Gustavo Guerrero: «Uno de los retos de la literatura es responder al regreso autoritario de nacionalismos»
El escritor venezolano y editor de Gallimard publica 'Paisajes en movimiento', un ensayo clarificador sobre el estado de la literatura y el mercado editorial hispanoamericano. El autor ahonda en esta entrevista en el cambio de paradigma de una literatura polifónica y policéntrica
Parte del futuro de la literatura hispanoamericana se vislumbra aquí, en Paisajes en movimiento. Un libro que funciona como una especie de zona franca donde se juntan el pasado y el presente del mundo real y el mundo literario del continente que permite apreciar los hilos que los conectan y se escucha el diálogo entre realidad, creación literaria e industria editorial. Sobre ese mapa histórico de las últimas tres décadas, Gustavo Guerrero analiza el panorama y responde preguntas cuyas respuestas abren ventanas y rutas sobre el destino inmediato de las letras hispanoamericanas.
Paisajes en movimiento. Literatura y cambio cultural entre dos siglos (Eterna Cadencia) es el título completo de este ensayo que hace una biografía del ecosistema del libro de una región que ha tenido una larga sombra del boom latinoamericano desde los años sesenta. Medio siglo después es claro el cambio de paradigma que elimina etiquetas y muestra la frondosidad literaria de una región cultural con una misma lengua pero de creación polifónica, policéntrica y exploratoria.
Gustavo Guerrero (Caracas, 1957), baquiano de este ecosistema como escritor, profesor de literatura y consejero literario para la lengua española de la casa Gallimard (Francia), hace su investigación sobre tres temas que avanzan paralelos en apariencia pero que en realidad se trenzan y son uno solo: el estado de la poesía como pilar literario, las transformaciones de la industria editorial y su relación con los productos culturales y la crisis de las identidades y culturas nacionales.
El ensayo y la investigación es un género que Guerrero ha trabajado desde finales de los años ochenta con obras como La estrategia neobarroca o La religión del vacío o Historia de un encargo: ‘La catira’ de Camilo José Cela, con el cual obtuvo el 26º Premio Anagrama de Ensayo.
En una de las azoteas de uno de los edificios centenarios de la Gran Vía de Madrid, desde donde se contemplan los techos sobre los que duerme la ciudad española, por la que quieren pasar física y literariamente autores hispanoamericanos, Guerrero amplía temas y reflexiona sobre algunos aspectos de su ensayo esencial para comprender la realidad literaria hispanoamericana.
Winston Manrique Sabogal. En la introducción del libro habla de “el apocalipsis de la cultura” y que los intelectuales están diciendo todo el tiempo que no hay pensamiento. ¿A qué atribuye esta sensación? ¿o, acaso, es solo el comienzo de otro tiempo?
Gustavo Guerrero. La idea de que estamos viviendo un apocalipsis o un final tiene que ver con la velocidad de los cambios y con la dificultad para tener la velocidad de los cambios que vivimos. La aceleración de los últimos treinta años es, probablemente, una aceleración sin precedentes dentro de nuestra cultura. No quiere decir que antes no haya habido este periodo de aceleración temporal. La modernidad comienza como una aceleración marcada por el tren y con la llegada de una serie de instrumentos que van a reducir el espacio. Pero creo que lo que hemos vivido en estas tres décadas, con la revolución digital y la globalización, nos ha confrontado a una serie de transformaciones tan rápidas que a veces no somos capaces de procesarlas y esa incomprensión de los cambios en los que estamos inmersos solamente nos deja ver lo que se pierde y no lo que se está gestando.
W. Manrique Sabogal. En términos creativos y, en concreto, literarios parece un periodo de incertidumbre, de búsquedas, de desencanto…
G. Guerrero. Diría que es un periodo de balance. Hay un balance que se hace sobre el siglo XX a la vez que hay una apertura de una cosecha positiva que tiene que ver con nuevas voces nuevos objetos, nuevos temas, nuevas maneras de escribir, nuevas maneras de ser un escritor. Hay una transformación de la imagen del escritor después de la crisis de la figura del letrado o la figura del gran intelectual que hoy nos está llevando a que el escritor viva un proceso de reinvención en la esfera pública, invente una nueva postura para su presencia a nivel social. Pienso en un Mario Bellatín, por ejemplo. Pienso en Roberto Bolaño en su momento. Pienso en Antonio José Ponte. Pienso en Rodrigo Rey Rosa. Pienso en muchos escritores que han tenido que inventarse otra manera de presentarse como escritores en la escena pública que no es ya la del gran letrado del siglo XX o XIX. Una de las últimas variantes en esta recreación de una imagen pública del escritor nos la están trayendo las mujeres. Las mujeres también están inventando otra manera de ser escritor en público.
W. Manrique Sabogal. A esa gran proliferación de nuevas voces y nuevas rutas literarias, la irrupción de las mujeres y el cambio de mundos totalizadores por universos más individuales se suma la relación de estos autores y sus creaciones con la Nación y la crisis del Estado-Nación.
G. Guerrero. Estamos en un periodo distinto. Ha habido toda una crítica de la Nación y del nacionalismo hecha desde la perspectiva de la globalización en los años 90 y 2000. Del mismo modo que ha habido una crítica política de lo nacional y de la nación hecha desde las perspectivas globalizantes, desde programas económicos y políticos. Pero en los últimos dos años, quizá un poco más, hemos visto también un regreso de los nacionalismos más radicales y más autoritarios que se han convertido en instrumentos a través de los cuales ciertos sectores importantes de la población tienen la impresión de recuperar el control sobre su destino político, algo que parecían haber perdido en los años 90 y 2000. Uno de los retos va ser la manera en que la literatura va a poder responder a este regreso autoritario de nacionalismo. Es uno de los posicionamientos para la literatura por venir que es importante.
No estamos replanteando el debate sobre cosmopolitas y nacionalistas; no estamos planteando ese debate del siglo XX. Estamos planteando el debate que se tiene que dar, o que se está dando, entre este regreso de los nacionalismos en su forma más autoritaria y la idea de que la creación literaria, como toda creación lingüística, genera o produce una idea de comunidad. Así como en el siglo XX la literatura participa en la formación de la comunidad nacional a través de sus obras a qué tipo de comunidad va a dar lugar que no sea ese nacionalismo autoritario. Esta es la literatura que se está haciendo ahora…
W. Manrique Sabogal. ¿Cree que hay una continuidad básica de la tradición del siglo XIX a pesar de las rupturas vistas en el siglo XX?
G. Guerrero. Sí. Digamos que los autores están en la continuidad del siglo XIX y el siglo XX. Es algo que está en la participación del escritor como constructor de la comunidad nacional a través de su obra.
W. Manrique Sabogal. ¿Internet y la revolución digital contribuyen a dinamitar o a acelerar o a potenciar esa mutación de los propios creadores?
G. Guerrero. Internet, los booktubers y las redes sociales se han convertido en instrumentos de vehículos de promoción y también de creación de opinión sobre autores, en vehículos de la crítica. En el caso de los booktubers eso ha contribuido a multiplicar las lecturas y los puntos de vista sobre la literatura que se está haciendo y, al mismo tiempo, son cada vez más difíciles los consensos en torno a la calidad de una obra, de un autor.
W. Manrique Sabogal. Con el escenario que describe de Internet de opiniones y de que cualquiera puede publicar su obra, ¿no cree que se requiere, de alguna manera, una voz autorizada o la creación de un canon?
G. Guerrero. Sí, pero es muy difícil llegar a los consensos que permitan la consolidación de un canon que atraviese los distintos circuitos en los que se mueve la opinión. De ahí que la emergencia de figuras de autoridad tan fuertes se haga más difícil por la multiplicación y la atomización de las opiniones.
W. Manrique Sabogal. Está también la cuestión de los canales de comunicación y la originalidad.
G. Guerrero. Ha habido también el surgimiento de otras formas de ver el trabajo del escritor que no tienen que ver ya tanto con el tema de la originalidad o de ser un escritor original, sino con la manera con la que nos relacionamos con el pasado a través del trabajo, de la reescritura, la estética de la reescritura.
W. Manrique Sabogal. Uno de los problemas es la circulación del libro en el propio continente americano.
G. Guerrero. A finales del siglo XX hubo un intento de creación de ese gran mercado, tanto a nivel político como a nivel económico. Esos proyectos fracasaron, pero sigue la ambición de ampliar la circulación del libro y esa ambición es legítima.
Muchos autores latinoamericanos ya no escriben para su propio país, escriben para el mercado. Ni siquiera para el mercado, escriben para un horizonte de lectores que se identifica con el horizonte de la lengua. Ese horizonte seguirá existiendo como una ambición de la cultura de lengua española durante el siglo XXI. El problema es cómo complementar y esto significa concertación de tipo político como para, digamos, armonizar los sistemas fiscales de IVA, por ejemplo, o para las tarifas aduanales, o las tarifas postales. Todo eso significa un trabajo político de armonización de los distintos países. La estabilidad de la moneda es esencial para poder consolidar la circulación internacional de los libros. Esperemos que lo que nos resta del siglo XXI lleguemos a construir ese espacio ampliado para la circulación de los libros entre Hispanoamérica y España.
Pero la inestabilidad de América Latina y los pronósticos ponen en duda ese sueño. Ahora mismo la situación de Venezuela es un ejemplo. Guerrero asegura: «Estamos ante una catástrofe migratoria sin precedentes en América Latina: se calcula que más de dos millones de venezolanos han dejado el país».
Una de las paradojas es que el ya largo conflicto venezolano ha ayudado a dar visibilidad a aportaciones culturales de un país que entró en el siglo XXI con la incertidumbre de Hugo Chávez en la presidencia y continúa con la de Maduro. La distinción más reciente ha sido para Rafael Cadenas como Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. “Es un premio que viene a coronar y a acompañar otros premios venezolanos en estos últimos años. Estoy pensando en el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia para Lorenzo Vigas por Desde allá, en 2015. En la pasada Feria Internacional del Libro de Buenos Aires uno de los eventos fue la exposición de fotografía de Vasco Szinetar, está el premio Tusquets a Alberto Barrera Tyszka, el premio que recibió aquí también Michelle Roche, está el premio de Rodrigo Blanco en París. Tengo la impresión de que la cultura venezolana está más presente que nunca internacionalmente, ofreciendo una reflexión sobre el país y cumpliendo también el papel de mantener viva una idea, una cierta idea de Venezuela que no es la que tenemos en los medios regularmente».
- Paisajes en movimiento. Literatura y cambio cultural entre dos siglos. Gustavo Guerrero (Eterna Cadencia).
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