protege de lo que te pueda contagiar la víctima. En este caso tiene mucho que ver con que a veces vemos a alguien que intuimos que no está bien pero decidimos no entrometernos, nos resguardamos. Porque preguntar y hacerte cargo significa comprometerte. Creo que mucha gente tiende a intentar estar al margen y a veces es porque igual la propia persona lleva una carga ya emocional o de preocupaciones muy fuerte y dice “no me quiero implicar”. Creo que eso pasa a nivel individual, pero también a nivel colectivo.
Por otra parte, a veces, cuando la violencia nos afecta de forma individual como es la violencia machista que se retrata en la novela, a veces nos cuesta mucho reconocer que somos víctimas porque da vergüenza y hay esta especie de pudor de decir “Yo no soy ese tipo de persona; yo no soy una víctima». Se tiende a esconder esa parte de tu vida. Pero reconocerlo significa dar un paso.
W. Manrique Sabogal. Es mirar nuestra propia fortaleza en la identidad en la que queremos construirnos.
E. Portela. Claro. Y también creo que hay gente que se regodea en el victimismo. Reconocer que hay un daño profundo ahí o que están con una persona que le hace daño significa aceptar algo de sí misma o de sí mismo que no quiere.
«No estamos educados en lo sentimental… ni en identificar los sentimientos negativos ni en tratarlos cuando surgen».
W. Manrique Sabogal. La novela parece decirnos que nos falta una mejor educación sentimental ante esa agresión constante en la sociedad y en privado. ¿Esa falta de educación sentimental sería una de las causas de la violencia?
E. Portela. Sí, esa falta de educación sentimental es una causa de violencia. No estamos educados en lo sentimental… ni en identificar los sentimientos negativos ni en tratarlos cuando surgen. A veces piensas que todo el mundo puede tener celos. O sea, cuando te enamoras sientes celos o sientes ese miedo de que la otra persona te vaya a abandonar, se vaya con otro, y todos podemos llegar a sentir ese tipo de sentimiento negativo, es un sentimiento controlador. La cuestión es qué haces con esos sentimientos. Si te enseñan y si tú aprendes que tener celos no es una muestra de amor reconoces el daño que puede producir… Y si te controlan las llamadas o el móvil porque te quieren mucho… todo eso es nocivo. Se debe educar en que los celos no es una muestra de amor sino una grieta en ese amor.
Hay mil maneras de explicar ese comportamiento si sabemos identificarlo como algo negativo. Pero si encima idealizamos sentimientos que son absolutamente nocivos, entonces ahí ya perdemos el rumbo y esa posible educación sentimental o afectiva no sucede.
W. Manrique Sabogal. Luego está el poder o independencia económica que se le negaba a la mujer. Hay una encuesta del año pasado que señala que los jóvenes veían bien estas situaciones de celos, por ejemplo. ¿Por qué cree que ocurre esta especie de involución?
E. Portela. Creo que hay mucho de eso. Pero también he encontrado adolescentes con una consciencia muy fuerte de lo que está mal en este sentido. Buena parte es lo que consumen: música, televisión, vídeo; es decir productos que al final enfatizan ese tipo de comportamiento. La educación no solo es lo que pasa en las escuelas es lo que pasa en los hogares y es la libertad que tienen ellos para consumir productos comerciales o culturales que alimentan ese tipo de perspectiva y de comportamiento. El trabajo está ahí, darles otro tipo de narrativas que rompan el estereotipo del amor romántico que la mujer da la vida por el hombre y el caballero que la protege o que la mata por amor…
W. Manrique Sabogal. ¿Cómo concilia el ensayo, algo muy racional e investigado, con la ficción en una narrativa muy austera contenida?
E. Portela. No lo sé muy bien (ríe). No lo hago conscientemente, creo que dejándome llevar muchísimo. De esa manera accedo a una forma de pensar que no está tan lejos de la imaginación y que se alimenta de una forma u otra del mundo teórico que está ahí…
W. Manrique Sabogal. En las dos novelas hay mucha teoría y desarrollo de un pensamiento. Hay varías líneas temáticas que lanza como la maternidad, las posiciones de la mujer, el derecho a elegir, quiero ser madre o no quiero ser madre, el aborto. Cuestiones que se resumen en una sola: libertad.
E. Portela. Pues está muy bien, nunca me lo habían dicho. Creo que es algo fundamental de la novela, porque es lo que está buscando… En realidad es una mujer que también se va a Estados Unidos porque quiere hacer cosas, quiere ser libre, busca alternativas a lo que le gusta y a veces las busca bien y otras las busca fatal. Pero creo que si sale de esa situación terrible, o si es capaz de afrontarla, por lo menos es por ese deseo al final de ser libre.
«En el enamoramiento tú quieres presentar la mejor cara al otro, te construyes una ficción sobre ti mismo porque quieres convencer al otro de que tú eres la persona para él o para ella».
W. Manrique Sabogal. La pareja protagonista empieza su relación a finales de los años noventa, en un bar, de manera más tradicional. Ese mundo ya ha cambiado o está cambiando. Ahora muchas personas se conocen por internet y redes sociales que les permite una especie de enmascaramiento y capacidad de actuación mayor que en el mundo analógico.
E. Portela. Claro, yo creo que eso amplifica lo que es tradicionalmente el enamoramiento. En el enamoramiento tú quieres presentar la mejor cara al otro, te construyes una ficción sobre ti mismo porque quieres convencer al otro de que tú eres la persona para él o para ella y eso es muy bonito porque también nos hace buscar la mejor parte de nosotros para ofrecérsela al otro. Pero también hay lo que dices tú, un enmascaramiento al principio del amor. Lo importante es ir aceptando al otro con todos sus defectos y, además, en el mundo digital ese enmascaramiento y ese enamoramiento de alguien que realmente no ves se amplifica muchísimo y no hay forma de chequear esos datos…
W. Manrique Sabogal. La vida como teatro con varios yoes. ¿cree que estamos preparados para ser actores?
E. Portela. Sí, claro. Hay diferentes registros en cada red social. Siempre en esas redes ofrecemos lo mejor de cada uno. Mostramos nuestros yoes, hacemos visibles los avatares que cada uno tiene…
- Formas de estar lejos. Edurne Portela (Galaxia Gutenberg).
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Es muy interesante el reportaje. Espero que la novela llegue a Buenos Aires. Me interesó ese punto de la complejidad de los enmascaramientos del mundo de las redes corporativas de uso social. Habilita a la perversión con una intensidad sorprendente.