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La escritora chilena Diamela Eltit (1947). /Foto Universidad de Guadalajara – FIL Guadalajara / Paula Islas

Diamela Eltit: «En mi relación con el contexto estético el mundo popular ha sido clave»

AUTORRETRATO ARTÍSTICO DE UN ESCRITOR/A 10 - La novelista y ensayista chilena cuenta cuáles son las artes y artistas que han infludio en su vida y literatura desde niña. Se cumplen 40 años de la publicación de su primer libro, 'Lumpérica' (1983), y se recupera 'El cuarto mundo' con temas adelantados a su tiempo. Es nuestra invitada a la serie de WMagazín, con la colaboración de Endesa

Diamela Eltit era una niña que se quedaba fascinada viendo bailar a los adultos… Se quedaba hipnotizada con la radio y sus boleros, corridos y otras músicas populares… Se quedaba atenta al radioteatro… Era una niña que lloraba y lloraba con las películas mexicanas en la sesión triple del cine… Era hija única de una pareja separada que vivía con su madre y su abuela, donde aprendió a jugar sola y a disfrutar de los silencios mientras el mundo de la cultura popular modelaba su contexto estético. Pero en el centro de todo estaba la lectura. A los 8 años leyó Por quién dobla las campanas, la novela de Ernest Hemingway.

Nació hace 75 años, en Santiago de Chile, el 24 de agosto de 1947, y publicó su primera novela, Lumpérica, en 1983, hace 40 años. Ya entonces su camino era la exploración literaria y el compromiso con la política, la sociedad y su tiempo. Pero antes, en 1979, bajo la dictadura chilena de Augusto Pinochet abrió un espacio de rebelión y denuncia a través de las artes con la creación de CADA (Colectivo de Asociaciones de Arte) junto a Raúl Zurita, Lotty Rosenfeld, Juan Castillo y Fernando Balcells. Una acción de pintadas en las calles eludiendo toques de queda con la expresión: No + que la gente debía completar, así lo hicieron, y desde hace unos años con las protestas ha cobrado más vigencia.

Diamela Eltit es una de las escritoras latinoamericanas más respetadas. En 2021 fue distinguida con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances que concede la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) “por la profundidad de su escritura única que renueva la reflexión sobre la literatura, el lenguaje y el poder en el cambio de siglo”.

Ha publicado más de veinte libros, varios con temas adelantados a su tiempo como las denuncias de la precariedad laboral, la desigualdad, los debates sobre el feminismo, la maternidad y la transexualidad. Es uno de esos escritores llamados comprometidos con la sociedad y su tiempo. Entre sus títulos figuran Por la patria, El cuarto mundo, Vaca sagrada, Los trabajadores de la muerte, Mano de obra e Impuesto a la carne. El cuarto mundo fue su tercera novela (1988) y acaba de reeditarse en España, por Periférica. La familia, lo familiar, la maternidad, los roles de hombres y mujeres y el cuerpo como centro de poder están en estas páginas.

Desde su casa en Santiago de Chile, Diamela Eltit, capaz de escribir a cualquier hora y en cualquier parte, legado de su posición como jefe de familia que escribía cuando los quehaceres le dejaban recreos imprevistos, cuenta en esta video entrevista su relación con las diferentes expresiones artísticas desde niña. Este es su autorretrato artístico:

La escritora chilena Diamela Eltit junto a algunos artistas y obras que la acompañado en su vida. /Foto de Universidad de Guadalajara - FIL Guadalajara / Paula Islas

Autorretrato artístico de una escritora: Diamela Eltit

“En realidad, uno forma parte de comunidades y crece en comunidades y, por tanto, comparte lo que la comunidad en su tiempo ve y va utilizando y sobre lo que se nutre. En mi caso particular fue la música. Desde luego, la radio como primer espacio de música para unos, otros escuchaban radioteatro. Otro registro muy fundamental era el cine. El cine como centro de conmoción…

Desde mi infancia y adolescencia está lo popular de una manera más estética, con estéticas más elaboradas. Pero no anuló la admiración por las otras manifestaciones como la música popular. Asistí al teatro precozmente porque a mi madre le interesaba. Todo eso se integró en un mundo muy plural para mí, y nunca ha dejado de ser así. Me interesa la pluralidad en la que puedes ingresar desde lo barrial, el barrio, los dilemas y sus estéticas, hasta cuestiones más sofisticadas en términos estéticos artísticos, la gran pintura, la música más disruptiva en fin… En mi relación con el contexto estético siempre el mundo popular ha sido clave.

Por eso, más que el universo letrado recuerdo los universos populares: revistas y música en Chile. Era muy importante la música mexicana, los corridos y, también, los boleros. Era muy importante esa sentimentalidad del bolero, como lo eran las películas mexicanas. En el barrio donde yo vivía los cines daban tres películas en cada sesión, era una maratón muy interesante. Ahí, siendo adolescente, fue donde me encontré con el cine francés, los grandes cineastas, el cine de los ingleses que siempre abordaron la clase trabajadora a diferencia de otros cines.

Eran sesiones con melodramas donde la obligación era llorar toda la película (risas). Recuerdo, incluso, el final de una donde el protagonista terminaba paralítico. Era un sentimentalismo muy agudo, pero también reconfortaba ir a llorar al cine sin parar porque todo el cine lloraba. Era interesante ver cómo tocaba la emotividad de distintas personas de distintas edades y salían todos llorando.

Después me gustó el cine independiente, incluido el estadounidense que, de pronto, hace cosas muy interesantes en términos de un cine no tan pasado por la esfera comercial. También me gustan las películas de Pablo Larraín, sobre todo las películas locales, él trabaja muy bien la oscuridad de las relaciones. Soy un poco cinéfila.

Con la pandemia no te quedó otra que ver series. A mí me gustan más las policiales, pero no donde corre tanta sangre, sino más bien inglesas que son más finas, series de la BBC, de la idea del detective, de la huella, eso lo encuentro muy interesante.

Música popular

Portada de un álbum de Lucho Gatica.

La música popular ha sido importante en mi vida. De los boleristas en la radio recuerdo a Lucho Gatica con todas sus canciones, que también incursionó en el cine. He seguido escuchando a otras cantantes puertorriqueñas que han retomado el bolero, mejor dicho, nunca lo han abandonado. En el mundo latinoamericano nosotros no somos nada sin la música mexicana, los corridos… pero todo confluye…

En mi casa las reuniones siempre terminaban en baile. Yo era chica y miraba a los adultos fascinada bailar. Bailaban tangos, el tango era muy importante en ese tiempo. Pero el baile que me tocó a mí fue el rock y el twist.

En la música actual hay una violencia, sobre todo una violencia de género en el reguetón. Es algo indiscutible. Hay una soberanía machista donde el sexo, lo sexual no es comunitario, sino que pertenece al hombre, el hombre decide el sexo, no hay un encuentro. Por otro lado, en lo que llamamos música urbana está la invitación a las drogas, es un complejo por el narco que nos atraviesa, porque no son drogas legales, si estuvieran legalizadas que importa… Al no estar legalizadas hay una cuestión compleja con la industria de la droga.

Pero, como siempre, los jóvenes y la gente tienen que escuchar lo que quieren escuchar y, por lo tanto, si tienen esos fans…

Yo he escuchado esa música. Aquí tenemos nosotros una estrella en ascenso que se llama Pailita, la paila es donde nosotros vamos a poner los huevos. Pero Pailita tiene un hermano preso porque cometió un homicidio, y cometió ese homicidio por las drogas. Entonces es antiviolencia y antidrogas. Así se generan estos equilibrios raros porque el otro, que también es un cantante urbano que trabajó también con Pailita, es Marcianeke canta sobre las grandes marcas, el consumo… Son dos formas de la misma música. Hay que saber mirar y escuchar.

Lectura

Aunque leer era el área principal desde la infancia en mi tiempo fuera del colegio. Además, fui hija única con lo cual tenía otra noción de tiempo. El tiempo es distinto sin hermanos ni hermanas porque hay un silencio… un silencio que te rodea y en ese silencio mi primera pulsión, pasión y destino fue la lectura. Y como contorno de eso, la música, y dentro de eso como muy cercana la música popular, distintas músicas populares. En otros registros el cine, que fue para mí muy interesante por la noción de corte, de escenas, de diálogos donde la imagen también era una forma de diálogo.

Como lectora veía esa forma de narrar. Más que el subtítulo, en el caso de las películas francesas, alemanas y demás, tú veías que era todo un conjunto con diálogos sintéticos. Me interesó esa relación entre la imagen y la síntesis lingüística. Esas fueron las estéticas con las que tuve una relación.

Leí libros muy sofisticados. Ahí me fui nutriendo de estos saberes estéticos. Leía de todo. El libro te llevaba a pensar otras estéticas. Cuando uno empieza a leer no ha formado una dirección de lectura, y yo leía de todo. Fue muy interesante porque tú viajas, tú conoces, tú sabes. El primer libro que leí fue a los 8 años, Por quién dobla las campanas, la novela de Hemingway.

La ruta de la lengua me interesó mucho, pero también en el sentido de entrar a la Historia. No puedo pensar en la lengua sin pensar en la Historia. No veo la lucha por la lengua. No veo los países donde la lengua sea un campo de batalla. Más que lenguas son identidades, objetividades e historias en juego. Es como sacar la literatura de su borde y ampliarla hacia la historia, eso lo hemos ampliado mucho y ya tú te encuentras con pinturas…

Por ejemplo, una vez que entiendes el barroco puedes dilucidar una obra barroca, un discurso barroco, música barroca. Es la literatura como entrada a las artes. Todo eso es fundamental porque sales, la literatura te permite salir para encontrarte con la diversidad de las artes. Y permite, también, pensar.

El vampiro y Frankenstein

Yo tengo un interés por las figuras populares, el vampiro, me interesa mucho como texto y como una situación… Un día vi una película sobre una mujer musulmana vampiro. Atacaba a los drogadictos, ese era su centro, ir hacia la droga. Al ser el vampiro adicto a la sangre esto era de adicción a adicción. Frankenstein es otro personaje que me interesa. Hoy es totalmente contemporánea su figura con la forma de los trasplantes donde los cuerpos se hacen a través de pedazos de otros cuerpos…

Son personajes creados literariamente en la misma época y entraron en la mitología de la cultura popular. Pero también hay otra manera de leerlos: puedes leer el vampiro como un explotador… como forma de explotación y ves ahí la contemporaneidad de las experiencias y experimentos médicos sobre el cuerpo con Frankenstein. Por otro lado, hay una cultura popular que los elaboran…

Teatro

El dramaturgo alemán Bertol Brecht (1898-1956). /Foto tomada de Wikipedia

Yo vivía con mi madre y mi abuela. Mi madre era secretaria y le gustaba el teatro. Yo leí Por quién doblan las campanas sin saber lo que era la Guerra civil española. El otro registro, no tan literal, sí supe que las campanas estaban doblando por mí. Ahí tú te nutres. Leer no es solo algo puntual porque cuando tú entras a un libro tú viajas, tú sabes, tú aprendes, tú amplías el discurso sin dejar de lado todos los otros elementos que te señalo como es el mundo popular, la reunión de los vecinos, las culturas populares, la música, los radioteatros. Me gustaba el radioteatro de terror, gótico.

Yo leí a Freud a los 16, sus obras completas. Se dictaban en Argentina y alguien me las pasó. Leí y no entendí. Uno entendía lo que era el inconsciente, tú salías al sicoanálisis, abrías otras puertas.

La primera obra de teatro que fui a ver con mi madre era de Bertolt Brecht. Yo tendría unos 13 o 14 años. En mi barrio quedaba uno de los teatros más prestigiosos de Santiago. Y uno de los más prestigiosos que hemos tenido es el teatro experimental de la Universidad de Chile, la universidad más importante del país. Montaban bastantes obras de vanguardia, eso sí vi mucho porque a mi madre, que estaba separada de mi padre, tenía un novio periodista.

Arte CADA

Detalle de la potada del libro ‘Archivo CADA. Astucia Prácticas y Potencia de lo común’.

Cuando tenía 26 años Pinochet dio el Golpe de Estado en Chile y mis prioridades era otras. Lo más importante, en términos digamos de pensar y repensarlo todo, desde el punto de vista intelectual, fue la cuestión del lenguaje. El lenguaje pasó a ser un elemento fundamental para protegerte. Hubo palabras que quedaron excluidas del léxico. Entonces tú aprendes que el lenguaje no es inocente y cómo tienes que administrarlo, adquirió un lugar muy, muy fundamental.

En cuanto a seguir pensando las artes, tú piensas en las artes en la medida en que te enfrentas a ellas, en la medida en que las visita. Pero en ese tiempo se prohibieron libros, las universidades estaban intervenidas, tenías que presentar tu documentación para entrar a las clases.

Hubo una opacidad total. En esa opacidad se generó una comunidad cultural. Muchos de los artistas visuales, los escritores, los músicos, salían al exilio. Entonces, son comunidades que se construyeron con mucha dificultad; comunidades con distintos intereses y también transversales. Ahí se produjo una transversalización de saberes: se juntaron artistas visuales con escritores, con gente que hacía cine, con toda esa comunidad que quedó. Quedó muy poco artista que apoyara a Pinochet.

Lo que sí se produjo fue la transversalización de saberes, eso que es difícil y que en la vida está muy interrumpido… En ese momento era necesario transversalizar para juntarnos. Necesitábamos más comunidades. Eso nos llevó, por ejemplo, en 1979, a crear CADA (Colectivo de Acciones de Arte) porque éramos de distintas disciplinas. El trabajo que nos propusimos fue intervenir la ciudad, una ciudad que estaba controlada, el espacio público estaba controlado por las fuerzas militares. Además, había toque de queda. Hubo toque de queda durante 17 años. No se podían hacer reuniones en las casas de más de diez personas.

Todo eso nos llevó a pensar la ciudad y el espacio público. El CADA fue una agrupación que trabajó el espacio público mediante acciones fugaces porque estaba la policía encima. Si tú me preguntaras qué es lo más importante, sino lo más social y más comunitario que hicimos, fue los rayados murales con el No más, pero el más con signo +. La idea era que la ciudadanía completara esa expresión: No + con sus demandas, esa fue la apuesta…

No tenía sentido si no se completaba, y se completó con No + dictadura, No + más muerte, y así, hasta hoy día. Este No + atraviesa las demandas sociales ahora… Se convirtió en una acción colectiva que continúa. El No + está siempre en todas las marchas.

Esto ya le pertenece al movimiento social. Fue muy interesante ver cómo el movimiento social desplazaba la propuesta estética. El No + sigue y le pertenece a todo aquello que lo requiera, que lo necesiten y lo utilicen…

Es raro cuando tú ves el No + 40 años después, y lo ves desplazándose por las calles. Es muy emocionante y extraño. Dices: nosotros lo hicimos, te lo dices a ti mismo, pero no tiene sentido, es un sin sentido en la calle. Cumple su misión… se fue… Y ahora está muy vigente desde el estallido social contundente que hemos tenido

Belleza como poéticas

La belleza la pienso en poéticas, en el entendido de que la noción de belleza es plural, es misteriosa y que no todos consideramos lo mismo por belleza. Me interesa establecerlo desde mi punto de vista literario. Pienso, por ejemplo, en Juan Rulfo y Pedro Páramo: ahí hay una poética muy considerable porque toma los sujetos de pueblo, y los lleva a un nivel extraordinario de poder y potencia donde están todos muertos y hablan de sus vidas y están vivos y muertos a la vez. Ahí está la poética de la naturaleza, está el sujeto en su hábitat y se establece ahí una considerable carga estética porque trabaja en fragmento, trabaja la ruptura con el realismo, pero es realista. Es lo que más me interesa.

Entendiendo por belleza las distintas poéticas a las cuales tú puedes llegar. Me interesan los lenguajes populares y los que la academia considera falla. Por ejemplo, cuando se dice “ojalá que no haiga frío”. No dicen “ojalá que no haya frío”. Eso puede considerarse desde el punto de vista académico un error, pero lo que hay es que pensar es que una comunidad entera fue la que construyó ese haiga. Por otra parte, ese haiga nos habita porque lo entendemos plenamente. Hay que pensar eso como poéticas, como construcciones de la poética popular. Eso para mí es belleza, más allá de las normativas tan rígidas.

Retrato artístico de un escritor/a

Puedes ver AQUÍ el Autorretrato artístico de Clara Janés.

Puedes ver AQUÍ el Autorretrato artístico de Soledad Puértolas.

Puedes ver AQUÍ el Autorretrato artístico de Liudmila Ulítskaya.

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