Diccionario de la guerra de Rusia-Ucrania creado por escritores de Europa y América
De Colm Tóibín, Ana Blandiana, David Rieff y Philippe Claudel a Clara Usón, Gioconda Belli, Darío Jaramillo y Edgardo Cozarinsky, casi cuarenta autores de España, América Latina, Estados Unidos y Europa eligen una palabra o concepto que les sugiere el conflicto bélico. El resultado es un atlas lingüístico, político y literario que arroja luz sobre este momento de la Historia y del sentir de la gente. Una iniciativa de WMagazín, con apoyo de Endesa
Asombro… Cobardía… Escombro… Desinformación…. Exilio… Hubris… Locura… Mujer y niños… Poder… Refugiado… Tristeza… URSS… Vacío…
Muchas son las palabras, términos o conceptos que sugiere la guerra que ha declarado Vladimir Putin a Ucrania y alrededores. En tiempos así se ve cómo el lenguaje es un organismo vivo, con memoria y con biografía siempre en construcción que trata de buscar su forma para aproximarse a la realidad y reflejarla en su fondo y forma. Pero el verdadero dolor y desconcierto tienden a ser escurridizos a nuestro vocabulario. A veces, la palabras se quedan cortas y necesitan de una narrativa. Necesitan hablar, expresarse.
En este episodio clave de la Historia, casi cuarenta escritores de Europa y el contimente americano crean para WMagazín, con apoyo de Endesa, un Diccionario o Atlas lingüístico, político y literario sobre esta página convulsa y tensa escenificada en Ucrania y con consecuencias impredecibles. WMagazín invitó a escritores de habla hispana, sobre todo, y de otros idiomas a elegir una palabra, término o concepto que tratara de atrapar o significar lo que ellos y el mundo viven y vivimos con la guerra Rusia-Ucrania.
Los escritores, como artesanos de las palabras y el lenguaje que tratan de representar o fijar la realidad o de crear mundos nuevos o de ir más allá de lo visible para los demás, levantan en este Diccionario o Atlas un universo que pone nombre a lo que la humanidad vive, piensa o siente en esta penumbra. He elegido algunos escritores muy reconocidos a nivel internacional junto a una gran mayoría de nombres españoles y latinoamericanos muy buenos que merecen tener cada día más lectores y otros emergentes y debutantes por los que apuesto y deseo larga vida en la literatura. Mucha gracias a todos los escritores por haber aceptado esta invitación y contribuir a arrojar luz sobre esta situación y recodarnos o ponernos delante la realidad de aquello que no nos gustaría que creara o generara el ser humano. Este es un Dicccionario en construcción y vivo, como las mismas palabras aquí convocados e invocadas.
Las siguientes son las palabras, términos y conceptos elegidos por los escritores, o, acaso, las palabras los eligieron a ellos. Detrás, o con cada una de esas letras que las conforman hay análisis, relatos, reflexiones, preguntas, peticiones, historias…:
Diccionario de la Guerra Rusia-Ucrania creado por escritores
Antiimperialismo fantasmático
Por Gustavo Faverón (Perú), su libro más reciente es El orden del Aleph (Candaya):
La creencia de que, para evitar la expansión del fantasma del imperialismo americano, hay que promover el crecimiento del imperialismo soviético, otro fantasma.
Asombro
Por Philippe Claudel (Francia), su novela más reciente es Inhumanos (Bunker Books):
En la antigüedad, el asombro se refería a las enfermedades que golpeaban a los árboles y eran provocadas por las estrellas. Plinio afirma que hay que tener en cuenta en el fenómeno del asombro la escarcha blanca, la llovizna, el granizo, la ola de calor. Más tarde se pensó que el asombro, aun a través de las estrellas, podía afectar a los hombres y su estado de ánimo. Luego la medicina usó el nombre para nombrar ciertas enfermedades que caían como relámpagos sobre los cuerpos y les daban apariencia de muerte, privándolos de todo movimiento y de toda reacción. Finalmente, como a menudo, nació un significado figurativo que caracteriza una forma absoluta de estupor que impide al individuo pensar y cualquier posibilidad de acción, luego de lo cual sufre una forma repentina de violencia.
Un dictador loco invade Ucrania a principios de 2022.
Me sume en un profundo estado de asombro.
Durante una semana, no puedo ni pensar ni actuar.
Y mi asombro aumenta aún más cuando veo que todo el mundo está estupefacto: que todo el mundo no reacciona. Que nada o casi nada se hace para prevenir al loco. Estamos todos, ciudadanos, estados democráticos, estupefactos.
El mal es fuerte, y el bien tan débil.
Atrapados
Por Gioconda Belli (Nicaragua), su poemario más reciente es El pez rojo que nada en el pecho (Visor):
Vi escrita una frase que me dio risa en su momento: «paren el mundo que me quiero bajar». Eso siento estos días. He tenido que dejar Nicaragua porque una pareja de tiranos lleva a cabo una guerra selectiva contra quienes demandamos democracia y que se bajen del poder usurpado. Mi par de tiranos dicen ser «antiimperialistas», pero han salido en defensa de Putin en la invasión a Ucrania. El guion de estas tiranías es romper las normas que han regido la paz desde la II Guerra Mundial e ignorar a la comunidad internacional. Esa política de no dejar más alternativa que hacerles la guerra produce una sensación de impotencia y desesperación. Uno ve el sufrimiento propio y ajeno y no quiere responder a la guerra con guerra. Los tiranos lo saben y usan el imperativo de la paz que tenemos los demás para salirse con la suya. Nos atrapan en un conflicto ético.
Es perverso: usan la vocación por la paz para permitirse ellos hacer la guerra.
Cobardía
Por Ariel Magnus (Argentina), su novela más reciente es El desafortunado (Seix Barral):
Cobardía: Ante una guerra, o incluso ante la posibilidad más o menos inminente de una guerra, lo más sensato, tal vez lo único que puede calificarse de racional, es huir. La pregunta es cuándo hacerlo. Sobre todo si la guerra nos llega mediada y resulta imposible formarse una idea cabal de lo que está sucediendo, nada más difícil que decidir cuándo exactamente ha llegado el momento de hacer las maletas, para no arriesgarse a tener que escapar con lo puesto, o a que ya no queden caminos libres. Porque nadie quiere irse, aun si las condiciones en las que vive distan de ser ideales. Y porque quedarse ––sin más armas que la resignación–– también es una forma de lucha, de hacer frente a los cobardes que no tienen las agallas para vivir en paz.
Consecuencias
Por Iván de la Nuez (Cuba), su ensayo más reciente es Cubantropía (Periférica):
Creo que tenemos que abandonar un poco remitirlo todo a las causas y hemos de empezar a sentarnos -como decía R. L. Stevenson- al banquete de las consecuencias.
Crueldad
Por María Alcantarilla (España), su libro más reciente es El cielo de abajo. La escritura del cuerpo en trece poetas hispanoamericanas (Fund. José Manuel Lara):
Del adjetivo “crudelis”, que también se asocia a “crudo” y a “indigesto”: alguien que está por hacer. Un hombre que se escuda en los fogones y que prende la inocencia de los suyos, incapaz, como es, de servir de alimento para nadie.
Porque no es la inteligencia, ni la ambición, ni la constancia, ni la visión de futuro, ni la pasión, ni la autoconfianza, ni la disciplina, ni la paciencia, ni el liderazgo, ni la valentía, ni la capacidad de adaptación lo que podría limpiar su pensamiento.
La potencia capaz de derrocar a un hombre crudo es la Bondad disparada por el aire. El único símbolo de superioridad real que debería merecer nuestro respeto.
La sabiduría, recuerda Rilke, es el entendimiento de un niño.
Desgarro
Por Ana Juan (España), artista e ilustradora, su libro más reciente es La vida secreta de los gatos (Lunwerg):
Desinformación
Por Ignacio Jiménez Soler (España), su ensayo más reciente es La nueva desinformación. Veinte ensayos breves contra la manipulación (Universitat Oberta de Catalunya):
La desinformación es un agente desestabilizador. La causa común y original de cualquier proyecto encaminado a romper un estatus quo. Cualquiera que sea. Puede ser el modelo de gobernanza de un país, hacer de lo lógico una anomalía, distorsionar lo ilógico hasta hacerlo popular y admirado por unos y temido por otros o hacer de la desestabilización un permanente modus operandi. Sea lo que fuere, desinformar es la horma perfecta que se adapta y saca partido de las debilidades de un sistema de convivencia, de las carencias puntuales o permanentes de los decisores, de la cada vez más baja cuota de atención y capacidad de comprensión de enormes masas sociales. La guerra en Ucrania se empezó a gestar muchos años antes preparando el terreno a través de técnicas de desinformación masiva que han tenido réplicas en otros casos y en otros países. La desinformación es, con permiso de las armas y las pandemias, el gran enemigo de la democracia en el siglo XXI.
Destrucción
Por Guillermo Altares (España), su ensayo más reciente es Una lección olvidada. Viajes por la historia de Europa (Tusquets):
Las guerras destruyen ciudades, edificios, carreteras, puentes, pero sobre todo destruyen la vida de seres humanos. No se trata solo de aquellos que mueren bajo las bombas o las balas o que quedan heridos para siempre, sino de los refugiados, de los niños que nunca volverán a recuperar su vida como la conocían. Una guerra es destrucción.
Dolor
Por Socorro Venegas (México), su volumen de cuentos más reciente es La memoria donde ardía (Páginas de Espuma):
Dolor. El de leer que una madre sintió a su hijo pequeño temblar de miedo toda la noche, mientras se escuchaban detonaciones en la calle; el de los hombres que dejan atrás una familia que no volverán a ver; el de la estupefacción: ¿de verdad solo podemos esperar a ver en la pantalla cómo van apareciendo uno tras otro los primeros rostros de los huérfanos de esta guerra? ¿Se puede llamar guerra a ese enfrentamiento asombrosamente asimétrico? El de saber que eso que llamamos civilización es tan frágil, que las definiciones de los diccionarios no corresponden y no nombran algo que existe, sino algo que se supedita al cálculo económico, político, hegemónico. El dolor de la empatía: comprender la pérdida del otro, llorarla con él, sabiendo que lo que se pierde, lo que se ha ido, también es nuestro. También somos nosotros.
Dpnieper
Por Antonio Colinas (España), su poemario más reciente es En los prados sembrados de ojos (Siruela):
Por el río Dpnieper a contra corriente, hace siglos, el humanismo ascendió hasta Kiev.
Esta noche, por el río Dpnieper no asciende ni desciende la paz hasta las cúpulas doradas de Kiev.
Escombro
Por Manuel Jabois (España), su novela más reciente es Miss Marte (Alfaguara):
Exilio
Por Monika Zgustova (checo-española), su novela más reciente es Nos veíamos mejor en la oscuridad (Galaxia Gutenberg):
Una nueva ola de exilio entra en el Occidente: el ucranio. El siglo XX europeo con sus guerras mundiales y totalitarismos generó olas de exiliados que cambiaron el mapa étnico de las metrópolis occidentales. El totalitarismo, la guerra, el genocidio, el exilio: he aquí cuatro fenómenos que definen el siglo pasado y, tras la guerra de Putin, una barbarie parecida expulsa ahora a millones de ucranios de sus hogares.
La experiencia más impactante de mi vida de exiliada es la incomprensión: en Occidente costaba entender que alguien del Este emigrara en búsqueda de la libertad. El exiliado suele topar a diario con incomprensiones de todo tipo. En el país de acogida resulta ser el otro: el desconocido, el extraño, el extranjero. Tras recibir la ayuda material, el refugiado agradece la comprensión más que otra cosa. Porque ha perdido su ambiente familiar, generalmente para siempre.
FRACASO
Por Claudia Amengual (Uruguay), su novela más reciente es Juliana y los libros (Alfaguara):
Furia
Por Clara Usón (España), su libro más reciente es El asesino tímido (Seix Barral):
«Ahora desea superar al rayo. Estar furioso es estar aterrado por el miedo”, escribió Shakespeare en Antonio y Cleopatra. Es la imagen que ofrece Putin, un viejo tirano paranoico que teme a todo y a todos; a la Covid, a la democracia, a sus propios ministros, a los que sitúa a veinte metros de distancia. Con sus actos parece decirnos: Haréis bien en temerme, porque yo también me temo, estoy asustado de mi propia sombra.
/ Galina /
Por Samanta Schweblin (Argentina), su libro más reciente esla novela Kentukis (Literatura Random House):
Una vez al mes, Galina limpia mi casa. Como no tenemos una lengua en común, me da un abrazo al llegar y me da otro al irse. Una vez le hice un paquetito con dos alfajores y un mes después, en agradecimiento, me trajo golosinas ucranianas. Antes de despedirnos señalamos en mi calendario cuándo volvemos a vernos, y una vez que estaba enferma, su hermana Svetlana viajó de Kiev a Berlín para reemplazarla en su trabajo durante todo el mes.
Ayer, cuando le abrí la puerta, estaba llorando. La abracé, como ella misma me enseñó a hacer cada vez que nos saludamos, pero sus brazos no se movieron. Le hice un té con las dos cucharaditas de azúcar que sé que le gustan, le di el tazón caliente pero lo rechazó. Intentando calmarla le hablé en inglés, en alemán y en español, hasta que entendí que, si no me callaba, yo también iba a ponerme a llorar. Llevé a Galina hasta el living y corrí una silla para indicarle que se sentara. Entonces levantó las manos alarmada, casi asustada. Dio un paso hacia atrás para dejar bien claro que de ninguna manera iba a sentarse. ¡Arbeit! Gritó. ¡Nur Arbeit!* Sacó el teléfono de su pantalón y me mostró una foto de su nieta. Ucrania, dijo, Ucrania, y, sin dejar de llorar, se arremangó la camisa y se fue para la cocina.
- *“¡Trabajo! ¡Solo trabajo!” en alemán.
Grietas
Por Eudris Planche Savón (Cuba), su libro de cuentos más reciente es Cero cuentos (Ediciones del Genal):
Grietas como fragmentos de escombros que caen, como simbolismo de los dibujos alegóricos del poder y los desastres del mundo moderno que nos ilustrara Pawel Kuczyński.
Grietas en la niña Anna, del documental de Nikita Mikhalkov. En otro contexto dijo algo así: «Queremos creer que todo irá bien». Grietas en el cubano (en testimonio para la Agencia El Toque) escondido con su familia en el sótano de su edificio en Kiev. Leo cuando relaciona el sonido de los aviones en Cuba, aquellos que semejaban para muchos el anhelado viaje (escape), con el sonido de estos que ahora le evocan temor. Recuerdo, al leer, mi propia infancia. De pequeños, nos gustaba al ver pasar un avión, y como señal de saludo, darnos palmadas en la boca mientras decíamos “aaaaa”. Busco una palabra que pudiera evocar la acción de la palma de la mano acercándose a la boca, de manera intermitente y rápida, para pausar la sonoridad de una vocal. Grietas en los niños que están en Ucrania. Grietas en versos sueltos: “Al principio eran las lágrimas, el insomnio, la furia, el lamento, el frio”. Ya lo diría Emilia, esa muñeca de trapo ocurrente y traviesa, nacida de la imaginación de Monteiro Lobato: «El mundo moderno es así, falta poesía y sobran bombas».
Guerra
Por Irene Reyes Noguerol (España), su libro más reciente es De Homero y ortos dioses (Maclein y Parker):
Fragmento de “Yo, yazidí” (Troyanas), en De Homero y otros dioses
Porque, al final, vinieron.
Llegaron a nuestras montañas con su estruendo de fusiles
y aquel nombre impronunciable que nos atormenta a
todas horas y nos amenaza con su grito, aquel nombre que
se encarna y golpea, tortura, asesina, viola, aquel nombre
que cada día es más una certeza inevitable —guerra—,
aquel nombre de mujer con rostro siempre masculino
—guerra—, aquel nombre que destruye nuestro hogar y
nos quema las entrañas —guerra—, aquel nombre que se
llevó a nuestra familia —guerra—, este nombre que ahora
digo y resuena como los cascos de un caballo sobre los
yelmos y en las alturas, el bramido de todo un pueblo que
arde.
Guerra, guerra, guerra.
Héroe
Por Pilar Quintana (Colombia), su libro más reciente es Los abismos (Alfaguara):
Los soldados que las películas nos muestran son hombres valerosos y fuertes. En Matadero cinco, uno de mis libros favoritos, Kurt Vonnegut desmonta esa mentira. Los que van a las guerras de verdad, el propio Vonnegut y sus compañeros de la Segunda Guerra Mundial, los que mueren, sufren lesiones y se traumatizan, no son más que muchachitos imberbes que deberían estar estudiando en la universidad o saliendo con parejas de su edad. Matadero cinco o la cruzada de los niños es el título completo de la novela. En los últimos días he visto en redes algunas publicaciones en las que llaman “héroes” a los que van a la guerra. Yo, en vez de héroes, solo veo esposos, padres, hijas, novias, personas que no tendrían que ir a morir ni matar en nombre de nada.
Hubris
Por David Rieff (Estados Unidos), su libro más reciente es Contra la memoria (Debate):
La palabra es Hubris: de los europeos, que se habían convencido de que la guerra era cosa del pasado y no la única constante en la historia de la humanidad, y de Putin, que se había convencido de que el precio de su agresión era bajo.
Huida
Por Jon Lee Anderson (Estados Unidos), su libro más reciente es Los años de la espiral. Crónicas de América Latina (Sexto Piso):
Lo que hace la gente en las guerras es huir del peligro. Lo que hacen los que temen la muerte y los que tienen un familia que proteger, hijos, mujeres, ancianos, y también muchas mujeres sin pareja, pero con críos, es huir. Huyen de los misiles crucero, huyen de los cohetes, los tanques, las balas de los fusiles y de los soldados asustados y adrenalinados y llenos de odio, pero, sobre todo, llenos de miedo ellos mismos, y capaces de matar, herir y violar seres inocentes, porque sí, porque se hace en la guerra.
Así que desde tiempos inmemoriales, y sobre todo ahora en Ucrania -invadido por las tropas de Putin en su “operación militar especial”- lo que hace la gente, mucha, es huir. A siete días del inicio de la invasión nos informan que un millón de ucranianos habrían huido y, claro, que siguen huyendo. Están huyendo de las bombas que caen y de las explosiones que día atras día vemos reventar edificios públicos, torres de apartamentos, gasolineras, cuadras de casas residenciales enteras; así que todos los que pueden, están en huida.
Las huidas de las guerras ha cambiado el mapa político de Europa enésimas veces a través de los siglos, y múltiples veces solo en el ultimo siglo. Hace siete años era la huida de más de un millón de sirios y afganos hacia Europa en una gran estampida que cambió Europa y sus políticas hacia los migrantes. Ahora está sucediendo otra vez, desde adentro, «Live on CNN», y con las bombas que ha puesto los ucranianos en huida, estamos seguros que no solamente cambiará el mapa político de Europa, todas nuestra vidas también.
Indignación
Por Gervasio Posadas (uruguayo-español), su libro más reciente es El mercader de la muerte (Suma de Letras):
Indignación porque el capricho y la megalomanía de un solo hombre que se empeña en cambiar los sentimientos de un pueblo a cañonazos nos vemos al borde del colapso mundial. Indignación porque hayamos dejado que Putin crea que Occidente es tan débil como para atreverse a invadir un país que en su mayoría se siente europeo. Indignación de que intente vendernos su versión retorcida de la Historia. Esperanza de que esta indignación llegue al pueblo ruso y consiga convencerse de que no necesitan un hombre fuerte que les haga marcar el paso.
Intérprete
Por Colm Tóibín (Irlanda), su novela mas reciente es The Magician:
Fue hace treinta años. El joven estaba parado frente a la principal agencia de viajes en Kiev. ¿Necesitas, vaciló y sonrió, necesitas un intérprete? Él era la mejor compañía. Me dijo algo sobre Rusia que siempre ha estado en mi mente. Debido a que hablaba inglés, escuchó las noticias de Chernobyl en las noticias de radio de la BBC. Rápidamente construyó un espacio seguro debajo de las escaleras para él y su hijo. Llamó a todos sus amigos para advertirles. Pero los rusos no advirtieron a nadie. Permanecieron en silencio durante demasiado tiempo. Para él, fue entonces cuando no quiso tener nada más que ver con los rusos. Luego fuimos a ver al obispo católico de Kiev recientemente reinstalado que estaba lleno de buen humor, preguntándose si los fieles, después de todos los años de comunismo, realmente regresarían a su iglesia. ‘Como católico’, me preguntó, ‘¿qué me aconsejarías que hiciera?’ Cuando le sugerí que se agarrara fuerte, el intérprete se preguntó si esa era la mejor manera de hablarle a un obispo.
Locura totalitaria
Por Ana Blandiana (Rumanía), su poemario más reciente es Variaciones sobre un tema dado (Visor):
Lo que Putin tiene –y lo manifiesta a través del poder que ejerce sobre Ucrania y sobre el resto del mundo amenazado por él – es un ataque clínico de furia producido por una locura totalitaria, la enfermedad que surge al final de la vida de todos los dictadores.
Acostumbrado durante décadas a que nadie le llevara la contraria y se le permitiera todo, ha perdido el contacto con la realidad y sus delirios de grandeza ya no obedecen a ninguna lógica, ni siquiera a la de su propio interés, lo que le vuelve peligroso e imprevisible e impide el diálogo. Putin no es sólo el enemigo de Ucrania y de los países de la OTAN, es el enemigo de Rusia en primer lugar, y forma parte de las consecuencias y los traumas postcomunistas de su historia.
Más allá de estas explicaciones, es aterrador el hecho de que la historia pueda dar pasos atrás y repetirse como si la gente no hubiera aprendido nada mientras tanto. Afortunadamente, el valor, la perseverancia y el heroísmo de los ucranianos tienen un brillo de otra época.
No matar
Por Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), su libro más reciente es Poesía Selecta (Pre-Textos):
Mujeres y niños
Por Julián Casanova (España), su ensayo más reciente es Una violencia indómita. El siglo XX europeo (Crítica):
Durante muchísimo tiempo, las invasiones, las ocupaciones, y ya nos ponemos en el siglo XX, los combates en la guerra parecían que eran cosa de hombres, la masculinidad, el elogio de esa masculinidad, de la heroicidad. Pero en el siglo XX nos dimos cuenta de que las mujeres y los niños empezaron a aparecer en los relatos de la crueldad cuando los hombres ya no solo combatían en el frente, sino que las retaguardias eran bombardeadas, millones de personas eran desplazadas, y ahí ya se vio que no era solo una cuestión masculina, sino que las mujeres y los niños aparecían como víctimas importantes. Primero porque las mujeres eran las que cargaban con todo el desplazamiento, muchas veces también eran violadas, los niños veían las violaciones. El hambre, las enfermedades, las sufrían, fundamentalmente mujeres y niños. Así que esta guerra, esta invasión, de Ucrania por parte de Rusia, me recuerda todo aquello. Hemos visto muchos combates pero casi no hemos visto muertos. Sin embargo, sí que hemos visto millones de niños y mujeres pasando desde Ucrania por las fronteras hacia Polonia y Eslovaquia, hacia Hungría. Creo que esta es una fotografia de la guerra, de la ocupación, de la invasión, que no se puede ocultar. La guerra ha dejado de ser una cosa de hombres; la guerra es ya una cosa total. Y cuando hay una invasión todavía la guerra es más total.
Partir
Por Ronaldo Menéndez (Cuba), su libro de cuentos más reciente es La nieta de Pushkin (Páginas de Espuma):
Partir es una noción comodín a toda guerra. Todos parten. Parten los soldados que invaden, parten los que se retiran; parten los perdedores y parten los vencedores; parten los muertos, parten los desplazados que en este conflicto tienen un peso extraordinario. Partir es dejar las cosas. Partir es dejar los libros, la casa, dejar el centro de gravedad; coger lo mínimo indispensable y salir. Partir para cualquier soldado es no saber si se regresa. Partir para la madre o cualquiera de los familiares de cualquier soldado es, de alguna manera, enfrentarse a la sensación de muerte. Siempre se deja algo. Las guerras te arrancan de tu sito, arrancan raíces, desarraigan.
Penumbra
Por Giovanna Rivero (Bolivia), su volumen de cuentos más reciente es Sangre fresca de su tumba (Candaya):
Esta palabra encierra en su cuerpo sémico un concepto astronómico importante: la umbra. Según Wikipedia, “la umbra es la parte más oscura y recóndita de una sombra, donde la fuente de luz es completamente bloqueada por un cuerpo opaco. Un observador situado en la umbra experimenta un eclipse total”. Me siento como esa observadora situada en la umbra, atónita ante el ataque a Ucrania, sin terminar de creer que este eclipse total de lo humano vuelve a ocurrir en el siglo XXI.
Poder
Por Victoria Cirlot (España), su ensayo más reciente es Ariadna abandonada (Alpha Decay):
Nuestra mirada al poder ha cambiado. Al leer (o ver) Shakespeare asistíamos a cómo la pasión por el poder se combinaba con un destino trágico que le concedía una cierta altura. En El Anillo del Nibelungo la mezquindad en la búsqueda del poder tenía grados notables y suponía diferencias notables: no era comparable el ruin nibelungo con el siniestro Hagen ni éste con el triste y errante Wotan. Pero en nuestro mundo ya no hay tragedia, ni tristeza que puedan conceder algo de nobleza a la carrera por el poder.
Hemos visto sus entrañas, sus vísceras. Hemos visto ya sus cloacas. Cuando se trata de un ansia cotidiana solo empobrece la vida (la del propio ambicioso de poder y la de los que le rodean), pero cuando pasa de la cotidianidad al hecho extraordinario, entonces asistimos a un horror macilento y agrio.
Poder, del indoeuropeo
Por Fernanda García Lao (Argentina), su novela más reciente es Nación vacuna (Candaya):
Poder, el indoeuropeo *poti, esposo, dueño, amo: el que posee. Del latín *posse, que deriva en poderío, potencia y prepotencia: el que puede. El poder se codicia, se gana, de ahí ganancia y ganado. El poder es un rasgo de masculinidad, esa construcción absurda que habilita a suponer que determinados atributos genitales habilitan a poseer lo que sea que se codicie. Una mujer, un negocio, un territorio.
Realidad
Por Juan Carlos Chirinos (Venezuela), su novela más reciente es Renacen las sombras (La Huerta Grande):
Muy al contrario de lo que gente podría pensar, la realidad no es la verdad. Afortunadamente, la realidad no suele manifestarse en toda su crudeza; regularmente, vivimos en el tranquilo reino de la verdad, el reino donde todo, hasta lo extraordinario, es normal. Pero eso no es la realidad; la realidad es dañina cuando se presenta de improviso porque desgarra, aunque sin querer, la visión del mundo que tengamos, cualquiera que esta sea. Hasta que ocurre lo que no esperamos que tenga lugar cerca de nosotros, como la guerra. Entonces, sí, la realidad nos golpea con furia, como un dios iracundo y del pasado. Agota. Descarrila. Desalienta. Y nos enseña con crueldad que la verdad a la que estábamos acostumbrados solo era un espejismo de nuestra siempre cómoda manera de ver —y vivir en— el mundo.
Refugiado
Por José Ovejero (España), su novela más reciente es Humo (Galaxia Gutenberg):
¿Qué convierte a un expulsado en refugiado? Sólo una palabra: la compasión. La RAE la define como «sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien». Pena por quien tiene que abandonar aquello que constituía su vida: amigos, familiares, trabajo o estudios, la casa y sus objetos cargados de memoria. Ternura porque nos conmueve la vulnerabilidad de quien se encuentra, metafóricamente y a menudo literalmente, a la intemperie. Identificación porque el dolor del expulsado es tan comprensible, tan cercano a nuestra propia piel, que podemos casi sentirlo. En resumen, nos compadecemos.
¿De verdad lo hacemos? ¿Siempre? ¿Por qué hacia los ucranianos y no hacia los sirios o los centroafricanos? ¿Conoce la compasión la raza, el origen, los intereses geoestratégicos? ¿Nos compadecemos de verdad o nos rendimos a la propaganda? ¿Puede ser egoísta la compasión? Son preguntas importantes. No ahora, pero deberíamos hacérnoslas después. Cuando hayamos dado refugio a los cientos de miles de expulsados ucranianos.
Ruido
Por Elaine Vilar Madruga (Cuba), su novela más reciente es La tiranía de las moscas (Barret):
El ruido del mundo se filtra en los telones del poder. La guerra es el grito de lo humano, el silencio definitivo de la música de las ideas y la creación. Cada vez que se lanza una bomba, se muere una palabra. Cada vez que se lanza una bomba, se muere una palabra. Cada vez que se lanza una palabra, se muere una bomba.
Hay ruidos en un país que agoniza. En las calles vacías está el ruido de la nada o el ruido del miedo, o el ruido hecho trizas, descascarado, como pajarito roto.
Cuando todas las palabras se acaban, cuando el ruido del silencio nos grita, solo se puede hacer una cosa: matar a la idea de la guerra con el mismo ruido que la provocó, pero haciendo que ese ruido se parezca más a una risa o a una canción vieja de cuna.
Tristeza abismal
Por María Belmonte (España), su libro más reciente es En tierra de Dioniso (Acantilado):
Tristeza abismal al ver que algunos seres humanos siguen recurriendo a la violencia para solucionar conflictos y no han aprendido nada de los horrores del siglo XX.
URSS
Por Edgardo Cozarinsky (Argentina), su novela más reciente es Turno noche (Tusquets):
Vacío
Por Alia Trabucco (Chile), su novela más reciente es Las homicidas (Lumen):
VACÍO: Así se llaman las municiones prohibidas: bombas de vacío. Absorben el oxígeno, lo devoran, y también devoran, insaciables, las vidas que encuentran en su camino. Nada sobrevive a ese vacío, a su hambre ilimitada: polillas, hormigas, humanos, robles, gorriones, perros, abedules, tulipanes, gatos, cerezos, ínfimos pétalos de margarita. Vidas vaciadas. Miradas del mundo que se extinguen. Vacío es como queda el territorio. Vacío es el sentido de otra guerra.
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