
Portadas de libros ganadores de premios de ensayo 2024-2025. /WMagazín
De la atrofia de la capacidad narrativa a la democracia frente a la inteligencia artificial
Recomendamos cinco premios literarios de ensayo que crean un mosaico de las luces y sombras de nuestra condición humana contemporánea: Anagrama, Eugenio Trías, No Ficción Libros del Asteroide, Málaga y Paidós
La “jibarización de la capacidad narrativa”, los desafíos de la inteligencia artificial frente a nuestra condición de personas, los secretos literarios de Flaubert, la historia de Argentina a finales del siglo XX y las posibles formas de vivir a partir de Una habitación propia, de Virginia Woolf. Se trata de cinco temas de sendos libros ganadores de premios de ensayo de la temporada. Una mirada sobre el curso, cambios y desafíos del ser humano a través de obras de autores en español que sirven de espejo de nuestra condición individual y colectiva con sus luces, sombras, alarmas y sugerencias.
Premio Anagrama de Ensayo
Sin relato. Atrofia de la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad
Lola López Mondéjar (Anagrama)
Este es un ensayo que nos toca y nos compete a todos los ciudadanos. Un asunto más importante de lo que parece: “Una cartografía de esta jibarización de la capacidad narrativa. Una atrofia asociada a la dificultad no solo para poner en palabras el pensamiento, sino a un déficit del pensamiento mismo, y de la imaginación. En el capitalismo de la atención, donde está siempre rodeado de estímulos, el ciudadano parece abocado a convertirse en un yo mínimo, sin apenas autoconciencia y, paradójicamente, desatento, incapaz de conversar, de rozarse, de comprender al otro”.
El siguiente fragmento es claro:
“De las muchas transformaciones que está sufriendo de forma generalizada el individuo en la modernidad tardía, una de las más relevantes es, a mi entender, la atrofia de la capacidad narrativa, la progresiva dificultad para contarse a sí mismo y para elaborar una historia. Se trata de una dificultad que nos afecta a todos, pero que sufren en mayor medida quienes han nacido en la era digital. Una incapacidad que se ha incrementado en las últimas décadas, cuyos efectos quiero aquí cartografiar mediante la intersección de los saberes que aportan la filosofía, la sociología y el psicoanálisis, y a partir de la lectura de distintos emergentes sociales, esto es, de los nuevos fenómenos que surgen en la producción cultural de nuestra época.
Desde finales del siglo XX, los profesionales que nos dedicamos a la escucha del malestar observamos con preocupación que quienes nos consultan han dejado de poder relacionar su sufrimiento psíquico con causa alguna. Sienten angustia, insomnio, irritabilidad, tristeza, desgana, experimentan problemas en sus relaciones sociales, se autolesionan, se deprimen, sufren de atracones o de comportamientos obsesivos, pero no pueden atribuir estos malestares a ninguna circunstancia biográfica o social que les perturbe. Ni siquiera encuentran un nexo aproximado entre el síntoma que sufren y sus circunstancias personales”.
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Premio de Ensayo Eugenio Trías
Una teoría crítica de la inteligencia artificial
Daniel Innerarity (Galaxia Gutenberg)
El filósofo bilbaíno Daniel Innerarity obtuvo el premio, según el jurado, por ser “una aportación original y solvente sobre una temática de rabiosa actualidad”, que huye de posiciones “catastrofistas” y que plantea “hasta qué punto la inteligencia artificial condiciona la democracia y la toma de decisiones políticas, así como la comunicación”. Innerarity, explica la editorial, plantea una idea novedosa del control político de la tecnología que promueva la igualdad y la democratización del entorno algorítmico, así como un nuevo contrato social entre los humanos y las máquinas, con el fin de lograr su integración equilibrada y justa en un mundo negociable
El siguiente fragmento es una muestra de esto:
“Los humanos siempre hemos aspirado a que algún procedimiento mecánico nos haga menos dependientes de la voluntad de los otros. La racionalidad algorítmica parece prometerlo, pero ¿es realmente así? ¿Cómo interactúan y convergen la digitalidad y los modos de gobierno? Al confiar en los procedimientos algorítmicos combatimos la arbitrariedad y el subjetivismo, pero ¿cómo hacerlo sin renunciar a ese ‘derecho a una decisión humana’ (Huq 2020) que corresponde a nuestro deseo de libre autodeterminación y que, al mismo tiempo, es la causa de tanta dominación? ¿Es posible promover la intervención de procedimientos de decisión algorítmicos sin sacrificar nuestro poder a una nueva forma de dominación?
El problema fundamental de la inteligencia artificial es la creciente externalización de decisiones humanas en ella. La automatización generalizada plantea el problema de qué lugar corresponde a la decisión humana, si se trata simplemente de un suplemento, de una modificación o un remplazo”.
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Premio Málaga de Ensayo
Flaubert a la carta. Una brújula en el laberinto
Antonio Álvarez de la Rosa (Páginas de Espuma)
Una mirada muy literaria a partir de los testimonios de uno de los grandes escritores: Gustave Flaubert. El autor de obras como Madame Bovary es, según la editorial, “un provocador, en el buen sentido de la palabra, un incitador, un acicate de la reflexión, no se limitó a describir a los seres humanos de su época, sino la sempiterna condición humana”.
Parte de todo esto se aprecie en el siguiente fragmento:
“Dedicó la vida a levantar la pirámide de su escritura y a demostrarnos que no hay más lengua que la que arde y puede servirnos, con paciencia y sabiduría, para acercarnos la realidad. Así se lo aclaró a George Sand en su diálogo epistolar: Me he esforzado siempre en ir al alma de las cosas, detenerme en las mayores generalidades y evitar, ex profeso, lo Accidental y lo dramático. ¡Ni monstruos ni Héroes! (Las mayúsculas son suyas). Veinte años antes, cuando empieza a redactar Madame Bovary, ya se lo había explicado a Louise Colet: De ahí que no haya temas hermosos ni feos, y casi podríamos establecer como axioma, situándonos en el punto de vista del Arte puro, que no hay ninguno, porque el estilo por sí solo es una manera absoluta de ver las cosas.
¿Los seres humanos somos algo sin la lengua que hablamos? ¿Tiene algo que ver la lengua con el hecho de que abandonáramos las cuevas, inventáramos la rueda o la azada e incluso el teléfono móvil? Si pensar sirve de algo, ¿puede existir y desarrollarse el pensamiento sin conocer la lengua todo lo profundamente que se pueda? ¿No sería un disparate preguntarle a un arquitecto o a un ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, o como se llame hoy esa titulación, para qué sirve estudiar el hormigón?”.
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Premio de No Ficción Libros del Asteroide
Un sueño made in Argentina. Auge y caída de Pumper Nic
Solange Levinton (Libros del Asteroide)
La periodista argentina recorre la historia de su país, a finales del siglo XX, a la luz y a la sombra de la empresa Pumper Nic, el primer fast food de Argentina. Creada en 1974, tas la muerte de Perón y en medio de una violencia política sin precedentes, era una copia descarada de las cadenas estadounidenses de comida rápida con el eslogan “una nueva forma de comer”. Su fundador, recuerda la editorial, tenía veintinueve años y todo lo que sabía sobre montar un negocio lo había aprendido de su padre, un carnicero judío que había llegado sin nada desde Alemania huyendo de los nazis. La atrevida idea de ofrecer hamburguesas «en el país del bife de chorizo» se convirtió en un negocio millonario capaz de sobrevivir durante dos décadas atravesadas por crisis salvajes.
Pumper Nic refleja la Argentina de la época y recrea un recuerdo colectivo, su realidad, sus sueños, los aciertos y los errores.
El siguiente fragmento es una pequeña muestra:
“Alfredo Lowenstein camina por Miami Beach con la mirada perdida en el horizonte. Es 1971 y no es común ver a un argentino por esas costas de arena blanca y palmeras: viajar al exterior todavía es un privilegio al que solo acceden las personas de mucho dinero como él, que a los veintisiete años trabaja para los hoteles que compró su padre en la Florida. El resto del tiempo vive en un barrio residencial de calles arboladas en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, donde junto a su hermano gestiona Lamar, el frigorífico de la familia, uno de los grandes exportadores de carne vacuna y equina de Argentina.
Cualquiera podría suponer que tiene la vida resuelta mientras pasea bajo el sol del mediodía junto a sus dos hijos pequeños y Diana, su esposa y gran amor desde la adolescencia. Sin embargo, Alfredo siente que le falta algo crucial: probarse como empresario con un negocio propio.
Su padre montó un imperio económico literalmente de cero. Su hermano mayor creó la primera fábrica de hamburguesas de la Argentina cuando tenía veinte años. Su hermano del medio fundó un moderno frigorífico de pollos en la provincia de Entre Ríos. Él, que es el menor, todavía está buscando la idea perfecta para convertirse en un portador legítimo del apellido Lowenstein.
De pronto, las voces de sus hijos, Diego y Paula, se cuelan entre sus pensamientos y lo devuelven a la realidad. Quieren almorzar y piden lo mismo de siempre: hamburguesas con papas fritas. Ni él ni su esposa se resisten, después de todo esa es una forma práctica de resolver el asunto en Miami, donde siempre hay alguna opción cerca”.
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Premio Paidós
Un millón de cuartos propios. Ensayo para un tiempo ajeno
Tamara Tenenbaun (Paidós)
“Tamara Tenenbaum nos propone un ensayo brillante que reflexiona sobre otras formas posibles de vivir en el siglo XXI y que declara la importancia de la belleza y el trabajo como productores de igualdad y libertad”, explica la editorial.
La escritora argentina dialoga con un texto clásico y muy actual de Virginia Woolf. El siguiente fragmento es un ejemplo:
“Virginia Woolf escribe este libro en los años veinte, en lo que hoy llamamos el período de entreguerras pero que entonces se sentía como la posguerra de la Primera Guerra Mundial. Eso explica, en parte, el trabajo que el libro hace con la nostalgia: las preguntas que plantea Woolf en relación con una inocencia perdida, un mundo que nunca volverá a tener la luz que supo tener. Pero puede que haya algo más: quizás la nostalgia por una vida más auténtica e intensa que ha quedado en el pasado y jamás podremos conseguir sea un tipo de afecto que recorre occidente (quizás empieza en esa época en que Virginia lo lee, pero sospecho que arranca mucho antes) y que en nuestra época llega a su versión más acabada, más extrema, pero también más extendida; puede ser también que haya una relación entre este afecto de la nostalgia y otro afecto dominante de nuestro tiempo, el del resentimiento por esa cosa pura y verdadera que sea ha perdido (los valores, el poder, las certezas), afecto al que ya en 1929 Virginia le dedica páginas y páginas. En Un cuarto propio Virginia se aboca, en efecto, a entender la nostalgia por una época en la que todo era más denso (el amor, la verdad, la familia, la comunidad), y también a analizar el modo en que el resentimiento de las mujeres por los años de opresión y el de los hombres por el poder que estaban empezando a perder configura las formas de pensar y sentir de sus escritoras y escritores preferidos, y de su época en general. No pude evitar sorprenderme con que todo esto ya fuera así, reitero, en 1929 (¿qué nostalgia del amor podía haber en esa época previa a la revolución sexual? ¿Nostalgia de qué amor? ¿Quiénes podían sentirla?); y no pude evitar pensar, tampoco, que es una desgracia, pero también una suerte infinita, que el mundo haya cambiado menos de lo que parece y entonces yo tenga este texto como insumo para pensar en el vocabulario afectivo de mi propio tiempo. Pocas fuerzas me parecen hoy más culturalmente poderosas que la nostalgia y el resentimiento: las explicaciones exclusivamente materialistas sobre las nuevas derechas (‘la gente se vuelve de derecha cuando la economía anda mal’) subestiman la potencia de estas corrientes del sentimiento y del pensamiento, potencia que Virginia vio con mucha claridad”.
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