Álvaro Mutis, padre de Maqroll el Gaviero, el autor que exploró la incertidumbre más allá del horizonte
Se cumplen cien años, en 2023, del nacimiento del poeta y narrador colombiano, uno de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo XX. Una literatura que funde poesía y prosa para hablar de la errancia existencial
En la línea del horizonte donde se juntan poesía y prosa y el silencio con el ruido de la incertidumbre del ser humano contemporáneo vive la escritura de Álvaro Mutis (1923-2013). El poeta, narrador, cronista y ensayista colombiano, que nació el 25 de agosto de 1923, hace cien años, en Bogotá, es uno de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo XX y padre de uno de los personajes más entrañables: Maqroll el Gaviero. Ese marinero errante que condensa el presente en movimiento de tal manera que su amigo Gabriel García Márquez dijo que “Maqroll somos todos”.
Porque Maqroll es el hombre que ve más allá del horizonte. Un testigo del tiempo y del destino que una vez conoce la gente se queda para siempre con él. A través de Maqroll, Mutis revela el mundo del hombre contemporáneo.
La mirada de oteador de vida acompañó al escritor hasta en sus últimos versos:
“Pienso a veces que ha llegado la hora de callar / Dejar a un lado las palabras / las pobres palabras usadas / hasta sus últimas cuerdas / vejadas una y otra vez…”.
Un poeta poco conocido en sus inicios que se dedicó a la novela cumplidos los 63 años. Es el padre de Maqroll el Gaviero, nacido de su poesía en 1953, pero moldeado por Mutis durante sus días en la cárcel mexicana de Lecumberri; hasta que un cuarto de siglo después echó a andar en sus novelas teniendo al mar como su mundo. Lo hizo de manera vigorosa en su travesía marinera por los rincones del mundo.
Irrumpió con tal fuerza y nitidez que, en tan solo diez años, entre 1986 y 1996, protagonizó siete novelas: La nieve del almirante, Ilona llega con la lluvia, Un bel morir, La última escala del ‘Tramp Steamer’, Amirbar, Abdul Bashur, soñador de navíos, y Tríptico de mar y tierra. Esas siete obras se reúnen en los dos volúmenes: Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero (Alfaguara), a las que se añade su poesía en Summa de Maqroll el Gaviero. Poesía reunida (1947-2003) (Lumen).
Obtuvo varios premios como el Miguel de Cervantes (2001), el Príncipe de Asturias de las Letras y el Reina Sofía de Poesía (ambos en 1997) y el Médicis a la mejor novela extranjera en Francia (La nieve del almirante, 1988).
Una vocación que desafía al destino
Cuando Álvaro Mutis tenía dos años se fue con su familia a vivir a Bélgica, por las funciones diplomáticas de su padre. Pero, con su madre, solía visitar con frecuencia la finca cafetera de sus abuelos maternos donde pasaba largas vacaciones. Ese era su paraíso, en los Andes colombianos, en una tierra caliente llamada Coello-Cocora, en medio de bosques y arroyos y ríos. Esos viajes lo llevaron a cruzar varias veces el mar entre Europa y América. Cuando Mutis tenía nueve años su padre falleció. Entonces, su madre regresó a Colombia y se hizo cargo de la finca cafetera donde el futuro escritor vivió su adolescencia y entró en la adultez.
En 1941 se casó, tuvo tres hijos. Al año siguiente empezó a trabajar como periodista. En 1948 publicó su primer poemario, La balanza, con tan mala suerte que, al día siguiente de estar en las librerías de Bogotá, el libro se hizo ceniza. El 9 de abril se produjo el magnicidio del candidato a la presidencia Jorge Eliécer Gaitán y las revueltas e incendios convirtieron la ciudad en un caos. Fue el inicio del periodo conocido como La violencia, cuyas consecuencias aún vive Colombia.
En la orilla del aquel abismo que empezó a bordear su país, Álvaro Mutis no desistió en su vocación poética. En 1953 publicó Los elementos del desastre, donde ya aparece Maqroll el Gaviero.
En 1956, con 33 años, se fue a vivir a Ciudad de México tras ser acusado de malversación de fondos por destinar dineros de la empresa donde trabajaba para apoyar actividades culturales o a escritores necesitados. En 1959 fue detenido y llevado a la prisión de Lecumberri donde estuvo un año y medio.
Un tiempo oscuro que Álvaro Mutis iluminó para sí al considerar que fue una especie de escuela para conocer mejor la vida y al ser humano. La experiencia la plasmó en 1960 en Diario de Lecumberri. Es “su libro más intenso, auténtico y conmovedor”, dijo Héctor Abad Faciolince, cuando murió Mutis en 2013, en un artículo que publiqué, en el diario español El País, preguntando a varios escritores por qué hay que leer a Álvaro Mutis.
Con todas esas experiencias, desde sus idas y venidas por mar para estar en la tierra caliente, hasta las adversidades que le cerraban el horizonte, como la orfandad paterna cuando tenía nueve años, la desaparición de su debut poético entre el fuego y la violencia y sus días en la cárcel, es como la obra poética y narrativa de Álvaro Mutis se convierte en un mapa de sus estados del alma y de la sociedad.
Irrumpe Maqroll el Gaviero
Un cuarto de siglo después de aquella experiencia penitenciaria, y ya con 63 años y jubilado, Álvaro Mutis se reencontró con su marinero errante que reclamó la forma de una prosa arrolladora. Quiere contar los secretos de su ser, silencios, soledades, amores, adversidades, dichas, dolores, esperas, miradas, olvidos, recuerdos… No pelea con la vida, solo es notario de su fluir con una voz transparente, libre y serena.
Es un estar en el mundo descrito por el propio Maqroll como “una fervorosa vocación de felicidad constantemente traicionada, a diario desviada y desembocando siempre en la necesidad de míseros fracasos”.
Maqroll el Gaviero otea, detecta y muestra la ruina que habita en el esplendor.
En su poema Deseo escribe:
Hay que inventar una nueva soledad para el deseo. Una vasta soledad de delgadas orillas
en donde se extienda a sus anchas el ronco sonido del deseo. Abramos de nuevo todas las
venas del placer. Que salten los altos surtidores no importa hacia dónde.
Nada se ha hecho aún. Cuando teníamos algo andado, alguien se detuvo en el camino para ordenar sus vestiduras y todos se detuvieron tras él. Sigamos la marcha. Hay cauces secos
en donde pueden viajar aún aguas magníficas.
Recordad las bestias de que hablábamos. Ellas pueden ayudarnos antes de que sea tarde
y torne la charanga a enturbiar el cielo con su música estridente.
Una poesía que, según William Ospina, en el prólogo de Summa de Maqroll el Gaviero, «acumula plurales impresiones del mundo, nos sumerge en un estado de observación perpleja de esas realidades poderosas e incontrolables, y finalmente nos entrega la evidencia de que esas cosas solo es posible verlas porque están en quien las ve».
El poeta español José Ramón Ripoll va al origen que lo toca todo, como recordó en aquel artículo de El País donde varios autores dijeron por qué hay que leer a Álvaro Mutis:
“Leer su poesía supone hoy inyectarnos de esa fuerza renovadora que se debate entre contrarios y nos impulsa a vivir entre los bordes, en el límite, en la frontera de lo pactado y establecido. Mutis es un escritor absolutamente distinto a los demás, que se ve venir desde su primer poema, La creciente, donde un río eterno arrastra belleza y podredumbre, la alegría de los carboneros y el hediondo barro que nos inunda. Ahí está ya todo Mutis. Y hay que andar por el borde para no caerse”.
La voz de Maqroll estaba en el origen, desde aquellos primeros versos donde siempre vive la finca de Coello: “al amanecer crece el río, retumban en el alba los enormes troncos que vienen del páramo«.
Su amigo Gabriel García Márquez le expresó su admiración cuando Mutis cumplió 60 años al afirmar:
“La obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido. Es decir: Maqroll no es solo él, como con tanta facilidad se dice. Maqroll somos todos”.
Y ese mundo literario de Álvaro Mutis resplandece en su último poema:
Pienso a veces que ha llegado la hora de callar
Dejar a un lado las palabras
las pobres palabras usadas hasta sus últimas cuerdas
vejadas una y otra vez
hasta haber perdido
el más leve signo
de su original intención
Pienso a veces que ha llegado la hora de callar
pero el silencio sería entonces
un premio desmedido
una gracia inefable
que no creo haber ganado todavía.
- Álvaro Mutis: Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero (Alfaguara) y Summa de Maqroll el Gaviero. Poesía reunida (1947-2003) (Lumen).
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Nunca leí a Mutis, pero su último poema y el artículo provoca hacerlo.
Hola, Virginia. Creo que le gustará. Un saludo
Yo estoy leyendo Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero y me está apasionando. Una novela de aventuras de dos personajes maravillosos que buscan su libertad viajando por todo el mundo en barcos más o menos ruinosos y comerciando con múltiples tipos de mercancías. Pueden ser unos bandidos si la ocasión lo pide pero tienen en su amistad un férreo compromiso