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El artista Antonio López (arriba), el escritor Antonio Muñoz Molina (izquierda) y la directora de cine Isabel Coixet, participan en la la serie del podcast Creadores, de CaixaForum+. /WMagazín

Antonio López, Isabel Coixet y Antonio Muñoz Molina recuerdan cuándo, dónde y qué los impulsó a ser creadores

Los tres autores españoles son noticia por sendas obras: seguir pintando la Puerta del Sol de Madrid, el estreno de la película 'Un amor' y la edición de la novela 'No te veré morir'. Repasan su trayectoria en el podcast Creadores, de la plataforma cultural CaixaForum+, de Fundación La Caixa

Presentación WMagazín En un lápiz con el que copiar grabados del siglo XIX en un pueblo, en una cabina de proyección de un cine de barrio y en una máquina de escribir portátil en una casa en el campo están las semillas que impulsaron, de niños y adolescentes, a tres de los creadores españoles más internacionales que esta temporada son noticia por sus obras: Antonio López por su vuelta para pintar la Puerta del Sol de Madrid, Isabel Coixet por el estreno de su película Un amor, basada en la novela de Sara Mesa, y Antonio Muñoz Molina por su libro No te veré morir (Seix Barral). Tres autores cuyos recientes trabajos son una aproximación a diferentes formas y destinos del amor.

Más de medio siglo después de aquellos momentos en que vislumbraron sus sueños de ser creadores los ánimos siguen intactos. Se puede escuchar en sus voces en la serie Creadores, el podcast de la plataforma cultural CaixaForum+, de Fundación La Caixa. Un espacio “dedicado a las personas que hacen grande nuestra cultura, que comparten sus secretos, el oficio de sus procesos creativos, sus observaciones sobre la vida y sus vivencias más significativas”.

Se ha hablado mucho de Antonio López, Isabel Coixet y Antonio Muñoz Molina, y ellos han hablado de todo lo que les han preguntado a lo largo de su trayectoria, desde su arte hasta la política. Por eso, WMagazín se detiene en sus orígenes, en esos momentos donde todo es sueño, cuando no saben si lo lograrán y solo cuentan con sus ilusiones.

Este es un viaje al origen de tres creadores españoles destacados, quienes al evocar aquellos días dejan ver al narrador innato que todo ser humano lleva dentro:

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El artista español Antonio López en una imagen de CaixaForum+.

ANTONIO LÓPEZ

(Tomelloso, 6 de enero de 1936)

“Yo estaba subyugado por Tomelloso, una forma de enamoramiento, de fascinación enorme por cómo eran las casas, cómo eran las calles, cómo era la gente, cómo trabajaban, cómo hablaban. Los años cuarenta en Tomelloso, para un niño, era algo precioso. El campo estaba al lado, salías y ya estabas en el campo.

Yo disfruté del campo antes de venir a Madrid. Yo trillé. Estaba tan terco de querer estar en el campo que mi padre me puso en el campo unas temporadas, y aprendí.

La pintura fue lo que me libró del trabajo del pueblo. Yo lo que no quería era trabajar en el pueblo y mi padre no quería que fuera al campo; total, que la pintura vino a rescatarme. A los 12 años yo ya estoy estudiando para colocarme en un lugar en Tomelloso cuando se presentó la pintura en mi casa. Yo copiaba grabados del siglo XIX. Afilaba un lápiz y sobre el papel seguía las huellas del grabado, trataba de reproducir el mecanismo del grabado. Lo hacía muy bien. Cambió mi vida. Hay un momento en que mi tío (Antonio López Torres) interviene. Dice que esas cosas son nocivas, que lo que hay que hacer es trabajar del natural. Y se puso a mi lado. Yo lo veía pintar. Había un vaso de vino blanco que se transparentaba un poco. Dije: Debe ser dificilísimo pintar eso. Y dijo: ‘Voy a empezar por lo más difícil’. Y resultó fácil. Porque pones los colores, tres tonos y ya sale la transparencia. Y mi tío vio que yo tenía facultades. ¿Cómo ves las facultades en un muchacho de 13 años? Eso fue una adivinación, una osadía, una cosa peligrosísima porque podía haberse equivocado.

Mi tío iba allí conmigo y se pasaba el día tratando de convencer a mi padre. Un día mi padre me dijo: ‘Te vamos a llevar a Madrid y vas a estudiar pintura”.

Setenta y tres años después, Antonio López volvió este verano a la Puerta del Sol de Madrid con su caballete, el lienzo y los pinceles para pintarla. Una obra que empezó en 2021 y continuará en 2024. Es uno de los artistas españoles más importantes. En 1957 hizo su primera exposición individual. En 1985 fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Su proceso creativo lo recogió Víctor Erice, en 1990, en la película El sol del membrillo, rodada en el patio de la casa de López, mientras pintaba un membrillero.

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La directora de cine española Isabel Coixet en una imagen de CaixaForum+.

ISABEL COIXET

(Barcelona, 9 de abril de 1960)

“El cine estaba a veinte pasos de nuestra casa. Yo iba mucho, y recuerdo haber visto películas de Walt Disney… Dumbo, Pinocho… Recuerdo, especialmente un día, debía tener 5 años, y el acomodador me dijo si quería ir a la cabina del proyeccionista. Allí me di cuenta que lo que yo veía proyectado estaba impreso en una tira de celuloide con agujeritos y que con la luz y la velocidad del proyector se movían las imágenes. Ahí tuve una especie de clack en mi cabeza que dijo: ‘Yo quiero hacer esto’. Pero no ser proyeccionista ni acomodador, quería ser el que hace la película de celuloide.

Mis padres eran cinéfilos de ir al cine todos los días si podían, de programa doble, del bocadillo de sardinas en el cine, que yo rezaba para que no lo llevaran porque era el que más olía, y me daba vergüenza.

De adolescente, mi padre me llevó un domingo a la Plaza Real donde estaban rodando El viaje de los malditos. Hacían que la plaza Real fuera Cuba. Había unos focos y unas cámaras muy grandes, y había un señor sentado, lo vimos de lejos, era muy grande. Mi padre me dijo: ‘Ese señor es un gran actor y director de cine’, y me enseñó a Orson Welles. Y se me ha quedado esta imagen de Orson Welles hasta el punto que yo he soñado con él: estoy en un lugar, viene una mujer, me da una caja y dice que son las cenizas de Orson Welles. Y voy a todas partes con la caja, incluso al metro, pensando en no perderlas. Es de los pocos sueños recurrentes”.

Medio siglo después, Isabel Coixet es una de las directoras de cine europeo más prestigiosas. Este 2023 estrena en el Festival de Cine de San Sebastián Un amor, una adaptación de la novela homónima de Sara Mesa. En 1984 debutó con Mira y verás, a la que han seguido películas como Cosas que nunca te dije (1996), Mi vida sin mí (2001), La vida secreta de las palabas (2005), Mapa de los sonidos de Tokio (2009) y La librería (2019).

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El escritor Antonio Muñoz Molina es una imagen de CaixaForum+.

ANTONIO MUÑOZ MOLINA

(Úbeda, Jaén, 10 de enero de 1956)

“Estaba destinado a ser hortelano como mi padre.

Termine quinto de bachiller con 15 años, tenía que pasar todo el verano en la huerta. Mi padre, para conformarme, me regaló una máquina de escribir portátil. Fue la bomba porque ya no paraba de escribir. Llegaba por la tarde y a escribir. Lo que me hacía escribir era la máquina. Escribía todo. No es eso que dicen que tienes tantas cosas dentro de ti que quieres darle salida. No, yo no tenía nada dentro de mí. Yo lo que tenía era una máquina de escribir en la que quería escribir. Entonces escribía obras de teatro porque si en la biblioteca de Úbeda había estado leyendo teatro del absurdo, pues escribía de eso. Si había leído a Neruda, escribía poemas de Neruda. Si leía a Lorca, escribía obras de teatro tipo Yerma, con gente telúrica, del campo. Y también escribía las críticas que la obra de teatro iba a recibir, además con grandes ambiciones. Y en COU, un año antes de irme, estaba ya tan impaciente que escribía, anticipadamente, cartas que escribiría cuando estuviera en Madrid. A lo mejor escribía, en septiembre del 73, una carta que decía: Madrid, mayo, 1974. Entonces, le escribía a un amigo mío contándole lo que todavía no me había pasado. Por supuesto cosas extraordinarias, como de una vida ya de disipación, de hastío de tantos placeres.

El contraste entre las expectativas con las que llegué a Madrid y con lo que me encontré fue tan devastador que me dejó KO.

Llegué a Madrid con un plan riguroso, nada modesto, porque yo iba a triunfar en el teatro, iba a derribar a Franco, iba a dedicarme a una promiscuidad sexual liberadora. Cumplí los 18 años a los pocos días de llegar a Madrid. Llegué a una pensión sin conocer a nadie, con muy poco dinero, me habían dado una beca pequeña que se tardaba mucho en cobrar. Desde el principio vivía una necesidad muy grande. Era un chico que no había salido de su casa nunca. También estaba mi incapacidad para relacionarme. Madrid era, para un niño de pueblo, una cosa muy hostil”.

Cuarenta y nueve años después, Antonio Muñoz Molina, presenta su novela número 16: No te veré morir (Seix Barral). La primera fue Beatus Ille, en 1986; a la que siguieron títulos como El jinete polaco (1991), Sefarad (2001), La noche de los tiempos (2009) y el diario Un anda solitario entre la gente (2018). Es uno de los escritores españoles más relevantes y académico de la Real Academia Española. En 2013 fue distinguido con el Premio Princesa de Asturias de las Letras.

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