Jon Fosse, Nobel de Literatura 2023, guía de las editoriales para leer sus novelas y poemas en español
La obra del escritor noruego se publica en varias editoriales, sobre todo en De Conatus, que apostó por él desde 2018. Además, en coediciones con Nórdica y Seix Barral América Latina. Por otro lado, Random House y Sexto Piso. Estas son sus reseñas y mejores pasajes literarios y poemas
La voz narrativa con la que el Nobel de Literatura Jon Fosse habla de la condición humana es transparente y honda, y transmite una serenidad donde se arremolinan pensamientos cargados de todo el arco de los sentimientos con sencillez de aire poético. La Academia Sueca lo distinguió con el Premio Nobel de Literatura 2023 “por sus obras innovadoras y su prosa que dan voz a lo indecible”. Él, por su parte, afirmó en la conferencia de aceptación del galardón, en Estocolmo, el 7 de diciembre de 2023: “Nunca he escrito para expresarme, como dicen, sino para alejarme de mí mismo”. Y hacia el final dijo: «En cierto sentido, siempre he sabido que escribir puede salvar vidas, tal vez incluso me haya salvado la mía».
Esa voz de Jon Fosse (Haugesund, Noruego, 1959), es una voz interior que fluye por la mente y el cuerpo del personaje, que suena en la mente de quien lee y ve que es como el curso de un río, brota primero, avanza lenta, a veces rápida, se arremansa, discurre por un meandro, de pronto una cachivera, vuelve y se arremansa, sigue de largo, tropieza con piedras antes de convertirse en cascada, ruido, ruido hecho espuma blanca, y sigue su curso. Los pensamientos de sus personajes, al menos son así los de Septología y Trilogía (De Conatus, en España y en coedición con Seix Barral para América Latina).
“Lo que me gusta de Fosse es que cuando has leído dos páginas entras en un estado casi hipnótico por la cadencia de su prosa, que es relajante, y te pone en ese espacio. Experiencias de vida con delicadeza”, explicó Beatriz González, a WMagazín, el día de la concesión del galardón, 5 de octubre de 2023.
González es una de las dos editoras, junto a Silvia Bardelás, del sello madrileño De Conatus, que apostó por el autor noruego desde 2018, cuando empezó la editorial. Fue uno de los primeros autores en entrar en el catálogo de De Conatus porque representaba lo que la editorial buscaba: “Cuando estábamos creando la editorial, estábamos buscando un autor literario que conectara con los requisitos que queríamos para la editorial: una obra vanguardista, intimista y espiritual, al mismo tiempo. La vanguardia literaria no es algo que las grandes editoriales busquen, porque no es muy comercial. Y Fosse nos gustó y ya sonaba para el Nobel, pero curiosamente sus derechos estaban libres”, recordó Beatriz González.
De Conatus tiene los derechos en español de las dos principales obras de Fosse: Septología y Trilogía. Para su distribución en América Latina y Estados Unidos lo coedita con Seix Barral, del Grupo Planeta. Con Nórdica Libros coeditó la novela más reciente, Mañana y tarde. El Grupo Penguin Random House compró los derechos de la narrativa que no se habían traducido, como Melancolía y Blancura. Galaxia Gutenberg edita en catalán Blancor. La poesía del Nobel la edita el sello Sexto Piso que recién ha sacado el volumen Poesía completa.
Una clave de la escritura de Jon Fosse la dio el propio autor en su conferencia de aceptación del Nobel: de niño y adolescente tenía pánico a leer en voz alta, empezó a superarlo hasta que:
“En cierto modo fue como si el miedo me quitara la lengua y tuviera que recuperarla, por así decirlo. Y si tuviera que hacer eso, no podría ser en los términos de otras personas, sino en los míos propios.
Empecé a escribir mis propios textos, poemas cortos, cuentos.
Y descubrí que hacerlo me daba una sensación de seguridad, me daba lo contrario del miedo.
En cierto modo encontré un lugar dentro de mí que era sólo mío, y desde ese lugar podía escribir lo que era sólo mío.
Ahora, unos cincuenta años después, todavía me siento y escribo, y sigo escribiendo desde este lugar secreto dentro de mí, un lugar del que honestamente no sé mucho más que su existencia.
Y aprendí más, aprendí que, al menos para mí, hay una gran diferencia entre la lengua hablada y la escrita, o entre la lengua hablada y la literaria.
El lenguaje hablado es muchas veces una comunicación monológica de un mensaje de que algo debe ser así o así, o es una comunicación retórica de un mensaje con persuasión o convicción.
El lenguaje literario nunca es así: no informa, es significado más que comunicación, tiene existencia propia.
Y en ese sentido, la buena escritura y todo tipo de predicación obviamente contrastan entre sí, ya sea que la predicación sea religiosa o política o lo que sea.
A través del miedo a leer en voz alta entré en la soledad -que es más o menos la vida de una persona que escribe – y he permanecido allí desde entonces.
He escrito mucho tanto en prosa como en drama.
Y por supuesto, lo que caracteriza al drama es que es discurso escrito, donde el diálogo, la conversación, o muchas veces el intento de hablar, y lo que haya de monólogo, es siempre un universo imaginado, es parte de algo que no existe. No informar, pero que tiene ser propio, que existe”.
Las siguientes son reseñas y pasajes de obras de Jon Fosse:
Pasajes de lo mejor de Jon Fosse
Traductoras: Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun (De Conatus)
En un solo volumen los tres libros de siete episodios: El otro nombre, Yo es otro y Un nuevo nombre. Jon Fosse creó un viaje profundo y sensible al interior de Asle, un pintor, que evoca su existencia en busca de una grieta, del momento y del lugar dónde pudo suceder el fallo que cambió el rumbo esperado. En ese desandar pausado y detallado termina yendo al encuentro de sí mismo y con sus pensamientos vemos la vida, reconocemos la vida. Es el fresco de la acción del Tiempo sobre una persona, y nadie mejor que un personaje experto en las luces, sombras, colores, matices y movimiento con los que a través de su arte busca crear vida.
Fragmento:
“Y me veo de pie, mirando las dos rayas que se cruzan más o menos por el medio, una marrón y otra morada, y veo que he pintado las rayas despacio y con mucho óleo espeso, y que el óleo se ha corrido, y donde las líneas se cruzan el color ha producido una bella mezcla y corre hacia abajo y pienso que esto no es un cuadro, pero que al mismo tiempo es como debe ser, está terminado, y luego me alejo un poco del cuadro y me quedo mirándolo y me veo a mí mismo acostado en la cama de la Fonda y pienso que hoy es martes, un martes cualquiera, y en realidad puedo levantarme ya, lo mismo da, o al menos vestirme, pienso, y me siento en el borde de la cama y pienso menuda noche, pienso, y me levanto y cojo del suelo el pantalón y me lo pongo y me meto por la cabeza el jersey negro y me pongo la chaqueta de pana negra y luego me siento sobre el borde de la cama y me suelto los cordones de los zapatos, me pongo los zapatos, me ato los cordones y veo el abrigo negro echado sobre la silla y pienso que apenas he dormido a pesar de lo cansado que estaba al acostarme, o que habré dormido, sólo que no lo siento así y curiosamente tampoco tengo mucho sueño, pienso, y me levanto y entro en el cuarto de baño y me echo agua fría en la cara, una vez, varias veces, y me suelto el pelo largo y canoso y me lo peino con los dedos y cojo la goma negra con la que me recojo el pelo y consigo recogérmelo de nuevo con la goma, y me enjuago la boca con agua fría, hago gárgaras, escupo, varias veces lo hago, y ya estoy listo, supongo, en la medida de lo posible, para ir a desayunar, pienso, porque empiezan a servir el desayuno a las seis, eso lo recuerdo, en fin, tampoco he perdido la memoria del todo aunque se me haya encanecido el pelo, porque me acuesto pronto y me levanto pronto, me acuesto sobre las nueve y enseguida me duermo y me despierto sobre las cuatro y me levanto y antes de las cinco ya estoy pintando, así es la cosa, pienso, y pienso que va a estar bien desayunar y me echo el abrigo largo y negro sobre un brazo y me cuelgo el bolso marrón y abro la puerta y apago la luz y cierro la puerta y meto la llave en el bolsillo de la chaqueta de pana y me acerco al ascensor y dentro del ascensor me santiguo, todas las mañanas me santiguo, a veces sólo me santiguo, otras me santiguo y luego rezo el Pater Noster o el Padre Nuestro y me santiguo también después de la oración, pienso, y el ascensor se para con unas sacudidas y salgo y voy al comedor, a la Cafetería, porque por la mañana la Cafetería hace las veces de comedor para los que se alojan en la Fonda, desayunan allí, y me ha sentado bien salir de la habitación, siempre duermo muy bien ahí, en la habitación 407, pero esta noche he dormido mal, si es que he dormido algo, aunque es curioso, no me siento cansado, pienso, y no hay nadie más en el comedor, debe de ser demasiado temprano, pienso, y me sirvo generosamente y me busco una mesa junto a una ventana con vistas a la Bahía y a Bryggja y me siento y como, pero la comida no me sabe tan bien como de costumbre porque pienso constantemente en Asle, en cómo estará, en si se habrá recuperado, en si al menos estará mejor, en si le darán hoy el alta, de lo contrario quizá podrían darle al Hombre para Todo la llave de su casa y así él y yo podríamos ir a buscarle a Asle lo que quiera que se le traiga, porque a mí no me van a dar la llave…”.
***
Traductoras: Cristina Gómez-Baggetuhn yKirsti Baggethun (Seix Barral / De Conatus para América Latina)
Estamos solos en el mundo, acompañados por nuestros pensamientos, sueños futuros e idos, una soledad que la sociedad se encarga de aumentar. Pero los recuerdos siempre están, son fieles amigos. Fosse se detiene aquí en una pareja de jóvenes enamorados que van a tener un hijo. Viven una pirotecnia de sentimientos e ilusiones, mientras deben enfrentar la hostilidad de una sociedad cuyos miembros que también saben lo que es eso, pero… ¿Por qué obran así?
Fragmento:
Asle y Alida caminaban por las calles de Bjørgvin, Asle llevaba al hombro dos hatillos con todo lo que tenían y en la mano la caja con el violín que había heredado de su padre Sigvald, Alida llevaba dos bolsas con comida, y hacía horas que daban vueltas por las calles de Bjørgvin buscando alojamiento, pero parecía imposible alquilar nada en ningún sitio, no, decían, lo lamentamos, decían, no tenemos nada para alquilar, lo que tenemos ya está alquilado, así decían, y Asle y Alida tenían que seguir dando vueltas por las calles, llamando a las puertas para preguntar si tenían habitaciones libres, pero en ninguna casa tenían habitaciones, así que dónde iban a meterse, dónde iban a cobijarse del frío y la oscuridad ya tan entrado el otoño, en algún sitio tendrían que poder alquilar una habitación, y menos mal que no llovía, aunque seguro que empezaba a llover pronto, así que no podían seguir dando vueltas, y por qué nadie querría alojarlos, sería porque todo el mundo veía que Alida estaba a punto de parir, que tenía aspecto de poder parir en cualquier momento, o sería porque no estaban casados y no eran por tanto un matrimonio decente ni se los podía considerar personas decentes, pero eso no podían verlo, no, eso era imposible que lo vieran, o quizá sí lo vieran, alguna razón tenía que haber para que nadie quisiera alojarlos, y no era que Asle y Alida no quisieran recibir la bendición de la Iglesia, no era que no quisieran casarse, pero cuándo habían tenido tiempo y ocasión para hacerlo, contaban apenas diecisiete años y obviamente carecían de lo necesario para celebrar una boda, pero en cuanto lo tuvieran, se casarían como es debido…
***
Traductoras: Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun (Nórdica Libros)
El arco de la vida y la muerte expuesto de manera sencilla y aire poético. Un niño nace, un hombre muere. El orden del mundo. Los sueños, preguntas e incertidumbres del ser humano. El padre del niño piensa en la criatura que está a punto de nacer, ese niño, después, evocará su existencia desde la cotidianidad. La belleza en lo corriente, la serenidad en lo sencillo.
Fragmento:
Más agua caliente, Olai, dice la vieja matrona Anna
Venga, no te quedes ahí parado en la puerta de la cocina, dice
Ya, ya, dice Olai
y nota un frío y un calor extenderse por su piel y la piel se le eriza y una felicidad recorre todo lo suyo y se le sale por los ojos en forma de lágrimas cuando corre hacia el fogón y empieza a llenar una artesa con agua humeante, así que agua caliente, por agua no será, piensa, y echa agua en la artesa y oye a la vieja matrona Anna decir que con eso basta, será suficiente, dice, y Olai levanta la vista y ahí está la vieja matrona Anna, cogiendo la artesa
Ya la llevo yo, dice la vieja matrona Anna
y en ese momento suena un grito contenido en la alcoba y Olai mira a la matrona Anna a los ojos y sacude la cabeza ¿y no esbozará también una sonrisilla?
Paciencia, dice la vieja matrona Anna
Si es niño, se llamará Johannes, dice Olai
Ya veremos, dice la vieja matrona Anna
***
Traductor: Sofía Pascual Pape (Random House)
La combustión entre la ansiedad que provoca la enseñanza de lo que quieres ser y la fiebre del amor y del deseo por alguien, casi desquiciaron al artista noruego Lars Hertervig (1830 – 1902). Ese momento crucial en su juventud es el que recrea Jon Fosse en esta novela que zigzaguea en el abismo cuando lo echa de la casa donde vive luego de que su amor irracional por la hija de la casera diera muestras inquietantes de alucinaciones y delirios sexuales. Empieza ahí un periplo-búsqueda en el Jon Fosse lo acompaña con una voz casi desmayada que cuenta su vida en una espiral que sube y baja. La esperanza que se agarra
Fragmento:
“Düsseldorf, por la tarde, otoño de 1853: estoy echado en la cama, vestido con mi traje de terciopelo lila, mi fino y elegante traje, y no quiero ver a Hans Gude. No quiero escuchar a Hans Gude decir que no le gusta el cuadro que estoy pintando. Solo quiero quedarme en la cama. Hoy no tengo fuerzas para ver a Hans Gude. Porque ¿y si a Hans Gude no le gusta el cuadro que estoy pintando y le parece que es penosamente malo, y si le parece que no sirvo para pintar? ¿Y si Hans Gude se pasa su delgada mano por la barba y me mira duramente, con sus rasgados ojos, y me dice que no sé pintar, que no tengo nada que hacer en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, nada que hacer, ya puestos, en ninguna academia de bellas artes? ¿Y si Hans Gude me dice que nunca llegaré a ser pintor? No puedo permitir que Hans Gude me diga eso. Tengo que quedarme en la cama, porque hoy Hans Gude visitará nuestro estudio, visitará el secadero de la buhardilla, donde dibujamos y pintamos dispuestos en hileras, se desplazará de cuadro en cuadro y dirá lo que le parece cada uno de los cuadros, también examinará el mío y lo valorará. No quiero ver a Hans Gude. Porque yo sé pintar. Y Gude sabe pintar. Y Tidemann sabe pintar. Yo sé pintar. Nadie sabe pintar como pinto yo, excepto Gude. Y luego Tidemann. Y hoy vendrá Gude para ver mi cuadro, pero yo no estaré, yo me quedaré en la cama mirando las musarañas, mirando por la ventana, lo único que quiero es quedarme en la cama con mi elegante traje lila, mi fino y elegante traje, lo único que quiero es seguir aquí, echado en la cama, escuchando los ruidos de la calle”.
***
Traductora: Cristina Gómez-Baggethun (Sexto Piso)
La poesía está en toda la obra de Jon Fosse. Su literatura sencilla y honda vive aquí su esplendor. Sus temas existenciales, de la mortalidad a lo infinito, escenificados en lo cotidiano son más nítidos que nunca. Lo terrenal convertido en sagrado, lo corriente convertido en ritual, todo con una mirada limpia entre inocente y de asombro. Como un niño que busca el ánima de las cosas, de los momentos.
Así son algunos de sus poemas:
I
caballo, y noche temprana. Olor a sudor
y nieve roja en el abrigo de madre. Uvas
en mi boca, un hombre que habla. Nieve
en los arcenes. Las uvas en una bolsa negra. Oblicua
música, y un viento negro. Calor. La guitarra
es una ventana verde. Los ojos lloran colores y madre
pregunta dónde estaba. Hace ya horas
que debería haber vuelto
Se ha levantado
Cruza el salón
Dice: Solo tienes doce años
II
paja por los hombros. Caminamos
por la montaña azul, uvas
Madre me lleva de la mano
Tiene tierra en el pelo y
a lo lejos
grita mi nombre
III
Oigo el chillido de los murciélagos en la noche
Dos caballos negros galopan por la era
El arce rojo susurra
Junto al camino avista el caminante una taberna
Qué delicia las nueces con vino joven
Qué delicia: tambalearse ebrio por un bosque al alba
Afligidas campanas repican entre ramas negras
En el rostro gotas de rocío
[tras Georg Trakl: Zu Abend mein Herz]
IV
los dedos, blanco. Papel suave, uñas
rojas, una lengua
que se relame los labios, botines
negro
contra tarima cobre
V
las manos negras del tren
sobre las ideas. Una ebriedad hecha añicos
y el ángel es algodón de pantano al vuelo
sigue ahí, pero
silenciosos gritos quebrados en el pantano
verdoso, quizá todavía
exista la bóveda violeta. Pausadas
bóvedas, lanosas como
algodón de pantano. Trenes. Cuando el ángel toca la flauta
el tren es una luna turquesa
en el corazón. Detrás está la gente
rasgando con manos negras
los mástiles de las guitarras y,
en los hoyos del pantano, sangre roja
***
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Escribir en una revista ,literaria,al parecer,y cometer faltas de ortografía,tan graves como escribir el verbo»echar’con h,hace desconfiar un poco de la solvencia de la crítica literaria que se hace.Si se falla en lo básico,malo.
» en el abismo cuando lo hecha de la casa donde vive luego de que su amor irracional por la hija de la casera diera muestras inquietantes «
Maricarmen, gracias por señalar la falta. Lo sentimos mucho. Un saludo.
Gracias por permitir descubrir fragmentos interesantes de estos libros y conocer a este escritor premio Nobel. Mis respetos.
Me encantó la forma de expresion utilizada