La historiadora y escritora española Elvira Roca Barea, autora de ‘Las brujas y el inquisidor’ (Espasa). /Foto de Carlos Ruiz B.K – cortesía editorial Espasa

Elvira Roca: “La caída de Constantinopla, las guerras de religión y la imprenta impulsaron la persecución a las brujas”

La filóloga y doctora en Literatura Medieval publica la novela 'Las brujas y el inquisidor'. La autora de libros como 'Imperiofobia y la leyenda negra', recrea el caso de Zugarramurdi a través del sacerdote Alonso de Salazar que abre la lucha de la razón contra la superstición

En las tinieblas de la superstición reina la creencia de las brujas. Sobre ese mundo arroja luz Elvira Roca Barea al contar la verdad y desmitificar su historia y leyendas, como la creencia de que fue la Inquisición la que empezó su persecución, y explica de dónde viene todo y quiénes son los responsables de la imagen colectiva que se tiene de ellas La filóloga y doctora en Literatura Medieval lo hace en Las brujas y el inquisidor (Premio Primavera de Novela – Espasa/Ámbito Cultural). Es su debut en la ficción tras el éxito de los ensayos Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Estados Unidos y el Imperio español (2016) y Fracasología (2019).

La novela es un elogio de la razón puesta sobre la superstición, visto a través de la historia del sacerdote Alonso de Salazar y Frías, el inquisidor español encargado del caso de las brujas de Zugarramurdi (España), entre 1609 y 1610, que blandió el raciocinio como su mejor arma ante la histeria urdida alrededor de estas personas. Uno de los primeros destellos de la edad Moderna y la Ilustración.

Las brujas y el inquisidor es una novela que reconstruye aquella época oscura y en su relato abre ventanas a otros temas hasta convertirse en una clase magistral de Historia.

Elvira Roca (Málaga, España, 1966) explica en esta video entrevista que la caída de Constantinopla, las guerras de religión y la imprenta impulsaron la persecución a las brujas y la imaginería que hay a su alrededor, desde su físico hasta sus acciones.

Aunque el inquisidor Alonso de Salazar, que dudaba de la brujería, no logró salvar la vida de muchas personas acusadas de supercherías, plantó la semilla para que años después se pusiera fin a ese desvarío.

La historiadora y escritora optó reconstruir esta historia a través de la ficción, en vista de que existen varios ensayos de referencia que desmontan la historia de las brujas, como los de Gustav Henningsen. Entre las obras de ficción más conocidas está la pieza de teatro Las brujas de Salem, de Arthur Miller, llevada al cine como El crisol.

Winston Manrique Sabogal. ¿Cómo han tratado la literatura y el cine este tema de las brujas?

Elvira Roca Barea. Alimentan ideas extrañas sobre las brujas que han generado arquetipos que cuesta remover. Uno encuentra a Umberto Eco quemando brujas en El nombre de la rosa, cuando esto es algo muy posterior al Medievo.

W. Manrique Sabogal. Ha dicho que se acercó a este tema cuando leyó, hace unos veinte años, El abogado de las brujas, de Gustav Henningsen.

Elvira Roca Barea. Es una obra sobre la que hay poco que añadir. Me decanté por la ficción porque me parecía más interesante explicar cómo se ha producido esa distopía donde todos saben de Zugarramurdi, mientras de Alonso de Salazar nada.

W. Manrique Sabogal. ¿Cuándo decidió ponerse a escribir en serio?

Elvira Roca Barea. Tenía apuntes, pero no hallaba el tono. No quería concentrarlo todo en Salazar, y buscaba dar un contexto de la época, como hablar de la dialéctica de poder entre Francia y España, la muerte de Enrique IV. Y busqué un personaje femenino que no fuera un florero.
W. Manrique Sabogal. ¿Y ese mosaico, cuándo empezó a armarlo?

Elvira Roca Barea. Cuando el año pasado (2022) me dio una crisis en la espalda por una hernia discal y no podía hacer nada. Estuve meses sin moverme. A todas esas libretas que tenía empecé a darles vueltas y escribí esta novela de pie y acostada, hasta que adquirió un orden.

W. Manrique Sabogal. ¿La imagen que se tiene de las brujas y su persecución empieza en la edad moderna cuando la influencia y el poder de la Iglesia decaen?

Elvira Roca Barea. No porque la creencia en la brujería es universal. Incluso, la Iglesia la condenaba por superstición. Eso sucede desde finales del siglo XV y se multiplicó, básicamente, por tres sucesos en el siglo XVI:

El primer factor es la llegada a Italia y a Europa de nuevos textos desde Constantinopla, traídos por sabios que huyeron ante la inminente caída del imperio. En esa misma riada entran textos herméticos. Se produce un salto cuántico, en la medida en que se genera un prestigio hacia asuntos como la brujería. La gente que está en lo más alto se interesa por la nigromancia, el ocultismo y el hermetismo.

El segundo factor son las guerras de religión. Hay una relación directa entre esos conflictos religiosos virulentos y enconados y la persecución de las brujas.

El tercer factor es la imprenta: de repente, se pueden multiplicar grabados. Aparecen unos genios como los Brueghel, Durero y otros que crearon todo el imaginario que se hizo universal.

Eso produjo aquella explosión gigantesca de locura e histeria colectiva. Hasta que no se apaciguaron las guerras de religiones no se apaciguaron las persecuciones a la brujería.

W. Manrique Sabogal. Es la lucha de la razón contra la superchería, en los albores de la Ilustración.

Elvira Roca Barea. El comienzo del pensamiento científico de manera firme está relacionado con todo eso. El arranque del pensamiento científico como lo conocemos ahora, desde el Renacimiento, no puede separarse de este movimiento. Es la pasión por la alquimia la que desarrolla la pasión por la química; es la pasión por el horóscopo y la astrología lo que desarrolla la pasión por la astronomía. Los grandes nombres como Copérnico o Giordano Bruno, en realidad, se dedicaban a hacer horóscopos. La pasión por descubrir qué es lo que ocurría en los cielos, solo secundariamente nos llevó a la teoría del heliocentrismo, pero en realidad lo que estaban fabricando eran horóscopos.

Luego el mundo posterior ha reconstruido la historia para tratar de eliminar todos los componentes mágicos o fantásticos para construir un camino recto, derecho. Pero esto no es un camino recto. Es un camino en el que estaba todo mezclado y donde solo, muy tardíamente, eliminamos aquella parte que no nos simpatizaba, la relacionada con la nigromancia y la numerología, y nos quedamos con lo que se seleccionó que era válido y eficaz en el desarrollo del pensamiento científico. Los caminos secundarios fueron borrados.

Entonces, tú miras hacia atrás y ves que el desarrollo de la ciencia avanza sin ninguna clase de desviación en Occidente, pero no es así.

Es posible que, si no hubiera habido esta explosión de creencia en el hermetismo, en la nigromancia, no hubiera aparecido eso tampoco, eso que terminó siendo el pensamiento científico, tal y como lo formulamos a posteriori. Pero hemos amputado todo lo que Giordano Bruno tuvo de mago y Newton de fascinado por la numerología, la magia y demás.

W. Manrique Sabogal. En esta novelización de la historia de las brujas, ¿cómo encajó el componente ensayístico sin que afectara a la fluidez de la narración?

Elvira Roca Barea. Sufriendo mucho. Luego lo lees y parece una clase e intentas darle variedad a través del diálogo, que la vida cotidiana aparezca en un puchero. Intentas que toda esa información vaya dentro del discurso de lo cotidiano, de la historia, y no convertirlo en una cosa aparte.

W. Manrique Sabogal. ¿Encuentra algún paralelismo con este momento de mucha información y desinformación por todas partes y de griterío en redes sociales?

Elvira Roca. El ser humano tiende a la superstición, piensa de manera supersticiosa y, de vez en cuando, hay un momento genuinamente humano. El pensamiento de las personas funciona así. La gente repite cosas porque lo dicen veinte o treinta, y nadie comprueba nada. Entonces, aparece un señor como Alonso de Salazar que dice dos y dos son cuatro, porque lo comprueba, aunque setenta digan que no. Y ese señor estropea la fiesta orgiástica de volamos por encima de los tejados… Esto ha sido siempre así.

Hemos vivido un momento extraordinario de libertad individual, bienestar material y consolidación de la democracia que pensábamos que era para siempre. ¡Mentira! Probablemente hemos vuelto a la normalidad. Lo que ocurre es que la gente de nuestra generación está llevando esto fatal, porque abrimos los ojos en la época de la Movida y pensamos que aquello era para siempre. No nos dimos cuenta de que aquello era un momento especial y único. Ahora hemos regresado a lo que es normal: a la horda, al vocerío, a Zugarramurdi.

W. Manrique Sabogal. ¿Son la información digital y las redes sociales una evolución del sistema inquisitorial y de caza de brujas?

Elvira Roca. Probablemente las redes sociales sean lo que las guerras de religión fueron en su contexto, un potenciador absoluto de la barbarie, de la genuina capacidad humana para la barbarie.

W. Manrique Sabogal. La novela recuerda este presente. En su anterior libro, Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Estados Unidos y el Imperio español (Siruela), también arrojó luz sobre ese momento de la Historia. Eso fue en 2016, desde entonces la corrección política y la cultura woke se han acrecentado y se intenta cambiar la Historia con lecturas retroactivas, ¿qué opina de esa política?

Elvira Roca. Uno debe estar siempre revisando, porque las herramientas mejoran y los conocimientos se amplían. Ahora estamos en condiciones de hacer arqueología de historia genética que antes no se podía.  Tenemos que revisar nuestras afirmaciones porque hora tenemos a disposición herramientas de saber nuevas.

Otra cosa es hacer una lectura moral retrospectiva de la Historia.

Lo políticamente correcto es una suerte de macartismo intransigente que procede del hecho de que han llegado a la edad adulta, en cuanto a años, varias generaciones que no van a salir de la adolescencia jamás. Y, como no van a salir de la adolescencia jamás, todo lo que les molesta lo eliminan. No hacen ningún esfuerzo por comprender el   mundo como era antes de que las neveras estuvieran llenas. Creen que el mundo siempre ha sido así. Creen que siempre ha habido electricidad y coches. No saben que cuando había necesidad de mover dos toneladas de carbón hacía falta una cantidad de energía física humana formidable.

Desconocen cómo era el mundo sin nevera y frío. Se colocan en la estupidez del niño bien alimentado que condena el mundo que le ha precedido, simple y llanamente porque no es como a él le gustaría, y ya está. Es una mezcla de ignorancia, infantilismo y barbarie.

W. Manrique Sabogal. ¿Cómo se puede hacer frente a eso?

Elvira Roca. Intentando no dejarse arrastrar ni amilanar, no dejándose acobardar. Es difícil porque se enfrentan al mundo con la violencia de los de los fanáticos. Y el fanatismo tiene un componente infantil tremendo. La infancia no admite contradicciones y se enrabieta. La cosa es peliaguda.

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