El prestigio de la literatura colombiana salva la presencia del país en la Feria del Libro de Madrid a pesar de los obstáculos de su gobierno
Como una oportunidad perdida e imperdonable califican escritores que asistieron y libreros españoles la participación del País invitado en la cita madrileña. A pesar de los fallos del Gobierno los lectores preguntaron por sus escritores y compraron sus libros mientras nadie informó de lo que se habló en los encuentros del programa oficial que costó 300.000 euros (1.200 millones de pesos colombianos)
La fuerza la literatura colombiana se abrió paso por si sola, prácticamente, en la 80ª Feria del Libro de Madrid. Ello a pesar de los fallos y cuestionada gestión del gobierno de Colombia como País Invitado de Honor en 2021 que excluyó a la mayoría de sus escritores más relevantes y premiados, al parecer por sectarismo político, y cuyo programa costó 300.000 euros (unos 1.200 millones de pesos colombianos). La cita madrileña se realizó en el Parque del Retiro, del 10 al 26 de septiembre, y fueron muchas las protestas y lamentos en Colombia y España ante la programación de una de las potencias literarias en español. El debate sobre esta curaduría lo abrió WMagazín el domingo 5 de septiembre con el artículo El gobierno de Colombia excluye a escritores prestigiosos como invitado en la Feria del Libro de Madrid.
Juan Esteban Constaín, uno de los escritores colombianos que participó en la Feria, pero asumió todos sus gastos, asegura a WMagazín que «Madrid fue una oportunidad perdida para Colombia, y eso me parece muy triste. Imperdonable». Constaín añade que «habría podido ser un espacio para exhibir la riqueza y la variedad y la complejidad y las contradicciones de nuestra literatura con sus múltiples voces y matices, y en cambio acabó en un escándalo y una vergüenza».
El presidente de la Feria del Libro de Madrid, Enrique Pascual, de la librería Marcial Pons, confiesa a WMagazín: “Nos hubiera gustado que nos dieran cuenta de toda la riqueza editorial en Colombia. Tender puentes para poder ver lo que se hace allí. Los autores presentes en la feria son muy representativos, pero es verdad que, además de Darío Jaramillo, echamos en falta pesos pesados. La cultura es reivindicativa per se, va en su esencia”. (Puedes ver en este enlace el ciclo de charlas virtuales organizadas por WMagazín con varios de los escritores colombianos no invitados por su país).
Colombia llegó con el eslogan paradójico de “Diversa y vital”. El presupuesto de la participación ascendió a 300.000 euros (unos 1.200 millones de pesos colombianos al cambio del 26 de septiembre de 2021) distribuidos en 230.000 euros el apartado literario con 33 escritores y 70.000 euros el resto de actividades culturales, entre ellas la muestra del Carnaval de Barranquilla, según la Embajada de Colombia en España.
La ausencia de la gran mayoría de los narradores, poetas y ensayistas colombianos más premiados y conocidos a nivel internacional que no fueron invitados por el gobierno de su país no evitó que los lectores españoles preguntaran por ellos y compraran sus libros en la Librería Colombia frente al pabellón y en las diferentes librerías y editoriales que publican a los colombianos. La responsabilidad y curaduría de la Librería Colombia no fue del gobierno sino de la Asociación Colombiana de Libreros Independientes (ACLI). Solo aquí se vendieron unos tres mil libros de los más de cuatro mil que se trajeron.
Entre las obras más solicitadas estuvieron dos de los autores no invitados: Los abismos, de Pilar Quintana, y El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince, y, claro, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Eso sin contar con las ventas del grupo editorial de estos autores, Penguin Random House, ni de las librerías donde, además, Quintana y Abad firmaron ejemplares por invitación de su editorial.
Los visitantes a la Feria también preguntaron por editoriales colombianas pequeñas e independientes y sus catálogos para llevar libros avalados por sellos concretos que para los compradores es sinónimo de calidad. Editoriales que tampoco estuvieron presentes en la programación oficial que permitiera mostrar la riqueza del ecosistema de publicaciones.
Mientras tanto el gobierno colombiano no hizo nada por la promoción y visibilidad de la mayoría de los escritores invitados y poco conocidos en España y que trajo con ese fin porque se limitó a sentarlos en las actividades previstas. Su objetivo era dar a conocer a esos autores nuevos o emergentes, según uno de sus argumentos para excluir a nombres clave de la literatura no solo colombiana sino en español, que casualmente son críticos con el gobierno del presidente Iván Duque y la gestión de varias de sus políticas y resolución de problemas.
Una oportunidad perdida e «imperdonable»
Una gran oportunidad perdida. Eso ha sido para Colombia y su literatura esta feria. Ningún medio de comunicación español ha hablado de la presencia colombiana salvo para referirse a la polémica.
El gobierno de Colombia, presidido por Iván Duque y bajo el ministerio de Relaciones Exteriores de Marta Lucía Ramírez, responsable de la programación y curaduría, no tuvo en cuenta a la mayoría de sus escritores más relevantes que han renovado y enriquecido el panorama literario de Colombia y de América Latina desde finales del siglo XX. La embajada en España argumentó, el 1 de septiembre, que buscaron «autores neutros», lo cual generó una gran controversia en el país; la cancillería en Bogotá explicó el 6 de septiembre que buscaban la “diversidad” y promoción de nuevos creadores; la embajada se disculpó el 6 de septiembre afirmando que quiso decir «imparciales»; y la canciller Ramírez, en la inauguración de la Feria, del 10 de septiembre, sacó el cuerpo al responsabilizar de lo ocurrido a los anteriores ministros de Cultura y Relaciones Exteriores de 2020. Las explicaciones oficiales nunca convencieron y apuntan a cuestiones extraliterarias de carácter político, pues la mayoría de los grandes escritores no invitados son críticos con la actual administración, como también lo fueron con las anteriores. El presidente Duque tenía prevista la presentación de la segunda parte de su libro sobre economía naranja y no solo la canceló sino que él no visitó la Feria durante su paso por Madrid.
Abierta la controversia en Colombia y España el 5 de septiembre, con el artículo de WMagazín, el gobierno colombiano, en cabeza del Ministerio de Asuntos Exteriores, responsable de la programación y curaduría, no hizo nada por corregir, reconducir, mejorar o potenciar su programación. No hizo nada por destacar las actividades literarias previstas. No informaron a los medios de comunicación de lo que en esos encuentros se habló. Nadie convocó a la prensa especializada o a los libreros y editores, organizadores de la feria, para presentar su programación y a sus escritores que fueron eclipsados por el debate y, sobre todo, por su propio país que lo único que hizo fue llevar a sus autores y sentarlos en los diferentes encuentros sin que nadie contara después lo que allí hablaron, debatieron y reflexionaron.
Josefa Arteaga, de la librería Miraguano, que recibió el Premio Lealtad de la Feria, reconoce que le hubiera gustado contar con los autores no invitados junto a los invitados. Lola Larumbe, de la librería Rafael Alberti, una de las librerías donde Abad Faciolince firmó ejempalres el último fin de semana de feria, asegura que “la política, desgraciadamente, siempre se hace presente. Esto no le favorece a la literatura colombiana, tan importante cada vez más en España. Teníamos muchas ganas de encontrarnos con muchos escritores colombianos en esta feria”.
Juan Esteban Constaín asegura a WMagazín que «fue una oportunidad perdida para Colombia. Habría podido ser un espacio para exhibir y la riqueza y la variedad y la complejidad y las contradicciones de nuestra literatura con sus múltiples voces y matices, y en cambio acabó en un escándalo y una vergüenza. Un escándalo y una vergüenza muy lánguidos y mediocres, además, sin grandeza».
Para el autor de obras como Álvaro «los criterios por definir quiénes hacen parte o no de una delegación oficial en una invitación así son siempre problamáticos, casi imposibles. Siempre hay objeciones, protestas, molestias. Pero esta vez la omisión de nombres fundamentales de nuestra literatura fue algo tan protuberante y tan evidente y tan torpe y tan mezquino, que de entrada la presencia colombiana en Madrid quedó viciada, teñida de un pésimo sabor y un aire muy incómodo. Lo cual afrenta no solo a los ausentes sino también, y sobre todo, a los que fuimos invitados y aceptamos de buena fe la invitación».
En su caso, añade Constaín, que mantuvo su participación en tres actividades porque le «apenaba mucho dejar colgados de la brocha a quienes iban a estar allí» con él. Aunque renunció a la invitación oficial del gobierno y a todo lo que ella implicaba, desde hotel hasta honorarios. De esta experiencia el escritor se queda con el encuentro con la gente: «La posibilidad que siempre nos regalan los libros de pensar en un mundo mucho mejor, más digno». Y termina su reflexión así: «Madrid fue una oportunidad perdida para Colombia, y eso me parece muy triste. Imperdonable».
Lo mejor de Colombia en la Feria
Tres aspectos salvaron la presencia de la literatura y el ecosistema del libro de Colombia en la feria madrileña:
- El discurso de inauguración de Darío Jaramillo. El poeta y narrador recordó las relaciones editoriales y literarias entre Colombia y España y al final citó una frase de Umberto Eco, con múltiples interpretaciones, que leyó delante de las autoridades colombianas y de la feria y repitió al día siguiente en el Micro de la Feria que escucharon los miles de asistentes por los altavoces: “La memoria vegetal (como llamaba Eco a los libros) tiene todos los defectos de la democracia, un régimen que, para permitir que todos hablen, es necesario dejar hablar también a los insensatos, e incluso a los sinvergüenzas”.
- Los encuentros entre los escritores invitados que debieron ser interesantes, pero no hay testimonio de ello en los medios. Salvo la declaración pública leída por tres autores en la Mesa de Poesía: Territorio y Cultura, del día 20, sobre la importancia de la equidad y de que se conocieran las razones por las cuales ellos decidieron acudir a la Feria. En defensa de la poesía se titula la declaración firmada por Mary Grueso, Andrea Cote Botero y Rómulo Bustos Aguirre. (El texto completo lo puedes leer en este enlace).
- Y la Librería Colombia. El lugar donde se exhibía y vendía el catálogo de autores, editores y libros cuyo responsable no fue el gobierno sino la Asociación Colombiana de Libreros Independientes (ACLI). Estaba frente al pabellón de Colombia atendido por dos libreros jóvenes: Viviana Reyes (librería Léeme y leeré de la ciudad de Yopal) y Tomás Rubio (librería Libélula de Manizales). Estuvieron ellos dos de ciudades alejadas de los ejes políticos y mediáticos del país, a pesar de que el Ministerio de Asuntos Exteriores expresó en un principio su desacuerdo porque prefería representantes de Bogotá, Medellín o Cali. Pero ACLI respondió que precisamente buscaban la descentralización, diversidad y vitalidad del sector del libro colombiano.
La Librería Colombia estaba a un lado del pabellón de su país, una especie de ágora abierta decorada con elementos típicos del país, un puesto de café colombiano y en el centro una tarima donde estaban los autores invitados a la vista de todo el mundo. “Este espacio y su concepción fue un hallazgo”, según Pilar Reyes, directora literaria del grupo Penguin Random House.
Y así como ACLI desoyó la sugerencia oficial de que llevara a otras librerías eligió el catálogo de manera autónoma e independiente. El resultado fue la presencia bibliográfica de más de mil autores de todos los géneros literarios con casi cinco mil títulos. Los dos libreros presentes, Viviana Reyes y Thomás Rubio, se muestran satisfechos con la feria y sus resultados: “Pudimos compartir con los lectores y mostrarles la industria editorial colombiana, hasta escritores menos conocidos y editoriales independientes nacionales”.
Uno de los aspectos que más les asombró a Reyes y Rubio fue “la generosidad y curiosidad del público español y colombiano que visitó la librería; sus ganas de conocer la literatura e historia del país”.
Además de los autores más vendidos y ya citados, el público se interesó por obras de Andrés Caicedo, León de Greiff, Arnoldo Palacios, Antonio Caballero, fallecido a los 76 años el mismo día que empezó la feria, Marvel Moreno, Tomás González, Beatriz Helena Robledo, Óscar Pantoja, Rafael Yockteng, Rafael Pombo o Jairo Aníbal Niño.
En el balance Pilar Reyes señala cuatro aspectos:
- El espacio bonito y bien concebido del pabellón con las charlas abiertas a todo el público en una especie de plaza fue un acierto.
- La presencia de libro universitario como algo profesional y bien montado donde sí hubo una conversación más profesional y buena.
- Recuerda que: “Una feria tiene un país invitado y tiene que conjugar parte de su cultura y al mismo tiempo debe entender qué tipo de feria es cada una para hacer su despliegue, y la de Madrid es de lectores y autores, no es para descubrir cosas. En ese sentido Colombia tiene una relación editorial con España grande que de algún modo hubiera podido servir de espejo en la feria. Esa conversación quedó, lastimosamente, diluida. La presencia de autores conocidos hubiera servido para presentar o dar más visibilidad a los otros”.
Penguin Random House es el grupo editorial que más autores colombianos publica en España de tal manera que dedicaron una caseta a sus obras. Pilar Reyes señala que entre los autores más venidos están Pilar Quintana con Los abismos (Premio Alfaguara de Novela 2021) y La perra, Héctor Abad Faciolince con El olvido que seremos tanto en novela como en su versión de novela gráfica, Juan Gabriel Vásquez con varios de sus libros y todo García Márquez.
La Feria, según Colombia
WMagazín pidió hablar con el embajador de Colombia en España, Luis Guillermo Plata, u otro persona sobre el balance de la feria y remitieron al comunicado emitido por la Cancillería, desde Bogotá, que en una de sus partes dice:
«Colombia contó con la participación de 33 autores y se llevaron, mediante cuatro ejes temáticos, cerca de 80 actividades entre conversatorios, conferencias, talleres y exhibiciones de cine, no solamente en nuestro pabellón, sino también en otros
pabellones de la Feria y en lugares como la Casa de América, la Fundación Ortega y Gasset y los Centros Culturales Casa de Vacas y Casa Encendida, entre otros.
El Pabellón Infantil, uno de los espacios dedicados a Colombia, tuvo dentro de su programación 22 actividades realizadas por Fundalectura, fundación colombiana dedicada a la promoción de la lectura, en los cuales los niños tuvieron la oportunidad
de conocer la riqueza de la cultura colombiana a través de talleres y lecturas especialmente concebidos para ellos. La programación infantil colombiana también estuvo presente en el Pabellón de la Comunidad de Madrid, la Biblioteca Eugenio
Trías y el Colegio Público San Isidoro».
No hay rastro de las palabras o conclusiones de las intervenciones de los 33 escritores presentes.
La Feria de Libro de Madrid del reencuentro en tiempos de pandemia fue un éxito de público con las medidas de bioseguridad y de ventas, pero le falto el brillo del país invitado. Tras esta situación surge una reflexión: ¿Si el país invitado es el responsable de lo que exhibe, qué papel y responsabilidad cumple la Feria más allá de invitar y ceder el espacio? Ferias como las de Fráncfort, Guadalajara o Buenos Aires acompañan al país o región invitada en su curaduría hasta cierto punto. En 2022 el País invitado podría ser Perú, donde ya se ha abierto una polémica parecida a la colombiana por la selección de autores en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara del próximo noviembre.
***
A continuación los artículos especiales sobre la polémica de Colombia que se ha desprendido por la exclusión de un gran número de escritores prestigiosos por cuestiones extraliterarias:
Primera parte: Los escritores colombianos responden al debate por la ausencia de autores clave en la Feria del Libro de Madrid (1).
Segunda parte: Los escritores colombianos responden al debate por la ausencia de autores clave en la Feria del Libro de Madrid (1).
Vídeos: Diálogos entre generaciones con autores que Colombia no invitó a la Feria: Piedad Bonnett y José Ardila, Pablo Montoya y Lorena Salazar y William Ospina y Marbel Sandoval.
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