Gimferrer: “Nadie emplea ya la parafernalia fascista, se inserta de otra manera”
El escritor publica uno de los poemarios del año: ‘No en mis días’, con referencias cultas como crítico con la actualidad
Pere Gimferrer dejó su comodidad en el sofá y se echó hacia adelante. Sobre las gafas de ver se puso las gafas de leer y cogió de la mesilla su último libro, No en mis días. Levantó un poco la cabeza y empezó a leer uno de sus poemas favoritos. “Es el titulado Elegía, y se abre con una cita de Blas de Otero que leo primero:
Málaga bella Málaga y sin embargo libro
una batalla pálida de sueños y mujeres”.
¡Ahora sí!, dijo el poeta catalán, carraspeo un poco, y leyó:
“Chinitas en el año treinta y tres:
una copa de aire escarlata en lo blanco”.
Quince palabras, y su voz arrastrada, a veces incomprensible, de la estirpe de poetas que no saben leer poesía, como él mismo ha reconocido, terminó con un “Ya está”. Y sonrió, mientras se quitaba las gafas de leer.
Ese día de noviembre Pere Gimferrer parecía otro. En alguna parte del trayecto en tren entre Barcelona y Madrid había dejado su habitual silencio y sequedad. En el camino perdió su escudo de autismo intimidatorio que sumado a su altura y corpulencia lo ha convertido en un eterno y misterioso forastero venido de alguna tierra desconocida.
El aspecto era el mismo, pero ese forastero se sentía ese día como en casa. Además, había aceptado atravesar la cartografía de su última creación poética con la lectura de algunos versos. “Dime qué quieres que diga”, dice el escritor catalán. A partir de unos versos que yo le leería, Gimferrer (Barcelona, 1945) añadiría algo a la biografía de los mismos. Y, de paso, a la suya propia. Palabras, frases, ideas, claras unas, enigmáticas otras, que han estado con él desde hace 53 años cuando publicó su primer poemario: Mensaje del Tetrarca, y medio siglo de aquel que lo puso en la órbita de los poetas contemporáneos más destacados del español: Arde el mar.
Con No en mis días (Fundación José Manuel Lara, colección Vandalia) Gimferrer vuelve al idioma castellano tras varios libros en catalán. En sus páginas convoca sus temas de siempre, unos viviendo intocables en el pasado, otros que desde allá alargan su mano hasta el presente, y unos cuantos más que reverberan pura inconformidad y crítica sobre la actualidad española e internacional. Para ello se hace acompañar de unos cuantos de sus autores de referencia y de la riqueza de su cultura, mientras recuerda a amigos, claro. “Por donde empezamos, entonces”, dice, con cierta solemnidad, el poeta. Entonces, le leo los primeros versos para que él imbrique su biografía personal con la del poema. Así uno tras otro, hasta atravesar todo el territorio de No en mis días.
De El leteo (dedicado a María Pereiro Otero):
Así el tiempo que al fin nos simboliza:
más que anular, construye la verdadera imagen, los fuegos de artificio de nuestra juventud,
cada uno viviendo a escondidas de todos los demás,
cada uno viviendo a escondidas de sí mismo”
“Es el tiempo, y esto no lo he descubierto yo, sino alguien, bastante más importante que yo: Proust. Él es quien acaba el edificio definitivo de nuestra vida interpretada en su conjunto…”.
…
De Too Much Johnson (dedicado a Juan Marsé):
La mirada magnética que bebe el cuerpo amado
y que del cuerpo amado vivirá,
cuando pase este tiempo de la siega nocturna,
cuando los arrayanes enmudezcan,
cuando la luz aviste la palabra del mar.
“Lo primero habla por sí solo. Luego, aquí hay una cosa deliberadamente imposible: Los arrayanes no pueden enmudecer, no tienen posibilidad de hacerlo. En cuanto a lo de la siega, está bastante claro, porque alude a unas circunstancias del entorno, y lo de la palabra del mar, es un verso de Jorge Guillén.
¿Qué más añadir a esa siega nocturna? La situación política mundial en este momento; no solo en España”.
De Nec Spe Nec Metu:
Los árboles no viven de raíces,
mas de la copa, que es, de noche, espuma.
Macbeth ha puesto al bosque en movimiento:
somos las ninfas del sonambulismo.
“… Es una época anterior a esta. ¡Es Shakespeare!…”.
De Dióscuros (dedicado a Mar García Puig):
De Estocolmo a Estrasburgo, ángeles ciegos vuelan por Europa,
mas de Assange a Lagarde va, trazada a cordel, una cinta
magnética
que separa los ángeles de las bodegas oscuras.
“Assange y Lagarde parecen antagónicos, pero ambos están enfrentados a la ley, cada uno a su modo. A pesar de que Lagarde ha presidido la ley en teoría, pero en la práctica la ley la persigue a ella. Assange es alegal en cierto sentido, y en otro descubre cosas alegales. Su semejanza es esa”.
Del mismo poema, Dióscuros:
Hoy las camisas negras van plisadas.
Un maestral de Ventennio está arando Europa.
“Nadie emplea ya la parafernalia fascista. El fascismo se va insertando de otra manera”.
De Parlamentarismo 2016:
La mona de Tetuán, el aire rojo,
la noche de los ángeles sin voz.
“La mona de Tetuán es una frase hecha de muchas significaciones, ¡y muy antigua! Empieza en Calderón de la Barca. No define a nadie en particular. Es como un tópico que define muchas cosas a la vez. Los ángeles sin voz… eso. Fue escrito el 11 de marzo de 2016”.
De Microcosmos:
Yo no supe vivir más que el tiempo en manojos.
“¡Yo y cualquiera!”. Y Gimferrer ríe a cámara lenta. Un segundo después escucha la continuación del poema:
La luz valleinclanesca de los pasos perdidos
y el pañuelo de hierbas perdido al respirar.
“El poema está dedicado a Manuel Rivas. Es un poema sobre el conjunto de la vida. Un poema bastante complicado. Aquí hay una cosa importantísima: La machina amazzacattivi, está en otro verso y es una película de Rossellini restaurada recientemente en la cual se consigue una foto que inmortaliza a las personas que son fotografiadas. Es una película no realista”.
Gimferrer lleva la conversación a otra de sus grandes pasiones: el cine. Le encanta ver películas viejas restauradas, aunque también le gusta el cine reciente.
De Devanadera:
Ya con los ojos de Cuca clavados
en este pecho, maniquí del viento,
como también -un haz de luz de proyector-
dando a Javier Marías un espaldarazo
-L’accolade, diría William Faulkner-
en la Academia, cámara del tiempo.
“Yo estaba en la Academia cuando se votó a Javier Marías para ingresar en la RAE. Lo de L’accolade es una cosa en un francés macarrónico, esta palabra es válida, es como agradeció Faulkner en un francés que creía francés una condecoración que le dieron en su madurez en Estados Unidos.
De Teatro de sombras (dedicado a Ana María Moix):
“Hoy, en la calle del León: partida de la porra
de la España Cañí que lee a garrotazos,
con la princesa atrida carpetbagger:
la violencia, hermana de la mentira -Woytila dixit-,
habita en este pelo de avispero y esta voz rechinante de Rocinante
el aspaviento de la pajarraca
donde veló la luz la humareda de máuseres”.
“Esto es una parte de lo muchísimo que hay en este poema, claro. Es imposible decir que todo sea captado y si fuera posible debería llevar jornadas, mucho tiempo. Yo sé qué es cada cosa, pero no pretendo que lo sepa el lector”.
En The Tempest (dedicado a Lili y Jacobo Cortines):
El pizarrón del agua borró las chimeneas
en un país de deshollinadores.
Palabras vueltas del revés son guantes
en la refinería del poema.
“Es sobre España, sí. Y hay una imagen que viene de Madrid en parte: “De las barbas del cielo caen hombres barbudos: / Son los oficinistas de la lluvia”. Esto es Madrid
De Darkness at Noon / Piétons passez:
En el revolver de la luz
brillan los ojos de la muerte.
“El título en francés es terrible, y en inglés: Darkness at noon y Piétons passez. En francés es muy sarcástico, en ciertos países de habla francesa, en particular Suiza y Francia, cuando el semáforo se pone verde se pone Piétons passez, pasar peatones, pero esto en mitad pasar hacia la muerte, jajajaja. Esto lo entiende quien lo ha visto en Francia o Suiza”.
De Antífona:
El ángel de las rosas de la muerte
Besa los ojos de mi juventud.
“Un sentimiento, una presencia. Pero luego sale otro ángel que ha mantenido mi pasado en pie y sale de un modo esperanzador. Está en el último poema Diminuendo”.
Gimferrer busca las gafas de leer. Se sienta en el borde del sofá, coge su libro y lee:
“Diminuendo
El ángel de la muerte repentina
ha mantenido mi pasado en pie
Vuelan bajo los pájaros que cantan.
(¿Dónde cantan los pájaros que cantan?)
Mi vida será un valle sin espadas.
Mi vida será el oro de las hadas’
Lo escribí a comienzos de julio de este año”.
De Gentlemen’s Agreement:
Los desaciertos de la malvasía
en un país de trovadores ciegos.
“La fecha es el 10 de agosto de 2016. La fecha en que se presentaron propuestas y no llegaron a ninguna al PP. La malvasía es que nadie este borracho, habla del linchamiento. Y trovadores ciegos se explica por sí solo”.
El poeta sigue sentado en el borde del sofá. Se anima a cerrar este momento Gimferrer con Gimferrer con la lectura de uno de los poemas que más le gustan de No en mis días. Busca en el libro una páginas. “Ya lo tengo. El poema se titula Elegía, y se abre con una cita de Blas de Otero que leo primero:
‘Málaga bella Málaga y sin embargo libro
una batalla pálida de sueños y mujeres”.
¡Ahora sí!, dijo el poeta catalán, carraspeo un poco, y leyó:
“Chinitas en el año treinta y tres:
una copa de aire escarlata en lo blanco”.
Luego acepta hablar del Nobel a BOb Dylan. Pere Gimferrer es uno de los pocos escritores que ha estado de acuerdo con el galardón al cantautor estadounidense. ¿Qué le diría a la gente que considera que Bob Dylan o los trovadores no hacen literatura?
“Primero: No son conscientes de que cantaban las letras que escribían, porque están acostumbrados a leerlos en el libro. Segundo: No me hubiera opuesto nada a que se diera años atrás un premio a letristas en franceses como Jacques Brel. Tercero: Bob Dylan, aparte de otras cosas, es autor de una extraordinaria película no exhibida en España: Renaldo and Clara. Poco conocida dado su extraordinario carácter experimental de larga duración. La vi en París. La tengo en DVD, pero no es muy difundida, aunque sí de gran valor e interés. Cierto que no hay ningún Nobel de cine, pero es otra faceta de Dylan”.
El amor no falta en este poemario. Menos aún su amor reencontrado hace ya diez años y que plasmó en un texto y declaración titulada Interludio azul y en el poemario más erótico Amor en vilo. El renacer de aquella fuerza se hace presente aquí en:
Cuca
Me diste el alimento de la noche
y me has dado las prímulas del día.
Pere Gimferrer se levanta del sofá. Y ante la pregunta sobre qué poetas contemporáneos ha leído en los últimos tiempos contesta mirando por encima de las gafas:
“Se puede decir que este que leo es contemporáneo: se llama William Shakespeare”.
No en mis días. Pere Gimferrer. Editado por Fundación José Manuel Lara-colección Vandalia. 81 páginas.
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