La escritora e investigadora del libro Maribel Riaza, autora de ‘La voz de los libros: . Una historia de la lectura, desde los escribas hasta los audiolibros (Aguilar). /Foto cortesía de la autora – WMagazín

Maribel Riaza: “La lectura en silencio es algo moderno. Estamos en la mejor época para los lectores y se puede leer en diferentes formatos“

La experta española en innovación cultural publica 'La voz de los libros. Una historia de la lectura, desde los escribas hasta los audiolibros'. Un relato que muestra la evolución de la lectura y por qué nos gusta que nos cuenten historias. "En algunos entornos la lectura se ha hecho elitista y tenemos que bajarla del pedestal"

¿Le gustaría escuchar y disfrutar a alguien leer en voz alta libros en su casa o en el trabajo o en los espacios públicos? A Maribel Riaza sí porque, “aunque hoy en día los índices de alfabetización sean elevados, el acceso a los libros no sea tan difícil, aunque existan los audiolibros, tendríamos que recuperar el hecho de compartir y disfrutar de la literatura en voz alta juntos”. Sería volver a los orígenes del placer de escuchar historias y dar rienda suelta a la curiosidad en compañía de otras personas como se hacía antes. La lectura en silencio es una actividad reciente en la historia de la humanidad.

Lo recuerda la española Maribel Riaza (Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1975) en su ensayo La voz de los libros. Una historia de la lectura, desde los escribas hasta los audiolibros (Aguilar). Un relato que muestra el origen, el presente, una parte del futuro y, sobre todo, la ilusión, la necesidad innata del ser humano por escuchar y contar historias. La evolución de los sueños en sus forma y la de las vías para conocer historias y querer vivir otras vidas y otros mundos, de expandir la experiencia del vivir.

Y ese deseo del ser humano lo ha visto Maribel Riaza, experta en innovación cultural, no solo porque desde de niña le leían cuentos y, ahora, ella hace lo mismo con sus hijas, sino a través de su trabajo, de más de siete años, como responsable de la mayor red privada de bibliotecas perteneciente a la Obra Social de Caja Madrid, como directora de relaciones institucionales de la editorial Everest y como freelance en la consultora Dosdoce.com. Y desde hace unos años en la creación del mercado del audiolibro en español dentro del equipo de Storytel. Riaza ha escrito varios artículos en revistas y blogs del sector y ha publicado la novela Polvo y el ensayo Innovación en bibliotecas.

Winston Manrique Sabogal. ¿Cuál cree que es la magia que ejerce la lectura en las personas? ¿Por qué nos gusta que nos cuenten historias?

Maribel Riaza. El placer de contar y que nos cuenten historias es algo consustancial en nuestra especie y que nos diferencia de otros animales, es algo que tiene que ver con la curiosidad, con el querer saber, y que podemos aplicar a todo tipo de narraciones. Puede tratarse de saber qué le ocurrió a Aureliano Buendía cuando frente al pelotón de fusilamiento recordó aquel día en que su padre le llevó a conocer el hielo, pero también cuando una amiga nos dice por teléfono que tiene que vernos porque tiene algo que contarnos. Cuando esto ocurre, de repente, surge dentro de nosotros una intriga. Por supuesto hay personas que son más curiosas que otras y, también, las hay que tienen una mayor capacidad de narrar los hechos de una determinada forma, que atraen la atención del grupo con el que están y que son capaces de transformar algo cotidiano en toda una anécdota que nos mantiene en un estado hipnótico.

El placer de que nos cuenten historias está relacionado, como digo, con la curiosidad y con el saber, pero también con el sentir. El manido recurso de que con la literatura vivimos otras vidas es cierto. Incluso algunos sentimientos puede que los hayamos experimentado antes en la ficción que en la realidad, incluso vivir pasiones que nunca llegaremos a conocer.

También tiene que ver con el compartir, con el estar junto a otros y sentirse parte de una comunidad, tener un sentido de pertenencia.  Porque cuando estamos leyendo junto a otros se establece una conexión que no es posible cuando lo hacemos de manera individual, y eso es algo, también, consustancial a nuestra especie, la necesidad de socialización.

Así que nos gusta que nos cuenten historias, entre otras razones, porque somos curiosos, queremos vivir otras experiencias y sensaciones, y porque queremos sentir que formamos parte de una comunidad.

W. Manrique Sabogal. Antes que aprender a escribir y a leer ya nos contábamos historias. ¿Ahí nace la literatura, en los relatos orales?

Maribel Riaza. Por supuesto, algo evidente, pero que a veces olvidamos, es que la literatura ya existía antes de que inventásemos la escritura y los libros. Nuestra especie existe desde hace más de cien mil años y la escritura solo hace cinco mil que existe, así que las primeras historias fueron orales y se transmitieron de generación en generación. De esta manera, con modificaciones o añadiendo otras variantes, pero manteniendo su esencia, surgieron obras que más tarde se escribieron como por ejemplo la Epopeya de Gilgamesh, La Odisea o La Ilíada.

Lo más curioso es que, incluso, alguna de estas historias no llegaron a escribirse nunca, porque tampoco olvidemos que no todas las culturas desarrollan la escritura, y a pesar de ello han llegado a nuestros días. Son historias que han sobrevivido a los años y los siglos gracias a la narración oral. La historia más antigua que se ha transmitido oralmente es la de la Serpiente Arco Iris. Es un relato sobre la creación del mundo: una enorme serpiente surgió del mar y fertilizó la tierra gracias a lo cual crecieron las plantas, animales y el resto del mundo tal y como lo conocemos. Esto es algo que se sigue contando hoy en día entre las tribus aborígenes del norte de Australia y que pasa de generación a generación de manera oral porque es una cultura que no tiene escritura. Entonces, ¿cómo podemos certificar que esta historia se lleva contando hace miles de años? Porque se han encontrado pinturas rupestres en esta zona que datan de hace más de seis mil años y que muestran a la serpiente arco iris, por lo que es una narración que ya se contaba entonces y que ha llegado a nuestros días a través de la tradición oral.

Las historias son parte del acervo cultural de una sociedad, al igual que hemos ido transmitiendo cuál es la mejor forma de pescar en un río o de cultivar la tierra para obtener comida, también lo hemos hecho con narraciones que explican el mundo, nos permiten conocernos y comprendernos mejor, y proporcionan respuesta a las grandes incógnitas del ser humano.

Maribel Riaza. /Cortesía de la autora ara WMagazín

W. Manrique Sabogal. En el libro queda claro que no hay nada nuevo en el acto de escuchar libros porque esta era la práctica habitual.

Maribel Riaza. Hace unos años yo pensaba que sí, que escuchar historias gracias a los audiolibros era algo nuevo y muy moderno. Hasta entonces, para mí, disfrutar de los libros era hacerlo en silencio y con un libro en papel o electrónico, y cuando comencé a trabajar en Storytel, la primera plataforma de audiolibros en España y América Latina, me pasé varios años dentro de la industria editorial (en ferias, mesas redondas, entrevistas…) diciendo que gracias a la llegada de los audiolibros ahora podíamos disfrutar de los libros de una manera muy novedosa.

Y fue, poco a poco, cuando comencé a investigar este asunto cuando me di cuenta de que estaba equivocada. Que, en realidad, lo que era nuevo y moderno era la lectura silenciosa y que lo que había sido habitual a lo largo de toda la historia era escuchar los libros que otros leían en alto, lo que ocurre es que no existía aún la tecnología para grabarlos y era algo que se practicaba en directo.

Pero la posibilidad de poder “guardar” la voz de alguien leyendo un libro para poder disfrutar de ello cuando quisiéramos es algo con lo que los lectores hemos fantaseado desde hace cientos de años. Ya en el siglo XVII, Cyrano de Bergerac, en su libro El otro mundo contaba las peripecias de un viaje imaginario a la Luna donde el protagonista encontraba un libro extraño que no tenía ni hojas ni letras, en el cual eran inútiles los ojos y en cambio se necesitaban las orejas. Cuando alguien quería leerlo no tenía más que agitar dicha máquina y mostrar el capítulo que quería escuchar y comenzaban a salir las palabras del libro como si salieran de la boca de un hombre. Bergerac, a través de su obra de ciencia ficción, se adelantó a la invención del fonógrafo de Edison y a la aparición de los audiolibros. Como ávido lector que era, sin lugar a dudas vería en este formato una invención maravillosa e idílica.

Conocer la historia de la lectura, y en particular de la lectura en voz alta, me ha permitido como profesional comprender mejor la potencia que tiene esta forma de acceso a la literatura dentro de la industria editorial. Como lectora, conocer que el hecho de escuchar audiolibros no les quita valor ya que la ciencia ha demostrado que en realidad el mensaje, sea decodificado con los ojos o con los oídos, llega al mismo lugar del cerebro. Es como ir a un parque de atracciones, pero por dos caminos diferentes. Lo importante es disfrutar de ese sitio al que vamos más que cómo hemos llegado hasta él, y la literatura se trata de disfrutarla.

W. Manrique Sabogal. La lectura ha tenido diferentes formas, al igual que los libros, ahora estamos más en lecturas fragmentadas, ¿qué opina?

Maribel Riaza. Las narrativas, al ser una producción cultural, son el reflejo de muchos aspectos de las sociedades que las crean y uno de ellos es, sin lugar a dudas, la longitud de las mismas o la fragmentación. Es algo evidente que con la llegada de las tecnologías de la información y, sobre todo, de las redes sociales, cada vez estamos más acostumbrados a los contenidos cortos e hiperfragmentados y nos cuesta más mantener la atención, no solo en la lectura, también en la televisión, el cine, un evento deportivo, e incluso diría que en las conversaciones sociales.

No me gusta caer en el tópico de que todo lo moderno es un retroceso, sino que, en general, prefiero pensar que simplemente es diferente. La prueba de esto es que en el pasado también se ha dado la fragmentación, por ejemplo, lo encontramos en Las mil y unas noches que es un relato basado en otros independientes. También, si leemos El Quijote, en realidad, nos damos cuenta de que es un conjunto de pequeñas historias, unidas por un hilo común, pero que se pueden disfrutar de manera independiente tal y como hacemos hoy en día con las series de televisión. De hecho, Cervantes, escribía sabiendo que sería escuchado más que leído debido al analfabetismo y a la dificultad de hacerse con un libro en la época, y si nos fijamos en su técnica como escritor, vemos que era muy similar a la que puede utilizar hoy en día un guionista de televisión.

Es curioso cómo la fragmentación, insisto, en todos los contenidos culturales, como los shorts de las redes sociales, las series de televisión y canciones cada vez más breves, convive con el consumo masivo de estos contenidos, el scroll infinito de las redes sociales o con los maratones de series, por ejemplo. Lo que nos permite la fragmentación es adaptar el contenido al tiempo y momento del que disponemos, pudiendo tratarse de cinco minutos o de varias horas. Así pues, la fragmentación y los contenidos cortos en la literatura terminan produciendo el efecto contrario, leemos más y pasamos más tiempo leyendo.

W. Manrique Sabogal. ¿Cuál es el comportamiento de venta de audiolibros en España?

Maribel Riaza. Hace menos de siete años casi no existían audiolibros en España ni en América Latina y muy pocos sabían lo que eran. Gracias al impulso de la llegada de Storytel (y del resto de plataformas que se han ido incorporando después) y el esfuerzo de toda la industria editorial, hoy en día contamos con un catálogo de más de 20.000 audiolibros en español y, según el último estudio de la Federación de Gremio de Editores de España, se triplicó la lectura de audiolibros. En estos años se han creado más de cuatrocientas iniciativas empresariales vinculadas al formato audio y es el segmento del sector editorial con más crecimiento.

La escucha de audiolibros no muestra grandes diferencias en cuanto al uso por géneros, aunque son mayoritarias las mujeres, tenemos usuarios de todas las edades, aunque la franja de 35 a 55 años es la principal y se suelen escuchar más en grandes ciudades. Quien descubre los audiolibros permanece fiel al formato y, además, hay un colectivo que lo alternan con la lectura en papel. Los audiolibros se escuchan principalmente entre semana, de lunes a viernes, aprovechando los traslados al trabajo, la realización de labores domésticas o el hacer ejercicio, ya que permite continuar disfrutando de la literatura mientras hacemos otras cosas.

W. Manrique Sabogal. ¿Hacia dónde cree que va la lectura de libros?

Maribel Riaza. Creo que estamos en la mejor época hasta ahora conocida para los lectores. Nunca hemos tenido a nuestra disposición la cantidad ni flexibilidad de la que podemos disfrutar hoy en día. Podemos leer en diferentes formatos (papel, digital, audiolibro, web), dispositivos (libro, tablet, ereader, móvil…) y hacerlo en diferentes modelos de negocio, (puede ser un préstamo bibliotecario, la suscripción a una plataforma digital con cuotas mensuales flexibles, compra en librerías físicas, online y de segunda mano, ya sea en librerías físicas o en Wallapop).

Le lectura se encuentra en un momento muy dulce porque es accesible, está a nuestra disposición y, como hemos comenzado diciendo, es algo consustancial al ser humano, por lo que no tendría que haber ningún obstáculo para disfrutar de ella. Pero en algunos momentos históricos o entornos, la lectura se ha sacralizado, se ha hecho elitista, inaccesible y creo que los profesionales de la industria tenemos la obligación de bajarla del pedestal en el que algunos quieren seguir colocándola y mostrar que es algo disfrutable y al alcance de todos.

Eso intenta Maribel Riaza desde hace varios años. En la investigación que hizo para La voz de los libros le gustó descubrir cómo en otras épocas históricas la gente disfrutaba más de la lectura en comunidad, se valoraba el placer de compartir las historias con otros: «Por ejemplo, en la antigua Roma era habitual que en una fiesta se produjeran lecturas en voz alta o en el Siglo de Oro español se leía en cualquier plaza o cuando se terminaban las faenas del campo. Así como en el siglo XVIII comenzaron a proliferar los salones de lectura con el mismo fin y la lectura en el hogar era una actividad familiar habitual. También saber que Dickens hizo giras por teatros donde la gente acudía en masa para escuchar leer sus relatos interpretados por el propio autor».

Y esto, destaca Maribel Riaza, «no solo ocurría porque la gente no sabía leer y había pocos libros, que sin lugar a dudas era una de las razones, sino que incluso aquellos que sabían leer y tenían libros a su disposición (escritores, filósofos, políticos) preferían que alguien leyera en alto y compartir la lectura con su familia y amigos».

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Winston Manrique Sabogal

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