
El poeta y gestor cultural Gonzalo Escarpa, autor del poemario ‘Quiero decir’.
Gonzalo Escarpa: “Ser sensible hoy y reivindicar la ternura se ha vuelto salvaje y una reivindicación política”
El poeta y gestor cultural español publica el poemario 'Quiero decir' donde habla de heridas y fisuras, pero para convertirlas en algo nuevo, para celebrar que estamos aquí. Parece convencido de que el futuro y la belleza de la poesía están en la vuelta a su origen, a la palabra sonora y escenificada
Gonzalo Escarpa (Madrid, 1977) desmitifica la leyenda de que los poetas no suelen ser generosos entre ellos. No solo es un entusiasta de su divulgación, de los nuevos y de los conocidos, sino que fomenta la exploración de nuevas formas poéticas. Y alguien sin prejuicios que reivindica dos conceptos demonizados por el mundo contemporáneo: la ternura y lo que para algunos es lo cursi. Quizás porque parece convencido de que el futuro y la belleza de la poesía están en la vuelta a su origen, a la palabra, a sus sonidos, a celebrar lo que despiertan, a la escenificación de lo que se quiere transmitir y contar en los versos.
Eso es parte de lo que guarda su poemario reciente Quiero decir (La imprenta), con prólogo del poeta argentino Hugo Mujica que lo expresa así:
“Este es un libro de amor, pero de un amor —y perdón por la palabra nada posmoderna— humilde; fuego, sí, pero de ternura, más de calor que de luz, caricia más que abrazo, aunque arda. Si tuviese que verbalizar el sentimiento que me fue embargando al leerlo, diría que es una oscilación entre la ternura —el cuidado, como quien acaricia una herida, la que a todos nos atraviesa y él no soslaya— y, sin contradicción alguna, la alabanza, nunca eufórica pero siempre contundente, y muy muy repetida, de la exaltación de la vida: el llamado a regocijarse en lo nimio, en engrandecerlo regocijándonos. ‘Regocíjate’, repite en un poema, para mí el más bello, que es un himno a la vida, como el Song of Myself del viejo y querido Whitman. Y, como aquel, lo que dice de él lo dice de todos, de cada uno de nosotros, de los que Gonzalo llama ‘hermanos’, porque —nos dice— la vida es una, muchos los granos y uno solo el vino: Mi desgracia es la tuya. Hasta que no lo entiendas / no has entendido nada. Mi sonrisa es la tuya. / Mi desastre es el tuyo. Mi corazón, el tuyo. / Mi colapso, mi entrega, mi razón, mi alma: tuya”.
Sin miedo a la ternura y la sensibilidad
Quiero decir es un poemario, con poemas escritos hace seis o siete años, que habla de las heridas y las fisuras, pero para convertirlas en algo nuevo, para celebrar que estamos aquí. Por eso canta preguntas como estas:
¿Por qué tiene ese extraño prestigio la tristeza?
¿Por qué hay en el dolor una plana alegría?
¿Por qué, si nos juntamos, recordamos el día
en que estuvimos todos lejos de la belleza?
Y sigue este poeta juglar que pide avanzar sin temer a expresar las emociones. Es lo que él quiere compartir. Como Jaime Siles, Gonzalo Escarpa recuerda que “el verdadero protagonista de la poesía es el lector, nunca el autor. Juego con esa idea en el título del libro, Quiero decir. Estas son todavía las cosas que quiero decir, a pesar de que nadie escucha, a pesar de que la incidencia de la poesía sigue siendo mínima. Pero hay cosas que quiero decir, no porque vaya a servir de algo, sino porque las tengo que decir”.
Esa lealtad consigo mismo y con el arte poético, ya expresada en una decena de libros, lo ha llevado a ser un gestor y promotor de la poesía a través de La Piscifactoría Laboratorio de Creación y a coordinar el ciclo #LdeLírica, de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés. Se trata de una acción excepcional protagonizada por la poesía y el público donde cantan poetas reconocidos y debutantes, sobre todo a través del Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica, que incentiva la poesía escénica y la búsqueda de formas acordes a estos tiempos donde se funde la tradición y las tecnologías emergentes.
“La ternura y la sensibilidad”, explica Escarpa, “son dos conceptos que no se utilizan, que están muy castigados y, sin embargo, a día de hoy, son muy necesarios. Ser sensible hoy y reivindicar la ternura se ha vuelto salvaje y una reivindicación política”.

La importancia de lo cursi
En ese mismo territorio de lo exiliado está lo cursi. Algo que, celebra el poeta madrileño, por primera vez se reivindica:
“Es verdad que está muy mal visto lo cursi. La poesía siempre ha sido cursi. Ahora tiene connotaciones completamente peyorativas. Y a mí me encanta ser cursi. Como se sirve y consume de maneras tan extrañas, tenemos una idea tardorromántica de la poesía. No nos ponemos de acuerdo en qué es, y está bien que así sea. La poesía es la gran desconocida porque está hecha de misterio, de misterio y de técnica. La parte técnica es fría y el misterio no es frío. Por supuesto que incluye lo cursi. No hay nada más misterioso que lo que nos desarma por completo y nos hace decir lo primero que sentimos. Esa es la fuerza poderosa del amor. Todo el mundo lo ha vivido, aunque sea por un perro o por una planta. Todos nos hemos sentido frágiles y absolutamente vulnerables frente a algo. Y eso nos lleva a la cursilería… No ser cursis es obligarse a no serlo, porque es un derecho. Igual que reivindico el derecho al misterio, reivindico el derecho a ser cursi”.
De la misma manera que Quiero decir celebra la vida por celebrarla y la belleza por la belleza, porque allí descansa todo, Gonzalo Escarpa cree que “en poesía se ha perdido el lirismo”:
“Hoy la poesía hegemónica está despoetizada, es anti lírica, no antipoética porque eso es Nicanor Parra y eso va por otro lado. El lirismo conduce a la ternura, la ternura a la sensibilidad y la sensibilidad nos permite lo cursi. Estoy a favor de no privarme de la expresión directa y sencilla. Probablemente es lo que pretendo con la poesía: emplear una técnica muy compleja con alusiones a la tradición clásica, por eso hay tantas estrofas diferentes y juego con la rima, pero actualizando lo que se lleva haciendo desde siempre en la poesía.
No olvidemos que el verso libre es muy joven y, por tanto, no lo comprendemos aún. Aparte de Arthur Rimbaud no hay muchas más personas que dominen las técnicas sagradas y salvajes del verso libre. Yo me amparo en los moldes tradicionales y lo que trato es de renovar la temática. Y esa renovación pasa por recuperar cuestiones olvidadas como lo cursi. Además, tiene una etimología muy curiosa porque viene de unas francesas que había en Cádiz que se llamaban Sicur y vestían de forma muy exagerada; cuando aparecían por allí los gaditanos y se reían de ellas, para que no les pillaran, le dieron la vuelta a la palabra. Y se refería a lo emperifollado, a lo barroco. Se refería a la moda francesa de vestir. Claro que la poesía es cursi, porque la poesía es barroca”.
Y como la palabra de un juglar vive en el aire y toma las formas más inesperadas, Gonzalo Escarpa, como juglar y cantor de poemas sueña “con libros de poesía sin lomo, en forma de maletín, que contiene los poemas como si fueran postales libres, sin ningún orden, ni índice. Eso me lleva a la performatividad. Por eso me gusta la poesía escénica, la poesía viva, la idea de publicar en el aire o de hacer recitales que sean libros. Yo trabajo, sobre todo, la poesía oral, pensada para ser dicha. Cuando escribo, en realidad, estoy perfoescribiendo, porque yo sé que lo voy a recitar”.
El siguiente es el vídeo de la conversación de Gonzalo Escarpa con Hugo Mujica.
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Gonzalo Escarpa, ¡madre mía, los pelos de punta tengo y la respiración contenida cuando le «veo» recitar. Sí, le veo, porque a Gonzalo además de oírle hay que verle escenificar el verso. Y ahí, en esa magistral interpretación artística es donde su aura de poeta brilla exponencialmente… ,¡Lo amo!, ¡yo lo amo! Felicitaciones, Gonzalo, por ese título…por la ternura y la sensibilidad que reivindica.