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La escritora española Elena Medel. /Foto de Lisbeth Salas

Elena Medel: «La precariedad laboral no tiene que ver solo con la crisis, es una cuestión de clase»

La poeta y editora española debuta en la novela con 'Las maravillas'. Es una obra en la que a partir de la vida de dos mujeres de diferentes generaciones aborda la desigualdad entre hombres y mujeres, la precariedad laboral y cómo el dinero moldea la existencia, de lo laboral a lo sentimental

“Me enseñaron a leer pronto porque era la manera de entretenerme. El primer momento en que me recuerdo leyendo tendría unos 4 o 5 años, y tenía varicela o sarampión. Estuve en casa de mi abuela sin ir a la guardería unos días. Mi abuela me compró en el kiosko un primer volumen de Heidi. Lo relacionaba más con la serie de animación que con el cuento de Johanna Spyri. Me regaló aquel primer libro para amortiguar las horas que yo pasaba sola con fiebre. Es el primero que recuerdo, y lo devoré. Es la primera conciencia del disfrute de la lectura, de algo que te gusta tanto que quieres más”.

Han pasado treinta años de aquel descubrimiento feliz, y Elena Medel (Córdoba, España, 1985) tiene ese recuerdo casi nítido. Lo ha contado algunas veces, sobre todo estas últimas semanas al hablar de su primera novela, Las maravillas (Anagrama). La poeta, narradora, crítica literaria y editora cuenta la vida de dos mujeres de diferentes generaciones y describe la desigualdad entre hombres y mujeres, la precariedad laboral y cómo el dinero, su búsqueda o ausencia, moldea la existencia, de lo laboral a lo sentimental, y determina sus destinos mientras avanzan con la historia de España desde los años sesenta hasta el presente.

Las maravillas es uno de los 20 mejores libros de 2020 para WMagazín, en el apartado de Hallazgos, no porque ella sea nueva en la literatura, es una de las poetas españolas más notables desde su reconocido Mi primer bikini con tan solo 17 años (2002), sino por ser su primera novela. Una obra que ha empezado a traducirse a nueve idiomas… y sigue…

Si Elena Medel tiene claro su primer acercamiento a la lectura, el por qué decidió escribir está más brumoso en su memoria.

“La escritura ha sido una consecuencia de la lectura. Yo escribo porque leo. La mecha de la escritura la prende un libro ajeno. Siempre en el origen de mis libros hay otros libros de autores, sobre todo autoras. No recuerdo cuándo decidí escribir”.

Contrario a lo que se podría pensar, Elena Medel no leyó poesía hasta la adolescencia cuando tenía 14 o 15 años.

“No tengo conciencia de ese encuentro en la infancia con la poesía. Sí que soy consciente en la adolescencia con la poesía de la Generación del 27. Me encontré con los poemas de García Lorca, sobre todo Poeta en Nueva York y los más surrealistas. Aquellos poemas me golpearon. Tenía la sensación de que hablaba un idioma para entenderme con mi familia y mis amigos y, al mismo tiempo, existía otro idioma; y ese otro idioma era el que yo quería utilizar… y empecé a escribir poesía… El primer poema debí escribirlo a los 13 años”.

Lo recuerda sorprendida a través de esta videoentrevista. Está en su casa de Madrid donde vive ya hace unos cuantos años donde escribe y dirige su editorial La Bella Varsovia. En esa adolescencia es cuando Elena Medel también empieza a tomar conciencia de las desigualdades entre hombres y mujeres, a notar que algo no está bien, no está equilibrado. Es así como surge uno de los temas centrales de su literatura, y que trabaja en Las maravillas.

“Ese descubrimiento de la desigualdad tiene que ver con la mirada a la realidad, una mirada que con la distancia es un poco ingenua. Veía que había un desajuste. Estaba rodeada de mujeres, me criaron mi abuela, mi tía abuela, mi madre, tengo una hermana pequeña y en el colegio siempre eran profesoras. Mis figuras de referencia, salvo excepciones, eran mujeres. Me llamaba la atención que cuando leía no tenía a nadie que me dijera lee esto o aquello. Me guiaba por los clásicos, si habían resistido al Tiempo es que eran buenos. Y a la vez me llamaba la atención que allí no hubiera mujeres.

De manera ingenua empecé a notar que los poemas de mujeres me gustaban, como Rosalía de Castro, y transcribía algunos. Años después, ya con 18 o 19 empecé a anotar el nombre de las mujeres a quienes estaban dedicados algunos poemarios, o que se cita en otro texto”.

Elena Medel confirma estos «desajustes» con la realidad que ella misma empezó a vivir como escritora a comienzos del siglo XXI.

“Como empecé a publicar muy joven me di cuenta de que no había mujeres invitadas a los festivales literarios. Ahora parece que se refleja más la realidad, hay muchas mujeres escribiendo y de una calidad inmensa. Pero en aquella época se estilaba la cuota. Yo he sido muchas veces esa cuota, he estado en festivales, ferias y antologías en las que veía que cumplía ese papel”.

Junto al tema de la desigualdad, la escritora empieza a tomar conciencia del machismo en la sociedad, en sus diferentes ámbitos cotidianos, laborales y creativos, incluida la literatura.

“Es algo que se extiende a toda la sociedad. Hay un montón de escenarios que se suman y complican la situación. Es verdad que existen algunos cambios, muchas veces más estéticos que de raíz. Son como tiritas, tienes una herida profunda y la tapas con una tirita.

Los oficios más precarizados son de mujeres. Una muestra es el trabajo del hogar que es un trabajo como cualquier otro y casi siempre lo hacen las mujeres en el que no solo no se cobra sino que se entiende como una labor de generosidad y algo inherente al género, como eres mujer tienes que cuidar, cocinar, etcétera”.

En Las maravillas Elena Medel entra en las vidas de dos mujeres de generaciones distintas, en su cotidianidad. Dos mujeres españolas en las que repercute la historia del país, pero también la situación universal que vive la mujer, lo que otorga a la novela un carácter universal.

“En cuanto a género y clase es universal. La situación de la clase obrera y baja, lo de clase obrera es una etiqueta para que la clase baja no se sienta mal, ni tampoco la alta, es un bálsamo. Es algo cada vez más transversal. La precariedad no tiene que ver solo con la crisis, la agrava, pero no es una cuestión generacional, sino de clase”.

Y ahí entra en juego el dinero. El pilar central sobre el que se levanta Las maravillas. El dinero, cómo el dinero y/o su ausencia, modela y determina todo. Elena Medel no comparte la reflexión que hicieron en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) 2020 el historiador israelí Yuval Noah Harari y el filósofo estadounidense Michael Sandel sobre el hecho de que la indignidad conque tratan a los trabajadores y la falta de sentido de honor del trabajo ha erosionado más la situación laboral que el dinero. Harari afirma que el honor es más importante que los factores económicos. La escritora no comparte esta idea, como lo expresa en este vídeo de la entrevista:

La escritora española Elena Medel, autora de lanovela 'Las maravillas', en una videoentrevista con WMagazín.

“Eso se puede decir desde una situación en la que se tiene dinero. El dinero lo permite todo, te facilita la vida más tranquila, cubre necesidades básicas. Es más, ya se mide la pobreza en cuanto al miedo, pánico a que se te rompa algo porque no tienes cómo pagarlo. Hay ciertas afirmaciones que se hacen desde la comodidad y desde la distancia de la realidad. Por supuesto la dignidad es fundamental y básica, pero el dinero es también algo básico y, muchas veces, te permite asegurar esa dignidad. Mi novela parte de esa conciencia de que todo es comprable y el dinero marca la situación de los demás”.

No es solo el miedo a no tener lo básico, Las maravillas también muestra el miedo a muchas más cosas: miedo a los afectos, miedo al compromiso de pareja, miedo a perder la libertad ante los sentimientos de otras personas… Todos esos miedos laten en la novela que refleja un duelo interior en cada una de las dos mujeres que protagonizan la obra entre dinero-afecto-libertad.

“Hay una ensayista que siempre cito y que me ayuda a encaminar varios de mis libros, es Eva Illouz. Ella habla sobre cómo el capitalismo moldea nuestras acciones, algo a lo que se enfrentan María y Alicia de manera diferente. María defiende su libertad incluso a costa de perder su comodidad. Alicia elige lo contrario, podría llevar una vida independiente, pero más precaria, y opta por la comodidad, una vida que no la hace feliz del todo, pero es una vida con calma.

Eva Illouz dice que nos relacionamos con los demás si nos dan algo a cambio. Ronda la idea del capitalismo emocional: mantengo una relación y estoy contigo porque me das seguridad y calma. Gran parte de la vida de Alicia está construida de la mano de la idea de Illouz que me ayudó para encaminar Chatertton (poemario de 2014 con el que obtuvo el Premio de Poesía Joven Fundación Loewe)”.

Una prueba de esa transacción y peso del dinero es que durante el confinamiento de 2020 se redujeron los divorcios; la gente no podía irse de casa y tener dobles gastos. El autor británico Kwasi Kwarteng señala en su libro Historia del dinero (Turner) que parece que el dinero ha entrado en una especie de umbral de crisis.

“El dinero lo marca todo, lo más imperceptible. Incluso aquello que está a salvo es por la capacidad del dinero. Incluso el dinero sirve para comprar tiempo, termina decantándolo todo.

El dinero es un símbolo que ahora plantea pocas gritas. No hay muchas maneras de escapar de determinadas situaciones. En la novela María decide ejercer una resistencia muy firme y plantarse ante ciertos mandatos del sistema. Yo no tengo la sensación de un próximo fin del dinero. El dinero crea una brecha mayor, cada vez más, entre clases. La precariedad y la pobreza es como un eufemismo, la pobreza es una cuestión de clase que abarca la vida entera de una persona”.

Elena Medel sabe de esos trabajos precarios y ha tenido que irse de Madrid y volver. Su vida recuerda a la del mito de Sísifo.

“Llevo casi veinte años publicando. Es una situación de subidas y bajadas. Ahora todo va bien. Solo que he vivido varias situaciones de subir y bajar que espero cualquier cosa. Tengo la sensación de empezar muchas veces. El proceso se repite de manera distinta, pero en cauces parecidos. He relativizado todo y he aprendido a saber a qué puedo aspirar”.

¿Y a qué aspira Elea Medel?

“Aspiro a escribir buenos libros y a publicar buenos libros. El proceso de escritura de un libro es complejo y el de edición también. Hay ciertas  cuestiones que es mejor asumir que van a ser siempre así como que por mis orígenes estaré con el agua al cuello porque si algo falla no tengo un respaldo familiar para ayudarme. Tengo la sensación de empezar continuamente. No soy una persona optimista en ninguna fase”.

La poeta Elena Medel, debuta en la novela con ‘Las maravillas’. /Foto de Gabriela Cuzepan-cortesía Anagrama

La felicidad es una palabra que aparece poco en Las maravillas. En cambio sí tiene presencia la alegría.

“Las historias de las dos protagonistas son de felicidad muy relativa. Me gustaría pensar que en los últimos capítulos cada una empieza a encontrar un lugar tranquilo en el que estar, un lugar espiritual. Muchas veces la felicidad tiene que ver con la tranquilidad, con la calma, con las facturas pagadas y estar tranquila hasta el mes siguiente. María identifica esa felicidad posible con el intercambio de las mujeres, y ver a su manera humilde e importante la ayuda a cambiar la sociedad en que vive. En el caso de Alicia su felicidad tiene que ver con la tranquilidad”.

Uno de los aciertos de la novela es su estructura narrada a través de la alternancia de las voces de María y Alicia, de historias y de tiempos en los que el ritmo narrativo cambia y las descripciones juegan un papel crucial en determinados momentos para que el lector no solo reflexiones a través de las voces sino que también vea y sienta.

“La estructura es circular, abre y cierra el 8 de marzo de 2018 con la manifestación de las mujeres en Madrid. Empieza presentando a las protagonistas. Cada voz se va ampliando e incorpora elementos descriptivos. Por ejemplo, disfruté mucho con María bañando a la anciana. Quería que estuviera el cuerpo de la anciana, de la mujer con su piel diferente a la de una joven. Quería que estuvieran presentes cuerpos diferentes. Quería no solo los cuerpos más normativos moldeados por el canon sino otros cuerpos posibles.

Quería que se alternaran los puntos de vista posibles. Las vidas de las dos mujeres van en paralelo a otras personas, que es tan importante como la vida de la persona que nos cruzamos. Me interesaba formalmente eso. Me permitía dar pistas que iban encajando. Como lectora me gustan los libros que dejan una parte al lector para que este la rellene. Me interesa participar como lectora en el libro. De manera egoísta quería que fuera una novela que yo pudiera disfrutar como lectora”.

Sus lectores lo hacen con los poemarios Mi primer bikini (DVD, 2002), Tara (DVD, 2006) y Chatterton (Visor, 2014), reunidos en Un día negro en una casa de mentira (Visor, 2015); en los ensayos El mundo mago (Ariel, 2015) y Todo lo que hay que saber sobre poesía (Ariel, 2018). Y también lo hacen con ella desde 2003 en el sello de poesía La Bella Varsovia.

Y lo hacen con Las maravillas que pronto empezará a leerse en alemán, checo, francés, griego, inglés, italiano, neerlandés, portugués, sueco… y otras traducciones que seguro se sumarán para conocer las historias de María y Alicia.

Portada de ‘Las maravillas’, de Elena Medel (Anagrama). /WMagazín
Los 20 mejores libros del año 2020 por géneros literarios para WMagazín.

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Winston Manrique Sabogal

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