Jon Lee Anderson: «En Estados Unidos, con Trump, la democracia se mina desde dentro, en la Casa Blanca»
El periodista y escritor estadounidense reflexiona sobre el peligro de los populismos en su país o Brasil y de las desigualdades en África y Latinoamérica. Clausuró el 15º Festival de Cine de Neiva Cinexcusa en una videoconversación con WMagazín. Puedes ver el vídeo, escuchar el audio y leer la transcripción: "Cien años después todavía estamos en la época de Conrad"
«Cien años después todavía estamos en la época de Conrad. El mundo no ha cambiado tanto», afirma Jon Lee Anderson (California, 1957) en una videoconversación para el 15º Festival de Cine de Neiva Cinexcusa, del 19 al 23 de octubre. Es una alianza de WMagazín con este festival colombiano que dialoga con la literatura, todas las artes, el pensamiento y las ciencias sociales. Forma parte del ciclo de videoconversaciones con los autores Gioconda Belli, Guillermo Arriaga y Héctor Abad Faciolince. A continuación el vídeo, el podcast y la transcripción completa de la charla con el escritor y periodista estadounidense, colaborador de medios como The New Yorker y profesor de la Fundación Gabo para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. El gran reportero y autor de obras como Guerrillas, Che Guevara: Una vida revolucionaria, La caída de Bagdad y La herencia colonial y otras maldiciones clausuró Cinexcusa el 23 de octubre. El vídeo lo puedes ver al comienzo de este artículo, el podcast lo puedes escuchar al final de la siguiente transcripción de la charla:
Winston Manrique Sabogal. Acaba de llegar de África, ¿podemos saber que hacía en esta ocasión?
Jon Lee Anderson. Estuve en Kenia. Suelo ir cuando puedo. Es un país que me encanta, sobre todo por su entorno natural. Voy a hacer el perfil de una mujer keniana envuelta en la lucha sobre la crisis ambiental, creo que es la cara del futuro.
W. Manrique Sabogal. Es un continente que usted conoce muy bien. Esto me recuerda a Joseph Conrad, uno de sus escritores favoritos, y su novela El corazón de las tinieblas. ¿Qué es Conrad para usted?
J. Lee Anderson. El corazón de las tinieblas es una obra que me marcó como faro emblemático literario e histórico entorno a ese horror que significó la estampida de los poderes coloniales en África. En el caso del Congo el rey Leopoldo de Bélgica con la masacre de lugareños en aras del caucho y el marfil. El libro representa el alma podrida de quien se cree un ser civilizado. Conrad muestra cómo alguien toca fondo y vemos su alma negra, podrida. Por eso a Coppola, casi cien años después, lo inspira la novela para reflejar a los norteamericanos en la guerra de Vietnam subiendo el río y encontrando el horror.
W. Manrique Sabogal. Conrad escribió la novela a comienzos del siglo XX y usted ha visto las secuelas un siglo después de toda ese colonialismo y ambición. El saqueo absoluto.
J. Lee Anderson. Sí. Cien años después todavía estamos en la época de Conrad. El mundo no ha cambiado tanto. Voy a África y me encuentro con todo eso. Pocos son los países europeos que han reconocido el impacto negativo que dejaron. Sacaron millones de seres como esclavos. Las secuelas las vemos por todos lados, incluso en América Latina.
W. Manrique Sabogal. En Estados Unidos siguen las protestas por racismo, discriminación; en Latinoamérica por la corrupción enraizada y las desigualdades.
J. Lee Anderson. Nos corresponde saber bien la Historia. Es importante que todos tengamos claro cuál es nuestra Historia y sabiendo las desigualdades y afrontar como gente honesta y con coraje. Así caminaremos por caminos más virtuosos que el del prejuicio, la impostura y la falsedad. Estoy hablando del terreno político donde hemos visto en nuestro hemisferio occidental la irrupción de líderes populistas desde Trump para abajo que miran con desdén y muchos prejuicios la verdad histórica de sus países. Imponen un relato que no es verdadero para así favorecer determinados intereses comerciales. No hay que perseguir siempre el pasado ni reclamarlo, pero se hace porque no ha habido un día de juicio honesto. España, por ejemplo, lleva ochenta años después de la Guerra Civil de no poner bien el asunto porque la paz en España fue la paz de los vencedores. Un siglo después ese país está plagado de fantasmas.
W. Manrique Sabogal. Además, el daño en zonas como África o Latinoamérica donde se inocularon odios que han creado guerras cainitas. En los últimos meses hay protestas, incluso, de los estudiantes pidiendo educación y bienestar.
J. Lee Anderson. Son los reclamos sociales que hemos visto desde antes de la covid y otros que han vuelto a brotar porque vivimos en una sociedad con muchas desigualdades y donde el estado de derecho no funciona. Eso incluye Estados Unidos donde la democracia se mina desde dentro, en la Casa Blanca. Estamos en una época surrealista. Ocurren muchas advertencias por venir y no tienen que ser insurrecciones o alzamientos armados, pero en muchos casos reclamos justos y de la juventud que reclama un futuro, y si no les oyen va haber bochinche.
W. Manrique Sabogal. La ciudadanía tiende a reconocer a esos líderes corruptos y aún así los vota. ¿Qué pasa con los latinoamericanos que siguen votando así?
J. Lee Anderson. La respuesta tiene que ver con la falta de escuela democrática. Uno se queda atónito viendo a Trump hablando de manera ligera sobre la covid y hacer payasadas una y otra vez. El gran riesgo es que al terminar esos mandatos qué te queda de las instituciones y la democracia. Son fuertes cuando los ciudadanos estamos educados y recibimos los justos beneficios de la democracia. Demasiado poca gente ha aprendido a apreciar y respetar este termino y creer en él. Es la gran flaqueza de quienes se han declarado demócratas y nos ha llevado a este cambio de populismo y autocracia.
Puedes escuchar el podcast de la conversación en el siguiente enlace:
https://open.spotify.
W. Manrique Sabogal. También es un momento en que los extremismos descalifican todo. Se ha perdido el respeto y el amor a la democracia, mientras la gente sigue enzarzada.
J. Lee Anderson. Cuando Trump y Bolsonaro vilipendian a la prensa, en el caso de Trump que la increpa y la insulta y señala como enemigos del pueblo. Yo no me considero enemigo de nadie sino un servidor público, pero con Trump me siento como su enemigo porque él una y otra vez me llama enemigo. Es nuestro enemigo el que nos llama enemigo. Él es el enemigo de nuestro gremio, ¿por qué nos ataca? Porque sabe que la expresión libre es el mejor soporte de la democracia y la política que él quiere socavar. Con nosotros no tiene la libertad de movimiento que quisiera. El quisiera tener el poder absoluto. Nos lo ha dicho una y otra vez de manera jocosa. Bolsonaro es un exmilitar y diez de sus 22 ministros son militares, es un gobierno militar con cara civil.
W. Manrique Sabogal. La educación es la base de todo, incluso para elegir a nuestros líderes políticos; pero hemos llegado en los últimos años al desprestigio y a exaltar el fascismo y los tics dictatoriales y no pasa nada.
J. Lee Anderson. Intento con mis trabajos hacer la misma labor de siempre. Incluso con exceso de imparcialidad me acerco a mis reportajes hablando con personas de todos los lados aunque no sean santos de mi devoción. Pero en lo que es mi vida personal y bajo mi nombre me siento obligado a ser militante con la verdad a favor del periodismo. Tiene que ver con la lucha de la conservación de la democracia misma. Me siento, a veces, esquizofrénico porque intento seguir con mi labor de periodismo imparcial pero también necesito usar mi voz. Hoy en día no me puedo quedar callado en aras de la verdad y la libertad. Puede sonar grandilocuente pero doy mi opinión.
W. Manrique Sabogal. ¿Quizás hay que hacer un mea culpa por parte de los periodistas porque no hemos hecho nuestro trabajo bien de informar, orientar e incluso educar contrastando nuestras fuentes? ¿En los últimos años, con tanta división en los países latinoamericanos, nos hemos olvidado de contar la verdad?
J. Lee Anderson. No creo que a estas alturas ayude al caso. Los que tienen el poder tienen más mea culpas que nosotros. Quizá fuimos demasiado corteses. Trump recibió demasiados minutos en la CNN, por ejemplo, desde su candidatura. Los periodistas de la Casa Blanca fueron demasiado respetuosos con él mientras él los insultaba, era racista. El mea culpa es por haber ayudado a consolidar en el poder a gente que no lo merece. Me siento enojado.
W. Manrique Sabogal. Usted conoce muy bien Amárica Latina. ¿Cuándo se acerca a América Latina? ¿Recuerda esos primeros momentos?
J. Lee Anderson. Es la historia de mi vida. Nací en California, a los 2 años mi familia se fue a Corea del Sur y de allí a Bogotá cuando tenía unos 4 años. Mi primera memoria es de Colombia. Es más, se me filtró el idioma. Los recuerdos de Colombia son de hechos violentos o actos de crueldad, pero no me espanté de Colombia ni de América Latina. A los 15 años cuando escapé de casa con autorización de mis padres quise ir a un país de habla hispana. Me fui a España a comienzos de los setenta. Sentía que tenía el idioma español dentro, pero sofocado. Traté de conectarme con esa cultura. Fue la oportunidad de ver a un país en manos de un fascista en Europa. El orden de tiranos en Europa del siglo XX eran Hitler, Mussolini y Franco en España. Y Franco todavía estaba en el poder en los setenta. Quise ir para palpar el aire, y lo hice. Esa fue una inquietud política y de volver a aprender español. Pasé un tiempo largo en las Islas Canarias intentando vivir la vida entre pescadores y campesinos, así aprendí español. Luego me interesó escribir.
W. Manrique Sabogal. ¿Qué quiso hacer primero: escribir un libro o hacer periodismo?
J. Lee Anderson. Sobre todo quería vivir la vida a lo grande, quería tener experiencias, llegar a los lugares extremos. Sentí desde joven que quería escribir, no sabía si era periodismo, cuentos, poesía, y escribí de todo. Yo digo que me caí en el periodismo. Hasta ahora no me han dado ganas de escribir una novela; la realidad me ha bastado. Pero me encantan todas las formas de escritura creativa.
W. Manrique Sabogal. En esa realidad los personajes protagonizan sus textos. Hay personajes corrientes y grandes en sus perfiles.
J. Lee Anderson. Siempre he tenido una cosa, quizás un matiz: cuando estoy en un sitio reconozco que no soy el experto y mi falta de educación, y entro en medio del lugar donde estoy. Si estoy entre campesinos ellos son mis maestros, ellos son los que saben. Son ellos los que tienen vidas que compartir. Yo estoy ahí y les respeto muchísimo. Nunca he perdido la sensación de mi propia ignorancia y de aprender de los que tengo en frente. Sea con gente humilde o con poder. La gente con poder siempre me ha fascinado por su tenencia del poder. No es simpatía, es fascinación de un interés profundo. Desde niño la mayoría de gobiernos que conocí fueron dictaduras, no democracias. Esa tenencia del poder es algo que he querido estudiar de cerca. Cuando perfilo a alguien con poder intento llegar a su relación con eso llamado poder. He tenido reacciones interesantes de la gente y respuestas inesperadas.
W. Manrique Sabogal. ¿Quiénes le han resultado con respuestas inesperdas?
J. Lee Anderson. Con el presidente Hamid Karzai (Afganistán), un títere de Estados Unidos puesto por la guerra. Fue a verlo en el Palacio real de Kabul. Estaba rodeado de guardaespaldas norteamericanos y afuera todo el poderío estadounidense. Le pregunté cómo se sentía con el poder. Y me dijo que qué quería decir. Le dije que cuál era su relación con el poder. Empezó a hacer ruidos con la boca, a titubear, se le torció la cara, se puso incómodo… Y dijo: “Yo no conozco el poder, aborrezco el poder. Es como esta taza de té: la miro dentro y no veo nada”. Fue la única vez en que perdió los estribos, estaba desencajado. No era una mala persona, pero pecaba de ser un títere. Él no tenía el poder, sino mi país.
El otro fue el dictador Pinochet. Él había confesado su admiración por Mao Zedong y me quedé frío. Era más nacionalista que comunista, me dijo. Y también que había ido dos veces al catafalco de Mao en Pekín. Lo describió casi acariciándolo con sus palabras. Me quedé en vilo con Pinochet.
Le dije: ¿ha ido dos veces y cuando lo observa qué piensa? Me contestó: “Que ese hombre tuvo en sus manos la vida y la muerte de millones de personas”. Lo dijo con una especie de adoración porque es lo que hubiese querido él y sintió que no lo tuvo a pesar de que fue un dictador. Le pregunté si se consideraba un dictador, y dijo: «Yo solo fui un aspirante a dictador”, y se reía, lo decía de verdad.
W. Manrique Sabogal. Usted reveló dónde estaban los restos del Che Guevara tras una entrevista con el general Mario Vargas Salinas, es una muestra de su capacidad de embaucar, en el mejor sentido, a la gente para llevarla a su terreno.
J. Lee Anderson. Vargas Salinas era un hombre recién jubilado. Fui a verlo a Santa Cruz (Bolivia). Yo había hablado con todo el mundo, incluso con el que había matado al Che. Vargas Salinas fue quien aniquiló la segunda columna del Che. Cuando lo vi, pensé que me iba a encontrar con un militar fanfarrón. Durante la entrevista de tres horas le pregunté, sobre todo, por las inconsistencias, algunas sospechas de que lo habían ejecutado. Las circunstancias de su muerte nunca se esclarecieron. Dijo que lo habían ejecutado. Confesó un crimen de guerra. Al final de la entrevista no se me ocurrieron más preguntas. Era un hombre que quería quedar bien con la Historia. Apagué la grabadora. Me levanté y, de pronto, pensé: Este hombre dijo que había estado en Bahía Grande donde exhibieron el cuerpo del Che la noche que el cuerpo desapareció… Volví a encender la grabadora, y dije: A propósito, general, ¿qué hicieron con el cuerpo del Che? Y dijo: «Chico, yo te quería hablar de eso. Lo enterramos bajo la pista aérea de Bahía grande». Y ahí mismo contó todos los detalles del caso.
Establecimos empatía, no sé por qué. Lo que le impulsó a decir eso era quedar bien con la Historia. Ojalá hubiera más militares así.
Winston Manrique Sabogal. Usted conoció a García Márquez y es profesor de la Fundación Gabo para el Nuevo Periodismo.
Jon Lee Anderson. De todos los autores que he perfilado el favorito fue Gabo. Lo llegué a querer como ser humano. Una historia pequeña y cómica fue cuando yo estaba detrás suyo para escribir el perfil, fueron siete meses. Su familia muy generosa me abrió las puertas. él estaba en Bogotá. Fui a la casa que tenía en Cartagena de Indias, la que hizo el arquitecto Salmona. Afuera había visto a esos pájaros María mulata que son como cuervos. Le pregunté a un guardian armado por qué estaba él ahí, y me dijo: «Estoy vigilando los María Mulata”. Cuando volví a ver a Gabo ese detalle me obsesionaba: que en la casa del Nobel había un guardián que solo vigilaba a los María mulata. Le salí con eso en su apartamento en Bogotá: “¿Coño, no ves que ya lo tienes todo? Qué mas quieres que te diga. Termina ya el perfil chico». Ya estaba entrando en su territorio. Y me dijo de la forma más amigable: “Deja de investigar que ya lo tienes todo”.
Puedes escuchar el podcast de la conversación en el siguiente enlace:
https://open.spotify.
El periodista y escritor Jon Lee Anderson (derecha) en conversación con Winston Manrique Sabogal para el 15º Festival de Cine de Neiva Cinexcusa /WMagazín
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Espectacular.
Una muestra de cómo la entrevista, ese género legendario del periodismo, puede convertirse en manera feliz de convertir al lector, junto a entrevistador y entrevistado, en un tercer personaje que asiste al sabor del instante para siempre.
Hola, Eugenio. Nos alegra que te haya gustado la entrevista. Muchas gracias por esas palabras tan estimulantes. Gracias por seguir WMagazín y ayudarnos a difundirla por redes sociales. Un saludo especial.