La FILBo se despide con los países nórdicos como invitados al 2020
FOTOBITÁCORA / Margo Glantz, Rosa Montero, Mario Bellatín, Samanta Schweblin, Carolina Sanín, Juan Cárdenas, Carlos Yushimito, Leila Guerriero... son algunos de los autores que protagonizaron los últimos días de la feria bogotana
Con el anunció de los Países Nórdicos como invitados de honor el próximo año terminó la 32ª Feria Internacional del Libro de Bogotá FILBo. Más de 1800 actividades realizadas, un salón de negocios, un congreso de ilustración y medio millar de invitados entre escritores, poetas, editores, ilustradores, músicos y artistas. Una feria convertida en punto de encuentro entre los libros y las demás artes.
- 605.000 personas acudieron durante los 13 días que duró la Feria.
- El Salón Internacional de Negocios cerró con 1.525 citas en las que participaron más de 114 empresarios de 25 países.
- En la franja FILBo Ciudad se realizaron cien eventos en lugares como bibliotecas, librerías, colegios públicos y privados y otros espacios no convencionales de lectura. Adicional, con FILBo Región se realizaron diez actividades en las ciudades de Medellín, Cali, Barranquilla y Quibdó.
“La FILBo se consolida cada año como el escenario cultural más influyente del país», aseguró Sandra Pulido Urrea, directora de la FILBo por parte de la Cámara de Comercio del Libro. Lo que sucedió durante estos 13 días, añadió Sandra Pulido, «evidencia el dinamismo del sector editorial, su potencial, la fuerza del libro para transformar la cotidianidad de la ciudad, y su grandeza para que en un mismo espacio puedan convivir distintas formas de pensamiento. Seguimos creyendo que un país de lectores es un país más justo, más crítico, más incluyente, más tolerante y humano. Queremos demostrar, y sucede todos los días de la feria, que aquí cabemos todos, y que es esa diversidad la que al final nos enriquece como colombianos. Por esto trabajamos año a año y seguimos comprometidos desde la FILBo en hacer del libro la compañía permanente de cada ser humano”.
Algunos de los títulos literarios más vendidos de la feria fueron: Memorias de un hijueputa, de Fernando Vallejo, Si, sí es contigo, de Calle y Poché, La fruta del borrachero, de Ingrid Rojas, Claus y Lucas, de Agota Kristof, Operación masacre (género de no ficción), de Rodolfo Walsh, Una mujer minúscula, de Kim Thúy, Enigmas, de Víctor Escandell y Akelarre, de Mario Mendoza.
El baloncestista que escribía poemas
A los 16 años, un joven enamorado decidió escribirle un poema a una chica que le atraía de su curso. Él era Ronny Someck (Israel), jugaba baloncesto y tenía un brillante futuro. Nunca le entregó la carta a aquella niña porque al volver a casa decidió destruirla. Cuando no quedó ni rastro, empezó a escribir otro poema y desde ahí no pudo parar más. Así siguió, hasta que un día tenía tantos que le tocó esconderlos en una caja de zapatos porque no quería que nadie se diera cuenta. Estuvo así durante mucho tiempo, hasta que una vez, decidió mandar uno de sus poemas al periódico. “Solo quería que lo leyeran, pero pasó el tiempo y no me respondieron. Creí que era tan malo que ni siquiera se habían dignado a mandarme una carta explicándome aquello”. De pronto, tres semanas después abrió el periódico y allí estaba el poema. Ronny quiso que se lo tragara la tierra, pero por fortuna, cuando se fijó, habían colocado mal su nombre. Agradeció a Dios porque creyó que nadie se daría cuenta, recortó el poema del periódico y creyó que ahí acabaría todo, pero no, desde ese momento Ronny Someck se volvió poeta.
Entre testimonios, recuerdos y aplausos, el poeta israelí estuvo conversando y leyendo su obra en la FILBo 2019 con Luisa Fernanda Trujillo. Poemas de amor, historias de su abuela y anécdotas de infancia, fueron algunas de las temáticas del conversatorio poético que llevó por nombre Tantas cosas caben en un poema.
Dos amigos, dos novelistas y dos generaciones
En su camino a Bogotá, a la FILBo 2019, los escritores mexicanos Margo Glantz y Mario Bellatín compartieron el vuelo. Bellatín, premio iberoamericano de Letras José Donoso 2018, le compartió un nuevo texto que estaba escribiendo a Glantz, autora de la novela El rastro, para conocer su opinión. La escritora de 89 años observó un fallo en la narrativa de la novela y se lo hizo saber a Bellatín, motivo por el cual, el autor del texto decidió destruir todo el libro “Y yo me sentí culpabilísima porque yo solo había sugerido un cambio” dijo Margo Glantz ante la risa del auditorio.
Como dos amigos, así se presentaron los autores. Dos generaciones diferentes unidas por la literatura. Ambos son colegas que se leen mutuamente y que se acompañan en tardes de cine, café y libros. Glantz y Bellatín conversaron con el chileno Enrique Winter sobre la importancia del juego en la literatura. Entre anécdotas de su camaradería y sociedad, pero también de la obra literaria de ambos escritores, una de las frases de Bellatín fue “Mi trabajo está para crear un mundo alterno que permita al lector conectar con el tenemos. Mi juego es jugar a escribir”.
Guerreiro y Villanueva Chang, del perfil a la literatura
“Estoy fatal. Nadie te avisa de la crisis que viene cuando terminas de escribir un libro. Después de terminar mi primer libro dije nunca más y casi me lo tomo en serio, pero a los diez años ya estaba escribiendo un segundo», contó la periodista argentina Leila Guerreiro en el conversatorio que sostuvo con el también periodista peruano Julio Villanueva Chang, moderado por Camilo Jiménez Santofimio.
El conversatorio giró en torno al perfil y las novelas. Ambos periodistas latinoamericanos interpelaron al público para explicar algunos de sus métodos y responder las muchas preguntas que surgen del ejercicio periodístico y la narración de lo cotidiano ¿Cómo acercarse a los personajes? ¿Cómo y en qué detalles hay que fijar la mirada? ¿Cómo narrar y cuáles son las paradojas de la narración? Fueron algunas de las preguntas que resolvieron ambos escritores.
El “ring” de las palabras
En un ring o un campo de batalla de palabras se convirtió el conversatorio entre Alberto Salcedo Ramos (Colombia) autor de Boxeando con mis sombras, Leo Felipe Campos (Chile) autor de Gancho al hígado y Simón Soto (Venezuela) escritor de Matadero Franklin. El evento fue moderado por el colombiano Valentín Ortiz quien planteó cuatro palabras (Dignidad, amistad, amor y violencia) para que los autores, a través de anécdotas y el análisis de su obra literaria, dieran sentido al nombre del conversatorio que era Luchar con las palabras
La ruta del debate fue dirigida por dicha discusión y en la intervención de cada autor se escucharon efemérides de asesinatos, de organizaciones delictivas en Santiago de Chile, de relaciones de hermandad, fraternidad y amistad, de historias del conflicto armado en Colombia y, sobre todo, de anécdotas y relatos de boxeo, que según Salcedo Ramos es un mundo más fraternal que el literario y del cual citó la frase “los poetas no se leen, se vigilan”.
La tejedora de coronas, de las novelas más importantes de la humanidad
En 1992 la UNESCO declaró La tejedora de coronas, de Germán Espinosa, como Patrimonio de la humanidad. “Esta novela es considerada una de las obras más representativas de la literatura” dijo Sarah González de Mojica quien conversó con Luz Mary Giraldo, ambas expertas y estudiosas de la obra de Espinosa. El conversatorio fue el momento perfecto para hablar sobre el valor de la novela, el papel de Genoveva Alcocer, personaje principal, y, sobre todo, de la ilustración francesa y el valor historiográfico del libro del autor colombiano oriundo de Cartagena.
El portugués, sinónimo de identidad
Geovani Martins (El sol en mi cabeza) recuerda un día que un periodista, hablando de su libro, le decía que su lenguaje era muy complicado. Él le respondió que ese era el lenguaje de las favelas en Brasil y el periodista respondió que era imposible que alguien hablara así. Martins, considerado el nuevo fenómeno de la literatura brasileña, dijo en la FILBo que la forma en que las personas hablaban era algo que lo obsesionaba. Toda su vida ha pensado que la literatura en Brasil debería abrirle un espacio a analizar como hablan las personas en lugares distintos a lo común, como las favelas de Río de Janeiro, lugar donde el escritor se crio toda su vida.
Dulce María Cardoso (El retorno), una de las voces más poderosas de la literatura portuguesa, también reflexionó sobre el lenguaje y lo calificó como “un maldito código”. El lenguaje es necesario para comunicarse, según Cardoso, pero solo es un instrumento que debe servir para un propósito. Ambos autores coincidieron en afirmar que la lengua es una vía para representar valores culturales y de identidad, y, entre otras cosas, analizaron la violencia, la escritura y la literatura a través de su lengua en común, el portugués.
Yushimito, el niño que se resiste a crecer
De niño Carlos Yushimito, peruano y autor de obras como Lecciones para un niño que llega tarde, se sentaba durante horas a escuchar a sus abuelos contar historias, él les preguntaba y desde ahí el autor dice que ha creado sus relatos, es por eso que, Yushimito, considera la oralidad antes que la escritura. Hoy el autor hace el mismo ejercicio con su sobrino, a quien le cuenta y a quien escucha.
“El escritor es un niño que se resiste a crecer” fue una de las cosas que el autor le dijo al editor colombiano Juan David Correa, moderador del conversatorio y encargado de hacer reflexionar a Yushimito sobre su vida, su reeditada obra literaria y demás detalles que conllevan el acto de escribir. “Para mí uno de los momentos más importantes de la escritura es el hallazgo a partir de los detalles, ese es el momento en que un niño está feliz”, dijo el autor peruano.
Diversos espacios se congregan en la escritura
El cine, el periodismo y la fotografía, tres elementos que le brindan a la literatura un margen para crear. La norteamericana Chris Kraus y los escritores colombianos Juan Cárdenas y Orlando Echeverri discutieron estos temas con Gloria Susana Esquivel. El núcleo central de la charla estuvo en el significado que tiene el escritor y sus diversas actividades ajenas a la escritura, pero que son comunes a la creación.
De esta manera Kraus explicó cómo la actuación, el performance y el cine influenciaron su escritura. Cárdenas narró su primer acercamiento a la narración y cómo, a partir de la crítica de arte, debió enfrentarse a espacios que lo obligaban a describir narrativamente algo que los lectores no podían ver, y, por otro lado, Echeverri recordó que cuando él vivió en Buenos Aires no tenía mucho tiempo para escribir, entonces tomaba su cámara y hacía fotos de diferentes lugares que después, en la soledad de su hogar, se encargaba de describir con su pluma sin descuidar un solo detalle.
La escritura y la verdad
“Si yo sé todo de una novela antes de hacerla me aburro de escribirla”, confesó la ecuatoriana Mónica Ojeda (Mandíbula) en la charla con el escritor chileno Álvaro Bisama (Música marciana), la argentina Samanta Schewblin (Pájaros en la boca) y que fue moderada por Juan José Ferro. ¿Qué sentido tiene preguntarse sobre la diferencia entre realismo y fantasía? “Yo escribo sobre lo que viví”, dijo Bisama. La reflexión del conversatorio estuvo encaminada a preguntar cuál es el valor de la verdad en la literatura y una de las conclusiones es que el arte de una novela está en no decir todo y que, aunque la ficción no es verdad, tampoco es su antítesis.
La metafórica ciencia ficción
De todos sus personajes no hay uno que se parezca más a Rosa Montero que Bruna. Así lo dejó claro la escritora y periodista española que presentó en la FILBo 2019 el libro de su trilogía de ciencia ficción Los tiempos del odio. “Por supuesto que no nos parecemos en todo. Si yo voy de noche por una calle oscura y viene alguien salgo corriendo, Bruna no, ella es valiente, ella le daría dos guantazos al atacante y lo dejaría en el suelo”.
Guido Tamayo, ensayista y novelista colombiano, fue el encargado de moderar esta charla sobre la ciencia ficción género al que, según Rosa Montero, en Hispanoamérica se le tiene prejuicio y no se entiende que es un arma metafórica poderosísima. La escritora española se tomó el espacio para describir el mundo y los personajes de ciencia ficción que ella ha creado, para analizar la sociedad ciborg que nos domina hoy en día y también para defender el conocimiento. Contó, incrédula, episodios dónde algunos escritores se burlaban de su propia ignorancia al encontrar la ciencia como un espacio duro y poco creativo. “Y fíjate yo encuentro más poesía en la ciencia que en las ciencias humanas”.
¿Qué hay detrás de cada novela?
Una familia discriminadora de una hija gorda, el sentido de justicia, la guerra o la cara como velo. Son cientos los temas que pueden estar tras una historia, pero estos fueron los que se trataron a través de la literatura de las autoras Chris kraus (I love Dick), Dulce María Cardoso (Campo de sangre) y María Fernanda Ampuero (Pelea de gallos). Carolina Sanín fue la moderadora del evento y se encargó de inquirir a cada autora por el tema que hay detrás de sus novelas.
Desde las frases cortas y los puntos de Ampuero, pasando por la narrativa descrita en presente de Kraus, hasta las comas y la declaración de Cardoso en un texto sin puntos. Cada aspecto de un escritor revela una intención y este conversatorio permitió desmenuzar las obras de cada una, encontrar, más allá de lo evidente, la motivación detrás de la escritura.
- La FILBo se despide con los países nórdicos como invitados al 2020 - martes 7, May 2019
- El Salón de Negocios de la FILBo se consolida como sitio obligado del libro en español - domingo 5, May 2019
- La vulnerabilidad y la revolución como territorios literarios en la FILBogotá - miércoles 1, May 2019