Las Mujeres del Libro piden más apoyo de escritores y lectores hombres y visibilidad en el sector editorial
“Esta generación destaca por su sororidad y este movimiento es imparable”, dice el colectivo en la Feria del Libro de Madrid. Las mujeres representan casi el 80% de la fuerza laboral del mundo del libro
Con poco acceso a los puestos directivos del mundo del libro y sin el apoyo de los escritores ni el respaldo decidido de los lectores masculinos. Así se siente el colectivo Las Mujeres del Libro en la 77ª Feria del Libro de Madrid. Medio centenar de diseñadoras, traductoras, libreras, editoras, escritoras y periodistas culturales han denunciado, visibilizado y puesto sobre la mesa sus objetivos a corto y medio plazo para intentar que el sector del libro empiece a cambiar.
“Las mujeres somos casi el 80% de la fuerza laboral del mundo del libro, pero tenemos poco acceso a puestos directivos y una doble precariedad: la de ser mujeres y la de la propia industria del libro”, afirma la editora Patricia Escalona, una de las cabezas visibles de la organización junto a Sheila Mateos, Mireia Lite, Miren Elorduy o Paula Bonet. El colectivo Las Mujeres del Libro fue creado para reivindicar equidad en el sector, una semana antes de la huelga feminista del 8 de marzo de 2018.
Sobre este contraste, entre el gran número de mujeres en el sector y pocas en los catálogos, Elena Ramírez, directora editorial de Seix Barral, dijo recientemente en una entrevista a Jot Down: «No es una cuestión de misoginia. A la editorial llegan muchísimos menos manuscritos firmados por mujeres que por hombres. Habría, de hecho, que preguntarse por qué ocurre esto. La respuesta a lo mejor tiene que ver con la famosa ‘habitación propia’ (en referencia a Virginia Woolf). Me da la sensación de que, en verdad, la cosa no ha cambiado tanto. Creo que sigue habiendo muchas mujeres que solo escriben en el tiempo que la vida les deja para escribir, mientras que ellos escriben cuando les da la real gana. Me temo, por tanto, que todavía hay mujeres que están dejando sus sueños atrás por los motivos de siempre».
Pero hay esperanza y todo empieza a cambiar. “Esta generación destaca por su sororidad y este movimiento es imparable”, afirma Escalona y resume la sensación expresada por Las Mujeres del Libro en sus mesas redondas en la feria madrileña.
Tras firmar el manifiesto inicial de Las Mujeres del Libro, la ilustradora Paula Bonet, autora del cartel de este año de la feria, hizo el dibujo que representa al colectivo y que lleva por lema una frase de Emily Dickinson: Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie. Al cabo de una semana, ya tenían 2.000 firmas. Hoy son más de 8.000.
El movimiento establecía así los cimientos de una construcción en la que, insisten, caben todas las mujeres del libro y todos los hombres que quieran colaborar para erradicar los dos grandes problemas de ser mujer y pertenecer al mundo del libro: la brecha salarial y el techo de cristal. Para ello, aseguran, «necesitamos un informe completo del sector, algo que en Francia sí tienen de forma anual”.
Las jornadas en la feria han sido un gran impulso para Las Mujeres del Libro, ya que la visibilidad ha aumentado y los medios de comunicación se han interesado por conocer a fondo los problemas del sector. “A corto plazo, nos habíamos propuesto poner de relieve y denunciar la falta de equidad en este mundo, algo que ya hemos hecho en estos meses”, recuerda Escalona. Saben que esto no ha hecho más que empezar y queda mucho camino por recorrer, pero se muestran esperanzadas.
Batalla por la transparencia
“Con los datos demostraremos que esto es real, que existe la brecha salarial”, dice convencida Sheila Mateos, librera de Muga y una de las integrantes del colectivo. El acoso laboral y sexual y el escaso número de mujeres que obtienen premios literarios –un 20%, según afirman– o la casi inexistente presencia de mujeres en ciertas mesas de debate son otros de los problemas que las estadísticas ayudarán a visibilizar. Para lograr esta transparencia ya han hablado con entidades como Cedro y Observatorio del libro, y se muestran optimistas por las herramientas que este último ha puesto a su disposición, aunque una de las grandes trabas es que no analiza temas de género. El informe del Observatorio de la lectura y el libro (organismo perteneciente al Ministerio de Cultura) se hace cada dos años, dijo Mateos el sábado en una mesa redonda, “es muy exhaustivo, aporta datos muy interesantes, pero no habla de la situación de las mujeres”.
Piden e invitan a los sellos editoriales a que colaboren aportando estos datos. En muchas ocasiones, el sector es tan desigual que un buen número de mujeres que trabaja en la elaboración de un libro, desde sus etapas iniciales hasta que sale a la venta, no está en plantilla: “Somos invisibles”.
Francia aparece como el modelo a seguir. Allí hay un sindicato de editores con el que también se han puesto en contacto para que les faciliten el cuestionario que anualmente entregan a las editoriales para recabar la información. “Queremos saber qué gana una mujer y qué gana un hombre en cada categoría profesional, algo muy simple y fácil que aquí está siendo complicadísimo”, explica Mireia Lite, una de las editoras de Lince ediciones, del grupo Malpaso. “Si esa información no se nos facilita», añade Lite, «tendremos que pensar que algo pasa en España”.
La solidaridad masculina en el mundo del libro
Las Mujeres del Libro no han notado el apoyo de los escritores, por ahora. “Se ha puesto en marcha una iniciativa por parte de expertos economistas llamada No sin mujeres; los integrantes han prometido que no estarán en mesas de más de tres personas donde no haya al menos una mujer, y eso en el mundo de los autores no se ha reproducido”, reclama Escalona. Libreros y editores sí las están apoyando y ayudan “en lo que pueden”.
Una de las grandes barreras que hay que derribar es el mito de la rivalidad entre mujeres. “Eso es un arma del patriarcado. Somos individuos ante todo, y los hay más competitivos y menos, tanto si eres mujer como si no”, aclara Escalona. Los hechos que se han producido desde el comienzo de año en España (juicio de La Manada, huelga feminista del 8M, etcétera) han ayudado a crear una sororidad que les está ayudando a eliminar esa rivalidad de la que tanto se ha hablado «y que no es cierta».
Otro de los mitos que quieren derribar es el que señala que la voz masculina siempre se vincula a la literatura universal y la femenina a lo sentimental, a lo íntimo y local. Aunque la buena literatura no tiene nada que ver con los géneros, aseguran que es “muy difícil” para un librero venderle a un hombre una obra escrita por una mujer.
A ello se suma el tema de los premios. Según Mateos “si una mujer obtiene un premio literario, lo normal es que sea en obras de literatura infantil y juvenil, que parece que es lo único en lo que nos dejan estar”.
Son muy críticas con el papel de los sindicatos en la huelga del 8M y sostienen que nunca han tenido contacto con ellos. “Además, el convenio del mundo del libro es ridículo porque forma parte de artes gráficas y no contempla muchas particularidades del mundo editorial o de las librerías”, expone Escalona. Con el reciente cambio de Gobierno en España, la organización se muestra “cautelosa pero esperanzada”, admiten tanto Patricia Escalona como Sheila Mateos.
“Se pueden hacer muchas cosas”
A la hora de hacer autocrítica, ellas son las primeras en admitir que “las mujeres hemos tardado en despertarnos en todos los ámbitos, pero ya estamos aquí. Y esto es imparable”, dice muy convencida Patricia Escalona. “Necesitamos crear modelos, referentes, maestras femeninas que nos ayuden a cambiar la mirada distorsionada sobre lo femenino”, cuentan. En labores como esa cuentan con el apoyo de asociaciones hermanas con larga trayectoria, como Clásicas y modernas, que desde 2009 lucha por la igualdad de género en el ámbito cultural.
“Cada día se puede cambiar algo, y más esta generación joven”, sostiene Pilar Rubio, al frente de La línea del horizonte, editorial, revista digital y aula de gestión cultural. Ella se muestra convencida de que uno de los puntos fuertes es el de los contenidos. “¿Por qué a través de la cultura se refleja el mundo desde la perspectiva de lo masculino? ¿Qué podemos hacer las mujeres del sector del libro para cambiar esa mirada masculina?” se pregunta Rubio. «Es un trabajo personal que cada una tiene que hacer incluso antes de asociarse. Se pueden hacer muchas cosas y todos los días se puede cambiar algo”.
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