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Fotografía LISTBETH SALAS

FILBo, de ser «la librería más grande de Colombia» a escenario cultural latinoamericano

La Feria del Libro de Bogotá celebra 30 ediciones y WMagazín reconstruye su biografía con 30 testimonios

Esta es la historia coral de cómo la “librería más grande de Colombia” se convirtió en un gran espacio cultural del país y Latinoamérica. En un paréntesis en un país emboscado por toda clase de tristezas y conflictos: políticos, armados, sociales, económicos, guerrilleros y del narcotráfico. En medio de esa sin salida apareció la cultura para salvarlo. Era el año 1988. Primero fue el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá cuando, en esa Semana Santa, llenó las calles de alegría y arte con algunos de los mejores grupos teatrales del mundo. Un mes después, el 29 de abril, fue la hora de la creación literaria, de la primera Feria Internacional del Libro de Bogotá, llamada por todos FILBo.

`Selfie Book’, ilustración de Turcios para WMagazín.

Tres décadas después de aquel año milagroso la FILBo pasó de ser una mera venta de libros en varios pabellones, algunos decían que de saldo, a mejorar la oferta y la presentación y convertirse en la “librería más grande de Colombia”. Un pasado que empezó a dejar en las últimas décadas para posicionar entre las más importantes ferias del libro latinoamericano. Mientras en 1998 tuvo 10.000 metros cuadrados de exposición, hoy son 51.000; y si en su debut congregó a 209 expositores y 11.000 asistentes hoy esa cifra es de más de 500 expositores y 500.000 visitantes. Además, la parte profesional cada año coge más vuelo.

La FILBo celebrará sus 30 ediciones con 200 autores de 30 países. Y con dos premios Nobel J. M. Coetzee y V. S. Naipaul, y lo mejor y más variado de las letras de Francia, como país invitado de honor. Aunque el anfitrión tendrá un protagonismo especial con los nuevos autores que renuevan su panorama literario. La cita es del 25 de abril al 8 de mayo.

WMagazín está presente en esa cita literaria con una cobertura especial y multimedia para que los lectores puedan ser testigos de los principales actos e ideas que se debatirán aquí. Con ella empieza su andadura itinerante por los principales eventos del mundo del libro. Tras abrir ayer el debate global sobre ¿Qué es un libro en el siglo XXI? Que sirve de prólogo a la FILBo, hoy es el turno de la historia de esta feria bogotana y presentarla a los lectores. Y nada mejor que sean las propias personas que han formado o forman parte de su biografía las  que participado o participan y emociones. Es mejor que la biografía de estas 30 ediciones de la FILBo la cuente 30 personas que han participado o participan de ella. Con sus voces se armaremos esta vida FILBo.

Entrada de Corferias, donde se celebra la FILBo.
Entrada de Corferias, donde se celebra la FILBo. / Agencia de Noticias Universidad Nacional

Un hijo de la Feria

“Yo tenía 18 años. Al principio de la Feria -su génesis- fueron libros. Sé que es un poco obvio, pero hace muchos años la feria eran saldos y libros baratos. No había nada de lo que hoy existe (ni lanzamientos, ni glamur, ni movidas culturales) y duro así un buen tiempo: autentica. No he faltado ninguna edición y puedo decir que hoy es una feria profesional, pero sigue siendo popular la maldita. Supera en entradas a todas las ferias, como cruel paradoja de un país de no lectores”, recuerda Nicolás Morales Thomas, director de PUJ, Publicaciones de la Universidad Javeriana.

Las primeras veces

“Busqué en los pasillos de la Feria libros azules del Ojo Sin Párpado, acompañé a mi abuelo a mostrar mapas antiguos y vi pasar a un viejo muy tranquilo, moreno, sonriente, que parecía flotar sobre las cabezas con una cámara al hombro. Muchos años después las historias fantásticas del Ojo sin Párpado, mi abuelo muerto y el viejo sonriente, el inmenso fotógrafo Leo Matiz, marcarían a latigazos mi forma de escribir. En medio de esos encuentros trabajé en puestos de librerías, en cubículos de revistas, como aprendiz de periodista y dando talleres de escritura creativa. Recuerdo el sol y la fascinación de los niños con las bombas de colores, de los jóvenes con las modelos que vendían en Editorial Planeta y de los no tan jóvenes con los extranjeros, fueran quienes fueran. Desde que empezó este siglo escribo y publico en países que están muy lejos. Ir a la Feria ya no depende de mí. Esas visitas del siglo XX son entonces, de muchas maneras, también las más nuevas”, confiesa Antonio Úngar autor de títulos como Tres ataúdes blancos (Premio Anagrama de Novela 2010) y del libro infantil y juvenil Corazón de león (2016).

Una generación

“Empecé a visitar la Feria viniendo desde Ibagué como lectora que debía acudir a Bogotá para poder comprar libros, ante la exigua oferta disponible en esa ciudad. Con los años me convertí en responsable de ediciones académicas y a mi condición de compradora adicioné la de autora. Cada año las sorpresas vienen con el país invitado, siempre una oportunidad para leer más. Dos han sido para mí especialmente ricos: Portugal (2013) y Holanda (2016). Los aportes siempre vienen desde la materialidad del libro y sus soportes, con la emoción de encontrar la victoria del libro impreso en cada cita”, reconoce Carmen Millán de Benavides, directora del Instituto Caro y Cuervo, de Colombia.

Por qué y para qué

“La Filbo se hizo para acercar a los lectores a los libros, y a los escritores a su público lector, teniendo en cuenta que en el medio están los editores como verdaderos promotores de lectura. Desde un comienzo se pensó que queríamos aumentar el número de lectores en Colombia. En este país el libro no es visto como un elemento de la canasta familiar y la lectura no había tenido programas que incidieran en el comportamiento de las personas para convertir, sobre todo, las generaciones futuras en lectores. Esta cita en la feria, es la oportunidad para que los gobiernos, padres de familia y profesores se sensibilicen acerca de la importancia fundamental del libro en la educación de las nuevas generaciones”, asegura Enrique González Villa, Presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro.

Cartel de la Filbo 2017.
Cartel de la Filbo 2017.

Cómo se monta

“La FILBo se hace en Corferias. Se adecúa cada año a las áreas internas y externas como salas de conferencias y exhibiciones, la alta demanda de actividad académica y cultual exige tener mayor disposición de recursos y tiempos que la mayoría de ferias que maneja el equipo técnico de Corferias. Las labores se incrementan hasta un 30%”, cuenta Andrés González, Jefe de proyecto de FILBo.

Un regalo para Colombia

“Es un espacio donde el país logra salir momentáneamente de las estrechas fauces del periodismo sensacionalista y politiquero, para ofrecerle a los ciudadanos reflexiones con matices, una pluralidad de voces que confirman nuestra capacidad para salir de los estereotipos, para interpretar con hondura los avatares de la existencia, la fragilidad del ser humano que, paradójicamente, abren un camino para creer que aún es posible vivir pacíficamente, persistiendo en una alegría que resulta casi inexplicable ante la irónica mirada de los escépticos. Es el momento del entusiasmo en la palabra y prueba de que el mayor capital que tenemos es el irrenunciable regalo de nuestra asombrosa y portentosa creatividad”, afirma Consuelo Gaitán, directora de la Biblioteca Nacional de Colombia.

Lo que significó

“Desde una publicación como el Magazín Dominical de El Espectador, y un momento de profundos dolores y violencias, el nacimiento de la Feria Internacional del Libro de Bogotá se convirtió, para nosotros, en una apuesta decidida por la creación, la crítica, el periodismo cultural, y el derecho a soñar. Nos llenamos de personajes librescos y en nuestra labor cotidiana quedó plasmado aquello que tan bellamente expresó Carlos Monsiváis: “escribir es poblar”. Hicimos de la Feria nuestra línea de fuga. Divulgamos, creamos, cuestionamos, propiciamos debates, caminamos, conversamos, disfrutamos. Fue una cruzada por el libro, el mundo de las lecturas compartidas, del ojo por hoja, del mapa bibliográfico de América Latina, del rincón del bibliófago…, dice Marisol Cano, decana de la facultad de Comunicación y Lenguaje de la Universidad Javeriana, de Bogotá. Marisol Cano era 1988 directora de Magazín Dominical de El Espectador que tenía portadas como esta:

Una portada del Magazín Dominical, de El Espectador.
Una portada del Magazín Dominical, de El Espectador.

Nacer en la Feria

“Fue en el año 1995, cuando el pabellón del humor ya lo era y cuando los pioneros como Jorge Grosso ya habían conquistado el terreno de la Feria del Libro de Bogotá, que recibí una invitación retadora. Debíamos diseñar pincel en mano un personaje de grandes dimensiones como reclamo de nuestro espacio como dibujantes. Esperé a que mis compañeros hicieran sus trabajos: mujeres de largas cabelleras, piernas kilométricas y generosas delanteras. Dibujos desde luego hermosos, pero como única mujer participante en ese momento, quise romper el molde. Así nació Magola, la antítesis de la belleza colombiana”, recuerda Adriana Mosquera, Nani, una de las caricaturistas más destacadas de Colombia.

Una librera con dos vidas

“Me ha tocado vivir los 30 años de la Filbo paralelos, en buena parte, a mi carrera como librera. Ya sea estando al frente de librerías o manejando una distribuidora de libros y en este caso viviendo la experiencia de participar en ella como expositor. Celebro que un evento de esta magnitud se haya logrado mantener, y que todavía y a pesar del espacio digital mucha gente la programe como el paseo familiar de fin de semana. Es paradójico, pero aquellos que estamos vinculados con la parte comercial del sector del libro se nos dificulte estar presentes en las actividades culturales porque debemos atender al público. En alguno de esos domingos en que me es dado rondar por ella, sin estar pegada por la curiosidad de la oferta bibliográfica expuesta elegí escuchar a John Katzenbach. Es un autor exitoso de novelas de suspenso, y me sorprendió gratamente su exposición acerca del oficio de escritor. Todavía vive en mí la emoción de haberle escuchado: muy evocadora, precisa e inteligente. Él manifestaba que como lector o autor, siempre experimenta su transformación en el personaje. Contaba que muy joven, terminada su lectura de Crimen y castigo, de Dostoievski, salió a comprar un abrigo igual al de Raskolnikov y vagaba por las calles con su misma actitud y gestualidad. Este año vendrá de nuevo y volveré a escucharle”, revela Alba Inés Arias, de Librería Lerner.

Feria grande para editoriales pequeñas

“La FilBo es nuestra cita cara a cara con nuestros lectores, libreros y autores. Este año tenemos invitados de España, Holanda, Inglaterra y Francia, además de la vitrina natural para nuestros autores locales. La FilBo también es cita con compradores internacionales y ahora se posiciona como centro de derechos. Como editores colombianos es nuestro gran evento, con un importante resultado en ventas y con, cada vez más, un posicionamiento internacional”, afirma John Naranjo editor de Rey Naranjo, de Colombia.

 Feria grande para editorial mundial

«Para Penguin Random House, la preparación de la Filbo contempla cinco elementos esenciales. Primero, la programación de novedades locales importantes en todas las líneas temáticas, con sus respectivos lanzamientos en feria. Segundo, la planificación de visitas de autores extranjeros de renombre y la publicación de sus libros más destacados. Tercero, la elaboración de un programa de eventos con participación de nuestros autores. Cuarto, una selección de obras del fondo editorial que permitan una oferta abundante y variada al público en nuestros stands. Quinto, un plan de mercadeo para la promoción tanto de libros y autores como de la marca de la empresa”, desvela Gabriel Iriarte, director de Penguin Random House Colombia.

Leer las caras

“El medio millón de visitantes de la FILBo abarca niños de colegio y premios Nobel. No todos compran libros ni son lectores, pero la FILBo está pensada para todos: chicas que se desmayan con el booktuber del momento, bibliotecarios que atraviesan el continente… Cada año espero la FILBo para celebrar el encuentro, estar en el stand de incógnita y leer sus caras: cuando se ríen, comentan, consiguen el libro que buscaban o uno que no sabían que existía; también cuando fruncen el ceño o pasan de largo. No importa, tal vez el próximo año traigamos el libro que alguien necesita como si fuera un antídoto, el libro que le dé sentido a su vida, así como hacerlos le da sentido a la nuestra”, dice Catalina González Restrepo, Gerente de Luna Libros.

Un descubrimiento

«La novia de los solteros, de Stephen Koch, es uno de los descubrimientos de la feria», y enseña la portada Ricardo Silva Romero, autor de obras como Historia oficial del amor (Alfaguara):

Libro La novia de los Solteros de Stephen Koch
Libro La novia de los Solteros de Stephen Koch

El primer regalo

“Cuando era niña, para mí el lujo eran los abrigos de pieles, los vestidos de noche y las mansiones a orilla del mar. Más adelante, creí que consistía en llevar una vida de intelectual. Ahora me parece que consiste también en poder vivir una pasión por un hombre o una mujer”. Así terminaba Annie Ernaux su nouvelle Pura Pasión. Eso fue lo primero que leí del libro un atardecer muy frío en Bogotá en el estand de Tusquets en la Feria del Libro de Bogotá de 1994. Quedé sorprendido con esas palabras que se movieron en mi pecho con desazón. Con el libro en la mano, quise saber cuál era la historia de ese personaje que con su voz directa y seca, pero llena de matices, acababa de leer en su último párrafo. Ella, Annie Ernaux, es el primer autor que me regaló la FILBo. Gracias», Winston Manrique, director WMagazín.

La Filbo como autor

“La Filbo, para mí, sigue siendo un evento placentero, incitador. No sólo porque me gusta hacer el recorrido de rigor por los distintos pabellones –y siempre aparecen libros deseables o que uno ha estado buscando- sino porque pasan por ella muchos escritores, algunos de ellos amigos –lo cual es siempre ocasión de alegría-  otros que uno ha leído y quiere escuchar y otros que son revelaciones interesantes, verdaderos descubrimientos. Son, digámoslo así, unos días de recreo, de encuentros imprevistos, de exploraciones, que uno maneja de manera flexible y a su antojo, de acuerdo a la disposición que se tenga en el momento de exponerse al mundo literario”, cuenta Piedad Bonnett, una de las poetas, narradoras y dramaturgas colombianas más relevantes del español.

Sellos universitarios

“Los sellos universitarios han estado presentes en la FILBo desde su primera edición y desde ese momento han permitido que los lectores dialoguen con las realidades del país. Cada uno de los títulos publicados responde a la necesidad de los lectores de conocer su historia, de mejorar las condiciones de vida y de sobreponerse a las tragedias a través de la sublimación que ocurre en las artes”, explica Juan Felipe Córdoba Restrepo, presidente de la Asociación de Editoriales Universitarias de Colombia, ASEUC; y director editorial de la Universidad del Rosario.

Lugar central

“Filbo ocupa hoy un lugar central en las Ferias del Libro de América Latina. A pesar de estar un escalón por debajo de Guadalajara en el tema de negocios, es indudable que desde hace siete años ha venido creciendo de una manera estupenda en su programación cultural, asunto que en el pasado, a pesar de su gran afluencia de público, la hacía débil en el concierto internacional. Bogotá ha sabido capitalizar su centralidad continental y cada vez la FILBO le hace honor a una cultura y a unos habitantes ávidos de mundo y de voces que refresquen el cielo encapotado de sus días grises”, reflexiona Juan David Correa, director de la revista cultural Arcadia.

Cambio de rumbo

“Desde hace unos años la Feria tuvo un giro muy interesante en su estrategia cultural que la llevó a convertirse en la gran protagonista de la agenda informativa del país durante 14 días. Así, la Filbo pasó de ser, como se decía de manera popular, ‘la librería más grande del país’, a convertirse en un escenario cultural, con una rica programación temática, con invitados de primer nivel internacional. Hoy la feria supera, incluso, a eventos similares suyos como el Hay Festival de Cartagena, con el valor agregado de llegarle a una audiencia mayor y diversa. En ese sentido, creo que la Filbo tiene que continuar consolidando su estrategia, en esa misma dirección”, Carlos Restrepo, periodista cultural de El Tiempo.

Noticias por dentro

“Lo más demandante en el proceso de cubrimiento de prensa de FILBO es lograr plasmar, tanto en medios digitales como impresos, las más de 1.300 actividades de la feria. Lograr un lenguaje cercano que atraiga a los diferentes públicos (joven, adulto, profesional, literato, editor, estudiante) no es fácil, pero a través de los años hemos podido narrar las historias de cada obra haciéndolas atractivas a los medios para que se conviertan en noticia y fuente de información.  Abrir la mente a todo tipo de temas e involucrar diferentes territorios y culturas es lo que hace a la FILBO un desafío para cualquier equipo de comunicaciones que desee cubrirla y promoverla al público intelectual y masivo. La responsabilidad que tenemos como equipo de comunicaciones es grande, ya que es una feria de todos los colombianos y el evento cultural más importante en el sector literario que tiene el país”, asegura Elizabeth Arias, gerente de comunicaciones y publicidad que este año tiene carteles como el siguiente:

Cartel de Filbo 2017.

Cómo se prepara un periodista

“Si uno vive entre lectura y escritura, y la profesión transita la frontera literatura- periodismo, la feria del libro es una cita muy importante. En 2017 me preparo releyendo a autores como Coetzee, a quien conocí y entrevisté, y Naipaul, que me atrae por su misticismo de tres mundos. Participaré como periodista y autor de El Galeón San José y otros tesoros en la celebración de 30 años de la Filbo y 130 del diario más antiguo de Colombia, El Espectador, en el que García Márquez fue reportero y publicó su primer cuento y el primer capítulo de Cien años de soledad”, cuenta Nelson Fredy Padilla, editor dominical de El Espectador.

Sonidos diarios de la Filbo

“Lo mejor es poder estar en ella todos los días que dura. Y lo peor es tener que convivir con una agenda que no se cumple. Programaciones retrasadas, autores que llegan tarde, visitantes que no aparecen, y eso es lo que hace dispendiosa la labor periodística de la Feria de Bogotá. El incumplimiento de la agenda”, dice Guillermo Parada, director del programa de la emisora de la Universidad Nacional de Colombia.

Luces y sombras

“La Feria de 1986 fue una reunión de amigos: impresores, editores grandes y pequeños, algunos distribuidores; y escritores. Los escritores colombianos reunidos para el evento fueron la gran atracción. El ambiente era alegre y un poco provinciano, y los organizadores tenían puestas sus esperanzas en el buen momento que atravesaba la industria gráfica. Pero en los siguientes 30 años, para sorpresa de muchos, el público se tomó la Feria y la convirtió en una fiesta popular. Además de la tradicional programación literaria, cada vez más sólida y variada, la FilBo hace poco para honrar y capturar a los lectores potenciales que año tras año insisten en invadir un recinto pudorosamente empeñado en mantenerse a salvo de los lectores.”, asegura Margarita Valencia, directora de la Maestría en Estudios Editoriales del Instituto Caro y Cuervo.

Babel de libros y no libros

«He visto cómo la feria en 30 años ha evolucionado mucho en su programación cultural, pero no tanto en cuanto a la estructura física, arquitectónica y de distribución de los expositores. La razón es que la feria no es solo de la Cámara del Libro, sino también de Corferias, el recinto expositivo que ahora mismo está en obras, las cuales no se terminarán hasta el año 2030. Todo esto hace que se llenen o vendan una cantidad de metros cuadrados de expositores que no necesariamente son editores, en detrimento del nivel de esta cita literaria. Porque en Colombia no hay tantas editoriales para llenar ese espacio y por eso debería hacerse en menos metros. Pero lo que hacen es alquilar metros cuadrados a una serie de empresas que poco o nada tienen que ver con el ecosistema del libro. Tanto es así que, a veces, parece un mercado persa», se lamenta María Osorio, directora y fundadora de Babel libros, editorial, distribuidora, librería y biblioteca para niños del barrio.

Booktubers en la tierra

“Como booktubers, consideramos importante salir del paradigma de los videos en la Red para pasar al plano de la interacción directa con nuestros compañeros de pasión, con quienes disfrutan viviendo otros mundos y haciendo volar la imaginación. La FILBo nos da la oportunidad de compartir con otros lectores y autores, de sorprendernos con nuevos talentos y disfrutar de las buenas historias”, dicen los booktubers del grupo B2 Rolo que aparecen en el siguiente mosaico:

Booktuber del grupo B2Rolo.
Booktuber del grupo B2Rolo.

El papel de analógico en la era digital

“Yo diría que el papel que cumple la Filbo, en la medida en que el impreso sigue predominando como soporte en el que se publican y leen los libros, las ferias del libro siguen cumpliendo con el papel con el que nacieron: aumentar los lectores-compradores habituales de libros. En los países latinoamericanos en general, las ferias del libro son muy importantes por dos razones fundamentales. Primero, porque posibilitan que personas que no leen ni compran un libro lo hagan al menos una vez en el año—muchas de las personas que visitan la feria jamás han pisado y quizás no pisen nunca una librería, pero sí van a año tras año a la feria—. Segundo, porque las ferias contribuyen a que al menos durante dos semanas los libros y la lectura ocupen un renglón importante en la esfera pública, concitan la atención de medios que usualmente no les dedican un espacio”, explica Marianne Ponsford, directora del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, Cerlalc.

Muchas ferias como lectora y primera como autora

“Recorro las ferias del libro para encontrar nuevas voces, autores que no conozco, mundos que si no fuera a través de los libros no podría transitar. Que este año Joaquina Centeno (Sílaba), una novela mía, este en FilBo es como subirla a un escenario, y dejar que las luces del teatro caigan sobre ella, que es la que tiene que contar, porque como autora ya ejercite mi arte y mi trabajo. Que hable de ella no es más que hacer la presentación para que la obra empiece a recorrer su propio camino”, dice Marbel Sandoval Ordóñez, periodista y escritora que presentará la novela Joaquina Centeno, segunda parte de la trilogía Conjuro contra el olvido, la primera parte se titula En el brazo del río, y próximamente publicará la tercera, Las brisas.

Debut internacional

“Es mi primera Feria de Bogotá. He estado en esa ciudad en otras ocasiones. Recuerdo especialmente un viaje a mediados de los años 90 y se vivía una situación especial. Ese día la ciudad daba miedo, estaba solitaria y militarizada. La crucé con un salvo. Era el día del censo. Recuerdo que el país y Bogotá eran más conflictivos. Luego he vuelto y ha estado todo muy bien. No prefiero esperar nada de esta primera vez de la FilBo. Pero para mí el poder ir significa una buena aventura para entrar en contacto de nuevo con autores colombianos y me apetece la experiencia con los lectores y el público en general”, señala el español Enrique Vila-Matas que presentará su novela Mac y su contratiempo (Seix Barral).

***

Coetzee en FILBO
El Nobel de Literatura, J. M. Coetzee (sentado) y Giuseppe Caputo, director de la FILBo en 2017. /Foto de Lisbeth Salas

El futuro de la FILBo

Por Giuseppe Caputo
Director Contenidos Culturales de FILBo

 

En los últimos años, la Feria Internacional del Libro de Bogotá ha crecido y crecido hasta ser ahora un evento de ciudad. Cada vez son más los espacios en los que la FILBo ocurre. Tiene su epicentro en Corferias, pero también hay eventos por toda Bogotá: en librerías, bibliotecas, colegios, universidades y otros espacios urbanos durante los 14 días que dura la feria. La programación cultural es cada vez más amplia y diversa: incluye autores de primerísimo nivel y enorme proyección internacional como los Premio Nobel de Literatura Svetlana Alexiévich, JM Coetzee, VS Naipaul, Mario Vargas Llosa y JMG Le Clézio; la Premio Nobel de Paz Jody Williams, Cees Nooteboom, César Aira, Jeffrey Eugenides, Richard Ford, Philippe Claudel, John Banville, Fernando Vallejo y los editores de Elena Ferrante, por ejemplo, como autores destacados del panorama literario iberoamericano contemporáneo. En los últimos años, escritores como Fabio Morábito, Emiliano Monge, Valeria Luiselli, Gabriela Alemán, Carlos Pardo, Marta Sanz, Luis Muñoz, Mercedes Cebrián, Sergio Chejfec, Mariana Enríquez, María Sonia Cristoff, Selva Almada, Alejandra Costamagna, Paulina Flores, Abilio Estévez, Legna Rodríguez y muchísimos más han participados en las mesas de la FILBo. Lo propio ocurre con autores colombianos de todas las generaciones: Tomás González, Evelio Rosero, Laura Restrepo, Piedad Bonnett, Carolina Sanín, Juan Álvarez, Juan Cárdenas, Daniel Ferreira, Margarita García Robayo… La FILBo abre sus puertas a autores nuevos y consagrados. La visita de cada autor debe ser la excusa para que su obra viaje a Colombia y se quede en el mercado. No tiene sentido que estos autores viajen a Bogotá si su obra no viaja con ellos.

Quisiera resaltar el lugar que la edición independiente ha ido ocupando en la programación de la feria: desde los últimos años, está en el centro de la programación cultural. Así mismo, han ido creciendo las jornadas profesionales: no sólo los foros del libro, que son las mesas para la profesionalización de todos los interesados en edición y gestión editorial, sino también el salón de negocios de la FILBo, pensado para agentes, editores, distribuidores y responsables de servicios editoriales.

Hablo del futuro que quisiera para la FILBo, al menos en lo que respecta a la programación cultural, dirigida a un público tan amplio como diverso: seguir conjugando en las mesas a autores consagrados como a autores nuevos, y a editoriales grandes como independientes. La FILBo debe ser un espacio para todos; no sólo debe dar relevancia al talento que ya conocíamos sino buscar, buscar, buscar: estar pendiente de lo que ocurre en el mundo y abrir puertas a los que las tocan e incluso a quienes no las han tocado porque no saben que pueden tocarlas. Abrir puertas.

Me alegra mucho la aparición e importancia que han adquirido varias franjas de la feria: las franjas «Que viva la música» y «Libros para comer», que tienen cada uno un pie en los libros y el otro pie en otro oficio (la música y la gastronomía), pues invitan a lectores no asiduos a acercarse a los libros desde otros caminos; la franja para niños y la franja para jóvenes, así, separadas, y ya no juntas en un sólo bloque llamado «franja infantil y juvenil», pues evidentemente no es lo mismo un niño de cinco años que un joven de 18; la franja «Más formas de leer», que le habla a personas con discapacidad e incluye talleres de lecto-escritura en Braille, por ejemplo, y charlas sobre rima y poesía en lengua de señas.

La diversidad también se ve en la creciente presencia de autores LGBTI en la feria, como Justin Torres, Édouard Louis, Luis Negrón, Amalia Andrade, Maxim February, Brigitte Baptiste, Mati González Gil… Con ellos hemos querido recordar que hay experiencias que otorgan sentimientos específicos y conocimientos culturales específicos, y que la lectura tiene muchos colores.

Que ese espíritu de apertura, curiosidad, renovación, búsqueda y diversidad siga siempre.

Regalo del lector

Muchos lectores está agradecidos con el aire literario que vive Colombia durante dos semanas cada año. Freddy Ortega, comunicador social y caricaturista en @fredibujos, plasma con su trazo lo que significa para él y muchos lectores la Feria Internacional del Libro de Bogotá, FILBo:

Caricatura de Freddy Ortega sobre la FILBo.
Caricatura de Freddy Ortega sobre la FILBo.
Winston Manrique Sabogal

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