
El escritor español Jon Bilbao (Ribadesella, Asturias, 1972), en una entrevista para WMagazín en 2024. /WMagazín
Jon Bilbao: “La dificultad comunicativa es uno problema de muchos hombres por la idea que han heredado de cómo deben actuar”
El escritor español cierra con 'Matamonstruos' uno de los ciclos narrativos más interesantes de su país a través del western. Un juego de dobles o de espejos sobre dos hombres, uno en el Oeste estadounidense del siglo XIX y otro en el presente, alter ego del autor. En esta entrevista repasa su evolución como escritor y la creación de estos personajes
Lo que el ingeniero de minas y filólogo inglés Jon Bilbao empezó como una prueba para ver cómo se sentía explorando un mundo literario en el oeste estadounidense terminó convertido en uno de los ciclos narrativos españoles más interesantes del siglo XXI que ha llegado a su fin después de cinco años con Matamonstruos. Todo empezó con Basilisco (2020), Araña (2023) y algunos personajes de Los extraños (2021, todos publicados en Impedimenta). Una travesía hacia el descubrimiento, encuentro y reconciliación de dos hombres con su propio ser: Jon Bilbao, alter ego del autor en el presente, y John Dunbar, o Basilisco, alter ego del alter ego en el siglo XIX estadounidense.
Este ciclo narrativo destaca por la temática y los lugares donde transcurren las historias, pero, sobre todo, por la estructura de dobles o juego de espejos de esos dos personajes en épocas distintas, con problemas y situaciones físicas, emocionales y existenciales parecidas, mientras uno de ellos es un alter ego del escritor dando lugar a un territorio donde conviven pasado y presente, ficción y realidad. Tiempos conectados con un estilo narrativo claro, seguro y poblado de imágenes vivas y momentos conmovedores, tanto íntimos como de violencia o de incertidumbres.
“Aun siendo el western una de mis mayores aficiones, cuando intentaba escribir una historia de gente a caballo con revólver me sentía ridículo. Y, sin embargo, en este proyecto me sentí bien, a gusto, pero fue porque el western es un código narrativo universal que permite hablar, realmente, de lo que a ti te afecta. No te limita a contar historias y temas que solo pudieran acontecer en el siglo XIX en Estados Unidos; no, tú te puedes quedar con ese imaginario y llevarlo a tu terreno para contar lo que tú quieras. Eso fue lo que, sinceramente, me permitió tener un personaje protagonista que era un alter ego del alter ego a través del cual yo, al fin y al cabo, Jon Bilbao, estoy contando, hablando de los temas que me interesan, que me inquietan y que quiero explorar”, cuenta con su voz grave el escritor español.
Ese gusto se aprecia a plenitud en Matamonstruos. Aquí, Jon Bilbao (Ribadesella, Asturias, España, 1972) convoca su universo literario cuyos primeros ecos proceden de cuando a los 36 años, en 2008, publicó la novela infantil Lewis y Clarck a la conquista del Oeste. Mientras el escritor español, con la banda sonora del trajín de una cafetería madrileña, reconstruye cómo levantó aquel mundo de realismo, violencia y existencialismo, su hija pequeña, en el sofá de enfrente, lee absorta la saga literaria Blackwater, de Michael McDowell.
Una especie de doble de su padre pequeño, pues al igual que la niña, la lectura siempre ha estado en Jon Bilbao desde que aprendió a leer en Ribadesella: “Porque aprendí a escribir y me aficioné a leer al mismo tiempo. En mi casa siempre había un ambiente lector, no es que mis padres fueran muy lectores. Mi padre leía libros técnicos y mi madre leía lo que estaba de moda. Sin embargo, siempre entendieron que leer era positivo y yo siempre que pedí lectura en casa obtuve un sí como respuesta”.

Winston Manrique Sabogal. ¿Había en casa algún libro que le haya gustado o del que tenga algún recuerdo especial?
Jon Bilbao. Los recuerdos son sobre todo de cómics: las colecciones franco-belgas tipo Tintín o El teniente Blueberry que continúo manteniendo. Con esos libros me aficioné a la lectura y los conservo, ahora los leen mis hijos. Respecto a mi afición a la escritura, esta llegó bastante más tarde, aunque escribía algunas cositas, pero no era una de mis aficiones principales.
Lo que me pasó ya con veinte y bastantes años fue que yo estaba estudiando ingeniería de minas, en Oviedo, y me di cuenta de que eso no era lo mío, que había decidido mal. Lo que sucede es que ya había sobrepasado el punto de no retorno de la carrera y estaba en cuarto y dejarlo habría sido una pérdida de tiempo. Entonces, decidí huir hacia adelante, conseguir esa titulación y luego ya vería lo que hacía. En ese último tramo en la carrera yo necesitaba algo que compensara ese sacrificio, algo que me permitiera a mí libertad, evadirme, controlar lo que estaba haciendo. Hasta ese momento, esa liberación, esa evasión, me las había proporcionado la lectura, pero ella dejó de ser suficiente. Entonces, empecé a escribir, sin ningún afán de llegar a publicar; eran cosas narrativas, de ficción, que no le enseñaba a nadie, que siguen guardadas en carpetas, en casa de mis padres…
W. Manrique Sabogal. En esa etapa de lectura ¿qué autores o qué libros le gustaban?
Jon Bilbao. Tengo un gran recuerdo de Fiesta, de Ernest Hemingway. Hasta ese momento había leído de manera sumamente desordenada muchos géneros, mucho terror, mucha ciencia ficción, y leer Fiesta lo considero como ascender a otro nivel. Me di cuenta de que era diferente, que el nivel de exigencia era superior, el nivel de satisfacción era otro. Esto no me llevó a renegar de los géneros que había estado leyendo, pero me abrió puertas. Después vino Raymond Carver, por ejemplo, vino García Márquez, vino Lampedusa… Fue ir abriendo, ampliando y ampliando el territorio lector.
W. Manrique Sabogal. Luego en la universidad es cuando empieza a escribir.
Jon Bilbao. Para mí mismo. Y esa afición va ganando terreno. Algunos relatos los empiezo a mover por concursos, recibo algún accésit o premios de esos que luego no pones en las solapas de los libros, pero que estimulan mucho y son para uno los más importantes porque, al menos para mí, aquella etapa fue sumamente solitaria. Yo no tenía a nadie con quien hablar de libros…
Tendría unos 24 o 26 años y en mi entorno no había nadie aficionado a la lectura, ya no digamos a la escritura, no tenía a nadie con quien compartirlo. Era una exploración en solitario. Lo que escribes a la noche te parece brillante y a la mañana siguiente resulta absolutamente bochornoso…
También es una época en la que eres como una esponja. Lees El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez, y es el libro más maravilloso que has leído jamás; y a la semana siguiente lees El extranjero, de Camus, no, no, el más maravilloso es este; y así con los libros que vas descubriendo.
W. Manrique Sabogal. ¿En los primeros textos que escribió trató de imitar a algún autor?
Jon Bilbao. Recuerdo que los primeros relatos que escribí eran de género negro, curiosamente un género sobre el que nunca he vuelto a escribir, y ni siquiera leo mucho ese género. En aquella época eran relatos un poco en la línea de Chester Himes o James M. Cain. Luego llegó la gran influencia de los cuentistas estadounidenses de los años cincuenta, sesenta y setenta como Cheever, Carver, Hemingway, Ford, los cuentos de Fitzgerald fueron otro deslumbramiento y El gran Gatsby. Truman Capote, también, me iluminó…
A finales de los años noventa, al filo de los 2000, terminé la carrera de ingeniería de minas y me quería ir de casa. Empecé a trabajar de ingeniero, duré unos años ejerciendo y escribiendo relatos, enviándolos a concursos. Cuando me estaba acercando a los treinta años pensé: a ver qué haces, o te quedas aquí donde ya tienes la vida más o menos resuelta con un contrato fijo en una multinacional (Repsol) o te arriesgas. ¡Y me arriesgué! Es de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, si no la mejor.
W. Manrique Sabogal. Y empezó escribiendo biografías para niños y jóvenes.
Jon Bilbao. Cuando dejé la ingeniería me vine a vivir a Madrid. Durante dos o tres años, estuve trabajando como mercenario de la escritura: corrigiendo textos, redactando entradas para enciclopedias y una editorial de libros infantiles a cuya puerta llamé para ofrecerme como corrector y, al ver mi currículum donde aparecía algún galardón, me propuso escribir. Así acabé escribiendo cuatro libros para ellos, eran biografías de personajes históricos dedicadas a un público infantil, preadolescente más bien.

En aquella época, entre los premios que acompañaron y alentaron a Jon Bilbao fueron el Concurso de Cuentos Ignacio Aldecoa por el relato «Calor (2007); Premio Ojo Crítico de Narrativa por Como una historia de terror (2008), Premio Tigre Juan por Bajo el influjo del cometa (2010), Premio Euskadi de Literatura por Bajo el influjo del cometa (2011). También estaban las novelas El hermano de las moscas (2008), Padres, hijos y primates (2011; Premio Otras Voces, Otros Ámbitos), Shakespeare y la ballena blanca (2013) y El silencio y los crujidos (2018).
W. Manrique Sabogal. Repasando su bibliografía me encontré con Lewis y Clark a la conquista del Oeste, de 2008, y ha sido inevitable hacer la conexión con el mundo del Oeste que reabrió en su literatura para adultos en 2020, con Basilisco. ¿Cómo da el paso del Oeste para niños al Oeste para adultos?
Jon Bilbao. El género del Oeste siempre ha sido una de mis aficiones desde la infancia. Cuando colaboraba con aquella editorial de libros infantiles ese fue el último libro que escribí para ellos. Con tres títulos a la espalda me sentí con cierta autoridad para proponerles un título que fue el de Lewis y Clark a la conquista del Oeste, dos personas que exploraron el noroeste estadounidense, los primeros blancos que estuvieron en la zona del Parque de Yellowstone. Luego ese universo resurgió con Basilisco.
W. Manrique Sabogal. En 2008, un año antes de su primer viaje literario a ese Oeste, debutó en la novela con El hermano de las moscas, ¿qué hay de aquel Jon Bilbao? Por ejemplo: ¿qué conserva literariamente? ¿qué se ha ido, qué cree que ha afinado? Le pregunto, ahora, que con Matamonstruos cerró un universo propio.
Jon Bilbao. En el fondo sigue siendo el mismo Jon Bilbao en el sentido de que me sigo nutriendo a la hora de construir las historias, al mismo tiempo, tanto del realismo, de lo más cotidiano y cercano, como del género literario. Es casi imprescindible o inevitable recurrir a elementos del género para potenciar narraciones que en su esencia son puramente realistas. Ya sucedía en El hermano de las moscas que, en su esencia, es un drama familiar, el enfrentamiento entre dos hermanos de personalidades muy diferentes. Pero eso se presenta como una suerte de reescritura de La metamorfosis, de Kafka, en una versión en la cual un hombre de mediana edad, que ha llevado una vida bastante relajada, siempre a expensas de su familia, una mañana se despierta no convertido en un insecto, sino en un enjambre de insectos. Y es su hermano mayor, que siempre ha acarreado la responsabilidad de su hermano pequeño y que a su vez tiene un trabajo muy exigente y una familia, quien se ve forzado a gestionar esa situación sin precedentes y monstruosa. El meollo de la novela es cuáles son los límites de la responsabilidad entre los dos hermanos. A mí me interesaba ese elemento de género para tensar la situación realista, para llevar a un terreno nuevo el drama personal y profundizar en el retrato de los personajes.
W. Manrique Sabogal. Uno de los elementos que detecto en su obra es el del doble. Desde aquel Lewis y Clark y en su primera novela con esos dos hermanos, pero en otras está el doble del mismo individuo que se desdobla, etcétera. ¿De dónde viene ese interés?
Jon Bilbao. La cuestión del doble me interesa sobre el personaje escindido. Estudiar las diferentes facetas a priori irreconciliables que pueden convivir en el seno de una persona y, para llevarlo a cabo, buscas una trama que te permita separar esas dos facetas, esas dos personalidades en dos personajes físicamente separados y llevarlos a interactuar. No estoy inventando nada. Esto es Jekyll y Hyde, El increíble Hulk y Bruce Banner… Me parece un leitmotiv casi inagotable. El último relato en el que he estado trabajando reincide en esta cuestión, dos personas que parecen ser atraídas una hacia otra por el destino y que, una vez que se conocen, encuentran puntos en común que los ligan y, al mismo tiempo, otra parte negativa que los repele. ¿Por qué? No sé qué es lo que nos une, qué es lo que nos separa. Pero tú como lector, que tienes la visión de conjunto, percibes que en realidad son uno mismo. En el fondo, se está hablando de una única personalidad.
W. Manrique Sabogal. Esto se conecta con la identidad.
Jon Bilbao. ¿En qué sentido?
W. Manrique Sabogal. En el sentido en que en esas búsquedas de verse, quizás, en el otro, también, hay unas búsquedas interiores del personaje.
Jon Bilbao. Hay una búsqueda de un autoconocimiento mayor. Creo que sería uno de los, si no el tema principal, uno de los temas que han recorrido la mayor parte de mis relatos y de mis novelas. Cómo los personajes se enfrentan al proceso de autoconocimiento en algunos casos de manera voluntaria, en otros casos forzosa, y cómo gestionan aquello que descubren; porque algunos de estos personajes descubren que no son tan buenas personas como ellos creían. Descubren que, por otro lado, son más diferentes de lo que ellos pensaban de las personas de su entorno. En un segundo paso que sí son diferentes, pero que no lo son tanto. Porque, quizá, esa diferencia podría servir de justificación para llevar a cabo determinado tipo de acciones o de decisiones.
W. Manrique Sabogal. Es la mirada del otro. Hablo del doble con dos individuos, pero también del mismo doble o escindido que es la palabra de estos personajes y dentro de eso es la búsqueda del autoconocimiento, pero que, al final, eso va conformando o modelando la identidad. Luego, en esta trilogía que incluye ese mismo doble, digamos, que está en la realidad, en la ficción y en la misma realidad, como un juego de dobles en diferentes aspectos o estadios.
Jon Bilbao. Sí, es más bien un juego de cajas chinas. Tenemos un personaje que es un escritor de mediana edad que vive en el norte de España que piensa que se ha acabado convirtiendo en un alter ego mío que escribe historias del Oeste protagonizadas por un personaje que en buena medida se acaba convirtiendo en un alter ego suyo, es decir, es un alter ego del alter ego. Y también ese proceso de distanciamiento en los personajes hace que donde yo he revelado cuestiones más personales o he abordado temas más dolorosos, sea en el nivel más profundo, o más distanciado de mí; esa distancia que permite los personajes intermedios y, además, el elemento de género, el western, podrá ser siglo y medio en otro continente, incluso el estilo de escritura, el modo como hablan los personajes es diferente…
W. Manrique Sabogal. Hay paralelismos, el uno más a lo salvaje, pero también aquí con enemistades, y en tiempos distintos.
Jon Bilbao. Se miran frente a frente. El escritor que aparece en estos libros tiene una serie de problemas bastante realistas y reconocibles, propios de un hombre de mediana edad que viene del principio del siglo XXI, en sus frustraciones y sus rabietas y por su rémoras, y su forma de luchar contra ello, de conocerse mejor y de tratar de identificar de dónde vienen esos malestares es la escritura, es la ficción. De ahí que cree unos personajes que les sirvan para hacer, en buena medida, una especie de psicodrama. Ese personaje que él denomina la Araña, encarna lo negativo, la ponzoña emocional, la angustia, el fantasma de la depresión y, luego, tiene un personaje masculino, heroico, que él considera más hombre que él, más capacitado física y emocionalmente que él para enfrentarse con la Araña. A lo largo de ese proceso que abarca tres libros, resulta que estos personajes, autor y personaje, estaban al principio tan distanciados, luego se van acercando; el autor se va dando cuenta de que su situación no era tan mala, va cobrando serenidad, va cobrando entereza, va asumiendo responsabilidades nuevas y en la misma medida su personaje, el personaje que ha creado ya no tiene que ser esa suerte de superhombre que linda con la abstracción, sino que se va volviendo más humano…
W. Manrique Sabogal. Va entrando un poco la calma.
Jon Bilbao. Efectivamente. Calma que lleva consigo un reconocimiento de temores y de dudas. El personaje de John Dunbar, la primera aparición que hace es un arquetipo ambulante, es un protagonista masculino de folletín para hombres, es un personaje sumamente concreto, bien definido, pero muy limitado…
W. Manrique Sabogal. Responde al arquetipo del imaginario universal de este tipo de persona…
Jon Bilbao. ¡Exacto!
W. Manrique Sabogal. Es un arquetipo de masculinidad sin mucha sombra, o casi ninguna, y también presente en el cine. Aquí se funden realidad, cine y ficción literaria.
Jon Bilbao. Cierto, es un arquetipo de masculinidad casi soñada, pero abstracta, o sea, absurda en buena medida.
W. Manrique Sabogal. Absurda hoy.
Jon Bilbao. Creo que incluso en aquel entonces también, sí, sí. Es absurdo en el sentido de que ese tipo de personajes no cambiaban.
W. Manrique Sabogal. Les faltaba humanidad que es lo que usted logra.
Jon Bilbao. Eso era lo que yo pretendía.
W. Manrique Sabogal. La condición es humanizarlos, pero cómo desmonta esos arquetipos que, a su vez, están en un arquetipo: en el Jon escritor, el autor, y el John del Oeste, los dos van viviendo sus propias metamorfosis.
Jon Bilbao. Eso es. El Jon escritor se vuelca de forma, en parte inconsciente y en parte intencionada, porque es un desahogo, es una búsqueda de catarsis, vuelca en ese personaje sus insatisfacciones y sus anhelos y eso va haciendo que el personaje deje de ser un arquetipo para ir convirtiéndose, adquiriendo complejidades y contradicciones más propios de un ser humano…
W. Manrique Sabogal. ¿Cómo avanza ese proceso de transformación de los dos con turbulencias en el alma?
Jon Bilbao. El proceso de maduración de ambos personajes culmina no en una eliminación de esas turbulencias, sino en un reconocimiento y una aceptación de las mismas. Hay un momento en uno de los libros en el que la madre de Jon escritor que hace suya esa metáfora de la Araña, como la ponzoña emocional que nos quiere reconcomer por dentro, le dice a su hijo: Tú no tienes que aspirar a matar a la Araña, lo que tienes que hacer es reservarle dentro de ti una habitación, una que no sea muy recóndita porque, seguramente, vas a tener que ir todos los días a abrir la puerta y comprobar si la araña sigue allí dentro, y dejarla ahí controlada, saber que ese es su espacio, y seguir viviendo.
W. Manrique Sabogal. Reconocer los claroscuros para controlar la propia vida. Otro aspecto clave son los miedos latentes en los personajes. Desde las inseguridades que son las que generan miedos, aparte de los miedos físicos, aunque me quedo con los miedos interiores de los individuos.
Jon Bilbao. Los miedos que le afectan al Jon escritor tampoco es que sean tan originales ni tan extraordinarios: son las responsabilidades que conlleva tener una familia, de crecer, de descubrir que tu proyecto familiar no está carburando como a ti te gustaba, que empieza a hacer aguas…
W. Manrique Sabogal. Son temas que varios autores están abordando en los últimos años. Personajes masculinos enfrentados a sus propios temores con naturalidad y que intentan adaptarse o armonizarse en los nuevos tiempos y según su edad.
Jon Bilbao. No sé si con naturalidad. Enfrentados a los propios temores y dispuestos a afrontar las consecuencias de ese proceso de autoconocimiento que supone enfrentarse a tus miedos y reconocer tus debilidades y tus limitaciones.
W. Manrique Sabogal. La apertura emocional y sentimental en los dos personajes.
Jon Bilbao. Antes que esa apertura emocional, hay otro tema que es clave: la dificultad comunicativa. Ese es un problema de muchos hombres. El Jon escritor con su madre, John Dunbar con su pareja Lucrecia, son personajes que, quizás, por la idea que han heredado de cómo debe actuar un hombre se han mordido la lengua un montón de veces o, incluso, han considerado que cosas que sentían o se les pasaban por la cabeza no eran dignas de verbalizar, y eso ha acabado levantando una serie de barreras en su entorno, y lo han ido peleando, han ido abriendo fisuras en esas barreras y lo que primero que ha salido por esas fisuras ha sido la parte más emocional.
En Matamonstruos, John Dunbar, conocido como el Basilisco, quiere empezar una nueva vida tranquila con su familia y trata de dejar atrás su pasado violento y errancia. La editorial Impedimenta crea un pequeño relato de este mundo de espejos: “Se asienta con Lucrecia y su hija, Felicidad, en el inhóspito Valle de las Rocas, en pleno territorio navajo. Sin embargo, hasta allí le perseguirán los enemigos más aterradores e insospechados que haya conocido nunca, unos enemigos que no parecen proceder de su mismo mundo. Por su parte, Jon, el escritor creador de las aventuras del Basilisco, regresa a Ribadesella, su pueblo natal. Pretende rehabilitar la vieja casa familiar e instalarse en ella. Mientras que, en el lejano oeste, Dunbar acoge al hijo de un antiguo enemigo y duda del amor de Lucrecia, dificultades para las que su experiencia como pistolero no le ha preparado, Jon se topa en Ribadesella con una rival que estuvo a punto de arruinarle la vida y que parece dispuesta a intentarlo de nuevo. La vida del personaje y la de su creador se aproximan hasta confundirse”.
W. Manrique Sabogal. Usted, también, es traductor. Hay un Jon autor y otro escindido en traductor.
Jon Bilbao. Traduzco menos que antes, pero continúo haciéndolo.
W. Manrique Sabogal. ¿Cuáles son los dos o tres autores que ha disfrutado más traduciendo? ¿O que tengan alguna dificultad y, a lo mejor, en esa dificultad está el placer?
Jon Bilbao. Los que suponen un reto son los mejores o los más satisfactorios. Sin duda, la autora que más he disfrutado traduciendo ha sido Iris Murdoch. La editorial Impedimenta me dio la oportunidad de traducir El unicornio, por un lado, y El libro y la hermandad, por otro, que son los dos libros que más he disfrutado traduciendo sin duda, muy difíciles. Pero del que más orgulloso me siento, por su grado de dificultad, es de El libro y la hermandad.
- Matamonstruos. Jon Bilbao (Impedimenta).
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