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El escritor ruso Fiódor Dostoievski (11 de noviembre de 1821-8 de febrero de 1881). /WMagazín

Dostoievski: temas del gran conocedor de las profundidades del alma humana

Escritores, editores, traductores y profesores analizan la obra del maestro ruso en el bicentenario de su nacimiento este 11 de noviembre de 2021. Su fuerza y vigencia se aprecian en novelas como 'Humillados y ofendidos', 'Memorias del subsuelo', 'Crimen y castigo', 'El idiota', 'Los demonios' y 'Los hermanos Karamázov'

«La Belleza es una cosa tremenda, misteriosa, aquí el diablo lucha con Dios y el campo de batalla son los corazones humanos»: Los hermanos Karamázov.

Un doble misterio habita en la obra de Fiódor Dostoievski: la fascinación que despierta su indagación en las sombras íntimas del comportamiento humano con sus batallas interiores y el carácter subyugante de su literatura al leerlo. En su maestría vive la eterna pregunta circular de si la sociedad y su entorno modelan a la persona o si esta es la que determina el destino de la sociedad. Una literatura basada en el antropocentrismo “en cuyo núcleo se encuentra la creencia en el carácter como destino», explica Tamara Djermanovic Tanasijevic en el prólogo de su reciente libro El universo Dostoievski (Acantilado).

Los doscientos años del natalicio de Fiódor Dostoievski, nacido el 11 de noviembre de 1821 y fallecido el 8 de febrero de 1881, iluminan con fuerza su legado y vigencia: la cartografía del alma y lo que las personas conocen de sí mismas, a gusto o a disgusto, y de aquello que desconocen y aguarda en algún lugar para sorprenderlos. Su genio para detectar, contar y despertar preguntas en el lector sobre esa intimidad secreta y reflejarla en una prosa de gran sensibilidad literaria e inteligencia muestra la zonas umbrías del individuo.

Lo vulnerable, lo frágil, la soledad y el desamparo interior que sienten las personas a pesar de todo lo luminoso que puede rodearlas. La promesa de un cambio, su anhelo y su búsqueda pueden llevarlo al naufragio interior y en ese chapoteo producir una onda que afecta al exterior.

“El universo del escritor ruso nos es hasta peligrosamente actual y cercano; a veces cuesta establecer una distancia prudente”, explica Tamara Djermanovic Tanasijevic. Para la escritora y profesora de Estética y Literaturas Eslavas en la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, en la versión de Dostoievski la afirmación de Goethe “Momento detente eres tan hermoso’, se traduce en el credo de que la Felicidad (con mayúscula) no existe, pero sí momentos de luz”.

En el caso de Dostoievski esas iluminaciones parten en principio de su madre, Maria Fiodórovna, “una mujer alegre, emprendedora, afable, enérgica y comprensiva”. Mientras el autoritarismo de su padre médico, Mijaíl Andréievich Dostoievski, lo situaba en el otro extremo.

Fiódor Mijáilovich Dostoievski fue el segundo de siete hermanos. Cuando tenía 16 años murió su madre. Fue enviado junto a su hermano Mijaíl a la Escuela de Ingenieros Militares de San Petersburgo donde descubrió de verdad la literatura. Allí empezó a padecer epilepsia, una enfermedad que estaría presente en varios de sus personajes. Dos años después murió su padre. Con 22 años, en 1843, Dostoievski obtuvo el grado de subteniente. Al año siguiente tradujo Eugenia Grandet, de Honoré de Balzac. NO había vuelta atrás. En 1845 dejó el ejército y un año después publicó su primer libro: Pobres gentes. Sus siguientes obras no tuvieron la misma acogida.

Con 28 años, en 1849, fue encarcelado por cargos contra el régimen del zar Nicolás I. Fue condenado a muerte, pero en el último momento se le perdonó la vida a cambio de cinco años de trabajos forzados en Siberia. De todas estas experiencias y sus creencias religiosas, éticas, morales y conceptos filosóficos surgieron obras como El doble, Humillados y ofendidos, Memorias del subsuelo, Crimen y castigo, El idiota, Los demonios y Los hermanos Karamázov.

Y entre libro y libro, estaba el Dostoievski periodista y generador de opinión en periódicos, revistas y demás publicaciones con crónicas, críticas, comentarios y apuntes varios que constituyen la mejor radiografía de su pensamiento y espejo de la Rusia de la segunda mitad del siglo XIX. Estos textos aparecen en los dos volúmenes de Diario de un escritor, recién editados por Páginas de Espuma. Son los artículos escritos entre 1861 y 1881 que se publican por completo por primera vez en español y en traducción directa del ruso. (Puedes ver en este enlace de WMagazín varios pasajes de este Diario de un escritor).

Dostoievski es una galaxia en sí mismo donde él ejerce como sol alrededor del cual orbitan los temas que lo convierten en clásico con aspectos como la lucha entre el bien y el mal en el interior de las personas; abuso, poder y totalitarismo; ingenio escénico y voz narradora; estilo y psicología y el antroponcentrismo. Un universo magistral que analizan para WMagazín escritores, profesores y traductores:

La lucha interior entre el bien y el mal, entre Dios y el demonio

Tamara Djermanovic Tanasijevic (escritora y especialista en Dostoievski): “Dostoievski no veía nada en blanco y negro, ni si quiera lo que tendríamos por valores a priori afirmativos. ‘La Belleza es una cosa tremenda, misteriosa, aquí el diablo lucha con Dios y el campo de batalla son los corazones humanos’ llega a decir en Los hermanos Karamázov. Y su obra se inspira precisamente en la dualidad del alma humana, con su lado luminoso y su lado tenebroso. Los personajes que se ‘salvan’; o a los que proyecta un futuro optimista son como hijos pródigos, que después de haberse equivocado y errado -y en ocasiones hasta ‘tocado fondo’ encuentran en su interior suficientes fuerzas para reconocer su error o su ‘culpa’, algo necesario para poder seguir por la vida. Pensemos por ejemplo en Raskólnikov o en Sónia Marmeladova de Crimen y castigo.

El escritor dijo que cuatro años pasados en la cárcel de Siberia le proporcionaron no únicamente todo un abanico de la tipología humana que alimentará en su futra obra, sino ver que el cielo y el infierno a veces se encuentran en, como él decía, ‘la mirada de una misma persona’. Y que, en última instancia, hacia qué lado nos inclinaremos más es una decisión nuestra”.

Abuso, poder, totalitarismo

Monika Zgustova: “Dostoievski escribió Los demonios horrorizado por la muerte de un terrorista asesinado por sus compañeros de lucha. El escritor decidió exhibir el terrorismo y como suele ocurrir con los artistas geniales, la novela se erige hoy en obra profética.

Los demonios enfoca una ciudad rusa amenazada por un grupo de radicales. Entre ellos hay rebeldes ingenuos y otros que están poseídos por la sed de venganza y de poder. Dostoievski desenmascaró la fría crueldad, alejada de cualquier idealismo, con la cual actúan los cabecillas del grupo que se divierten sembrando cizaña, caos y miedo.

En una escena inolvidable, antes de inducir a uno de los conspiradores al suicidio, el cabecilla le dicta un texto en el que el conspirador asume un asesinato. Bajo las amenazas, este acaba firmando. En esa confesión forzada Dostoievski prefigura la práctica que se convertiría en común durante los años del estalinismo y de los totalitarismos del siglo XX en general: tras amenazas o torturas tener que confesar algo que uno no ha cometido. Al igual que el resto de las novelas de Dostoievski, Los demonios se puede leer en clave de una premonición del Estado totalitario que tardaría medio siglo a producirse”.

Ingenio escénico y narrador

Luis Magrinyà (escritor y editor de clásicos de Alba editorial): «De Dostoievski me gustan muchísimas cosas, muchísimas. Solo voy a nombrar dos. La primera, su ingenio escénico, casi vodevilesco: hay una larga escena en la primera parte de El idiota, por ejemplo, en la que acaban juntándose en una sala de estar no menos de ocho personajes, entre ellos un general ‘retirado e infeliz’, vestido de frac y con el bigote teñido; en determinado momento llaman a la puerta y entran de golpe quince jóvenes ‘vástagos de comerciantes’, todos bastante bebidos. Me parece que la vena cómica de Dostoievski aún no ha sido lo suficientemente realzada. La segunda cosa que querría mencionar es la figura del narrador en sus novelas más largas, que también puede llegar a ser bastante cómica; pero sobre todo es fascinante por su manera de introducirse en la narración y de exponer sus problemas narrativos. Puede ser insolente, disparatada y hasta agresiva, pero nunca deja de establecer una comunicación sincera con el lector, algo muy difícil de conseguir y en lo que Dostoievski es un maestro”.

Estilo y psicología

Esther Gómez Parro (traductora de La aldea de Stephanchikovo  y sus moradores): “Si tuviera que destacar tres rasgos únicos y propios del estilo de Dostoievski mencionaría en primer lugar la excelencia con la que ‘esculpe’ sus personajes, detalle a detalle, lentamente, desde su aspecto físico hasta lo más oculto de su alma, en especial temores, ensoñaciones, simplicidad, miserias y deseos de grandeza. Cual maestro del arte del mármol o la piedra, va perfilando un ser encuadrado en un entorno que lo acompaña, para bien o para mal.

Nadie como él para crear en la mente del lector el retrato agudo, sarcástico, ácido, realista y a la vez compasivo y tolerante de una sociedad jerarquizada, en la que la ‘resignación’ de los siervos llama la atención ante el despotismo de sus ‘padrecitos’, dueños de sus vidas y de su destino.

Es la suya una elección certera de cada palabra, sobre todo si se puede leer en el original ruso, tan difícil a veces de traducir. Dostoievski es el psicólogo del alma rusa, dos palabras tan manidas como desconocidas, pues se trata de un alma distinta a la occidental, a la oriental, meridional o septentrional. Es un alma compleja, oculta, distinta en todo, perteneciente a la mentalidad de un territorio que es aún un continente desconocido”.

El mal

Un gran lector de los clásicos y de la obra de Dostoievski es Mario Vargas Llosa quien dedicó este 2021 un artículo a Los demonios: “Llamo ‘héroe’ a Stavroguin porque creo que es uno de los personajes más genialmente concebidos en la historia de la literatura, pero muy consciente de que es la encarnación del mal, de todo lo que puede haber de repulsivo en un ser humano, un verdadero demonio. Como Balzac, tolerando a la hora de escribir sus novelas que sus instintos e intuiciones prevalecieran sobre sus convicciones, Dostoievski trazó en Los demonios una radiografía que permite a los seres humanos descubrir los fondos más tortuosos e indómitos de la personalidad, y la secreta raíz de buena parte de las ignominias que desafían a diario en todo el mundo aquello que llamamos la civilización, el frágil puentecillo en el que ésta se balancea sobre ese abismo estruendoso donde anidan los espantos”.

Vargas Llosa recuerda que cuando Dostoievski no escribía “creía que la salvación de Rusia estaba en buscar el remedio en su propia historia, en sus creencias y en su tradición. A sus lectores nos dejó, sin embargo, con la sensación de que, pura y simplemente, siendo los seres humanos lo que somos, no hay salvación”.

En la exploración y proximidad literarias a esas tinieblas de las que habla el Nobel peruano está parte del embrujo que ejerce Dostoievski en el lector. Ahí está gran parte del atractivo de Dostoieveski, según Tamara Djermanovic Tanasijevic, al “haber bajado a las profundidades del alma humana y descrito los cielos y abismos que allí se encuentran. Muchos lectores citan Crimen y castigo como la primera novela que les atormentó el alma. Incluso hoy en día algunos estudiantes se acercan para confesar que la lectura de este libro les produce una atracción febril o insomnio”.

Antropocentrismo

Es una literatura que es un pensamiento y una concepción de la vida y el mundo en la cual destaca su antropocentrismo, afirma Djermanovic Tanasijevic, “en cuyo núcleo se encuentra la creencia en el carácter como destino». La profesora explica que para Dostoievski esto quiere decir «la idea de que nuestra sustancia psicológica determina más nuestro sino que la propia prosa de las circunstancias. Somos nosotros, los seres humanos, los que en último término tenemos la libertad de decidir cómo será nuestra vida y el mundo que nos rodea. Con este fatalismo y a la vez optimismo singular, Dostoievski inicia su andadura literaria con Pobres gentes y la concluye con Los hermanos Karamázov. Si se tiene entusiasmo y buena voluntad, instruye el escritor, se pueden desafiar incluso las circunstancias más adversas. Éste es el credo que origina el pensamiento dostoievskiano, de aquí sale y aquí regresa para cerrar el círculo y comunicar que la vida vale la pena ser vivida, a pesar de todas sus, a menudo, insoportables contradicciones”.

Rusia, Europa y la literatura

El propio Fiódor Dostoievski las vivía incluso en temas como su amada Rusia. Sus ideas sobre su país respecto a Europa y su defensa y reivindicación de los valores del pueblo, la identidad y la Historia rusa no le impiden reconocer el valor del mundo exterior, y menos en lo referente a la literatura. La muerte de George Sand, el 8 de junio de 1876, le impulsa a escibir un artículo en su Diario, muy elogioso y recordando que la leyó cuando él era joven. Al hilo de la autora francesa, Dostoievski escribe sobre  Europa y deja ver los autores europeos que lo influyeron y agradece su deuda:

«Los europeos no querrán admitirlo por nada del mundo; no nos conocen, y así es mejor, por el momento. Tanto más desapercibida y tranquilamente se realizará el proceso necesario, que más tarde sorprenderá a todo el mundo. Pues, justamente este proceso puede observarse de manera más clara y palpable en nuestra actitud frente a la literatura de los demás pueblos. Sus poetas son para nosotros, al menos para la mayoría de nuestra población instruida, tan próximos, tan entrañables como para los de allí, de Occidente. Afirmo y repito que en ningún otro país del mundo, a parte de su propia tierra, es mejor comprendido y aceptado que en Rusia todo poeta europeo, todo pensador, todo filántropo. Shakespeare, Byron, Walter Scott, Dickens son más familiares y mejor comprendidos por los rusos que, por ejemplo, por los alemanes, aunque, por supuesto, aquí no se vende ni la décima parte de los libros traducidos de estos escritores, que se compran en la muy leída Alemania».

Fiódor Dostoievski (1821-1881) y las portadas de algunas de sus obras clásicas. /Retrato de Wikipedia Francia – WMagazín

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