Alice Munro, las claves literarias de la maestra del cuento contemporáneo
POR QUÉ TRIUNFA EL CUENTO EN EL SIGLO XXI, 2 / Un perfil personal y literario de una de las grandes escritoras y Premio Nobel de Literatura 2013, que dejó de escribir hace diez años. Un acercamiento a su escritura y pasajes de su entrevista a la Academia Sueca. Especial WMagazín, con la colaboración de Endesa
El latir de la vida y de cómo esa vida la sienten personas corrientes con mundos en apariencia serenos, pero en cuyo interior se agitan, en cualquier momento, tormentas emocionales que lo trastocan todo, es lo que narra Alice Munro (Wingham, Canadá, 10 de julio de 1931). Lo hace en cuentos de mirada precisa y clara que la llevaron a ser distinguida con el Premio Nobel de Literatura 2013 por “ser maestra del cuento contemporáneo”
“Está al nivel de los mejores como Chéjov, Maupassant y Borges”, afirmó, entonces, Javier Marías. Para el escritor español, Alice Munro “consigue transmitir una profunda emoción con personajes normales en una época en la cual se privilegian los buenos o malos sentimientos que rozan la cursilería. Ella escribe sobre gente normal, sin cargar las tintas, y consiguiendo unos niveles de emoción profunda con poco parangón en la literatura actual”.
En 2015, la escritora canadiense dijo por segunda vez que dejaría de escribir, ya lo había anunciado en 2009. El motivo: “Estoy muy contenta. No es que no ame la escritura, pero uno llega a una fase en la que piensa diferente”. Lo último que hizo fue elegir algunos de sus relatos en el volumen de cuentos Todo se queda en casa. Cuentos escogidos. 1995-2014, reeditado por Lumen en 2024.
El padre de Alice Munro era criador de zorros y visones y su madre era maestra de escuela. Munro comenzó a escribir desde niña. Estudió en la Universidad de Western Ontario y trabajó en su biblioteca. Estudió periodismo y filología inglesa que abandonó para casarse y ser ama de casa. Con su primer esposo se fue a vivir a Dundarave, Vancouver, y en 1963 se trasladaron a Victoria donde abrieron una librería. Se divorciaron y se casó por segunda vez (aunque mantuvo el apellido de su primer marido) y, en 1968, publicó su primer libro Danza de las sombras (Dance of the Happy Shade)s.
Tenía 37 años. Todo había empezado casi tres décadas atrás cuando le leyeron La sirenita, de Hans Christian Andersen. El cuento le pareció tan triste que quiso cambiar el final. Así imaginó finales alternativos a la sirenita y nació una visión de lo femenino y lo feminista. La idea de una niña de querer un mundo feliz que ella pudiera cambiar desde la ficción, para intentar exorcizar la realidad. Con los años, la constatación de esa misma realidad le hizo descubrir la condición humana, y que no hacen falta grandes historias de héroes, porque la vida transcurría en la épica de cada persona, en sus batallas internas, en sus duelos entre su Yo y sus deseos y el mundo exterior, que, a su vez, eran consecuencia de las ondas de lo que sucedía a su alrededor, en las personas mas próximas. Dio con el ecosistema de la condición humana en continua metamorfosis, afectada por la razón y las emociones y las gestiones de unas y otras. Duelos, batallas, triunfos, derrotas, empates y concesiones libradas, la mayoría, en silencio. Esa es su épica, la de sus personajes. La de cada individuo en su minuto a minuto.
La etapa seria de Alice Munro en la literatura, tras sus primeros pasos en la niñez, empezó a los 30 años, con cuentos y relatos que vendía para la radio pública canadiense. La Nobel, madre de tres hijas, siempre ha reconocido la importancia de su madre y de las mujeres que ha conocido. Y son mujeres, también, las que más han influido en su escritura: Eudora Welty, Katherine Anne Porter, Flannery O’Connor, Carson McCullers… Entre los hombres, James Agee y William Maxwell.
La gestación del primer libro de la Nobel canadiense, Dance of the Happy Shades lo recuerda la Academia Sueca así:
“A principios de 1967 comenzó a gestarse la publicación del primer libro de Munro. Earle Toppings, director de libros comerciales de Ryerson Press, se había acercado a ella a finales de 1964 para plantearle la posibilidad. Impulsados por Weaver, Toppings y otros en Ryerson, habían estado recopilando las historias de Munro tal como aparecían en las revistas. La editora asignada al libro, Audrey Coffin, estaba entusiasmada con los relatos de Munro y le escribió que necesitaban nuevas historias para completar el volumen. A pesar de las responsabilidades domésticas y de un bebé de cinco meses, Munro escribió Postcard, Walker Brothers Cowboy e Images; las dos últimas, las historias más fuertes de Dance of the Happy Shades, publicada en septiembre de 1968. Está dedicada a Robert E. Laidlaw. Weaver escribió el texto de la sobrecubierta y resultó que también formó parte del comité del Premio del Gobernador General de ese año. Debido a su larga asociación y defensa de Munro, intentó retirarse de cualquier discusión sobre su libro, pero en ese momento los otros miembros del jurado le dijeron que el libro de Munro había ganado. Tuvo muy buenas críticas y, una vez que se anunció el Premio del Gobernador General, uno de los periódicos de Victoria tituló su artículo: ‘La fama literaria pilla desprevenida a la madre de la ciudad”.
Cuarenta y cinco años después fue galardonada con el Nobel de Literatura 2013 por obras como Las lunas de Júpiter, Progreso del amor, Amistad de juventud, Secretos a voces, El amor de una mujer generosa, Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, Escapada, La vista desde Castle Rock y Demasiada felicidad. Una decena de sus cuentos han sido adaptados a la televisión y al cine: Sarah Polley filmó, en 2006, Lejos de ella, con Julie Christie: y Pedro Almodóvar hizo la película Julieta, de 2016, basada en los cuentos Destino, Pronto y Silencio, del volumen Escapada.
El homenaje que rendimos a Alice Munro, en esta semana de nuestro especial Por qué triunfa el cuento en el siglo XXI, lo completamos con su propio testimonio, con pasajes de la entrevista que le hizo la Academia Sueca. Allí habla desde sus primeras pulsiones y experiencias de escritura en la infancia, hasta de momentos en los que no ha podido escribir:
Por Stefan Åsberg, SVT
Alice Munro. Me interesé en leer desde muy temprano, porque me leyeron un cuento, de Hans Christian Andersen, que era La sirenita. No sé si lo recuerdas, pero es terriblemente triste. La sirenita se enamora de este príncipe, pero no puede casarse con él porque es una sirena. Y es tan triste que no puedo contarte los detalles. Pero bueno, apenas terminé este cuento salí y di vueltas y vueltas por la casa donde vivíamos, en la casa de ladrillo, y me inventé un cuento con final feliz, y pensé que se lo debía a la pequeña sirena. Sentí que había hecho lo mejor que pude, y de ahora en adelante la pequeña sirena se casaría con el príncipe y viviría feliz para siempre, lo que sin duda era merecido, porque había hecho cosas terribles para ganarse el poder y la tranquilidad del príncipe. Había tenido que cambiar sus extremidades. Había tenido que conseguir las extremidades que tiene la gente común y caminar, pero cada paso que daba, ¡un dolor agonizante! Esto es por lo que estaba dispuesta a pasar para conseguir al príncipe. Entonces pensé que merecía algo más que morir en el agua. Y no me preocupé por el hecho de que tal vez el resto del mundo no conociera la nueva historia, porque sentí que había sido publicada una vez que pensé en ello. Así que ahí estás. Ese fue un comienzo temprano en la escritura.
¿Y cuéntanos cómo aprendiste a contar una historia y escribirla?
Inventaba historias todo el tiempo, tenía un largo camino hasta la escuela y durante ese camino las inventaba. A medida que crecía, las historias trataban cada vez más sobre mí, como una heroína en una situación u otra, y no me molestaba que las historias no fueran publicadas en el mundo de inmediato, ni que otras personas las conocieran. Se trataba de la historia en sí, en general una historia muy satisfactoria desde mi punto de vista, con la idea general de la valentía de la sirenita, de que era inteligente, de que en general era capaz de hacer un mundo mejor, porque ella saltaría allí, con sus poderes mágicos y cosas así.
¿Era importante que la historia fuera contada desde la perspectiva de una mujer?
Nunca pensé que fuera importante, pero nunca me consideré otra cosa que una mujer, y había muchas buenas historias sobre niñas y mujeres. Después de llegar a la adolescencia, tal vez se trataba más de ayudar al hombre a satisfacer sus necesidades, etc. Pero cuando yo era una niña no tenía ningún sentimiento de inferioridad por ser mujer. Y esto puede haber sido porque vivía en una parte de Ontario donde las mujeres leían mucho, contaban la mayoría de las historias, los hombres estaban afuera haciendo cosas importantes, no buscaban historias. Entonces me sentí como en casa.
¿Cómo te inspiró ese ambiente?
No creo que necesitara ninguna inspiración. Pensé que las historias eran muy importantes en el mundo, y quería inventar algunas de estas historias, quería seguir haciendo esto, y no tenía que ver con otras personas, no necesitaba decírselo a nadie. No fue hasta mucho más tarde que me di cuenta de que sería interesante si uno las llevara a una audiencia más amplia.
¿Qué es importante para ti cuando cuentas una historia?
Obviamente, en aquellos primeros tiempos, lo importante era el final feliz; no toleraba finales infelices, al menos para mis heroínas. Después, comencé a leer cosas como Cumbres borrascosas con finales muy, muy infelices, así que cambié mis ideas por completo y me decanté por lo trágico.
Cuando empiezas una historia, ¿siempre la tienes trazada?
Lo hago, pero a menudo cambia. Empiezo con una trama, trabajo en ella, y luego veo que va por otro lado y pasan cosas a medida que escribo la historia, pero al menos tengo que empezar con una idea bastante clara acera de lo que quiero contar.
¿Alguna vez dudaste, alguna vez pensaste que no eras lo suficientemente buena?
¡Todo el tiempo, todo el tiempo! Tiré más cosas de las que envié o terminé, y eso continuó durante mis veintitantos años. Pero todavía estaba aprendiendo a escribir como quería escribir. No, no fue algo fácil.
Leí en alguna parte que quieres que las cosas se expliquen de forma fácil.
Sí. Pero nunca pienso que quiero explicar las cosas más fácilmente, así es como escribo. Creo que escribo con naturalidad y de forma fácil, sin pensar que esto iba a ser más fácil.
¿Alguna vez te has encontrado con períodos en los que no has podido escribir?
Sí. Dejé de escribir, tal vez hace un año, pero eso fue una decisión que fue no querer escribir y no poder, una decisión porque quería comportarme como el resto del mundo. Porque cuando escribes estás haciendo algo que otras personas no saben que estás haciendo, y realmente no puedes hablar de ello. Siempre estás encontrando tu camino en este mundo secreto, y luego estás haciendo otra cosa en el mundo normal. Y ya me estoy cansando de eso, lo he hecho toda mi vida, absolutamente toda mi vida. Cuando me encontraba con escritores que eran, en cierto modo, más académicos, me ponía un poco nerviosa, porque sabía que no podía escribir de esa manera, que no tenía ese don.
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Me gustó conocer un poco más a la escritora Alice Munro. Ahora quiero leer más cuentos escritos por ella.
La mayor parte de mis lecturas se centraron en latinoamerica, y en escritores puntuales de Europa y oriente.
Es hora de ampliar mis horizontes.
Hola, Beatriz. Nos alegra que le hayamos despertado el interés por leer a Alice Munro. Le gustará. Y gracias por leer WMagazín. Buen fin de semana.
Es una escritora maravillosa, bajo una aparente sencillez se agita un mundo de sentimientos y emociones encontradas y complejas que la mayoría de las veces no son expresadas.