
El escritor español Javier Serena (Pamplona, 1982), autor de la novela ‘Apuntes para una despedida’. / Foto de Magdalena Siedlecki.
Javier Serena: “Las relaciones de hoy son líquidas y falta ese esfuerzo por lo sólido que construye parejas”
El escritor español publica la novela 'Apuntes para una despedida'. Es un retrato, desde dentro, del resquebrajamiento de una pareja que cree vivir su última oportunidad de alcanzar sus sueños personales, profesionales y sentimentales. Confrontan la premura del futuro
¿Dónde quedan las personas cuando terminan una relación sentimental sin una despedida digna del amor que se tuvieron? En la frontera donde rescatarían los recuerdos del futuro. Al menos es lo que piensa uno de los protagonistas y narrador de Apuntes para una despedida (Almadía). El personaje creado por Javier Serena (43 años -Pamplona, España, 1982) que desvela, desde dentro de su relación, cómo una ilusión se empieza a resquebrajar, cómo descubre que el amor puede ser solo interés instintivo y la relación algo extractivo para poder seguir avanzando en la vida, en este mundo de grandes y rápidos cambios jalonados por lo digital.
Dar con esa voz natural, franca, intimista y verosímil no fue fácil para Javier Serena. Sus dos anteriores libros tenían voces condicionadas al abordar la vida de escritores: Atila, sobre Aliocha Coll, y Últimas palabras en la Tierra, sobre Ricardo Funes.
Javier Serena. Igual ha sido algo un poco instintivo, no deliberado. Entre mi anterior libro y este hay ocho años, pero no de escribir, sino de publicar. Me empecé a interesar por una escritura más en primera persona, desde la ficción. Se construye como una novela, tiene la lógica de una novela, la estructura de la novela. Es verdad que parte un poco de la primera persona y de esos juegos entre el narrador y el autor. Ese cambio me costó mucho hacerlo.
En todos estos años yo estaba probando esta escritura en primera persona que sufre un poco del prejuicio. Muchos creen que lo autobiográfico es fácil. A mí me resultó difícil dar el salto, el cambio. Esas novelas previas son más clásicas, estaba recreando algo, pero aquí es una cosa muy desde dentro. Desde la cabeza del personaje, y desde fuera. Esta novela tiene una palabra en el título, Apuntes, que me parece importante, porque, aunque sea una novela, creo que juega a no serlo. Las anteriores eran narraciones que funcionaban muy bien para una novela más convencional.
Y aquí roza el diario, roza la crónica. Algo en apariencia leve. Fue un reto hacer una novela con una anécdota tan mínima, con una trama tan leve y, al mismo tiempo, es una literatura que a mí me interesa más.
Winston Manrique Sabogal. ¿Cuánto tardó? ¿Hizo pruebas para lograr el tono que quería?
Javier Serena. Hice cuatro versiones enteras del libro, cuatro escrituras completas, sin rescatar nada de los borradores. Cuatro modelos distintos. Hay algo que tiene que ver con el tono, con el enfoque, que se va desde la primera línea hasta el final. En la última versión hay un enfoque en el narrador que funcionó: su enfoque tan analítico, casi forense, de cómo disecciona a los dos personajes.
Javier Serena comparte este hallazgo del proceso creativo en un bar del barrio de Huertas, de Madrid. Una tarde de junio de cielo luminoso, pero sin los calores tropicales de los últimos días. Y ya en los ajetreos de la Feria del Libro de Madrid donde participó en diferentes actividades como autor y como director de Cuadernos Hispanoamericanos. Apuntes para una despedida es la historia de una pareja que cree vivir la penúltima oportunidad de sus sueños: ella como actriz y él como escritor. A partir de ahí una narración íntima sobre cómo se ayudan mutuamente, mientras constatan el quiebre de su relación. De lo que quisieron ser como personas y como pareja y de lo que no han llegado a ser. Orfandades de sueños y sentimientos. Duelo de identidades. ¿Están a tiempo? ¿Por qué estaban juntos?
W. Manrique Sabogal. La novela está despojada de arandelas, hay pocos elementos. La clave son los personajes tratando de expresarse.
Javier Serena. Una historia así tiene el riesgo de lo cursi, de lo sentimental. Quería que fuera realmente analítica y fría en la disección de los personajes. Y que sus mezquindades y sus desencuentros también fueran como son las vidas verdaderas que, de algún modo, están todo el rato midiéndose, delimitándose.
W. Manrique Sabogal. Se muestran los pequeños egoísmos, que obligan a la pregunta de si, en realidad, el amor no es hacia el otro sino actos hacia uno mismo. Porque en realidad es uno el que se beneficia.
Javier Serena. Es cierto. Igual es algo más contemporáneo y más de grandes ciudades, pero creo que es muy claro que los dos personajes están muy volcados en sí mismos, más que en el vínculo. Están realmente volcados en su identidad, en quiénes son, en su futuro, etcétera. Algunas personas me han dicho que es una novela generacional. No sé si es generacional, pero sí es de cierta edad de la vida. Y no es tanto una novela de amor, como de no amor y de una precariedad personal grande.
Son dos personas que están atravesando una frontera en la vida en la cual necesitan apoyos, aliados que ayuden a atravesar esta línea de sombra o esa frontera. Intenté hacer un libro muy honesto en eso, en la descripción de las pequeñas carencias. Hay algo que les sujeta que no es amoroso.
W. Manrique Sabogal. Más que historia de amor o desamor o no amor, es la historia de la necesidad de amar. De la necesidad del ser humano de tener un vínculo afectivo.
Javier Serena. Sí, sí. Dos personajes que están aislados, como se suele estar en las grandes ciudades y que buscan un vínculo y el vínculo que encuentran no se sujeta tanto en el amor como en una complicidad. Con la diferencia de que ella no tiene una base económica, familiar, social que la sujete. Él, en cambio, tiene una pequeña red que le funciona. Hay un poco de extractiva en los dos, de querer aprender del otro.
W. Manrique Sabogal. Él se beneficia más de ella, que ella de él.
Javier Serena. Y ella es consciente. Sabe que ya ha cumplido una misión con él. Los dos están en la misma situación amorosa y afectiva respecto al otro. No llegan a decirse las cosas en ningún momento porque son palabras que terminarían la historia.

W. Manrique Sabogal. La novela implica al lector porque uno va complementando, completando. Se ha utilizado la palabra precariedad. Algunos estudios indican que las relaciones se están reconfigurando por el impacto e interferencias mutuas de los mundos analógico y digital.
Javier Serena. Abordar esto fue instintivo. No me propuse hacer una novela que dijera, “Voy a retratar cómo son las relaciones hoy”. Sino sobre algo del presente. Pero me encontré los personajes, me encontré con una historia y la escribí y cuando la acabé me di cuenta de que esta era su manera de vincularse.
Hay una sensación de mucha exigencia laboral, económica, inmobiliaria. No tuve la conciencia de hacer un libro generacional en ese sentido, pero hay muchos elementos como la importancia del teléfono móvil en las relaciones.
En mi novela los dos personajes están muy obsesionados con ellos mismos. Aparte de toda esta exigencia laboral, están el cómo las tecnologías nos abren u nuevo escenario con mucha gente también aislada, y con lo fácil que es establecer y romper vínculos.
W. Manrique Sabogal. Se escenifica la búsqueda, construcción y reafirmación de la identidad.
Javier Serena. Hay una obsesión con nuestra identidad, con nuestra trayectoria, con nuestro relato. Hay una presión con tu relato que te hace muy difícil priorizar un vínculo, que es una cosa de dos. Donde tú estás renunciando en parte a la construcción de tu historia y tu personaje para construir una cosa que es de dos.
W. Manrique Sabogal. Zygmunt Bauman hablaba de que en este mundo líquido, internet transmite la sensación de que nos estamos perdiendo algo, y de que en las relaciones sentimentales abunda el picoteo y hay poca conciencia del esfuerzo para construir algo porque hay una especie de supermercado de los afectos.
Javier Serena. La novela crea un retrato de una pareja de nuestra época en una gran ciudad con personajes con oficios poco comunes: ella actriz y él escritor. Están en medios artísticos y creativos inestables, no solo en lo económico, sino en lo personal. Son mundos más exigentes, en cierto modo, caminos más inciertos. Creo que sí, que son totalmente líquidas las relaciones y falta ese esfuerzo por buscar lo sólido.
W. Manrique Sabogal. ¿Por qué creen que esta oferta en lugar de facilitar encontrar a alguien y favorecer las relaciones las perjudica?
Javier Serena. Porque solo no se puede construir una relación. Es paradójico: hay una obsesión por construir el yo y la identidad y, claro, solo no se puede construir. Esta sociedad es posmoderna, ya no sé en qué tipo de posmodernidad estamos. Hay muchos elementos de tu personalidad que no van a poder crecer de una manera aislada.
W. Manrique Sabogal. Un valor de la novela es esa honestidad en la mirada a la cual se refirió. No hay lírica literaria como tal porque es que la lírica en la novela es la propia realidad. Mientras las demás parejas maquillan su realidad la suya no.
Javier Serena. En esa cosa híper honesta de llegar un poco a ver por qué las personas están juntas, qué les falta, qué ambicionan, qué les une y qué las va a separar. Vale como retrato de cualquier pareja. ¿Cuántas parejas van a reconocer su fracaso? Y, al mismo tiempo, como pareja hay una distancia, y hay un respeto mutuo.
W. Manrique Sabogal. Leo un pasaje de la novela: “Observaba alrededor incómodo porque algún conocido me sorprendiera en esa composición trágica, no porque me resultara especialmente ridícula, sino porque me asaltaba la certeza de que yo quizá no fuera la persona más indicada para sobrellevar ese episodio junto a ella y un examen ajeno hubiese puesto en entredicho la firmeza con que la consolaba”. Ahí está la almendra de la novela. De lo que habrá de ser él mismo y lo que habrá de pasar en la pareja.
Javier Serena. Es así como dices. Hay una conciencia en los dos narradores de lo que pueden aportarse, de lo que no, de lo que les falta. Se ve, también, que es una especie de no amor maduro. Porque a cierta edad ya puedes leer un poco, puedes anticipar lo que te va a pasar con alguien. Y es inevitable anticiparlo. Esa conciencia de los dos de que ya tienen cierta mirada y cierta memoria les dificulta entregarse.

W. Manrique Sabogal. ¿Cómo ve el amor después de haber escrito Apuntes para una despedida? Porque todo indica que, en el fondo, toda la gente quiere vivir un amor romántico.
Javier Serena. Somos más inconformistas, tenemos muchas expectativas, en general con nuestras vidas, pero más con el amor. Esas alianzas amorosas del pasado donde la gente se cruzaba enseguida en la vida y se echaban cuarenta años por delante, son más difíciles de aceptar. Ahora son más inconformistas, tenemos expectativas muy grandes.
Lo que no sé es cómo se resuelve. Si solo con la percepción de uno o quizás saliendo de uno y volcándose más en el otro.
W. Manrique Sabogal. Muchas novelas de ficción se parecen mucho a la realidad cotidiana.
Javier Serena. No sé qué autor decía: “Yo lo que escribo es 100% real y 100% inventado”. Y es así. Creo que Sigrid Nunez decía: “Ahora las ficciones muchas veces son más cercanas a las vidas reales, pero son ficciones igual”. Realmente la distancia es igual. Que sean más cercanas a tu vida real no quiere decir que haya menos ficción. Me parece que hay unos juegos tan artificiales que me cuesta meter la verdad al libro.
W. Manrique Sabogal. A través de su dirección de Cuadernos Hispanoamericanos seguro que tiene una mirada panorámica del presente literario en español. ¿Quizás es la convivencia en armonía de la diversidad y pluralidad de estilos y temáticas?
Javier Serena. Sí, sí… No sé si hay una literatura en español o no la hay. Existe una especie de recelo, de conocimiento, desconocimiento, desconfianza y hay un mercado que no llega a dominar esa geografía. Es como una especie de geografía indominable, al contrario de lo que puede pasar, por ejemplo, en Estados Unidos cuyo mercado controla bien lo que sucede y lo que se produce. En Latinoamérica hay una literatura mucho más variada, con voces que aparecen de repente en un lado o en otro.
Hay una irrupción constante de autores a través de editoriales pequeñas. Pero luego los gustos de un lado no son los del otro y no se llegan a trasladar. Por eso hablo del canon imposible, por suerte. Es un canon imposible porque es de una variedad enorme y una gran curiosidad.
Hay festivales, revistas, viajes, encuentros, gente que va a un lado y a otro. Hay una curiosidad entre lo que se hace en Argentina, España, Chile, México, Colombia, etcétera. Y, al mismo tiempo, hay como un descontrol afortunado que hace que sea más variada la literatura en nuestro idioma que en el mercado anglosajón.
W. Manrique Sabogal. América Latina no es un país, somos 19 países, más España.
Javier Serena. Hay una diferencia entre la literatura, por lo menos en ficción, de Estados Unidos y la británica. Y luego hay una diferencia entre la inglesa y la irlandesa. Y la australiana. El mismo idioma, pero países y culturas distintas. En América Latina hay una curiosidad muy viva. Hay una necesidad de explorar en español, de los autores en arriesgar.
Creo que se debe a que están avalados, ya no solo por el boom, sino por el preboom… La necesidad o la querencia por explorar y una cierta rebelión contra el mercado, contra los mercados hegemónicos. Hay esa constante resistencia. Hay un canon totalmente variado, impredecible. Veo el espacio en español como un espacio de curiosidad, de cierta, digamos, desconfianza, de cierta rebeldía, de cierta réplica. Hay una sensación de que hay un juego, y de reto.
- Apuntes para una despedida. Javier Serena. (Almadía).
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