El escritor argentino Hernán díaz, autor de la novela ‘a lo lejos’ (Impedimenta). /Foto cortesía editorial Impedimenta

Hernán Díaz: «Mientras estemos regidos por la codicia esto no va a cambiar”

El escritor de origen argentino se convirtió con 'A lo lejos' en uno de los mejores debuts novelísticos de los últimos años en Estados Unidos. Reescribe el western a través de la aventura de un hombre en busca de su hermano en un múltiple viaje físico e interior y lingüístico. "Creemos conocernos a nosotros mismos, pero cuando logramos vernos somos unos extraños"

La soledad es como si la tierra fuera plana. Los afectos son nómadas. Son dos sensaciones en la vida de un Ulises en los albores de la conquista del oeste norteamericano en el siglo XIX.  Se llama Hakan, le dicen el Halcón, es sueco, desde su país se sube al barco que no es, termina en San Francisco y atraviesa a pie ese nuevo e inhóspito mundo en busca de su hermano que debió llegar en el barco a Nueva York. No sabe que la tierra es redonda hasta que…

El mundo se abre, trampea y se hunde bajo los pies de Hakan para volver a emerger en un ciclo interminable de aventuras. Es la exploración de la aventura de la inocencia y lo natural a los avatares y crueldades de la vida que narra Hernán Díaz en A lo lejos (Impedimenta), uno de los debuts novelísticos más premiados de los últimos años, incluso finalista del PEN/Faulkner a la mejor ficción y del Premio Pulitzer de 2018.

Un relato del oeste norteamericano contemplado desde un punto de vista más existencial en una múltiple travesía física, paisajística e interior que lleva al descubrimiento de la vida. A la aventura de los hallazgos personales y de la conexión del pasado con el presente y de lo intemporal en un lenguaje que se abre para retratar la inmensidad de la naturaleza como en las narraciones clásicas, captar el silencio en la exuberancia como en las obras más intimistas y mostrar la fuerza invisible de los afectos y los sentimientos como la más grande y noble señal de humanidad. La compañía de las ausencias.

Nacido en Buenos Aires en 1973, el mismo Hernán Díaz es un nómada. Cuando tenía dos años su familia se fue a Suecia para protegerse de la dictadura argentina, volvieron, se licenció, viajó a Londres, luego a Nueva York donde aún sigue y trabaja en la Universidad de Columbia.

En su travesía ha estado y está acompañado de Jorge Luis Borges. Un trayecto que le ha servido para escribir Borges, entre la historia y la eternidad (2012), un estudio sobre la teoría literaria; es el editor de una revista académica dentro del Hispanic Institute de la propia universidad. Su cuentos y ensayos ha sido publicados en medios como The New York Times, Playboy, Granta o The Paris Review. Su primera novela, A lo lejos (2018) fue finalista del Premio PEN/Faulkner a la mejor ficción y del Premio Pulitzer de 2018 por «su rechazo de las convenciones del género de la novela histórica, su análisis de los estereotipos que pueblan nuestro pasado y su retrato de la alteridad extrema».

La soledad es uno de los protagonistas de la novela. La soledad del individuo, filosófica, del ser humano frente al mundo a través de Hakan en la inmensidad de un territorio desconocido para él y que atraviesa y se descubre en pos de un objetivo noble: la búsqueda de su hermano, es decir de combatir la soledad. Hernán Díaz contó su novela justo antes de que la pandemia llegara a Madrid y rastocara la vida:

“La novela nació como la exploración de la soledad radical y un personaje desligado de los atributos que hacen que seamos humanos: nuestros vínculos sociales y ataduras, de nuestra relación con el lenguaje… Me preguntaba qué pasaría con una persona cuando uno está menos sujeto a ese tipo de ataduras. Imaginas esa situación extrema y fue una inspiración y motor a la hora de escribir”.

El origen del libro procede de otros libros, del deseo de establecer o continuar el diálogo con la literatura, Un legado borgiano:

“Nabokov dijo, en una entrevista, sobre el origen de sus libros, que es como cuando los pájaros empiezan a reunir ramitas sueltas, piedras, basurilla y, de repente, construyen un nido. Comparto esa imagen de Nabokov: reúno cosas dispares que van creando un conjunto armónico. Todo esto es un proceso azaroso con lecturas azarosas… A la hora de pensar un proyecto literario son los otros libros los que influyen. La literatura es la principal materia a la hora de crear otros libros. En mí la motivación siempre es literaria y lingüística para dar una textura emocional y de lenguaje, eso antecede a cualquier diseño y trama para que un hecho resulte verdad”.

En A lo lejos el lenguaje y la emoción son anteriores a la trama. Se nota en sus frases, late la intención de hacer sentir esa emoción en alguna de sus diferentes gamas. Luego viene el impulso de un tema, de una reflexión, de una necesidad de transmitir algo… La inmensidad de una tierra desconocida y exuberante como reflejo del propio territorio del lenguaje y la aventura de encontrar las palabras y combinaciones de palabras precisas para transmitir lo que se siente:

“Me resultó interesante escribir sobre un hombre, un inmigrante sueco que llega a Estados Unidos en el siglo XIX que no habla ni una palabra de inglés. A parte de explorar esa dimensión más humana e interior, también quería desfetichizar ese pasado de la conquista del Oeste americano sin que resultara algo arcaico, y en tercer lugar me interesaban diferentes ritmos en el lenguaje, pausado y que tiene que ver con reflexiones sobre la naturaleza del tiempo o del paisaje. También hay un lenguaje más acelerado con la aventura. Quería explorar el lenguaje”.

No faltan conexiones del libro que escapan al propio Hernán Díaz alrededor de su escritura, su pensamiento y la propia naturaleza de la vida En mitad de la novela se dice: «A partir de toda criatura viviente se puede predecir las propiedades de cualquier otro, observando cualquier partícula con la suficiente atención, siguiendo la cadena que la une con  todo lo demás podemos llegar hasta el propo universo. Las relaciones están ahí mismo si el ojo es lo bastante diestro para detectarlo». Y hacia el final, escribe: «Hakan, que nunca había visto un globo terraqueo, dio unos pasos a su alrededor tratando de reconstruir su largo periplo y comprobando las formas, lo que todas aquellas tierras…».

“Gracias por esa conexión, no la había notado. Siempre es lindo descubrir cosas del propio trabajo que uno no había notado. Uno no siempre tiene el control absoluto del libro. El primer pasaje citado está fuertemente inspirado en Emerson y por la filosofía del trascendentalismo y tenía ganas de producir una visión extática de la naturaleza que no fuera ni religiosa ni romántica ni científica, algo diferente. Y la parte final, donde los territorios aparecen conectados. Hay un hecho importante y es que él no sabe que el mundo es redondo y cuando se entera piensa que ha estado dando la vuelta al mundo sin saberlo”.

Hakan no solo está en un territorio virgen sino que sus sentimientos son naturales e inocentes y lo que lo mueve es la búsqueda de su hermano:

“El tema afectivo es clave, como el de la soledad. Es algo central, sobre todo en un mundo despojado de ataduras sociales, culturales y lingüísticas. Lo que permanece profundamente humano es su afecto, y la búsqueda de ese afecto es también su condena a la soledad. Hakan es un ser profundamente afectivo y ético”.

En esa exploración física y del lenguaje los mitos fundacionales de Estados Unidos están presentes en A lo lejos y la idea de desmitificación late en la novela:

“Por ejemplo, una vez uno se pone a escribir un libro del siglo XVI en España es imposible escribir un libro sin hablar de la Conquista de las Américas. Para mí, el proceso de la escritura en la literatura se hace de más literatura. Y la literatura del siglo XIX norteamericana es una gran pasión y como toda gran literatura tiene un elemento político. Entablar una conversación con esa tradición también es entablar un debate con las condiciones sociales del momento. No se trata de revisionismo. Toda nación está fundada sobre actos violentos. Somos así, lamentablemente, como especie. No soy muy optimista.

La premisa de la civilización es la propiedad privada. Ahí es donde empieza la violencia, la exclusión. Voy a tratar de quitarte lo tuyo para ampliar lo mío, todo el mundo, toda la vida. Es algo constitutivo de la civilización.

Tengo una hija de 9 años y creo que estamos dejado el mundo peor que cuando lo encontramos. Es triste, pero no veo una conciencia general para revertir la situación. El mundo requiere medidas urgentes. El mundo sobrevivirá sin nosotros, felizmente.  La naturaleza es superior a nosotros, nuestra existencia está en peligro. Mientras estemos regidos por la codicia esto no va a cambiar”.

Fue el ser huknoa quien cambió el paisaje y ha modelado su identidad a partir de allí. La identidad es otro tema esencial de la novela. La manera en que se va construyendo a través de Halcón, una persona que, incluso, no ha visto su propio rostro en mucho tiempo.

“Quizás se ve en la hoja de un cuchillo, en un pequeño charco. Intento hacer la reflexión de que creemos conocernos a nosotros mismos, pero en realidad cada vez, las pocas veces, que nos vemos a nosotros mismos somos unos extraños, para nosotros mismos siempre es una sorpresa verse uno”.

Jorge Luis Borges es una influencia decisiva en la vida de Hernán Díaz. Escribió un libro sobre el gran autor argentino.

Winston Manrique Sabogal

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