Michael Spitzer: «La música fue el motor de la expansión social y cultural, mucho antes que el lenguaje»
El director del Departamento de Música Clásica en la Universidad de Liverpool logra en 'El ritmo infinito. El ser humano y la música a lo largo de la historia', un viaje apasionante por la vida del ser humano y la importancia de la música en su evolución
Sshhh… Cierre lo ojos. Trate de recordar cuál fue la primera música o canción que escuchó y qué hizo. Ahora, trate de imaginar cómo era la música antes del siglo XII, por ejemplo, de cuando no hay registros musicales.
¿Sabe por qué de niño o adolescente algunas canciones o músicas le despertaron sensaciones o sentimientos aún no vividos, como desamor o nostalgia o melancolía?
Primero fue la música, llegó cuando el homo sapiens se hizo bípedo y fue una semilla crucial en la revolución cognitiva. La música ayudó a abrir el camino hacia las palabras, al habla, al lenguaje.
La música es una de las conexiones más fuertes del ser humano con la naturaleza, con su origen, con la mortalidad. Es energía y emoción, es algo físico y biológico. Es fuerza del mestizaje del universo. Prueba de la riqueza pluricultural y transversal. Y, sin embargo, el ser humano ha empezado a alejar la música de la naturaleza.
Este es el universo por el que transita Michael Spitzer en su libro El ritmo infinito. El ser humano y la música a lo largo de la historia (Ariel). Un viaje fascinante que empieza en los albores de la Tierra habitable y cómo la música ha sido clave para la humanidad tanto en su evolución como en su historia individual, colectiva y cultural. El libro explora toda esa relación en tres líneas temporales: la vida cotidiana, la historia del mundo y la evolución humana. Una investigación que le permite concluir que «la música fue el motor de la expansión social y cultural, mucho antes que el lenguaje».
Una obertura a esta historia sería:
- Hace 165 millones de años nació el ritmo.
- Hace 66 millones de años surgió la primera melodía.
- Hace 40.000 años, los humanos crearon el primer instrumento musical.
- Antes del año 800 dC. no hay rastro de música creada.
- Solo a partir de 1877 hay música grabada por la invención de fonógrafo.
- Hace 100 años la música tuvo una gran eclosión de sonidos y rutas que bullen hoy de mil formas en todo el planeta.
- ¿A dónde va ahora la música con el ser humano en este viaje emprendido hacia el cosmos digital y la inteligencia artificial?
Sobre estos datos, preguntas y otros misterios maravillosos de la música habla Michael Spitzer, pianista, catedrático de Música y director del Departamento de Música Clásica en la Universidad de Liverpool, en esta videoentrevista con WMagazín. Antes de empezar el viaje cinco coordenadas indispensables:
- “La Revolución industrial estableció el trabajo y el ocio como dos mundos separados; ahora llevamos nuestra propia banda sonora al trabajo, borrando así los límites entre lo personal y lo público”.
- “Dentro de nuestros cráneos, la música gestiona los estados de ánimo, los recuerdos y las identidades, capacitándonos para crear las imágenes de nosotros mismos que queremos proyectar hacia los otros. La música es nuestra segunda piel y cubre toda la superficie de nuestro cuerpo, y también del cuerpo de la ciudad”.
- “Antes del Renacimiento, Europa no era más que un pariente pobre de las otras superpotencias. El Imperio gupta de la India, los califatos omeya y abasí en Oriente Próximo y la dinastía Song en China experimentaron un ‘renacimiento’ (un florecimiento cultural y tecnológico) mucho antes que Europa».
- “Los tres ‘bombazos’ de la música occidental son las notas, la notación y la polifonía. Estas van definiendo progresivamente la música occidental en el período que llega hasta 1600, y, curiosamente, están ausentes en las otras grandes civilizaciones musicales, cada una de las cuales hace hincapié en otras dimensiones desatendidas en Occidente. El mundo islámico tenía el ornamento. La India tenía la emoción, que iba unida a un gusto ultrarrefinado. China puso el color, o el timbre, en el centro de su música (en Occidente, ambos son secundarios). El ornamento, el gusto y el color representan caminos no hollados por la música occidental”.
- “La Ruta de la Seda fue también una gran autopista musical para las melodías, las escalas, los modos, los instrumentos y las técnicas de interpretación».
El ritmo infinito se une a obras que rastrean la historia de las artes y su relación con la evolución del ser humano. En España están los ensayos recientes de Ramón Andrés Filosofía y consuelo de la música (Acantilado – Premio Nacional de Ensayo 2021); y de Irene Vallejo El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo (Siruela – Premio Nacional de Ensayo 2020).
Michael Spitzer, que hizo su tesis sobre Beethoven, habla entusiasta de esta biografía de la música y de que el ser humano no puede escapar al eco primigenio de la música que vive en el cuerpo de manera natural y se expresa de manera instintiva cada vez que puede.
Winston Manrique Sabogal. La música es el primer arte con el cual el ser humano tiene contacto. En el útero de la madre, la música funciona como una especie de cordón umbilical que conecta al feto con el mundo exterior y con la naturaleza.
Michael Spitzer. Yo utilizo esa expresión del cordón umbilical hacia la naturaleza moderna. Lo que es fascinante es que cuando el bebé está dentro del útero no conoce la diferencia entre el sonido de su madre o el sonido de la naturaleza, para él es lo mismo. Desde ese momento, si escuchas el sonido del mar o el sonido de los árboles es el mismo sonido: es el sonido de la naturaleza.
W. Manrique Sabogal. Es como el hilo secreto que une a todos los seres humanos y permite que nos guste la música, con letra o no, de cualquier cultura porque tiene unas raíces muy profundas. Vivimos ese eco. ¿Es la música el arte más completo?
Michael Spitzer. Sí que nos conecta. Sabemos por la neurociencia que cuando escuchamos música o sonidos se activa todo el cuerpo, se activa toda la mente. No puedes bailar al ritmo de la poesía, de una pintura; pero cuando bailas al son de la música, el córtex de la parte del cerebro que es responsable del procesamiento del sonido también se ve involucrado en el proceso.
Me encanta el arte en general, me encanta, la pintura, la poesía, pero la música es capaz de hacerlo todo. A nivel de evolución, como digo en el libro, la música llega, por lo menos, un millón de años antes que el lenguaje. Antes de poder hablar podíamos bailar y podíamos vocalizar. Lo que la vocalización hace, y esto lo vemos en los monos, es que junta todo el paquete, es como el cuidado social. Los monos se cuidan físicamente, pero con tu voz y su proyección puedes traer consuelo o confort a toda la sociedad. Lo que la música hace es permitir que la sociedad se expanda, es el motor de la expansión social y, por tanto, de la cultura, una vez más, mucho antes de la llegada del lenguaje.
W. Manrique Sabogal. La música es una clase de lenguaje.
Michael Spitzer. Sí, pero hay que tener cuidado al hablar del lenguaje musical porque el ritmo no es un lenguaje. Los insectos tienen ritmo. El lenguaje es simbólico y llega mucho después, probablemente con los neandertales y los homo heidelbergensis. Hay un gen que se llama FOXP2 asociado con el lenguaje. Esto lo encontramos en su forma más primitiva en los neandertales.
El otro estadio, la otra fase importante, son las flautas que fueron manufacturadas hace unos 40.000 años, descubiertas en unas cuevas alemanas. Lo que la flauta demuestra es la abstracción, podemos abstraernos de la inmediatez de la voz. Una flauta es una herramienta para cantar, una herramienta para hacer sonido con la voz, esta es la primera abstracción. Estas flautas llegan a la vez que la revolución cognitiva. Cuando el sapiens alcanzó la modernidad, hace 40.000 años, tuvimos la primera representación del arte rupestre. De modo que la música instrumental llega a la vez que la revolución cognitiva.
W. Manrique Sabogal. ¿Por qué la música es el arte que más conecta a personas de diferentes culturas? ¿Quizás porque somos energía y música, aunque es el resultado de nuestra humanidad, cruza el espacio y el tiempo y se convierte en energía en movimiento?
Michael Spitzer. Son dos cosas muy diferentes: lo primero es la energía, y estoy totalmente de acuerdo contigo, es la vibración, la vibración viene de las estrellas y la energía es una vibración de la materia, del aire. La música, el baile, es pura energía. Así que nuestro cuerpo completo vibra, nuestro cerebro vibra con el sonido. Pero la emoción es humana. La emoción es biológica y la energía es física. Uno de los problemas de la ciencia es cómo nos movemos de la física a la biología, y lo que tiene la emoción es que los animales también la sienten. Charles Darwin escribió un libro sobre animales y humanos diciendo que tenemos un repertorio de emociones básicas como la ira, la felicidad o la tristeza que tienen que ver con adaptarnos con el entorno. Cuando estamos enfadados es porque estamos peleándonos quizás o si estamos felices es porque hemos cumplido un objetivo o un objetivo sexual. La música es exactamente así. Eso no quiere decir que un perro pueda entender la música, ¡no!, significa que la ira o la felicidad o la tristeza son la misma emoción en el perro que en el ser humano.
W. Manrique Sabogal. ¿Por qué cuando somos niños o adolescentes al escuchar alguna música o canciones nos despiertan sensaciones que aún no hemos vivido como tristeza, melancolía, nostalgia o amor?
Michael Spitzer. Es porque para un bebé hay cuatro cosas que se funden en una: el sonido, el movimiento, la emoción y el gesto; pero a medida que el bebé crece esas cosas se van separando. Entonces cuando una madre toca un bebé o le acuna, esas cuatro cosas son la misma cosa. Cuando la madre le canta una canción a un bebé es sonido, es emoción, es sonrisa, es toque, es tacto, todo se funde en uno.
Luego, poco a poco, la música va en una dirección, el sonido va en otra dirección, pero la música está ahí desde el principio de la comunicación. Creo que, fundamentalmente, para el bebé la música tiene que ver con expresar confianza y amor hacia la madre, es esa relación. La música siempre mantiene lo relacional o social, siempre tiene que ver con la relación entre personas, es algo que empieza con esa relación entre el bebé y la madre. La música siempre es participativa.
Hoy en día cuando escuchamos, por ejemplo, música de manera pasiva a través de nuestros auriculares somos oyentes, no creadores de la música en ese momento. Es muy peculiar porque en la mayor parte de la historia y lugares del mundo fuera de Occidente la mayoría de la música se da en vivo, socialmente, no hay una línea tan clara entre hacer música y escuchar o consumir música, es lo mismo porque así empieza cuando somos bebés.
W. Manrique Sabogal. ¿Cómo ve el futuro de la música con todo lo que sucede en el mundo digital?
Michael Spitzer. Soy optimista. Creo que la música siempre nos atrae. Lo hemos visto con el covid 19, con TikTok, con YouTube, y hemos visto un efecto muy democratizador. Permitía que la música viajara desde los músicos hacia todos los demás. Significa que a través de internet hay un modo de comunicación de la música, y creo que eso va a mejorar. Cuando estás escuchando música con tus auriculares también estás conectado a una red musical. No es solo oír, es escuchar. Oír es mecánico, pero escuchar requiere juicio y cierta creación, es una actividad creativa.
En cuanto a lo multimedia o lo audiovisual, la música siempre ha sido kinestésica, mezcla el tacto con la vista… Los videojuegos vuelven a traer a la música y otros sentidos. Hay un potencial gigantesco para explorar esta interacción entre la música y lo visual. Creo que tiene que haber un Beethoven que todavía no ha nacido que juntará la tecnología y la cultura audiovisual de una forma espectacular.
W. Manrique Sabogal. Usted habla del declive de la música clásica, pero ¿no cree que cada género en las artes tiene su época y va creando otras como parte de su proceso?
Michael Spitzer. No voy a tener reticencias a la hora de decir que, a veces, las artes entran en declive. El punto álgido de la pintura puede que fuera el siglo XVI, el punto álgido de la música sería el siglo XIX, el siglo XX ha sido el siglo del cine. Hoy es la virtualidad y los videojuegos, y no pasa nada, siempre se sube y se baja según las épocas. Lo que me preocupa es que hoy en día la música se consume como canciones y las canciones duran unos dos o tres minutos. El cerebro posee una capacidad de tener una atención suficiente como para ver una película que dura dos horas, podemos atender algo durante dos horas. Entonces, ¿por qué en la música atendemos a obras que duran dos minutos? La capacidad cerebral la tenemos para seguir una ópera o una obra musical de una hora y media de dos, de tres horas, eso es increíble y no estamos utilizando esa capacidad.
W. Manrique Sabogal. Usted dice en el libro: «La fluidez de la identidad moderna se refleja exactamente en el vibrante caos de la ciudad moderna de la música». ¿Qué significa o ve de positivo en los ritmos más contemporáneos y populares como el reguetón en las nuevas generaciones?
Michael Spitzer. Di una charla en el Festival Unsound, en Cracovia, el más prestigioso de música electrónica, y después me fui a conciertos. Escuché los ejemplos más vanguardistas de música electrónica y me voló la mente. Me fascinó el enorme apetito de la gente joven de consumir música nueva. Un set de tecno puede durar media hora o cuarenta minutos y, una vez pasada la barrera de los dos o tres minutos, consigues fundirte con eso. También lo que me voló la mente fue lo físico que era, podías sentir la música en tu estómago y podías sentir el aire que se movía a través de esos bafles enormes. Me pareció una música sónicamente y experimentalmente muy interesante y muy popular. Lo que me preocupa, ligeramente, es la gratificación instantánea. Lo que buscan, parece ser, es fisicidad absoluta, inmediata… No existe la necesidad de reflexionar. Es la cultura de la ciudad porque refleja los ruidos urbanos.
W. Manrique Sabogal. ¿Qué opina del aumento de la tendencia de artistas que abordan diferentes géneros musicales, y no quieren que se les identifique con uno solo?
Michael Spitzer. Para mí la artista actual más importante del mundo es Björk. El disco de Biophilia es multimedia y utiliza aplicaciones que son educativas y ha financiado la distribución de estas aplicaciones a través de las escuelas en Estados Unidos. Es una artista visual. Ella escribe sus letras, las interpreta, está muy cómoda con la tecnología. Ella es como Richard Wagner, una artista multimedia, y Wagner no interpretaba en directo, pero Björk lo hace con 56 años. Creo que es natural el ser multimedia.
W. Manrique Sabogal. ¿Cómo ve la inteligencia artificial en la música?
Michael Spitzer. Hay que hablar de transhumanismo y post humanismo. El transhumanismo utiliza la tecnología como una herramienta para extendernos, aumentarnos y eso está bien. Todos los instrumentos son herramientas o extensiones de nuestras capacidades. Los ordenadores no pueden remplazar la creatividad humana y jamás lo harán, y te voy a decir por qué: la música humana tiene que ver con la incorporación de la emoción y la muerte. La mortalidad y la creatividad siempre están atadas a la corporeización, a la muerte y a la vida. Somos animales musicales, no somos máquinas musicales.
Además, la muerte tiene que ver con la dificultad. El arte tiene que sonar difícil porque requiere energía y la energía es finita. Para volver a tu punto sobre la energía, la energía es finita y la música debe sonar difícil; solo suena auténtica cuando suena difícil. Esa es la sombra de la muerte por la limitación de la energía y la dificultad a la hora de hacer cualquier cosa.
- El ritmo infinito. El ser humano y la música a lo largo de la historia. Michael Spitzer. Traductor: María Dolores Ábalos (Ariel).
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