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J. M. G. Le Clézio: “Somos de la nacionalidad de lo que amamos”

Te invitamos a un recorrido con el Nobel de Literatura 2008 por Madrid, durante dos días, en la presentación de su novela 'Bitna bajo el cielo de Seúl'. El escritor nómada, militante de la interculturalidad y comprometido con los problemas del mundo actual. Fotografías de Lisbeth Salas

Bajo una lluvia fina que limpia el aire de Madrid camina por Gran Vía un hombre esbelto que es la prueba feliz de la naturaleza nómada del ser humano. Sube por una ligera cuesta protegido por un paraguas transparente. Camina despreocupado. Mira a los lados y, con frecuencia, levanta la cabeza para pasear su mirada por los edificios centenarios.

El próximo año cumplirá 80. Nadie lo creería. Jean-Marie Gustave Le Clézio conserva su cuerpo atlético, aunque reconozca que ya siente los años. Ha vivido en varios países siguiendo el eco mestizo de sus antepasados. Ha explorado territorios humanos y emocionales. Ha escuchado de viva voz las historias alegres, tristes y sin salida de mucha gente, incluso en la selva donde se reconcilió con la literatura. Volvió a escribir con las voces de la gente, y en 2008 obtuvo el Premio Nobel.

Pero la semilla de su literatura comprometida con el bienestar del mundo procede del niño Jean-Marie Gustave cuando escuchó la voz de Lázaro de Tormes contar en un libro las penurias de su paso por esta vida. A esa voz se sumó la de su abuela materna que le contaba historias. Se crio con ella y su madre en Niza (Francia), durante sus primeros siete años, porque el comienzo de la II Guerra Mundial los separó de su padre que era inglés.

Así entró la periferia de la vida en el mundo de Le Clézio, realidad y ficción que habla de realidad. Unas raíces que vienen de más atrás y que ha reforzado como él mismo contará durante los dos días de su visita a Madrid en diferentes lugares.

J. M. Le Clézio en Madrid, en marzo de 2019. /Fotografía de Lisbeth Salas

Un Nobel nómada bajo el cielo de Madrid

J. M. G. Le Clézio nació el 13 de abril de 1940 en Niza (Francia). Pero procede de una familia de Bretaña emigrada a la isla Mauricio en el siglo XVIII cuando era colonia francesa. Dos siglos después retornaron al país, a Niza, en el periodo de entreguerras del siglo pasado. La segunda conflagración mundial sorprendió allí a su madre y su abuela. Acabada la guerra, su padre volvió y reanudó el periplo ancestral de la familia: Nigeria, Inglaterra, lugares del océano Índico, Tailandia, México, Panamá, Colombia… Se casó en 1975 con una «auténtica nómada que en cada viaje lleva todo» y que reforzó su nomadismo y espíritu místico que lo ha llevado este siglo a vivir en China y Corea.

Madrid es su penúltima estación. Su escritura lo ha traído hasta aquí para hablar de su novela, Bitna bajo el cielo de Seúl (Lumen), un compendio de sus intereses como lector, como escritor y como ciudadano preocupado. De paso, desgranará la historia de su vida durante día y medio en las entrevistas con diferentes medios de prensa, radio, televisión e internet que lo llevarán por varios lugares de la ciudad. La novela es un homenaje a la literatura y a las narraciones orales como «un arte para vivir mejor y conocernos mejor».

J.M. G. Le Clézio, en la cafetería Clavel, del Hotel de las Letras, de Madrid. /Fotografía de Lisbeth Salas

EN LA CAFETERÍA “La literatura es una manera de vivir mejor”

El escritor está sorprendido de que las cuatro estaciones roten extraviadas y efímeras por Madrid estos días. El martes 5 de marzo, llega a la ciudad procedente de París poco antes del mediodía. A las cuatro y media de la tarde se sienta en la primera mesa al lado de la puerta de la cafetería Gran Clavel, del Hotel de Las Letras, para hablar con el primer grupo de periodistas, los de las agencias EFE, Colpisa y Televisión Española. Aunque habla bien español, en muchas de las respuestas prefiere utilizar a la intérprete, a Isabel Ozores, para sentirse más seguro.

Es un hombre de cara, voz y gestos muy amables. Su rostro blanco de ojos azules y cabello rubio grisáceo resaltan con su vestimenta negra y unos bonitos zapatos color marrón. Desde su sitio tiene un panorama total de la cafetería mientras a su izquierda un gran ventanal le permite observar la Gran Vía.

Tras la primera ronda de entrevsita, en un vídeo para WMagazín, Le Clézio trata de explicar por qué nos gusta tanto contar historias y que nos las cuenten: «Para mí es un arte que hace vivir la imaginación e incentiva el hecho de que te permite crear personajes, inventar diálogos, inventar situaciones. La literatura no como distracción sino como una manera de vivir mejor y de conocernos mejor a nosotros mismos, y de encontrar a los otros en un terreno neutro. Te das cuenta que la vida es breve y de que hay que aprovecharla».

Le Clézio durante las entrevistas a medios de comunicación españoles. /Fotografía de Lisbeth Salas

CON PERIODISTAS “Una frontera es el lugar más cruel del mundo”

Con otro grupo de periodistas habla a fondo de cómo su novela es un homenaje a las narraciones orales través de la historia de una joven de 17 años que llega a la ciudad procedente del campo y termina trabajando con una mujer gravemente enferma contándole historias. Una Sherezade del siglo XXI que cuenta relatos no para salvarse ella sino para prolongar los días de otra mujer, un Lázaro de Tormes del siglo XXI que radiografía el mundo contemporáneo.

Bitna bajo el cielo de Seúl surgió un día cuando estando en la capital surcoreana, donde fue profesor varios años, escuchó la historia de un policía que «criaba palomas para mandarlas al otro lado de la frontera, a Corea del Norte, para que fueran y conocieran el lugar donde había nacido. Es algo irreal y fantástico y, a la vez, un símbolo de esperanza. No hay nada peor que una frontera. Una frontera es el lugar más cruel del mundo donde se separa a los que tienen todo de los que no tienen. Pensar que los animales, los pájaros, los lagartos o los insectos pueden pasar las fronteras es algo que me da confianza en la vida. Así es que el cuento del policía y sus palomas sirvió de matriz para agregar otras historias y, poco a poco, el libro comenzó a existir como una novela. Es una relación entre cuentos, cuenteros y una progresión del sentido de la vida».

Cuando empieza a oscurecer, hacia las siete y media, Le Clézio termina las entrevistas y sube a descansar.

Le Clézio en la biblioteca del Ateneo, de Madrid, en marzo de 2019. /Fotografía de Lisbeth Salas

EN LA BIBLIOTECA “Soy militante de la interculturalidad”

El cielo del miércoles promete lluvia. La primera cita es en el Ateneo de Madrid. Empieza a caer la primera llovizna. Llega poco antes de las doce del día. Zapatillas blancas y gorra beig. Llega puntual para la grabación del programa literario de TVE Pagina 2.

Sube despacio por las escaleras de mármol del Ateneo mirando a lado y lado, saluda al conserje, coge el ascensor que se abre en la segunda planta. Allí se detiene en los pasillos rodeados de libros. Casi pega la cara a las puertas de cristal para ver los libros. Para Le Clézio «la literatura no pertenece a ningún país. La literatura es universal. El Quijote es de todos. Estoy agradecido por el premio Nobel, pero no hay premios literarios más importantes que otros. Yo soy jurado de un premio en la isla Mauricio y ahí hay libros muy buenos. Soy militante de la interculturalidad. Cada ser humano está hecho de una mirada, de una identidad. No hay una identidad fija, se mueve, como nos movemos todos y como nos hemos movido físicamente toda la vida».

Le Clézio con el periodista Óscar López, durante la grabación del programa 'Página 2', de TVE, en la biblioteca del Ateneo, de Madrid, en marzo de 2019. /Fotografía de Lisbeth Salas

CON 'PÁGINA Dos' “Los seres humanos y los animales somos parte del mismo mundo”

Al entrar en la biblioteca del Ateneo, Le Clézio se queda admirado de ver los techos tan altos y de libros hasta arriba. Casi dos siglos tiene el edificio, todo biblioteca de madera con puertas de cristal. Tres filas de mesas de consulta con sus lámparas. Camina lento, pasa debajo de un aviso metálico sobre una puerta que dice SILENCIO. Entra en la segunda estancia. Otea el lugar como un niño asombrado y gira despacio la cabeza para ver un segundo nivel abalconado. Un pequeño paraíso.

Óscar López, periodista y director de Página Dos, lo recibe, le da las gracias por acudir a la entrevista y le explica cómo será. Dos asistentes le ponen el micrófono y se sienta con López en medio de uno de los pasillos. Habla de:

  • «No escribo sobre lugares, mi inspiración es interior».
  • «Tengo olfato de perro: soy capaz de sentir los problemas a donde voy».
  • «Me obsesionan los niños abandonados, las personas desaparecidas, los perros maltratados y dejados».
  • «Los seres humanos y los animales somos parte del mismo mundo».
Le Clézio en la biblioteca del Ateneo, de Madrid, en marzo de 2019. /Fotografía de Lisbeth Salas

POSA PARA LAS FOTOS “Mis historias son 80% de realidad, 20% de imaginación”

Cuando termina la grabación da un paseo por la biblioteca. Es el único momento en que posa para las fotografías de WMagazín. Según Le Clézio, él tiene poca imaginación, no inventa nada. «Mis historias son 80% de realidad, 20% de imaginación y documentación». Proceden de escuchar las voces de los demás, del murmullo de historias por donde pasa, de ser testigo de esas vidas convertidas en narraciones orales por sus protagonistas.

Es un hombre fascinado por la realidad. Sus libros, este libro en concreto, es el cruce de la voz de su abuela y de Lázaro de Tormes contando su realidad y que él adapta para registrar la realidad que le ha tocado vivir. «Proust decía que no existe la imaginación sino la memoria. Guardo lo que escucho en mi cabeza y dejo que el tiempo haga su trabajo».

Ejemplar de 'Le Procès-verbal', de 1963, traducido como 'El atestado', firmado por Le Clezio durante su visita al Ateneo. /Fotografía de Lisbeth Salas

SU PRIMER LIBRO “Lo importante es el ritmo, la musicalidad y la pasión que se ponga”

Antes de salir del Ateneo lo invitan a ver la vitrina donde están expuestos sus libros. Hay unos diez, pero uno de ellos llama la atención. Es Le Procès-verbal. Su primera novela con 23 años, en la edición del año en que salió, 1963. «No lopuedo creer», dice Le Clézio. Sonríe ilusionado. El encargado abre la vitrina, coge el ejemplar y le pregunta si puede firmarlo:

-¿No piensa usted que es un crimen? -responde con una sonrisa el escritor.

-No. Sería un honor para nosotros -responde el encargado.

Al minuto, Le Clézio tiene en sus manos aquella novela con la que debutó, obtuvo el Premio Renaudot y empezó a ocupar un lugar relevante en las letras francesas y luego del mundo. En español se titula El atestado.

Saca el bolígrafo y escribe en español sobre la hoja amarilleada por el tiempo:

«a la biblioteca del Ateneo en Madrid (sesenta años más joven…) Con mi agradecimiento», y firma.

Un libro crucial para él al que siguieron otros como El diluvio, Terra amata, La guerra, Los gigantes, Mondo y otras historias, El desconocido en la tierra, Desierto, La conquista divina de Michoacán, El buscador de oro, La cuarentena, El pez dorado, El africano, La música del hambre y este Bitna bajo el cielo de Seúl, y así hasta casi medio centenar.

Pero en los años setenta Le Clézio perdió la fe en la literatura. Hasta que durante su convivencia con los indios Emberá en las selvas del Darién, entre Colombia y Panamá, le devolvieron la ilusión: «Aunque ellos no tienen escritura sí usan un lenguaje elegante y sencillo para contar cuentos. Comprendí la importancia de ser directos en el relato, no complicarlo, porque lo importante es el ritmo, la musicalidad y la pasión que se ponga al escribir».

J. M. Le Clezio camina por la Gran Vía madrileña en una tarde lluviosa. /Fotografía de Lisbeth Salas

GRAN VÍA “Somos de la nacionalidad de lo que amamos”

Sigue lloviendo en Madrid. A los dos de la tarde, Le Clezio camina por la Gran Vía con su paraguas transparente rumbo a otra entrevista en la cadena de radio SER. Va despreocupado entre la gente observando la calle y los edificios. Como uno más. Como antes estuvo de niño en Nigeria cuando su padre se fue allí a ejercer como cirujano, luego en Bristol (Inglaterra) a la universidad, volvió a Niza, con 23 años publicó El atestado, viajo a Estados Unidos; con 27 años fue enviado a prestar el servicio militar a Tailandia, pero sus protestas contra la prostitución infantil hicieron que lo trasladaran a México; a comienzos de los años setenta vivió con los Emberá en Panamá y en 1975 se casó con Jemia, una mujer del Sáhara.

Hoy vive entre Nanjing (China), Albuquerque (Nuevo México) y París. Su territorio es la literatura.

-«La identidad no es solo el lugar donde nacimos. Somos de la nacionalidad de lo que amamos, de nuestros amantes, de las personas y de las cosas que nos influyeron, y de nuestros vecinos».

En su caso autores como Miguel de Cervantes, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez o Henry Michaux.

-«Cuando leo a un autor de un determinado país me vuelvo de ese país».

Le Clézio con Javier del Pino en la grabación de 'A vivir que son dos días', de la Cadena SER. /Fotografía de Lisbeth Salas

CADENA SER “El nacionalismo es una equivocación total, un error de la mente humana”

Antes de llegar al número 32 de Gran Vía, Le Clézio y su paraguas tienen un rápido duelo con el viento. Ya en la cadena SER, tras pasar por seguridad, subir siete plantas en ascensor y culebrear por algunos pasillos llega al estudio de grabación de A vivir que son dos días. Lo recibe Javier del Pino, su director. Le explica en que consiste la grabación y Le Clézio dice que hablará en español. Pregunta si puede estar sin los auriculares.

-No hay problema, dice Pino. Empieza la entrevista con temas sobre la identidad, la juventud, los problemas del mundo, el medio ambiente, cuestiones presentes en Bitna bajo el cielo de Seúl.

  • Yo me siento extranjero siempre. Mi identidad es isleña y nuestra sensación es esa de no sentirnos a gusto en un país demasiado grande».
  • – Comparto las inquietudes de los jóvenes porque las veo en mis hijas. El problema grave de la juventud es que se preguntan: ¿qué voy a hacer con mi vida? ¿cómo voy a vivir en esta violencia? ¿cómo voy a tener un amor verdadero? ¿cómo voy a realizar mis sueños? El mundo que nosotros los adultos estamos dejando no proporciona las respuestas a estas inquietudes.
  • El nacionalismo es una equivocación total, un error de la mente humana. Debemos entender que hay una sola raza, la raza humana; una sola literatura, la literatura universal; y tenemos que entender que El Quijote escrito en España nos abre a un idioma, el español, pero es un texto tan español como colombiano, argelino, es universal.
Le Clézio antes de salir al auditorio del Espacio Fundación Telefónica, de Madrid, para hablar con sus lectores. /Fotografía de Lisbeth Salas

EDIFICIO TELEFÓNICA “La humanidad es por esencia nómada”

Tras la grabación en la SER, Le Clezio va a comer con la intérprete y compra turrones. Varias veces había expresado ese deseo.

Hacia las seis y media de la tarde llega a la última cita de su viaje en Madrid: el encuentro con los lectores en el Espacio Fundación Telefónica. Está en una pequeña sala de espera, luego va con el fotógrafo a una sesión de fotos. Siempre en calma, siempre sonriente, siempre dispuesto.

Es el único momento que nadie le pregunta nada ni él pregunta a nadie. Sólo sigue las instrucciones del fotógrafo. En pocos minutos volverá a decir que «la humanidad es por esencia nómada. La curiosidad es esencial en la vida. A los inmigrantes hay que acogerlos no solo por compasión».

Le Clézio charla con Berna González Harbour en el auditorio del Espacio de Fundación Telefónica, de Madrid. /Fotografía de Lisbeth Salas

AUDITORIO “Somos violentos porque acaso somos todavía niños”

A las siete de la noche la periodista y escritora Berna González Harbour presenta al Nobel de Literatura ante sus lectores. Le Clézio sonríe tímido y agradecido. Hablará de todo lo que ha hablado en los últimos dos días, y más. Y lo hace en español con un rosario de ideas y reflexiones que desvelan su manera de acercarse a la literatura y que invitan a pensar sobre su concepción del mundo:

  • Guardo la llama encendida para cada libro. La inspiración es el ánimo que sale de la respiración. Sentirse vivo, sentir la capacidad de ser, de compartir. Guardar confianza en la humanidad. Tener la capacidad de mantenerse conmovido con el mundo.
  • Somos violentos porque acaso somos todavía niños. Quizá porque el ser humano no es adulto. Nuestro presente es hecho de memoria.
  • Sin indignación me resultaría imposibles escribir una historia. Tengo coraje para escribir.
  • La maldición de la era moderna es que los intelectuales tienen cada vez menos influencia.

Un aplauso prolongado cierra el encuentro. Berna González Harbour recuerdan a los lectores que el escritor firmará libros a quienes quieran. Minutos después este escritor que se siente isleño está sentado cerca de un rincón en una mesita blanca firmando ejemplares que le pasan sus lectores, contesta a sus preguntas, posa para las fotos. Así una media hora.

J.M. G. Le Clézio en la biblioteca del Ateneo de Madrid, en marzo de 2019. /Fotografía de Lisbeth Salas

MADRID DE NOCHE "La literatura es una manera de expresar la pluralidad humana".

Después se va con su editora María Fasce y la periodista Blanca Establés Learte de la editorial que lo ha acompañado estos días y le facilitó su vida en la ciudad. Bajan por el ascensor y al salir a la calle Le Clézio comprueba que, aunque aún es invierno, en Madrid parece verano. Camina por la ciudad de noche y resuena su deseo de crear un club de la interculturalidad, porque, entre otras cosas, «la literatura es una manera de expresar la pluralidad humana».

Es Jean-Marie Gustave Le Clézio, el escritor nómada atento a lo que ve, oye y siente para recoger las historias dispersas por el mundo. Un día, quizás, los sonidos de estdos dos días madrileños revivirán en uno de sus libros y peregrinarán por siempre en la imaginación de personas de todo el mundo que son, como dice él, de la misma raza, la humana.

Bitna bajo el cielo de SeúlJ. M. G. Le Clézio. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego (Lumen).

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Le Clézio habla para WMagazín sobre por qué al ser humano le gusta que le cuenten historias.

Vídeo: Le Clézio dice por qué al ser humano le gustan que le cuenten historias

El Nobel francés respondió a dos pregutnas en un vídeo para WMagazín: sobre el misterio de por qué a las personas les gusta contar historias y que se las cuenten y sobre su compromiso con el mundo

Winston Manrique Sabogal

2 comentarios

  1. Si su padre es de la Bretaña, no es inglés, sino francés. El director de Página 2 es Óscar López, no Javier López, y el error lo repite.

  2. Hola, Javier. Gracias por las observaciones. Ya está corregido el nombre de Óscar López. El artículo no dice que su padre sea de Bretaña sino que Le Clézio procede de una familia que emigró de Bretaña a la isla Mauricio en el siglo XVIII y luego volvió a Francia, a Niza, en el periodo de entreguerras. Un saludo.

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