Europa: mapa de incertidumbres, esperanzas y reclamos para evitar su retroceso y decadencia, según varios libros
Recorrido por la Unión Europea a través de literatura reciente: de Timothy Garton Ash a Guillermo Altares, Eva Díaz Pérez, Antje Rávik Strubel, Robert Menasse, George Steiner, Orlando Figes, Mauricio Wiesenthal... La UE es Invitada de Honor en la FIL de Guadalajara (México) 2023. En WMagazín, con apoyo de Endesa
Europa es el lugar con el que muchos sueñan, otros quieren destruir y al que cada vez más sus propios habitantes miran con incertidumbre. Dudas, preguntas y recelos como tiras de niebla recorren el continente desde 2008. Europa es una excepción dentro del mundo moderno, visto como lo más parecido al lugar donde muchos ideales de convivencia, igualdad y bienestar son posibles. Sus logros, como el estado del bienestar y la paz prolongada, después del infierno de las dos guerras mundiales del siglo XX, y la nueva geopolítica tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, la llevaron a su mejor momento entre los años noventa y los primeros del siglo XXI. Pero fantasmas viejos y nuevos la acechan.
Parecía que su eterna travesía de conflictos había terminado. Pero, tras la crisis de la eurozona y la económica desatada en 2008, las tensiones de la política rusa con Vladimir Putin, el auge de los discursos populistas de la ultraderecha, la gestión irregular frente a las olas migratorias, la salida de Inglaterra de la Unión Europea y el descenso de su influencia en el mundo han generado ese escepticismo de los europeos y de los no europeos.
“La principal amenaza que vive Europa, actualmente, es la extrema derecha, políticos que no creen en la democracia ni en los valores que compartimos, que pueden ocupar el poder o que lo ocupan. En Hungría se ha producido un claro retroceso de la democracia y en Polonia, aunque ahora va a cambiar el Gobierno. Creo que si Francia o Alemania o España cayesen en manos de la ultraderecha, Europa sufriría un claro retroceso”, advierte Guillermo Altares, autor del ensayo-crónica Una lección olvidada. Viaje por la historia de Europa y del ensayo Los silencios de la libertad. Cómo Europa perdió y ganó su democracia (ambos en Tusquets).
El continente vive un momento incierto de su historia, asegura Eva Díaz Pérez, periodista y autora de la novela Los viajeros del continente (Galaxia Gutenberg). Un territorio, añade Díaz Pérez “que vaga sonámbulo y perdido en el confuso presente. Parece haber olvidado su pasado en un absurdo juego de memoricidio. Europa ha sido la maestra en las lecciones de la Historia, a pesar de episodios de pesadillas terribles donde se devoró a sí misma”.
No todo es negativo. La escritora destaca que “aquí también sucedieron momentos luminosos. Hoy debería ser el lugar de referencia para el presente y nuestro inmediato futuro, porque Europa, a pesar de ciertas sombras que acechan, es la referencia de la democracia, de las libertades, de los derechos y de la construcción del Estado del Bienestar social”. Argumentos con los que Díaz Pérez considera que “Europa debería ser la brújula del futuro, pero, sin embargo, anda perdida, mientras el mundo sigue la ruta de países que han destrozado los derechos y las libertades. Ese dolor de Europa es el que sufre también Hugh, el protagonista de Los viajeros del continente, que es como un reflejo de lo que ocurre en este territorio enfermo y en decadencia”.
Un espacio que la escritora conoce muy bien, pues su reciente novela forma parte de un ciclo narrativo en marcha “para reflexionar desde la literatura sobre nuestra memoria europea”, que inició con El sonámbulo de Verdún, “que indaga en el corazón de la Mitteleuropa de Claudio Magris, y siguió con Adriático, la novela italiana.
Caleidoscopio literario
Precisamente, son varios los libros recientes que siguen la estela de Claudio Magris en El Danubio (Anagrama), en 1988, un clásico contemporáneo para conocer y comprender Europa en su historia, evolución e idiosincrasia.
A los periodistas y escritores españoles Guillermo Altares y Eva Díaz Pérez se suman otros narradores, historiadores, filósofos, sociólogos y periodistas que han expuesto sus inquietudes sobre Europa en diferentes clases de libros en los últimos años. En el apartado de ensayo figuran Timothy Garton Ash con Europa, una historia personal (Taurus), Bernard Wasserstein con Un pueblo de Ucrania. Krakovets y las tempestades de la Historia (Galaxia Gutenberg); Ian Kershaw con Ascenso y crisis. Europa 1950-2017: un camino incierto (Crítica); Simone Veil con Amanecer en Birkenau (Pre-Textos) y obras siempre vigentes como ¿Una gran ilusión? Ensayo sobre Europa (Taurus), de Tony Judt.
El capítulo de novelas y ficciones que recuerdan logros culturales, sociales y políticos mezclados con el deterioro del sistema o la decadencia del continente están en el libro citado de Díaz Pérez, y en los de Robert Menasse en La capital (Seix Barral), de Antje Rávik Strubel en Mujer azul (De Conatus), de Lavinia Braniste en Interior cero (Automática), de Nicolas Mathieu en Sus hijos después de ellos (ADN), de Jenny Erpenbeck en Yo voy, tú vas, él va (Anagrama), de Mauricio Wiesethal en Orient-Express: el tren de Europa (Acantilado). No puede faltar la obra de Mathias Enard Zona (Random House), de 2008, centrada en las sombras que cubren el continente.
Sobre el proceso histórico del continente algunos títulos recientes son de Orlando Figes con Los europeos. Tres vidas y el nacimiento de la cultura cosmopolita (Debate); Julián Casanova con Europa contra Europa: 1914-1945 (Planeta) y se han recuperado ensayos como El legado de Europa (Acantilado), de Stefan Zweig; La idea de Europa (Siruela), de George Steiner; La consagración de la primavera (Pre-Textos), de Modris Eksteins; Breve historia del Europa (Alianza), de Jean Carpentier y François Lebrun.
Si se quiere ir hasta la génesis de estas tierras está Diosas y dioses de la vieja Europa (7.000 – 3.500 a.C), de Marija Gimbutas (Siruela). Una obra con fuentes arqueológicas que le permitieron hablar de una cultura matrifocal y probablemente matrilineal, agrícola y sedentaria al suresde de la Vieja Europa.
Y si de la esencia e identidad de sus habitantes se trata, ahí está la obra colectiva La filosofía y la identidad europea (Pre-Textos) bajo la premisa de que la realidad europea pasa por un momento de dudas y de deseos, de expectativas y de frustraciones. Sobre este trasfondo, señala la editorial, “la filosofía se propone hacerse cargo de la idea de Europa, pensando, o siquiera imaginando, qué es, qué podría o qué debería ser, pues, al menos, aparentemente, se manifiesta atravesada por tal variedad de intereses, tradiciones y fines que hacen del nombre del viejo continente una noción contradictoria, multipolar y también paradójica. Europa no es mera historia empírica, pero tampoco la explosión de un opaco Espíritu más allá de las diferencias. La cuestión, por tanto, es que no puede ser un concepto unívoco, pero tampoco equívoco, un batiburrillo de experiencias, instituciones y vivencias amalgamadas por el azar o el infortunio. Europa es más bien –y así lo recogen los ensayos que engrosan el volumen– un concepto análogo, imperfecto si se quiere, que no puede prescindir de unas particularidades más o menos convergentes que se resisten, no obstante, a la unidad”.
Sueño, realidad, esperanza
Antje Rávik Strubel, Premio Alemán del Libro 2021 por Mujer azul, planea el sueño que representó, y aún representa, Europa para muchas personas de los países del Este, pero que al intentar cumplirlo se estrellan con otra realidad. La escritora ha dicho que muchos pobladores de los países pequeños de esa Europa oriental se sintieron ignorados o pasados por alto por Occidente en este siglo. “Nadie los escuchó siquiera cuando comenzaron a advertir que Putin recreaba, nuevamente, el Stalin-Kult. Entonces comenzaron a alejarse de Occidente. Empezaron a construir una identidad nacional más fuerte otra vez; se volvieron más conservadores y alejados de los valores occidentales, lo que por supuesto es un problema (en parte causado por el comportamiento de Occidente)”, explicó la autora alemana al diario argentino Clarín.
Si tras la caída del Muro de Berlín Francis Fukuyama habló de El fin de la Historia, Timothy Garton Ash explica en Europa, una historia personal cómo este presente echa sus raíces en la gestión de la caída del Muro de Berlín, lo que le lleva a describir este periodo como Postwall (postmuro). La mitad de las causas de esta crisis europea, según el analista británico en el diario español El País, están en la “arrogancia. Nos hemos vuelto complacientes, perezosos y arrogantes. Creímos que, porque las cosas nos habían ido bien durante años, iban a seguir así. Hemos confundido la historia en minúsculas, las cosas tal y como ocurren, con la Historia en mayúsculas como un proceso hegeliano de inevitable progreso hacia la libertad. No éramos tan complacientes ni arrogantes en el inicio de los noventa”.
¿Acaso es Europa más recuerdos bonitos que presente o futuro? Guillermo Altares no duda en afirmar que “sigue siendo un lugar maravilloso y es algo que, por ejemplo, se puede ver a través de la literatura o el cine. La cultura es totalmente mestiza, y las ciudades y la comida. Con todos sus problemas, en Europa se mezclan el pasado y el presente. Y sigo pensando que es un modelo para el futuro. Pero hay que cuidarlo y defenderlo. Día a día”.
Eva Díaz Pérez considera que “precisamente, ese olvido de su pasado y la aniquilación de su cultura han convertido a Europa en un parque temático histórico, en una cáscara vacía”. Explica que, por eso, Los viajeros del continente, “plantea una travesía por ese continente con ruinas prematuras, por lugares desolados sin memoria: balnearios olvidados, museos solitarios, estaciones de tren abandonadas, cementerios clausurados…”.
Cada página de esta road-novel o novela de viaje se convierte “en una metáfora de una Europa llena de desechos de última generación: grandes construcciones ultramodernas no culminadas, proyectos de estaciones de tren en medio de la nada, aeropuertos desiertos, macro residencias vacías, campos de golf sin concluir, parques acuáticos embrujados. Y, sobre estas postales de una Europa en ruinas, un Londres apocalíptico y fantasmagórico que devora a sus hijos. Esa Inglaterra contradictoria que ha negado ser Europa siendo el corazón secreto del viejo continente”.
Carta abierta a Europa
Un panorama y un mundo donde el Festival Días de poesía y vino de Eslovenia se detiene cada verano, desde 2017, con la Carta a Europa que invitan a escribir a un escritor del continente. Por ejemplo, el poeta belga Stefan Hertmans, dijo:
“La globalización y las enormes migraciones en curso que vienen aparejadas con ella –que en gran parte se han llevado a cabo por una geopolítica estadounidense cínica y arrogante en la península árabe– han llevado a una crisis en el modo de las relaciones y la hospitalidad, más acusada precisamente en Europa, que así no sólo se ha convertido en la víctima directa de las meteduras de pata norteamericanas en los ámbitos cultural y político, sino que también se ve enfrentada a una crisis relativa a los derechos humanos universales, ese gran logro de la Ilustración europea. No hay ninguna persona juiciosa que quiera excusar el terrorismo, pero está fuera de toda duda el hecho de que existan causas geopolíticas claramente demostrables para la violencia vengativa que nos ocupa”.
En 2022, la Carta abierta a Europa fue de la poeta española Chus Pato:
“¿Europa? Sí, Europa está llena de imperios que quieren unificarla, tener bajo su dominio único occidente y oriente. De los imperios, de los cismas, siempre marchamos.
No necesito recordaros nada de esto, lo estudiamos en la secundaria. Solo quería arriesgar un pensamiento —seguramente insensato— y contaros una historia.
El pensamiento insensato, resumido, es el siguiente: Europa sigue siendo dos, Roma Occidental y Constantinopla/Moscú Oriental. Occidente es una colonia de EE.UU. Oriente, una colonia china. Mientras occidente no reconozca a oriente y viceversa, mientras no se unan las dos mitades del símbolo, Europa seguirá siendo esa muchacha raptada por la lujuria de un dios antiguo y patriarcal”.
En 2023, el poeta inglés David Harsent reclamó, desde Europa, un liderazgo sobre el mundo ante el tema crucial de salvar el planeta:
“James Lovelock propuso la hipótesis de Gaia: que el planeta que habitamos, y las criaturas con que lo compartimos, forman un sistema interdependiente, armónico y benigno. La aparente negativa de la especie humana a admitir esta armonía, o ser parte de ella, parece provenir de la noción de que el planeta debe servir a nuestras necesidades, de que puede ser explotado cómo y cuándo queramos”.
Timothy Garton Ash celebra que la democracia sigue fuerte en la mayor parte de Europa. Pero, advirtió en El País que “ahora se trata de movilizarse para defender la mejor Europa que hemos tenido nunca, en lugar de desesperarnos por todo lo que hemos perdido. Europa aún tiene un extraordinario poder blando. Si preguntas a la gente de cualquier parte dónde quiere vivir, responden que en Europa o Estados Unidos. Nadie quiere vivir en China o Rusia. Les gustan nuestros valores. Pero nos falta el poder duro. Por eso el reto es desarrollar un poder duro al nivel de nuestro poder blando. En este nuevo periodo tras la era postwall, cuyo nombre aún no sabemos, esto va de cómo afrontamos los retos de ahí fuera: de Rusia, de China, de Turquía, de África, el cambio climático, la migración, la reelección de Trump. Buena parte del futuro de Europa no depende ya de lo que hagamos en el interior de nuestro continente, como ha pasado en los últimos cincuenta años, sino de lo que hagamos ante el mundo”.
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