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Cartel de ‘Apocalypse Now’, de Francis Ford Coppola, basada en la novela ‘El corazón de las tinieblas’, de Joseph Conrad.

De ‘El corazón de las tinieblas’, de Conrad, a ‘Apocalypse Now’, de Coppola

CINE-LIBRO DE VERANO La nueva versión del director estadounidense con la que celebra 40 años de su adaptación conradiana da pie para analizar la relación entre las dos obras de culto

Como cada año en vacaciones de agosto proponemos nuestro ciclo Cine-Libro de verano WMagazín. En esta ocasión el tema gira alrededor de narraciones que transcurren en lugares de veranos eternos, es decir, el trópico. Hemos seleccionada para los cuatro viernes-fin de semana del mes sendas buenas películas basadas en cuentos o novelas importantes. Abrimos nuestro ciclo con Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola, basada en El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. El artículo consta de una reseña que imbrica libro y película, el tráiler y un fragmento de la novela.

Tráiler de 'Apocalypse Now. Final Cut', de Coppola, basada en 'El corazón de las tinieblas', de Conrad.

'Apocalypse Now', de Coppola, basada en 'El corazón de las tinieblas', de Conrad

Una de las novelas que más interpretaciones ha generado desde su aparición en 1899 es El corazón de las tienieblas, de Joseph Conrad (1857-1924). Un cuento largo o novela corta muy leída y apreciada entre los escritores, profesionales de libro y lectores cualificados y popularizada por Francis Ford Coppola en su versión cinematógráfica Apocalypse Now de 1979.

El corazón de las tinieblas es un gran ejemplo de cómo una obra de culto llega a ser conocida por el gran público gracias al cine y, además, en una versión libre. Por que el maestro Coppola lo que hace es tomar esta historia conradiana como punto de inspiración y seguir la espina dorsal de la narración para incorporarla en otro momento histórico, y a la vez transmitir gran parte del espíritu que impulsa el original: la denuncia de las atrocidades que puede cometer el ser humano, de los extraños caminos que conducen a las sombras de la condición humana, sus motivos y sus consecuencias.

Si Conrad cuenta la histora del capitan Marlow que va al Congo, aunque nunca se mencione como tal, en plena colonización belga con todo lo que eso implica de poder y soberbia del mundo occidental sobre el africano, quien a su vez va en busca de Kurtz, una persona cuyo corazón y mente se han podido pudrir o enloquecer presionado por el entorno creando este triple viaje a la oscuridad: social, individual y existencial; Coppola sitúa su historia en el siglo XX, en la Guerra de Vietnam, justo al final de los años sesenta, donde es el capitan Willard quien hace las veces de Marlow, pero no voluntariamente sino mandado, obligado, por sus superiores con la misión de buscar y acabar con Kurtz.

Si Conrad denuncia la violencia de la colonización, del avasallamiento y explotación de occidente en nombre de la civilización y desarrollo y los efectos en el entorno y en personas como Kurtz y el mismo Marlow, y, claro, la fascinación que puede ejercer el mal; Coppola se centra en esa violencia a través de la guerra, de la muerte directa, de la insensatez de los estados para «salvar naciones» que logran inocular o despertar la locura o la maldad latentes en algunas personas. Locura o maldad camufladas con el combate con el mismo efecto: muerte y atrocidad.

En ambos casos es una viaje a las zonas periféricas de la mente y los impulsos del individuo, a las sombras que están en cada uno a punto  de extenderse, casi siempre. Solo hace falta que alguien toque la tecla indicada para activar su expansión.

Si el lenguaje escrito de Conrad es admirable y, sobre todo, la manera en que sus reflexiones y pensamientos ensayísticos sobre la vida y el ser humano  se introducen en la narración con total naturalidad y belleza literaria, en Coppola eso se sustancia en imágenes potentes y autónomas que reemplazan las palabras ya no por acciones sino por una sola toma, gesto o secuencia.

Libro y película hacen un gran viaje, el mismo viaje. Y Coppola prueba que los grandes libros no hace falta adaptarlos de manera fiel sino que lo que importa es su espíritu.

Al igual que El Corazón de las tinieblas es un libro de culto, Apocalypse Now, desde su estreno en el Festival de Cannes en 1979, donde obtuvo la Palma de Oro, está en la misma categoría. En el año 2001 la película tuvo una nueva versión de tres horas y media titulada Apocalypse Now Redux y en 2019 para celebrar los cuarenta años de su estreno Coppola ha hecho una nueva versió un poco más corta y con mayor definición: Apocalypse Now. Final Cut.

La siguiente es la ficha:

Director Francis Frod Coppola

Guion: Francis Ford Coppola y John Milius

Reparto:

Martin Sheen como el capitán Benjamin L. Willard.

Marlon Brando como el coronel Walter E. Kurtz.

Robert Duvall como el teniente coronel William «Bill» Kilgore.

Frederic Forrest como Jay «Chef» Hicks.

Dennis Hopper como el fotoperiodista.

Harrison Ford como el coronel G. Lucas.

‘El corazón de las tinieblas’, de Joseph Conrad (Valdemar).

Fragmento de El corazón de las tinieblas

Joseph Conrad

La tierra parecía algo no terrenal. Estamos acostumbrados a verla bajo la forma encadenada de un monstruo dominado, pero allí, allí podías ver algo monstruoso y libre. No era terrenal, y los hombres eran… No, no eran inhumanos. Bueno, sabéis, eso era lo peor de todo: esa sospecha de que no fueran inhumanos. Brotaba en uno lentamente. Aullaban y brincaban y daban vueltas y hacían muecas horribles; pero lo que estremecía era pensar en su humanidad -como la de uno mismo-, pensar en el remoto parentesco de uno con ese salvaje y apasionado alboroto. Desagradable. Sí, era francamente desagradable; pero si uno fuera lo bastante hombre, reconocería que había en su interior una ligerísima señal de respuesta a la terrible franqueza de aquel ruido, una oscura sospecha de que había en ello un significado que uno -tan alejado de la noche de los primeros tiempos- podía comprender. ¿Y por qué no? La mente del hombre es capaz de cualquier cosa, porque está todo en ella, tanto el pasado como el futuro. ¿Qué había allí, después de todo? Júbilo, temor, pesar, devoción, valor, ira -¿cómo saberlo?-, pero había una verdad, la verdad despojada de su manto del tiempo. Que el necio se asombre y se estremezca; el hombre sabe y puede mirar sin parpadear».

 

Diana M. Horta

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