La escritora española Phil Camino, autora de la novela ‘Rehenes’ (La Huerta Grande). /WMagazín

Phil Camino: “ETA no ha pedido perdón y es muy necesario para ayudar a las víctimas a pasar página”

La escritora, editora, traductora y periodista española vuelve a editar 'Rehenes', su novela sobre el miedo que vivió la sociedad española durante los años de la banda terrorista

¿Cuál es el miedo que acecha tras la liberación de otro miedo? El de la desmemoria o el desconocimiento del primer miedo que lo colonizó todo. Es lo que vive España luego de que parte de la sociedad, sobre todo de las nuevas generaciones, no sepan muy bien que pasó ni que fue ni que hizo la banda terrorista ETA durante cuatro décadas, de los años sesenta a 2011, cuando anunció el “cese definitivo de su actividad armada”. Esa tragedia del olvido es uno de los motivos por el que Phil Camino (Madrid, 1972) decidió editar de nuevo su novela Rehenes (La Huerta Grande), sobre el binomio del miedo y la esperanza a través de cuatro historias paralelas que narran la tragedia cotidiana de esa sombra y de la manera en que las ganas de vivir y ser feliz se abren paso. La ficción y la literatura como grandes aliados para conocer y comprender el pasado y el polo a tierra para fijar la realidad.

Rehenes fue escrita en 2014, dos años antes del éxito de Patria, de Fernando Aramburu, sobre la vida en un pueblo bajo la influencia de ETA, y del boom de obras literarias surgido como prueba de que el País Vasco y España ya estaban preparados para leer su trozo de historia de dolor y muerte en nombre de la libertad. Pues ETA quiere decir en euskera, la lengua de la región española de la que buscaba la independencia, Euskadi Ta Askatasuna, País Vasco y Libertad.

En la novela de Phil Camino están presentes en las vidas de sus personajes y de sus espacios diferentes matices del olvido, la memoria, el dolor, el perdón, la generosidad, el fanatismo, la sonrisa, la incertidumbre, el amor. Rehenes apenas sí llegó a las librerías en 2014, pero obtuvo el Premio Bubok de novela, que tuvo como jurado a Rosa Regás, Andrés Teixidor, José Ángel Mañas, Javier Celaya y Lorenzo Silva.

Phil Camino, editora de La Huerta Grande, periodista, traductora, gestora cultural y durante un tiempo librera, es autora de otras dos novelas: La memoria de los vivos (2019) y Belmanso (2012); y del ensayo testimonial Diez Lunas Blancas (2017), sobre la maternidad, la pérdida y la vida. Desde su casa en Madrid, la escritora empieza a reflexionar en esta video entrevista sobre la memoria:

Winston Manrique Sabogal. Usted dice que la desmemoria o el desconocimiento de algunas personas y parte de las nuevas generaciones sobre lo ocurrido son algunos de los motivos que la llevaron a recuperar su novela Rehenes. Como el título del libro, ¿cree que los españoles son, ahora, rehenes, de esa desmemoria o del desinterés de algunas personas, y ya no solo por los crímenes de ETA, sino también de la dictadura franquista y de que los derechos adquiridos en estas cuatro décadas siempre han estado ahí?

Phil Camino. Hay una mezcla de todo. Debemos tener presente que hay dos derechos que cohabitan y esa cohabitación es un equilibrio difícil de lograr. Por un lado, hay obligaciones, derecho a la obligación de recordar lo que nos pasa, de dónde venimos, el derecho a mantener eso vivo. Y aquí entra, muchísimo, la expresión artística. Por otro lado, está el derecho a olvidar, un derecho bastante legítimo, que no quiere decir anular. Aquí, de nuevo, entran la historia y la expresión del arte, entre ellas la literatura. Digo esto porque los jóvenes tienen derecho a mirar hacia adelante, y es sano, pero es bueno que, de vez en cuando, haya unos mecanismos que nos obliguen como sociedad, tanto a los jóvenes como a los adultos, a mirar un poco hacia atrás para conocer, intentar comprender y no cometer los mismos errores. Es el caso concreto de ETA y del terrorismo, cuando hay una herida que es tan profunda; también lo podemos ver en Sudáfrica con el apartheid. Cuando las heridas son así de profundas, hay un primer momento en el cual se hace una especie de silencio para, a lo mejor, seguir hacia adelante. Porque llega el momento de los perdones, de las reconciliaciones, está bien que se den esos momentos. En España llevamos quince o veinte años navegando de una manera frágil en ese silencio.

Mi novela viene en un momento en el que detecto que el barco puede escorar hacia un lugar que puede ser malo. Que puede permitir que se olvide completamente y que se transforme el relato sobre ETA. La política tiene tendencia a llevarnos hacia el relato que ella quiere marcar en un momento dado, tanto si analizamos como dices tú el franquismo, tanto si analizamos la transición, tanto si analizamos ahora el tema de ETA. Es mucho más cómodo para los políticos hacer como que eso no existió si nos viene bien o renegociar una especie de paz o de statu quo con una situación que parte de premisas que son equivocadas y que nos pueden llevar a cometer los mismos errores. En el caso concreto de ETA hay un aspecto muy importante: no se ha pedido perdón. Y el perdón es muy necesario, un perdón por lo que se hizo para ayudar a las víctimas a pasar página. Eso no se ha hecho y se está intentando devolver al primer plano de la política a los agentes que fueron responsables de mucho dolor y de mucha sangre sin que se haya hecho ese ejercicio colectivo de pedirnos perdón y de decir está bien, pero esto no se puede volver a hacer así.

Cuando algunos vuelven al primer plano de la política y dicen que volverán a hacer aquello por lo que fueron puestos de lado y se les dice que se les va a dar una oportunidad, pero insisten en que volverán a hacerlo, creo que tenemos una descompensación importante. Los políticos van a primar su relato, el que más les convenga, que es permanecer en el poder, tener votos, gobernar.

La ficción tiene un papel primordial en esto, y hablo de ficción, de la literatura como ficción, porque la literatura produce, muchas veces, esa catarsis necesaria para mucha gente. La ficción puede tomarse las libertades que muchos políticos no pueden, que es ponerse en la piel de todos los que estuvieron en estos procesos; tiene casi la obligación, muchas veces, por lo menos cuando escribo yo, de intentar hacerlo tratando de entender que no es ni justificar de ninguna manera entender por qué los seres humanos cometen ciertos actos, o qué los lleva a cometerlos. Incluso, sacar lo bueno que hay en esas personas cuando lo hay y mostrarlo, y eso duele. Creo que la ficción tiene ese papel y no quiero renunciar a él, no quiero que nadie renuncie. ¿Por qué salen novelas continuamente sobre el Holocausto? Porque hay una necesidad de volver a pensar en todo aquello que fuimos, que hemos hecho y de revisitarlo. De ahí nacen mis ganas de volver a lanzar esta novela que nadie leyó en su día.

Phil Camino es editora de La Huerta Grande. /WMagazín

W. Manrique Sabogal. Esto de “lo volveremos a hacer” me recuerda el caso de los independentistas en Cataluña y los políticos que están en su derecho de decir lo que quieran, pero ¿y la educación? ¿No corresponde a un estado democrático enseñar, contar la realidad, la historia o el arte al margen de razas, ideologías o credos? Como un acta notarial y luego cada persona que piense lo que quiera. ¿Eso como primer derecho y obligación contra el desconocimiento y la desmemoria?

Phil Camino. Claro, la educación es un término tan amplio, porque, ¿a qué le llamamos educación? El otro día le comentaba en una entrevista que me hacían esta frase tan tremenda de Primo Levy: los verdugos estaban hechos de nuestra misma pasta, pero no habían sido educados. La educación empieza desde que llega un ser a esta vida.

W. Manrique Sabogal. Me refiero a la parte de la educación que tiene que ver con la enseñanza de los hechos.

Phil Camino. Es un poco lo que te digo: la educación se hace a nivel social, la enseñanza de lo que fuimos y lo que somos la tenemos a nivel social y a nivel de grupos, de lo que cada cual elegimos. Es una pregunta muy complicada la que planteas porque, evidentemente, para aquellos que creemos, que vemos las cosas con cierta, digamos, objetividad, pensando en una sociedad mejor en democracia, otros pueden pensar que este sistema tiene cosas malas y que es mejor una dictadura. Tendrían que ser conceptos tan obvios, pero ni siquiera lo son, ¿por qué? Porque, desgraciadamente, siempre hay gente que lo va a defender. Con ETA pasa un poco lo mismo, si tú tienes a personas que están convencidas de que el fin justifica los medios es complicado decir cuándo, hasta cuándo será legítima esta batalla, porque lo único que haces es un juego de palabras por el cual tú cambias el vocabulario y al cambiar el vocabulario lo llenas de nuevos contenidos; entonces ya no es terrorismo, es lucha armada. Y si ya no es terrorismo y es lucha armada, pues acabas de poner al contrincante en otra posición en la que se tiene que rearmar. ¿Y por qué es lucha armada? Dirán que porque se está creando una injusticia, porque somos desheredados, porque estamos oprimidos por el pueblo español… Quizá lo interesante aquí, como tú y yo que somos periodistas o como personas que escribimos o que nos interesa la escritura, es saber entender que no nos pueden engañar con esos conceptos. Quizá empecemos por educar teniendo un mínimo común sobre lo que tenemos.

W. Manrique Sabogal. Insisto, es la enseñanza notarial de los acontecimientos: Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial, Holocausto, los hechos de cada país o región, porque si ni siquiera conocemos los hechos.

Phil Camino. Estamos planteando algo tan difícil como que yo me eduqué en un colegio francés y estudié la historia de la ocupación francesa de una manera totalmente pueril. A mí me la contaron los franceses. La historia del nazismo hoy en colegios alemanes la enseñan con un ejercicio increíble, ver las cosas como fueron, y pedir perdón. Francia ha tenido que reconocer que colaboró con el nazismo porque en los libros de historia era un ejemplo de protección a los judíos, de libertades y solo luego se supo que la mitad del país colaboró de una u otra manera por omisión. Entonces, es una continua revisión. Creo que no hay una manera clara de decir esto es lo que hay y va a ser inamovible. Siempre va a llegar el tirano que intente cambiar el relato o el pseudo tirano escondido.

Por eso la ficción es tan importante en esta novela. Yo tenía una intención muy clara: no emitir juicio, que no fuera una novela de tesis de ninguna manera, que fuera una novela en la que los propios personajes fueran los que actuaran en el marco donde están encerrados, por así decirlo, y que los personajes se explicaran ellos mismos, y por quienes los están observando y mirando desde fuera.

Phil Camino durante la video entrevista con WMagazín en 2024.

W. Manrique Sabogal. En la novela hay un gran despliegue de aspectos de la condición humana. Aquí hay unos secuestros, unos asesinatos unos actos criminales y la vida cotidiana continúa, con sus sueños, penurias y ambiciones, risas en medio del drama, y es una parte muy acertada y humana porque la vida es así.

Phil Camino. No sé si vino primero el personaje o la situación, o si la situación me la dio el personaje. Me encanta que hayas notado eso. ¿Por qué cuatro escenas? Porque quería reflejar cómo el terrorismo afecta al ser humano allá donde esté y aun cuando se crea estar a salvo, puede que no estés en el primer plano, pero todo está infectado por lo que está ocurriendo y, aun así, a pesar de eso, tu cotidianidad se impone. Lo hemos visto en Kiev, recientemente, después de los bombardeos los jóvenes salían a divertirse. Aquí la familia, el clan, las pandillas de los jóvenes, cómo se va fraguando en ese salir de copas y no te vas dando cuenta de cómo te vas radicalizando, y se va radicalizando tu entorno, era muy importante explicar cómo funcionan estos mecanismos. En la familia que piensa que está a salvo, pero resulta que es que el padre de tu futuro yerno es concejal de HB, mientras que tu hermana era concejala de los socialistas en un pueblo… Ya hay ahí algo que está envenenando las relaciones, y tú sigues por encima, y siguen las comidas del domingo, sigue la vida, ¿no?

W. Manrique Sabogal. Y mientras el miedo avanza en su colonización el amor hace su trabajo en la novela. Es el sentimiento que tira de todo.

Phil Camino. Soy una romántica empedernida, del amor que se da y del que se recibe. El amor es una estructura que nos configura y que nos pone a salvo. En la novela hay amor entre esos amantes y hay uno mucho más fuerte que es el de ese matrimonio que, a pesar de todo, del naufragio, es capaz de volver a enganchar. Hay el amor de los padres a los hijos, eso está en todas mis novelas. Y, luego, en paralelo, están esas otras circunstancias donde el miedo intenta colonizarlo todo, por ese miedo que yo he vivido, que hemos vivido los españoles. Recuerdo que yo estaba en mi casa y, de repente, te llamaban tus padres y te decían: ¡no salgas a la calle!, acaban de decir que han colocado tres bombas, una en Goya, una en no sé dónde y no sabemos cuándo van a estallar. Eso te va creando un pozo. Cuando iba a Francia a casa de mi abuela y pasábamos la frontera con el coche con mi madre, lleno de niños, de perros, de todo, parábamos a tomar algo en Irún, en Hendaya, en donde fuera, en Biarritz, y cuando había que meterse en el coche, como íbamos con placa española, mi madre le decía a mi hermano de una manera muy natural: Francisco, mira debajo del coche, por si acaso, y miraba debajo del coche y subíamos. Era una cosa que hacías de una manera muy natural, hasta que un día dices: esto no es normal. Entonces, sí se imbrican en la cotidianidad esos resortes que se activan y no son normales.

W. Manrique Sabogal. ¿Para esta nueva edición de Rehenes tocó mucho la novela?

Phil Camino. No, nada. Corregí alguna erratilla que había y cambié un párrafo en un momento dado, cuando Jero está en el zulo y dice algo, lo cambié de sitio para que lo dijera antes y tuviese más sentido.

Blanca Portillo como Maixabel, en la película de Iciar Bollaín.

W. Manrique Sabogal. Su novela salió antes del boom de estos temas que hacieron visible Fernando Aramburu con Patria, o películas como la de Icíar Bollaín con Maixabel, ¿cómo ve el panorama de la ficción literaria contando la historia de ETA?

Phil Camino. Lo veo bien. En el País Vasco ha habido varios autores que han estado hablando de esto desde antes. Raúl Guerra Garrido había escrito sobre bastantes temas de terrorismo desde dentro. Esto solo va a generar más y más literatura. El fenómeno de Patria fue absolutamente inesperado. Me alegré mucho por ello, me dio pena que mi novela hubiera salido dos años antes y que no la leyera nadie, pero sabemos que en el mundo editorial hay circunstancias que acompañan en la salida de una novela que pueden hacer que nadie lo lea en un momento dado y que luego sí se vuelva a leer. Creo que saldrán muchas más, porque está metido en nuestro ADN, por lo menos de toda una generación. Cualquiera que investigue un poquito en lo que ha sido su vida puede dar con capítulos de estos y saldrá no solo en la literatura, sino que saldrá en cine y, además, con visiones que van a aportar información de las distintas vivencias. Pero ahora hay una cosa curiosa que me ha dicho gente que ha leído varios libros y visto películas sobre este tema: y es que hay una unificación en la manera de tratar el tema y a los personajes, que tenemos unos ciertos prototipos que se han ido gestando en la sociedad, de cómo nos afectaba según a qué tipo de personas y cómo era ese discurso, porque ese discurso era bastante homogéneo. Las víctimas han tenido un discurso, aunque se han peleado, los ciudadanos de a pie hemos tenido un discurso bastante homogéneo. Creo que eso se trasluce en que, en general, las novelas, de momento, no son tan dispares, pero habrá de todo.

W. Manrique Sabogal. Icíar Bollaín, cuando la entrevisté, me dijo al hablar de convivencia que hay que saber gestionar todo ese dolor. Usted habló hace un momento de perdón y olvido, que no se ha pedido perdón a la sociedad, para avanzar. ¿Cree que en España se está gestionando bien este proceso?

Phil Camino. Hasta donde yo sé, y no soy una experta, algo leí de Maixabel que se basa en lo que se llamó la vía de la restitución, el perdón, la vía Nanclares. Eso fue increíble. Cuando tenían en Sudáfrica el problema tan enraizado del dolor que había quedado con el Apartheid, una iniciativa del gobierno permitió que en las comunidades pequeñas fueran los propios nativos los que juzgaran en Tribunales Populares a los blancos que habían cometido aquellas atrocidades. Se partió de la base de ese jurado popular situado en el mismo nivel de las víctimas y los verdugos. Se les hizo mirarse a los ojos y la persona que había sufrido le decía a la otra quiero que me relates por qué has hecho esto con mi familia y que me lo digas a la cara. Funcionó bastante bien, al parecer. Creo que la Vía Nanclares es un muy buen camino para restablecer un primer paso, por lo menos para decir que tenemos que solucionar esto y a pesar del dolor tenemos que vernos. La película de Maixabel va por ahí, siempre va a ser difícil.

Hay una cosa que es muy filosófica y muy humana y humanamente entendible: tú no puedes pedirle, exigirle a nadie que perdone. Creo que es más educativo educarnos en la obligación que tenemos de pedir perdón, pero no podemos obligar al otro a ser perdonado. Se abre una brecha maravillosa como en la Odisea, cuando Príamo va donde Aquiles a reclamar el cuerpo de su hijo Héctor y éste se lo entrega. Son brechas que generan civilización. Es muy difícil lograrlo. Soy una defensora de que eso tiene que ser la vía restaurativa siempre, lo que pasa es que siempre va a haber voces muy discordantes porque están demasiado dolidas, demasiado heridas, es que han matado delante de ti a una persona…

W. Manrique Sabogal. Quieren la justicia como tal.

Phil Camino. Recurren a la justicia para que haga su trabajo y no me pidas nada más. Eso también es legítimo. Pero cuando ocurren estas cosas hay algo que va mucho más allá de la justicia.

W. Manrique Sabogal. Quiero hacerle una pregunta relacionada con lo que llaman apropiación cultural. En este caso, como si solo las personas del País Vasco debieran hablar del tema de ETA. O que dentro de un ala de la corrección política se pida que solo los homosexuales creen temas sobre su mundo.

Phil Camino. Es absurdo. Es matar el arte, matar la esencia del arte; es matar el disfraz, la máscara bajo la cual nos convertimos en otros. Estamos mal de la cabeza. Creo que, como todo, hay mala literatura y mala apropiación cuando no hay ningún objetivo detrás ni artístico ni cultural ni civilizatorio. La literatura muere si no podemos ponernos en la piel del otro.

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Winston Manrique Sabogal

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