Paola Drigo ilumina en ‘Maria Zef’ un cuadro neorrealista de la mujer
La escritora italiana publicó esta novela en 1936. Es un triple viaje: el físico y paisajístico de la dura Italia rural; el de la fuerza interior de las mujeres en un entorno hostil y el del camino que lleva más rápido y a empellones a la edad adulta.
Hay viajes literarios que es importante hacer. Como a la Italia rural de comienzos el siglo XX, parecida a muchas regiones de nuestros países. Hay personajes literarios que es importante conocer. Como a Mariùte, Rosùte y Catine, una madre y sus dos hijas. Y algunos personajes más, claro. Pero ellas tres han sido creadas con tal naturalidad que las vemos, las escuchamos, las sentimos en sus emociones. Las acompañamos en su trajín físico y espiritual. Y, al final de la lectura, las consideramos verdaderas conocidas de nuestras vidas.
Con ellas tres veremos que acaso el mundo no ha cambiado tanto. Y sentimos impotencia y rabia ante sus vidas, similares a muchas vidas reales. Esto hace imprescindible conocer a quien las creó para siempre. Su nombre es Paola Drigo y les dio vida en la novela Maria Zef, editada por Periférica. Otro hallazgo literario de este sello.
Hoy este día de Hallazgos está dedicado a Paola Drigo, Mariùte, Rosùte y Catine. La escritora italiana nació en Castelfranco Véneto en 1876 y murió en Padua en 1938. Hija de un noble partidario de Garibaldi, Drigo escribió narraciones cortas y novelas desde 1913. Y casi desde el principio, aunque coincidió con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, su obra fue bien acogida. María Zef apareció en 1936, pero la guerra eclipsó su nombre.
Maria Zef, por lo que he leído y me han contado, es un perfecto ejemplo de la literatura de Drigo. Una narrativa en la cual se adelantó al conocido neorrealismo italiano que hizo tan popular el cine. De hecho, la novela ha tenido dos adaptaciones cinematográficas.
Paola Drigo nos lleva de la mano por ese mundo gris de las zonas rurales, de sus gentes acorraladas por los abusadores de todo tipo, mientras ellos, en este caso las mujeres, intentan abrirse paso física y emocionalmente. La escritora ilumina con la historia de esa madre y sus dos hijas, sobre todo de estas últimas, ese mundo en sombra. Un lenguaje claro, poético y sencillo con el que crea una especie de cuadro impresionista, que nos despierta la rabia y la ternura, nos conmueve. Drigo tiene una voz que nos habla en alto, de manera pausada para adentrarse en la psicología de sus personajes. Una frase: “Miraba a la cara a los compradores con aquellos ojos azules que, aunque rieran, en realidad suplicaban”.
Maria Zef es un triple viaje: el físico y paisajístico de la dura Italia rural; el de la fuerza interior de las mujeres en un entorno hostil y el del camino que lleva más rápido y a empellones a la edad adulta. Es un largo viaje en la oscuridad. Una crítica certera sobre una realidad.
Como este es un espacio de Hallazgos literarios, y ya les he recomendado esta novela, ahora es el turno de que sus editores de Periférica, en este caso Julián Rodríguez, el otro es Paca Flores, compartan con nosotros cómo llegó esta novela a sus manos:
“No fue un descubrimiento nuestro, de los editores, sino una sugerencia de las dos excelentes traductoras de la novela: Paula Caballero Sánchez y Carmen Torres García, que pertenecen a una ‘nueva hornada’ de traductoras jóvenes, cultas y, además, buenas prescriptoras de títulos llegados de otras lenguas”.
“Estas nuevas traductoras (hablo en femenino, porque muchas de ellas son mujeres, por suerte toda una generación) son buenas conocedoras de los catálogos de las jóvenes editoriales indies españolas, y saben muy bien qué puede interesar a los lectores que están al frente de dichos proyectos. Sus informes, sus invitaciones a la lectura, su entusiasmo… son siempre un buen punto de partida a la hora de atender sus propuestas cuando llegan a nuestras manos. En este caso, se sumaban también las palabras de Claudio Magris en una entrevista. Las resumo aquí: ‘Un libro como Maria Zef, de Paola Drigo (libro extraordinario, al cual no se le ha dado el lugar que merece en la literatura italiana de este siglo), es un gran libro femenino, que con seguridad no podría haber sido escrito por un hombre, y que afirma con tanta más fuerza su feminidad (en un sentido fuerte y arrasador, sin ninguna indulgencia con la feminidad tradicional vista y/o creada por los hombres) cuanto menos la exhibe”.
“Por último, claro, lo más importante, la propia novela: su lectura fue eso que los tópicos llaman ‘toda una experiencia’. Amantes del verismo italiano, y de sus fértiles derivas a lo largo del siglo XX, había algo en la obra de Drigo (fuimos leyendo también otros libros suyos) que la hacía ‘más’ contemporánea nuestra y, si se me permite, más necesaria aún. Habíamos publicado La vida en el campo de Giovanni Verga; debíamos publicar Maria Zef de Paola Drigo”.
Sin más, los invito a entrar en el mundo de Maria Zef, aquí un pasaje:
“Mariutine se ruborizó. Sentía respeto por el jorobado porque era mayor y porque era el patrón y, aunque hubiese sabido cómo, no habría osado responder, pues su extrema pobreza había forjado en ella, desde la infancia, la costumbre de la sumisión y casi de la servidumbre hacia quienes trataba fuera de la familia. Pero aquello eran los primeros elogios, los primeros cumplidos que le llegaban brutalmente dirigidos a su físico, y más que halagarla la avergonzaban, como las palabras y la familiaridad de Compare Guerrino, que en lugar de interesarle y divertirle, le provocaban un oscuro sentimiento de bochorno”.
- Maria Zef. Paola Drigo. Traducción de Paula Caballero Sánchez y Carmen Torres García. Editorial Periférica. 231 páginas.
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