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Portada del libro ‘Luces y sombras de Adam Zagajewski’, de Anna Czabanowska-Wróbel .

El arte de Adam Zagajewski, el poeta del verano de la paz y el nomadismo

Te invitamos a conocer la literatura del escritor polaco que este 20 de octubre recibe el Premio Princesa de Asturias de las Letras. WMagazín ha seleccionado algunos poemas y ensayos, además puedes ver el vídeo de la rueda de prensa

La obra del poeta polaco Adam Zagajewski recibe este 20 de octubre de 2017, en Oviedo (España) el Premio Princesa de Asturias de las Letras porque, según el jurado, “confirma el sentido ético de la literatura y hace que la tradición occidental se sienta una y diversa en su acento nativo polaco, a la vez que refleja los quebrantos del exilio. El cuidado por la imagen lírica, la vivencia íntima del tiempo y el convencimiento de que tras una obra artística alienta el fulgor, inspiran una de las experiencias poéticas más emocionantes de la Europa heredera de Rilke, Miłosz y Antonio Machado”.

Un poeta de este tiempo y para este tiempo. Es uno de los poetas más destacados de la llamada Generación del 68 o de la Nueva Ola.

Zagajewski nació el 21 de junio de 1945 en Lvov, hoy en Ucrania, pero entonces pertenecía a Polonia. Lo hizo en el llamado verano de la paz, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, aunque el mundo empezó a reacomodarse y a modificar fronteras y bandos. Su familia huyó de Lvov en el otoño de ese mismo año para escapar del comunismo porque la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, empezó a anexarse ciudades como la suya con la complicidad de “tres caballeros de edad provecta que se habían dado cita en Yalta”, dijo Zagajewski en una entrevista de 2014.

Eso convirtió a Zagajewski en alguien que desde su nacimiento ewstarái en tierras fonterizas, entre el exilio y el nomadismo, a veces impuesto, a veces voluntario.

Tras los primeros movimientos soviéticos para anexarse Lvov, la familia Zagajewski, de antepasados amantes de la cultura y profesores de primaria y secundaria, viajaron hasta Gliwice. Otra ciudad que aunque estaba en Polonia, y quedaría bajo la influencia de la URSS casi medio siglo, la vida allí les parecía menos asfixiante. Allí creció Zagajewski. Luego en Cracovia estudió Psicología y Filosofía. Poco a poco se hizo  poeta, narrador y ensayista. En 1967 participó en la revista Vida Literaria y fue miembro del Grupo poético Ahora. Sus libros fueron prohibidos. En 1982 se exilió en París y a partir de entonces empezó a peregrinar. Priemro a Estados Unidos donde empezó a dar clases en varias universidades. En 2002 volvió a Cracovia con su familia. Zagajewski es además traductor al polaco de autores como Raymond Aron y Mircea Eliade.

Sobre el premio al poeta polaco, el escritor irlandés John Banville (Premio Princesa de Asturias 2014) dijo: «Zagajewski es uno de los mejores poetas de nuestra época, que ha sostenido y fomentado la gran tradición literaria de su Polonia natal, además de encarnar la fortaleza cultural y la riqueza de nuestra patria común europea». Por su parte el estadounidense Richard Ford (Premio Princesa de Asturias 2016) dijo: «La poesía luminosa, profunda, a veces irónica, pero siempre lírica, de Adam Zagajewski maneja ese raro triunfo del escritor: el de ser político pero, a la vez, sumamente humano en un gesto continuo, complejo e irresistible. Es la suya una escritura que debemos emular todos los que nos preocupamos por la marcha de nuestro mundo, marcha que seguimos las almas corrientes. El jurado del Premio Princesa de Asturias ha escogido a un escritor verdaderamente excepcional».

La siguiente es una selección de poemas y artículos que permiten apreciar la literatura de Adam Zagajewski, un poeta no muy popular entre el gran público, pero muy valioso y uno de los mejores de la Europa del siglo XXI.

Poemario: 'Asimetría' (2017)

En ningún lugar
Fue un día
en ningún lugar
al volver del entierro de mi
padre,
un día entre continentes, iba perdido por las calles
de Hyde Park escuchando retazos de voces americanas,
no pertenecía a ningún lugar, era libre,
pero si eso era la libertad, pensé, preferiría
ser cautivo de un buen rey, de un cálido emperador;
las hojas fluían a contracorriente del rojizo otoño,
el viento bostezaba como un perro cazador,
la cajera en el colmado, en ningún lugar
(le intrigaba mi acento), me preguntó de dónde era,
pero lo había olvidado, tenía ganas de hablarle
de la muerte de padre, pero pensé: ya soy
demasiado viejo para ser huérfano; vivía
en Hyde Park, en ningún lugar,
where fun comes to die,
como decían no sin envidia los estudiantes de otras
universidades,
era un lunes sin carácter, cobarde,
sin forma, un día sin inspiración, en ningún lugar, ni
siquiera el penar
había adoptado una forma radical, tenía la sensación
de que el mismo Chopin en un día como ése se limitaría,
en el mejor de los casos, a dar clases
a estudiantes aristocráticas, acaudaladas;
de repente me acordé de lo que había escrito de él
gottfried Benn, dermatólogo berlinés,
en uno de mis poemas preferidos:
«Cuando delacroix anunció su teoría,
él se quedó preocupado porque no podía
justificar sus nocturnos»,
estos versos, irónicos y tiernos a la vez,
siempre me colmaron de una felicidad
casi tan grande como la música de Chopin.
Una cosa sí sabía: tampoco hace falta justificar
la noche, ni el dolor, en ningún lugar.
* Asimetría. Adam Zagajewski. Traducción de Xavier Farré. Acantilado.

Poemario: 'Mano invisible' (2009)

Vida contemplativa
Era ya septiembre, tal vez. Bebiendo un café insípido
en el jardín de la cafetería en el Museumsinsel,
yo pensaba en Berlín, en sus oscuras aguas.
He aquí negros edificios que han visto mucho.
Pero en Europa hay paz, los diplomáticos dormitan,
el sol es pálido, el verano muere tranquilamente,
las arañas le tejen una mortaja brillante, las hojas secas
de los plátanos escriben sus recuerdos de juventud.
Esto es la vita contemplativa.
Las oscuras paredes de Pérgamo; dentro, blancas
esculturas.
Bustos de belleza griega. Es esto.
Un altar ante el que nadie reza.
Esto es la vita contemplativa.
Narkissos: una copia romana de un joven griego
con prótesis de cobre (¿un inválido de alguna
guerra?).
Al lado un kurós con su escroto (el phallus desapareció).
Tal vez estemos en una isla desierta.
Sin prisa avanza el tiempo, lentamente.
Bendita perplejidad, esto es la vita contemplativa.
Felicidad. Un instante sin hora, como dijo el poeta
muerto en Lublin por una bomba. Es esto.
Y si estallara la vita activa de nuevo,
en esta o en otra ciudad, ¿qué haría Artemisa
del siglo IV a. C.? ¿O Narciso? ¿O Hermes?
Caras apergaminadas que me miran con envidia;
yo todavía me puedo equivocar, ellas ya no.
Un equinoccio; es esto.
De la realidad con el sueño, del mundo y de la mente.
Es alegría.
Quietud, una tensa atención, un levitar del corazón.
En negros muros, débilmente, arden claros
pensamientos.
Es esto. No sabemos lo que es.
Vivimos en un abismo. En las aguas oscuras. En el
resplandor.
* Mano invisible. Adam Zagajewski. Traducción de Xavier Farré. Acantilado

Poemario: 'Tierra del fuego' (1994)

Carta de un lector

Demasiado sobre la muerte,
sobre las sombras.
Escribe sobre la vida,
sobre un día normal,
sobre el deseo de orden.

La campana de la escuela
puede ser un modelo
de templanza,
hasta de erudición.

Demasiada muerte,
un exceso
de negro deslumbramiento.

Mira,
naciones amontonadas
en estadios apretujados
cantan himnos de odio.

Demasiada música,
Falta armonía, tranquilidad,
cordura.

Escribe sobre los momentos
cuando los puentes de la amistad
parecen ser más duraderos
que la desesperación.

Escribe sobre el amor,
sobre los largos atardeceres,
sobre el amanecer,
los árboles,
sobre la infinita paciencia
de la luz.

  • Tierra del fuego. Adam Zagajewski. Traducción de Xavier Farré. Acantilado.

Ensayo: 'Solidaridad y soledad' (1990)

1983
(…) ¿Puede decirse que los años sesenta fueron la época de la Ironía y del Conocimiento del Mundo y que, vista desde esta perspectiva, la tradición nacional tenía que parecer «algo estrecha»? ¿Realmente estaban los intelectuales tan absortos y tan preocupados por las inesperadas promesas que se intuían en los programas de la vanguardia, por un lado, y en los del revisionismo, por el otro? Los años setenta trajeron consigo un cambio. El revisionismo estaba exhausto, sus nieblas se habían disipado. La vanguardia perdía importancia en Europa y en el mundo entero. En otoño de 1981 , poco antes de que iniciase actividad la fundación de la Gruta del Perro, fui a Cracovia para participar en la inauguración de una exposición colectiva de varios artistas progresistas, es decir, servidores de la vanguardia. Volvía a pisar Cracovia después de pasar más de dos años fuera del país, no me orientaba muy bien en la atmósfera del momento y tenía muchos deseos de tantear.
Los discursos pronunciados durante la ceremonia sonaron como un acto de rendición del arte ante la realidad histórica. Nunca había sido partidario de un concepto radicalmente vanguardista de las artes plásticas, pero sentí algo de vergüenza al ver a artistas que llevaban años dedicándose a hacer experimentos practicar la autocrítica y acusarse de haber perdido el contacto con las verdaderas preocupaciones e inquietudes de la sociedad y de haberse dejado llevar por el abstraccionismo y el esnobismo. Sólo al llegar la época de Solidaridad—confesaban—, habían entendido y habían aprendido que no era lícito alejarse de la sociedad que sufría y luchaba, y que un arte carente de tal contacto se volvía baladí y estéril. Aquellas alocuciones eran sinceras y de algún modo incluso conmovedoras, pero imperceptiblemente nos conducían al sendero trillado por las autocríticas del período estalinista. Entonces se exigía del arte que fuera solidario con el pueblo (naturalmente, con el pueblo utópico de los manuales de marxismo leninismo), en cambio, en el período de Solidaridad predominaba el deseo de que la cultura respondiera de un modo inmediato y directo a todos los retos de la historia, esta vez nada ficticios, un deseo de convertir la cultura y la vida colectiva en una unidad orgánica. Stalin exigía que la cultura se fundiera con la mentira histórica, mientras que los artistas de vanguardia, confesando sus remordimientos, pretendían fundirla con la verdad histórica.
El choque entre el mundo interior—¡al fin y al cabo, es allí donde reside el arte!—y el exterior conduce casi siempre a malentendidos, provoca disonancias y genera desproporciones. Los dos bandos se acusan mutuamente de falta de legitimidad y de intrascendencia, y sólo muy de vez en cuando se enamoran locamente, lo cual desemboca en una clásica relación sadomasoquista. Porque ¿qué es el tiempo histórico sino un acopio de casualidades hacinadas y petrificadas? La nariz de Cleopatra influye en el destino del mundo; la nariz de Cleopatra y el bigote de Stalin. Un corso que había salido indemne de las garras de la difteria y de la escarlatina conquistó tres cuartas partes de Europa. Si el vagón sellado en que Vladímir Uliánov atravesaba la Alemania del emperador Guillermo hubiese descarrilado, jamás se habría hecho realidad cierta revolución otoñal. Los acontecimientos que podrían no haberse producido si no hubiera llovido o si un chofer no hubiera tenido jaqueca determinan nuestra vida e incluso nuestra muerte. Nadie lo sabe tan bien como los comunistas. Por eso, no sólo irrumpen en nuestras casas para arrebatarnos las herramientas de trabajo, por ejemplo el reloj o la pluma, sino que, además, insisten en que las cosas tenían que ser así porque Hegel, un dialéctico nada delicado, acabó de una vez por todas con la casualidad y con la relación causa efecto, proponiendo en su lugar una alimentación a base de necesidad y secuencia de épocas. Así, cualquier comisario popular tartamudo vuelve a poner de pie la filosofía de Hegel.
* Solidaridad y soledad. Adfam Zagajewski. Traducción de A. Rubio y J. Slawomirski. Acantilado.

Premios

Premio literario de la Fundación Kościelski (1975), Premio Tucholsky (1985), Premio de la libertad del PEN Club francés (1987), Premio Internacional de literatura Neustadt 2004 y Lifetime Recognition Award del jurado del Premio Griffin Poetry en 2016, entre otros galardones, en 1999 fue elegido miembro de la Academia de Artes de Berlín y en 2012 recibió el título de doctor honoris causa por la Universidad Jagellonne de Cracovia. Ha recibido, asimismo, la Medalla de bronce de la Cruz Polaca del Mérito y la Cruz de Oficial de la Orden Polonia Restituta.

 

Rueda de prensa Adam Zagajewski, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2017

Santiago Vargas

2 comentarios

  1. La poesía de Adam Zagajewski conduce al origen del verbo: es santo y seña de la comunión más raigal a la hora de lo humano y sus coordenadas más perentorias.

  2. Poesía testimonial, intimista; mirada escrutadora de lo antiguo y lo actual; metáforas y alegorías que despiertan los sentidos. Felicitaciones a un gran Poeta contemporáneo. Premio hartamente merecido.

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